Colombia 2024, peligros y riesgos – Por Libardo Sarmiento Anzola

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Libardo Sarmiento Anzola*

El crecimiento procede mediante fluctuaciones, ciclos, ondas largas y crisis periódicas. El lánguido resultado del PIB colombiano en 2023 (0,6%) provocó una caída en el ingreso per cápita de -0,4 por ciento. En 2024 persisten los peligros y altos riesgos. El análisis de esta tendencia requiere un estudio entre el largo plazo y el presente.

La acumulación capitalista es un proceso dinámico turbulento. Tiene incorporados ritmos poderosos modulados por factores coyunturales y por eventos específicos. Las ganancias impulsan el crecimiento. Los ciclos económicos son los elementos más visibles de su dinámica intrínseca. Como parte de este proceso, la historia de la economía colombiana en el transcurso del último cuarto de siglo revela patrones recurrentes de largos auges y prolongadas crisis. Respecto a estas últimas, se observan dos crisis: una, a finales del siglo XX (el crecimiento del PIB cayó a 0,6% en 1998 y a -4,2% en 1999) y, otra, entre 2020 y 2023 (el PIB cae a -6,8% en 2020, luego rebota con un crecimiento promedio de 9% en los años 2021-2022, para luego volver a caer a 0,6% en 2023). El problema, en síntesis, es que la crisis económica tiende a convertirse en permanente; simplemente en una manera de vivir, en particular para las clases trabajadoras y populares.

En 2024 los peligros (condición que puede causar daño a personas y bienes o paralización de un proceso) y riesgos (combinación de la probabilidad y la consecuencia de no controlar el peligro) están presentes en el país: la proyección del aumento del PIB para este año es de 1,3 por ciento (el PIB per cápita aumenta un ínfimo 0,3%). De manera falsa y manipuladora quieren hacer creer que los ciclos socioeconómicos son todos iguales o dependen de los breves ciclos de la política (el cuatrienio presidencial); lo uno ni lo otro es cierto: como lo señaló el economista estadounidense y Premio Nobel Paul Samuelson (1915-2009) “los ciclos siempre estarán con nosotros”; los prolongados movimientos ascendentes y prolongados movimientos descendentes o contracciones en la acumulación capitalista están asociados a la existencia de largas ondas en los niveles nacionales de precios, como lo explicó el economista ruso Nikolai Kondratieff (1892-1938).

Además, los regímenes y sistemas políticos superan con creces los breves periodos de gobierno. En el mantenimiento y reproducción del poder hegemónico se registra una dialéctica entre los regímenes económico y político para controlar el orden y satisfacer los intereses de la clase dominante sobre un territorio y población específica.

La economía colombiana y el mundo

La interacción en el mercado mundial se ha convertido en una característica cada vez más común del desarrollo económico de Colombia (gráfico 1). En estadística, la correlación indica la fuerza y la dirección de una relación lineal y la proporcionalidad entre dos variables. El coeficiente de correlación entre la evolución de las tasas de crecimiento económico mundial y de Colombia es de alta intensidad positiva: 0,65 (el valor del coeficiente oscila entre 1 y -1). Si bien la correlación no implica causalidad, es razonable considerar que las economías hegemónicas determinan o condicionan a los países periféricos en el sistema mundo capitalista.

Durante el período 1960-2024, el crecimiento económico anual promedio nacional (4,0%) es ligeramente superior a la media mundial (3,4%). En estadística, cuando se desea hacer referencia a la relación entre el tamaño de la media y la variabilidad de la variable, se utiliza el coeficiente de variación (CV). El grado de dispersión del comportamiento de la economía colombiana es más inestable (CV=66,9%) que la tendencia global (CV=52,7%), por tanto los patrones del sistema, turbulentos y dinámicos, generan una mayor inestabilidad en el desarrollo del país. Adicionalmente, el comportamiento económico muestra una tendencia de mayor fragilidad del país frente al sistema mundial: en 2020 la caída del PIB colombiano fue de -6,8 por ciento y a nivel global alcanzó -3,1; en 2021-2022 el desempeño del país fue superior a la media global: 9,0 por ciento contra 4,8; en 2023 la economía global creció en 2,4 por ciento y en el país 0,6; para 2024, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta un crecimiento económico del mundo en 2,5 por ciento y de 1,3 para Colombia. Una tasa de crecimiento del 3 por ciento anual para siempre, algo que se acepta empírica y convencionalmente como condición necesaria para un funcionamiento satisfactorio del capitalismo, se está haciendo cada vez menos sostenible.

Peligros y riesgos

El peligro hace referencia a una fuente, una situación o un acto que puede ocasionar un potencial daño, mientras que el riesgo se refiere a la probabilidad de que un hecho peligroso concreto ocurra y a la gravedad de sus consecuencias. En Colombia los factores de peligro están asociados a la intervención del Estado (con su poder normativo y la política monetaria y fiscal); la inflación (por su capacidad de erosionar los salarios reales, debilitar la fuerza organizativa de los trabajadores, afectar el nivel de vida de las clases populares y afectar la distribución del ingreso); el crecimiento económico (el desarrollo se puede medir como la relación entre este y el aumento de la población: ingreso per cápita); el mercado laboral (la escasez de empleos de calidad prosigue como uno de los problemas más acuciantes en el país. Mejorar la calidad del empleo es prioritario: los empleos dignos, inclusivos y productivos son la vía más eficaz para salir de la pobreza y mejorar la distribución del ingreso); y, al costo del dinero (la tasa de ganancia determina la tasa de interés y la diferencia entre esta y las tasas de ganancia determina la tasa del crecimiento).

La estimación del nivel de riesgo se aborda teniendo en cuenta por un lado la frecuencia de la exposición y la posibilidad de actualización del peligro y por otro, la severidad de las consecuencias que de él puedan derivarse. El cálculo del riesgo, al hacer el análisis cuantitativo, es el producto de multiplicar la amenaza por la vulnerabilidad (riesgo=amenaza x vulnerabilidad); los factores que componen la vulnerabilidad son la exposición, susceptibilidad y resiliencia. En Colombia, los grupos socioeconómicos más vulnerables son las clases trabajadoras y populares; las mujeres y los niños; los pueblos originarios y habitantes rurales y urbanos pobres; las unidades económicas micro y pequeñas; las regiones periféricas a los grandes centros urbanos.

El estudio del comportamiento de estas variables en el período 1947-2024 cubre la existencia de cerca de cuatro generaciones de connacionales. Inicialmente es necesario enfatizar que el crecimiento económico del capitalismo está impulsado por la rentabilidad neta (esto es, por el exceso de la tasa de ganancia respecto de la tasa de interés)1. Esta es la clave de las teorías del crecimiento, la distribución, del desempleo, de la inflación y de las políticas fiscal y monetaria.

De acuerdo con el cuadro 1, la correlación o la fuerza y la dirección de la relación lineal entre el crecimiento del PIB real anual es negativa con el nivel del gasto público (en proporción al PIB), la tasa de desempleo y la tasa de interés. El coeficiente de correlación que cuantifica la intensidad de la relación entre el crecimiento del PIB real anual y las demás variables estadísticas señaladas es de baja intensidad y con la inflación histórica es neutro.

Según el cuadro 2, la tasa media de crecimiento del PIB real anual ha sido durante estos 78 años analizados de 4,1 por ciento. El coeficiente de variación muestra una alta inestabilidad (63,3%) y un amplio rango (17,5 puntos porcentuales), un máximo de 10,7 por ciento en 2021 y un mínimo de -6,8 en 2020 (gráfico 2).

Los impuestos, las transferencias y los subsidios tienen un impacto directo sobre la distribución del ingreso después de los impuestos y sobre los niveles de vida de las clases trabajadoras y populares. La correlación entre la participación del gasto público en el PIB es inversa o negativa con el crecimiento económico, la inflación y la tasa de interés; con la tasa de desempleo es significativamente alta y positiva (lo que muestra que el gasto público en Colombia, desde el punto de vista funcional, no tiene como principal foco la cualificación de la fuerza laboral y el mejoramiento del mercado de trabajo).

El promedio de participación del gasto público en el PIB en el período 1947-2024 es de 16,7 por ciento. La relación entre el tamaño de la media y la variabilidad del gasto público relativo es de 47,1 por ciento mostrando un comportamiento estructural poco sensible a los ciclos económicos. El rango es de 28,2 puntos porcentuales, registrando un aumento constante en el tiempo: el mínimo es de 5,4 por ciento de participación en el PIB en el año 1947 y un máximo de 33,6 en 2024. El inédito crecimiento del gasto público en 2024 es superior a los ingresos de la Hacienda estatal en cerca del 6 por ciento; déficit fiscal que deberá financiarse con mayor endeudamiento público externo e interno y la búsqueda de aprobación de la segunda reforma tributaria de la administración Petro (2002-2006).

El coeficiente de concentración del ingreso Gini depende solamente de la proporción del ingreso de la propiedad con respecto al ingreso total. De esto se sigue que el grado general de desigualdad del ingreso en última instancia se fundamenta en la relación entre las ganancias y los salarios, esto es, en la división básica del valor agregado. El Estado no modifica este antagonismo entre clases sociales por la distribución del ingreso. Los gastos sociales redistribuyen los ingresos al interior de la clase trabajadora. A la diferencia entre los gastos sociales y los impuestos se denomina salario social. Los impuestos y los gastos sociales sirven más para redistribuir el nivel de vida de los trabajadores que para cambiar su nivel de vida promedio. En conjunto, los trabajadores en gran medida pagan por sus propios beneficios sociales. Por tanto, el grado general de desigualdad que depende fundamentalmente de la relación del ingreso por la propiedad respecto al ingreso laboral no es modificado por el Estado. La desigualdad y la falta de democracia a escala global se reafirman debido a la ayuda y la complicidad de las instituciones políticas y los intereses de las “democracias” aunadas al capitalismo patrimonial2.

Un alza persistente en los precios, eso es lo que significa la inflación, cuya tasa es la diferencia entre los índices de crecimiento de la producción nominal y real. La inflación es un juego de suma cero; un juego de redistribución en el cual, de una parte, las clases trabajadoras y los hogares populares pierden ingresos y bienestar (vía reducción del poder adquisitivo, transferencias negativas de sus ingresos y caída del salario real) y, de otra, las clases dominantes o capitalistas y el Estado ganan (los márgenes de utilidad y la tasa de ganancia aumentan y se elevan los montos que ingresan a la Hacienda Pública vía impuestos o aumento de precios de bienes y servicios regulados, es decir precios definidos por la vía administrativa del Estado) lo que pierden los asalariados y los hogares. En cierto sentido, la inflación es un mecanismo que expresa el poder político y económico de las clases dominantes sobre la sociedad, lo que les permite extraer mayor plusvalía del trabajo social y transferencias del circuito de ingresos de los hogares al circuito del capital y a las arcas del Estado.

En Colombia, el alza persistente y sustancial del nivel general de precios se ha vuelto crónica y persistente. Después del año 1947 los precios no han cesado de aumentar (gráfica 3). La inflación promedio anual entre los años 1947-2024 es de 13,2 por ciento y el coeficiente de variación registra un valor de 67,9 por ciento. El rango de variación es de 34,9 puntos porcentuales; un valor mínimo de -2,4 por ciento en el año 1952 y un máximo de 32,6 en 1963. Según el Dane, la inflación en febrero de 2024 cayó a 7,74 por ciento anual, completando así 11 meses de correcciones a la baja desde el pico de 13,34 en marzo de 2023 (con esto, el Banco de la República tiene mayores argumentos para acelerar la reducción de las tasas de interés). La inflación está positiva y altamente correlacionada con la tasa de interés: 0,78.

La tasa de interés es el precio del financiamiento. En el capitalismo, el suministro del financiamiento es asumido por los negocios financieros que procuran obtener tanta ganancia como puedan y según el poder político y monopólico que posean. La inversión es guiada por la diferencia entre la tasa de ganancia y la tasa de interés. La tasa de interés nominal y el nivel de precios están correlacionados positivamente. No hay una tasa natural de interés, pues hay una tasa competitiva diferente a cada nivel de precios. A corto plazo, la demanda y oferta de varios tipos de préstamos determinan la tasa de interés, pero a largo plazo predominan los factores estructurales. Durante 1947-2024 la tasa de interés anual media es de 17,5 por ciento; la dispersión alrededor de este valor medio es alta: 76,2 por ciento; el rango de variación es de 44,3 puntos porcentuales, un valor mínimo de 1,8 por ciento en el año 2020 y un máximo de 46,1 por ciento en 1992. En lo que concierne a política monetaria, el Banco de la República posiblemente se inclina por una baja de tasas de interés en abril de 2024, las cuales llegarían al 12,0 por ciento (actualmente, en marzo, están en 12,75%); al término de 2024, las tasas podrían llegar al 7,75 por ciento, dependiendo del comportamiento de la inflación.

Las ganancias privadas o el gasto público no generan automáticamente bienestar social. El crecimiento impulsado por las ganancias privadas es capaz de generar una tasa de desempleo persistente, como se desprende la tendencia histórica en el país, en cuyos últimos 78 años la tasa de desempleo registra una tendencia lineal creciente. El valor promedio es 9,6 por ciento y el coeficiente de variación es de 42,2 por ciento reflejando un comportamiento estructural; el rango de variación es de 17,1 puntos porcentuales, un valor mínimo de 2,6 por ciento en el año 1949 y un máximo de 19,7 en 2000. La tasa de desempleo presenta una correlación directa con la participación del gasto público en el PIB e inversa con el crecimiento del PIB real. Con la tasa de interés y el nivel del IPC o inflación la relación es débil o neutra. El Dane informó que la tasa de desocupación para el total nacional en enero de 2024 fue del 12,7 por ciento, lo que representa una reducción de 1,0 punto porcentual frente al mismo mes del año anterior (13,7%), pero un aumento de 2,5 puntos porcentuales por encima del promedio de 2023.

Colombia se enfrenta en la actualidad a la inflación, a un crecimiento lento, a altas tasas de interés, a un mercado de trabajo debilitado y a la catastrófica pobreza, violencia y concentración del ingreso. Estos son factores estructurales o tendencias observadas en recientes años. En 2024 los peligros y riesgos están presentes. El sendero a recorrer es incierto y conflictivo.


Medidas urgentes por tomar

Una sociedad civil fuerte (movimientos sociales) debe mantener una presión constante sobre el poder del Estado y los gobiernos democráticamente elegidos. En particular, deben resistir y luchar para que las crisis no las descarguen los grupos dominantes sobre las clases trabajadoras y populares. En esta lucha, es difícil que el Estado sea social y políticamente neutral.

En el influyente libro de Piketty “El capital en el siglo XXI”, el autor expresa su esperanza en que afloren instituciones políticas que podrían regular el capitalismo justamente y con eficiencia. En lo referente a las políticas públicas, sugiere un impuesto global progresivo sobre el capital, aunado a un nivel muy alto de transparencia lo que ayudaría a la democracia a recuperar el control sobre el capitalismo financiero globalizado. Una opción perdida en la primera reforma tributaria aprobada por el actual gobierno.

Por otro lado y de acuerdo con el economista británico John Maynard Keynes (1883-1946), las respuestas del mercado son muy lentas para ser socialmente tolerables. En consecuencia, el Estado puede tener una influencia positiva importante en los resultados macroeconómicos, sin que sea esperable que las políticas fiscal y monetaria puedan en esencia eliminar el desempleo, la pobreza y la concentración del ingreso. Ante todo, incluso una aceleración temporal de la demanda puede aumentar permanentemente los niveles de las trayectorias en el tiempo de la producción, el empleo y el salario real. Las intervenciones que aceleran el crecimiento de la productividad pueden aumentar el nivel de la trayectoria de la productividad. El Estado también puede intervenir en los mercados financieros para disminuir la tasa de interés. El estado podría crear un pacto entre el capital y el trabajo en el que los aumentos en el salario real estén ligados a los incrementos en la productividad en el contexto de la capacitación de los trabajadores y del subsidio temporal a la población desempleada.

Es necesario limitar al máximo la indexación (técnica para ajustar pagos de ingresos mediante un índice de precios, para mantener el poder adquisitivo del público luego de la inflación) sobre salarios y precios de bienes y servicios para mantener el poder adquisitivo de la moneda y reducir el IPC. Además, los impuestos sobre los bienes y servicios de la canasta familiar se deben eliminar en su totalidad porqué son infamemente criminales al promover el hambre entre las clases trabajadoras y populares (en Colombia el IVA sobre la canasta familiar es del 19%). Por último, el Estado debe impulsar y apalancar la economía popular productiva y asociada, para lo cual es fundamental darle otro sentido a los subsidios, potenciando asociatividad, creación de empresas de diverso nivel y potencial productivo. En esa línea, concentrando el gasto, los salarios a través de lo conocido como salario social debe orientarse a la universalización y gratuidad en los sectores de la educación, la salud, el transporte público, la información y la comunicación, un giro estructural por medio del cual los derechos humanos dejan de ser quimera, lo público gana cuerpo, la sociedad afrontaría el deber de intervenir de manera constante y dinámica en el funcionamiento efectivo y eficiente de lo público y lo común gana rol real.

Resulta significativa y esperanzadora, esta perspectiva a pesar de todo, porque la precaria condición de la política democrática hoy día –tan obvia en el intolerable consenso respecto a la conseja de que “no hay alternativa”, y sus consecuencias políticas directas, como lo ejemplifican las medidas legislativas autoritarias ya sufridas por las clases trabajadoras y populares– sólo puede ser remediada por un movimiento de masas extraparlamentario radical, democrático y plural3.

Lo que importa no es el modo de selección del gobierno, sino la presión que ejerce sobre él la movilización y autoorganización del pueblo4.


1   Shaik, Anwar. Capitalismo, competencia, conflicto y crisis. Fondo de Cultura Económica, México, p. 1013.

2   Ibíd., pp. 1053-1055.

3  Meszaros, Istvan. (2006). Más allá del Capital. Vadell Hermanos Editores, Venezuela, p. xxxiv.

4   Zizek, Slavoj. (2015). Viviendo en el final de los tiempos. Ediciones Akal, España, p. 403.

*    Economista y filósofo. Integrante del comité editorial de los periódicos desdeabajo y Le Monde diplomatique edición Colombia.

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