Argentina | Represión en la calle y tensión en el recinto en la primera jornada de debate de la “ley ómnibus”

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Cuarto intermedio salvador: LLA todavía no logra afinar los acuerdos por la ómnibus

Federico Pokorowski

No se llegaron a cumplir 12 horas de debate, cuando el titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Martín Menem, pidió un cuarto intermedio en la sesión especial del proyecto de ley Ómnibus, de jibarización del Estado y desregulación de la economía. La jornada se reanudará a las 12, con las votaciones pendientes del expediente en general y particular y 115 pedidos de uso de la palabra.

La primera jornada de la maratónica votación mostró al oficialismo de La Libertad Avanza (LLA) celebrando haber sorteado las presuntas zancadillas del peronismo, pero sin haber cerrado todavía los acuerdo con los denominados dialoguistas. Unión por la Patria buscó hacer fuerza en el recinto. En las afueras, se vivieron situaciones de tensión que tuvieron como saldo, una agresión a un diputado del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT)

Negociaciones

Luego de que se hicieran a un lado una serie de puntos pactados, entre los que se incluyó el capitulo fiscal de la ómnibus, se dio inicio al tratamiento del proyecto de ley. El jefe de la bancada de Unión por la Patria, Germán Martínez, pidió la vuelta a comisiones del expediente, cosa que fue rechazada. En paralelo, se llevaban a cabo las negociaciones entre LLA y los bloques. Los puntos en disputa eran las privatizaciones, la coparticipación del Impuesto País. Hasta el cierre de la jornada, no habían avances en estas charlas.

«No se negocia nada», comentó tras la sesión una voz de LLA, en sintonía con lo que el presidente Javier Milei decía semanas atras y que tuvo que archivar para que el expediente llegue al recinto. Desde el PRO adelantaban que no tenían objeciones en particular al proyecto.

Los que estaban en puja eran, principalmente, la Unión Cívica Radical (UCR) y una fracción de Hacemos Coalición Federal. La discusión era sobre cuántas empresas iban a estar sometidas a privatización. El oficialismo pedía 41 y el radicalismo pedía que se revisara ley por ley (o empresa por empresa). En su dictamen de minoría, la Coalición Cívica proponía 18. Esta iniciativa es vista como potencial prenda de consenso.

Desde las fuerzas con lazos con los gobernadores se insistió en la coparticipación de parte del Impuesto País. En el retiro de artículos se quitó uno que hablaba de la vigencia del tributo. También daba lugar a potenciales litigios con exportadores. «No está prorrogado, pero está vigente», explicó una de las voces del Ejecutivo que visitó el Congreso.

Los «boinas blancas» también tuvieron disidencias en cuanto a las facultades delegadas, ya que el diputado nacional Facundo Manes se diferenció de sus compañeros de banca y votó en contra. Según trascendió, está en duda la votación a favor del bloque Innovación Federal a las emergencias y privatizaciones. Por el lado del bloque Por Santa Cruz, no garantizaban el acompañamiento en general al expediente.

Sin embargo, se llegaron a algunos acuerdos. Se redujeron de siete a cinco las declaraciones de emergencias, retirando la fiscal; se retiró el articulo que hacía alusión a la defensa propia y se avanzó en el apartado de biocombustibles.

Tensión

La tensión estuvo dada adentro y afuera del recinto. Menem tuvo que pedir que se retire un hombre que insultó a la diputada nacional del FIT Myriam Bregman. Luego, el titular de la Cámara tuvo que interceder para expulsar del edificio al fundador de Revolución Federal Leonardo Sosa.

Las versiones sobre quién invitó al líder del grupo de odio que impulso de forma material el intento de magnicidio a la ex vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner no fueron claras. Sosa dijo que fue invitado por «diputados de LLA». Desde la presidencia de la Cámara negaron que haya estado en la nómina de invitados del oficialismo.

En las afueras del recinto, en horas de la tarde manifestantes de izquierda bajaron de la plaza y ocuparon algunos carriles de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia. La Policía de la Ciudad y la Gendarmería realizaron un operativo de seguridad, en el que lanzaron gas pimienta a los manifestantes. En ese contexto, el diputado del FIT Alejandro Vilca fue gaseado por las fuerzas de seguridad. Tras el cuarto intermedio, un grupo de personas se hizo presente en la explanada del Congreso para expresar su rechazo con un nuevo cacerolazo para el gobierno de Milei.

¿Que pasará?

Mientras dejaba el recinto, un diputado del PRO veía como un hecho favorable el cuarto intermedio, ya que permitía a sus pares estar más frescos. También dio por hecho la aprobación del expediente, ya que consideraba que la votación promovida por el peronismo para el envío de la ómnibus a la comisión fue la muestra de que LLA y aliados podían vencer a la mayoría de Unión por la Patria.
Horas antes ya se comentaba en los pasillos que ese es el modelo de cómo puede ser el resultado definitivo de la ómnibus en general: el resultado había dicho que el peronismo, más el FIT y el bloque Por Santa Cruz juntaron 103 votos, contra 149 del oficialismo y aliados.

Un funcionario del oficialismo veía como positivo haber logrado llevar adelante la sesión. «Tenía temor que ensuciaran más la cancha», expresó. Otra voz de LLA afirmó que el peronismo hizo todo para retrasar lo más posible la votación.

Desde el peronismo miraban con descreimiento al oficialismo y su negociación con los aliados. «Hay cosas que creen que tienen cerradas, pero no las tienen. Nosotros tenemos el número ¿y ellos?», se preguntaron. También reconocieron que insistieron a los sectores más progresistas de los aliados para, aunque sea, voltear las emergencias más accesorias.

Otra voz sugirió que entre los jefes de bloque Miguel Ángel Pichetto (Hacemos) y Cristian Ritondo (PRO) «se lo están comiendo a Menem». Esta fuente conjeturó que eventualmente el partido amarillos y los motosierristas conformarán un bloque de más de cien manos.

La misma voz del oficialismo que aseguró que ellos no negocian, minimizó la chance de tener más tiempo para negociar. Tampoco le dio mucha importancia a la posibilidad de que se caiga la sesión mañana.

Las quejas con el oficialismo también llegaban desde los que buscaban acordar con los representantes del presidente de la motosierra, que siguió la votación desde Olivos. «Estamos haciendo la política que ellos no hacen», protestaron. Previo al cuarto intermedio, esta voz había señalado por hoy no se podía avanzar en las negociaciones, salvo que el Gobierno hubiese dicho «lo contrario». «Hoy estamos cansados y fue tranquilo. Mañana será más fuerte y el viernes será una guerra», vaticinó.

El Destape


El Panic show de Patricia Bullrich frente a un Congreso blindado

Por Matias Ferrari

Patricia Bullrich no iba a resignar protagonismo y por varias horas logró que la tensión que se vivió durante todo el miércoles dentro de la Cámara de Diputados se trasladara hacia la calle. Más que un operativo, la ministra de Seguridad desplegó en las inmediaciones del Congreso un circo represivo. La Prefectura, la Gendarmería y la Policía Federal se enfrentaron deliberada y forzosamente contra un grupo de militantes y agrupaciones de izquierda –unas siete mil personas, según los organizadores– que se concentraron para repudiar el tratamiento del proyecto de ley ómnibus. El corte en la intersección de Entre Ríos y Rivadavia pudo haberse reducido a través del diálogo al menos a algunos carriles, pero las fuerzas decidieron no designar un interlocutor y cerca de las seis y media de la tarde, avanzaron. Primero los arrinconaron, luego los rodearon por los cuatro costados –con todo el cotillón de los hidrantes y la motorizada– y finalmente pegaron. Tiraron gas pimienta directamente sobre los ojos de varios manifestantes, entre ellos el diputado nacional Alejandro Vilca, que hacía pocos minutos había bajado del recinto acompañado por sus compañeros de bloque. Más tarde llegaron a la Plaza centenares de autoconvocados, con cacerolas y carteles caseros en mano que denunciaban el ajuste del Gobierno. Algunos de ellos fueron detenidos entrada la noche durante una cacería posterior a cargo de la PFA. Al cierre de esta edición, se contaban al menos seis presos –dos varones y cuatro mujeres, una de ellas militante de la UCR–, todos bajo la clásica figura intimidatoria de «resistencia a la autoridad». Juan Grabois y su frente Patria Grande se sumaron también en solidaridad con lo que consideraron un “amedrentamiento desmesurado a ciudadanos pacíficamente movilizados”.

Gas pimienta

“Estábamos cortando las dos avenidas cuando la prefectura avanzó por Entre Ríos. Nos tomó por sorpresa, algunos estábamos sentados sobre el asfalto. Cuando me quise incorporar ya los tenía encima. Intentamos retroceder, pero igual seguían pegando”, relató a Página/12 Celeste Fierro, legisladora porteña del MST.

Fierro recibió la misma descarga que Vilca: gas pimienta directamente a los ojos. El diputado, que fue reprimido en un segundo avance, sobre Rivadavia, lo contó así a este medio: “Cuando vimos las imágenes del operativo nos pareció desmesurado y decidimos bajar de la Cámara a apoyar la movilización, que igualmente era bastante tranquila. Ni bien pisé la calle ya empezaron a avanzar. Les grité «soy diputado, paren» pero no hubo caso. Por debajo de los escudos me pegaron un puntazo con el palo y en un momento recibí de frente el gas pimienta. Vergonzoso, igual que lo que estaba pasando dentro del recinto”.

La escena le hizo recordar, agregó Vilca, a los golpes que la Federal le propinó a varios diputados durante la represión de diciembre de 2017 sobre la movilización que fue a repudiar aquella vez la reforma previsional de Mauricio Macri. «El ajuste no cierra nunca sin represión», reflexionó. Bullrich, igual que ahora, era entonces la ministra del área.

En esa volteada también cayó el primer detenido de la jornada, un manifestante de origen chileno que no pertenecía a ninguna de las organizaciones. En el interín, además, la PFA avanzó sobre un grupo de mujeres jubiladas que todos los miércoles se manifiestan sobre el anexo de Diputados. Algunas sufrieron una descompensación. «Tuvimos miedo, nunca nos habían reprimido así», contó Nancy, de la Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados.

Palo y circo

De la movilización participaron el Polo Obrero, el MST, Barrios de Pie y distintas agrupaciones piqueteras del FIT, además de grupos autoconvocados de sectores de la cultura, el Conicet y los derechos humanos. La idea de algunos era realizar una suerte de radio abierta sobre la calle, pero duró poco. La manifestación se inició pasado el mediodía y terminó entrada la noche. Los organizadores calcularon que durante el lapso de varias horas de movilización circularon unas siete mil personas.

Por momentos, el operativo desplegado por Bullrich superaba ampliamente a los manifestantes. Luego de la represión, una escena dantesca describió lo que estaba sucediendo: un cordón de policías de la federal, gendarmes y prefectos arrinconó a un grupo de militantes sobre la plaza. Más de un centenar de uniformados, uno al lado del otro, conformaron una suerte de fila india, que a modo de corralito intentó arrinconarlos sobre la vereda. Muchos de los militantes lograban filtrarse y se burlaban de lo ridículo de la situación. En los celulares de los militantes ya circulaba a esa hora la imagen de un inspector de Genadermería con una inscripción libertaria.

«Lo único que buscó Patricia es pegar para hacer circo, no había razón para hacer lo que se hizo», se sinceró ante este medio un funcionario porteño de primera línea. La Policía de la Ciudad fue –nuevamente– relegada a un segundo plano en su propia jurisdicción.

«La gente no hizo nada. Se montó un operativo para meter miedo. Para que no se movilice. No queremos miedo y vamos a estar donde tenemos que estar», dijo Grabois desde Congreso.

La cacería

A partir de las ocho de la noche, coparon las esquinas adyacentes al Congreso un grupo de autoconvocados. Cacerola y carteles caseros en mano, fueron cientos los que se acercaron a repudiar la sesión. «Siento mucha bronca por cómo nos están vendiendo el país», protestó Alicia, que llegó hasta el Congreso junto a sus compañeros de la Asamblea de Almagro, que se formó en 2001. «Es un atentado a la soberanía», sumó Victoria, una joven cirujana oriunda de Tucumán que trabaja en el sector privado y se formó «orgullosamente en la universidad pública». La mayoría de las ideas de los autoconvocados iban en la misma línea: estaban allí para defender lo que consideran derechos conquistados que están en riesgo bajo el flamante Gobierno.

Cuando la Gendarmería comenzó a replegarse, muchos empezaron a festejar. Las camionetas de la fuerza empezaron a salir por Rivadavia, escoltados por la PFA. Parecía un desfile militar, y recibieron un saludo acorde. «Yo sabía/ yo sabía/ que a la casta/ los cuida la policía», les gritaron.

En ese momento, la calle ya era un hervidero, y la PFA entró en acción, llevándose a cuatro mujeres detenidas. «Me senté en el piso a cantar el himno y me llevaron», llegó a relatar una de ellas a C5N, mientras se la llevaban. Cerca de la medianoche, detuvieron a otro varón. «Me llamo Sebastián Alejandro Moreno», llegó a decir antes de que lo suban al patrullero.

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