Perú: crisis destituyente y un tiempo nuevo – Por Aída García Naranjo Morales

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Aída García Naranjo Morales (*), especial para NODAL

 De Kuczynski a Castillo / Boluarte 2016 – 2024

En la primera etapa republicana, el Perú fue un país anárquico, inestable e ingobernable: “De 1821 a 1845 hubo diez congresos, siete constituciones, cincuenta y tres gobiernos…” (Aljovín, 2000).

“El Perú del siglo XIX fue un país a la deriva. Diez guerras internacionales y once guerras civiles generaron un clima de permanente inestabilidad e incertidumbre. Las más rescatables de esas guerras fueron la independencia, la revolución liberal de 1854 y 1855 y la revolución de 1894-1895. Las victorias políticas más importantes fueron la instauración de la República (1821), la libertad de los esclavos y la eliminación del tributo indígena (1854-1855)…” (López, 2021).

Cien años después en (1921) que según el historiador Jorge Basadre se abría la “promesa de la vida republicana”, en que el Perú sería dueño de su propio destino, sin la imposición de una nación remota (España), y tendríamos una nación de ciudadanos, fueron las luchas entre caudillos y las sublevaciones militares lo que Basadre señalaría como la causa de una “evaluación desencantada” del primer centenario de la República.

De cara al Bicentenario, tenemos desigualdad y corrupción como características estructurales, de un inacabado proceso de construcción nacional, en el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional (TI) y junto a ello el orgullo por nuestros recursos naturales, nuestra diversidad cultural, nuestro destacado boom gastronómico, tenemos progreso económico de minorías y derechos no ejercidos por todos y un modelo extractivista no superado, basado en la explotación, hasta el agotamiento del guano, el salitre y el caucho, al que seguirían el cobre y el litio. Y en estos 200 años, ni la ley ni la justicia han sido, ni son iguales para todos.

La igualdad sigue siendo la principal promesa pendiente y tenemos dos estrategias en desencuentro: la vieja promesa republicana y el proyecto neoliberal de fines del siglo XX, por lo que la República no ha garantizado el bienestar mínimo, por un modelo que nos lleva a un balance negativo, en una situación que favorece solo a pocos. Se expresa un marcado desapego de la ciudadanía hacia la política y los políticos

Una situación cotidiana precaria, con servicios públicos de baja calidad, que dejan como consecuencia en la pavorosa cifra de 221.583 fallecidos como consecuencia de la COVID-19, con niños ausentes de las escuelas, una brecha de 100 mil millones de dólares en déficit de estructura educativa y hay una brecha de S/. 370.000 millones en infraestructura determinada por el MEF y estaríamos cerrando el 2024 con 31.5% de pobreza monetaria y ni que hablar de la dimensión de género en el orden constitucional iniciado en la República hace más de 200 años, con doce constituciones en donde las mujeres pudimos ejercer recién con la décima (10 a) constitución, nuestros derechos políticos (1956). Por añadidura diferentes cúpulas partidarias son dirigidas por lideres cuestionados política y fiscalmente

La crisis destituyente de 2016

Pedro Castillo Terrones asumió su mandato presidencial (2021-2022) luego de un quinquenio (2016-2021) de inestabilidad política destituyente que, si bien es cierto que no es igual a la señalada en este texto por Cristóbal Aljovin o  Sinesio López, representa para los siglos XX y XXI la situación de un Perú en una democracia de baja intensidad y de aguda crisis política y de una institucionalidad democrática impredecible, expresada en el último sexenio con  una crisis del Poder Ejecutivo y 6 presidentes en solo dos periodos constitucionales, amén de los procesados, investigados, condenados, con orden de extradición y uno suicidado.

De PPK a Castillo 2016-2022

Ejercieron la función de presidente 6 ciudadanos: Pedro Pablo Kuczynski, Martin Vizcarra, Manuel Merino, Francisco Sagasti, Pedro Castillo y Dina Boluarte. Ello sin considerar la juramentación fallida de Mercedes Araoz. De los 6 presidentes que ejercieron el cargo solo dos fueron electos y los otros cuatro fueron nombrados por el Congreso de la República.

El saldo de esa crisis (2016-21) incluye nueve gabinetes ministeriales, un aproximado de 200 ministros y durante la presidencia de Castillo, en menos de 500 días, cinco gabinetes, 78 ministros de Estado (sin contar aun la gestión Boluarte, ya con dos gabinetes en un año y el anuncio de un inminente próximo gabinete).

En los tres años precedentes (2019-2021) tuvimos tres Congresos de la República, el del 2016-2019 con 75% de rechazo de la ciudadanía, evidenciando también una crisis en el Legislativo, cerrado el 30 de setiembre del 2019, sostenido con el grito de la calle demandando “que se vayan todos”. Actualmente con cifras de declive tanto del Ejecutivo y el Legislativo que se sostienen en un dígito: 8% Boluarte y 5% el legislativo (IEP, enero 2024).

El conjunto de Sistema de Justicia muestra su propia crisis, evidenciada en el cierre del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM Audios) y el procesamiento de la totalidad de sus integrantes, la destitución del Fiscal de la Nación, la orden de extradición del juez Hinostroza Pariachi de España y la actual suspensión de la ex fiscal Patricia Benavides.

El inicio del mandato de Castillo se da en el contexto de esa “crisis destituyente” que diferentes sectores han tipificado como de: democracia de baja intensidad (López) recesión democrática (Transparencia) y/o vaciamiento democrático (Vergara y Barnechea). Un 91% de los peruanos esta insatisfecho o muy insatisfecho con el sistema democrático (IEP). Dos tercios de los peruanos (66%) reconocen que estamos peor que hace 12 meses y 23% que estamos igual (IEP enero 2024). A ello se sumó la impericia de un “Castillo amateur” y una sucesora que sin pudor puso el gobierno al servicio de los que fueron derrotados en las urnas en el 2021, además de asesinar a 49 peruanos (as) y con un saldo enorme de más fallecidos, heridos y victimas colaterales de las masacres. (2022 / 2023)

Castillo – Boluarte 2022-2024

El 7 de Diciembre  del 2022 luego del fallido autogolpe (que según su abogado Wilfredo Robles fue: “un golpe verbal”) de Pedro Castillo, el Congreso del Perú destituyo a Castillo Terrones y juramento a su vice presidenta Dina Boluarte, que estableció  un régimen  restaurador golpista, antidemocrático y autoritario en alianza con los diferentes partidos que habían sido derrotados en el proceso 2021 por el movimiento popular,  dando inicio así a la protesta social   y al  desarrollo de movilizaciones que se iniciaron el mes de  diciembre 2022, hasta la fecha contra el actual gobierno.

Castillo desde el inicio de su mandato fue colocado a la defensiva con la permanente amenaza de vacancia, desde el primer semestre de su mandato superando dos intentos previos fracasados de vacancia, y cediendo día a día cuotas de poder. Su intento de disolver el Congreso (entre otras medidas inconstitucionales) consumó su caída, cárcel e inmediato reemplazo.

Su sucesora apeló a una cruenta represión frente a la protesta social que la rechazaba, por lo que fue condenada nacional e internacionalmente por el uso abusivo de la fuerza letal.

Ejecutivo, legislativo y Ministerio Publico atraviesan su peor momento. La suspendida Fiscal de la Nación tiene ocho (8) imputaciones penales, que serian por canje de favores con congresistas que ella debía investigar.

Pese a ello, la lucha continua, en el marco de un estado de emergencia, que no dudó en apelar al toque de queda, a la suspensión de garantías constitucionales, sin atisbo de perdón o arrepentimiento criminalizando la protesta social y responsabilizando a los propios manifestantes por los muertos, buscando impunemente trasladar también la responsabilidad a terceros, entre ellos a Evo Morales y los Ponchos  Rojos de Bolivia con lo cual su gobierno se aisló, y logró que diferentes gobiernos de la región, entre ellos México, Colombia, Bolivia y Honduras se solidarizaran con el Castillo depuesto. Llevando durante el mandato de Boluarte “doscientos años de historia diplomática basada en el respeto de los tratados internacionales al tacho” (Forsyth) es así que las relaciones externas, la imagen y la proyección del Perú están gravemente afectadas.

Por otro lado, crecer a un ritmo solo de 2% en el 2024 representará que hambre, pobreza y desempleo sigan caminando de la mano. La crisis es destituyente, si bien la salida es integral debe ser constituyente; pero ella será insuficiente para frenar el avance del crimen organizado, las economías informales e ilegales, la generalización de la corrupción y la impunidad, así como la aberrante deforestación y privatización del agua y el patrimonio cultural, el indetenible feminicidio y la trata, la injusticia que no investiga, ni condena a los autores directos y mediatos de 70 peruanos asesinados y/o fallecidos que hoy nos faltan. Y por si todo ello fuera poco vivimos la degradación que requiere además de regeneración moral, frente a un modelo de dominación en crisis hegemónica. Para enfrenar una salida autoritaria, estamos obligados a una salida democrática y constituyente a la crisis, el anuncio de un tiempo nuevo, un nuevo arreglo de poder basado en un pacto político social.  El Perú está herido y doliente, pero también es promesa y posibilidad.

*Ex Ministra de la Mujer y Desarrollo Social del Perú

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