Seguridad y salud en el trabajo, se perpetua la violencia y el acoso 

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Seguridad y salud en el trabajo, se perpetua la violencia y el acoso

Eduardo Camín

Un nuevo informe de la OIT hace hincapié en el uso de marcos de seguridad y salud en el trabajo (SST) para abordar las causas profundas de la violencia y el acoso, y fomentar la acción colectiva en favor de mejores entornos de trabajo.  Debemos de destacar que la violencia y el acoso son un problema que afecta a numerosos lugares de trabajo en todos los países. Es cada vez más evidente que no hay individuos, empresas, sectores ni sociedades que puedan jactarse de estar totalmente a salvo de la violencia y el acoso.

Según las estimaciones más recientes de la OIT, más de una de cada cinco personas con empleo ha sufrido violencia y acoso durante su vida laboral.  Como sabemos se entiende por violencia laboral como una forma de abuso de poder que tiene por finalidad excluir o someter al otro. Puede manifestarse como agresión física, acoso sexual o violencia psicológica. Puede presentarse tanto en sentido vertical (ascendente o descendente) como entre pares.

Pero este fenómeno no se limita a un lugar de trabajo específico (despacho, espacio colectivo de oficina, fábrica, comercio al por menor), sino que puede producirse en los trayectos entre el domicilio y el lugar de trabajo, en el espacio digital de las comunicaciones relacionadas con el trabajo, en los desplazamientos, eventos o actividades sociales relacionados con el trabajo, e incluso en las oficinas ubicadas en el propio domicilio

La violencia y el acoso conllevan un costo elevado para la salud, el bienestar y los medios de vida de los trabajadores, para la prosperidad de las empresas —debido a la merma de la productividad, la sustitución, la jubilación y el menoscabo de la reputación— y para la sociedad en su conjunto, ante la pérdida potencial de trabajadores productivos y el aumento de la presión sobre los servicios sociales.

De cara al futuro, —insiste el Informe —el problema puede agravarse por un cúmulo de factores que están alterando la naturaleza del trabajo, como las nuevas formas de contratos, el envejecimiento de la población ocupada, la intensificación del trabajo, la vigilancia digital y la falta de conciliación del trabajo con la vida privada.

En este contexto, la adopción del Convenio (núm. 190) y la Recomendación (núm. 206) sobre la violencia y el acoso, 2019, de la OIT representa un hito en el compromiso internacional de reconocer el derecho de toda persona a un mundo del trabajo libre de violencia y acoso.  Recordamos que en el Convenio núm. 190 de la OIT se subraya la necesidad de adoptar un enfoque inclusivo, integrado y que tenga en cuenta las consideraciones de género para prevenir y eliminar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo (artículo 4).

Además, se especifican algunas medidas preventivas (artículo 9), destacando (entre otras cosas) la necesidad de abordar los riesgos psicosociales en el trabajo. Ya que los expertos señalan que la violencia y el acoso en el trabajo y los riesgos psicosociales se potencian entre sí. Es decir, diversos factores individuales, sociales y organizativos pueden inducir situaciones de violencia y acoso, pero hay evidencia empírica de que existe un círculo vicioso, en tanto en cuanto los riesgos psicosociales actúan como causa coadyuvante de violencia y acoso, y viceversa. La violencia y el acoso se sitúan en la intersección de los factores individuales (subjetivos) y los factores colectivos (organización del trabajo). Habida cuenta de esta interrelación, mientras no se aborden los factores de carácter organizativo y demás causas subyacentes de la violencia y el acoso en el lugar de trabajo, este fenómeno seguirá constituyendo un reto para el mundo laboral

Por otra parte, destacamos que este compromiso se reafirmó en 2022, cuando la Conferencia Internacional del Trabajo decidió enmendar la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo (1998) para incluir «un entorno de trabajo seguro y saludable» como principio y derecho fundamental en el trabajo, lo que constituye una de las estrategias para abordar la violencia y el acoso en el mundo laboral. Este cambio de orientación está en consonancia con la evolución del concepto de seguridad y salud en el trabajo (SST) a lo largo del último decenio, en un sentido que ha pasado a englobar el bienestar físico y mental además de los riesgos para la seguridad de los trabajadores
El informe hace hincapié en que los marcos de SST abordan las causas profundas de la violencia y el acoso señalando los riesgos subyacentes, como la organización inadecuada del trabajo, los factores relacionados con tareas específicas (por ejemplo, trabajar solo o interactuar constantemente con terceros) y las condiciones de trabajo que producen altos niveles de estrés que, a su vez, conducen a la violencia y el acoso. Los marcos de seguridad y salud en el trabajo que se basan en la cooperación en el lugar de trabajo y el diálogo social movilizan tanto a los empleadores como a los trabajadores para crear entornos laborales libres de violencia y acoso, señala el análisis.

En los 25 países estudiados, cerca de dos tercios de todas las disposiciones legales sobre violencia y acoso en el lugar de trabajo están contenidas en la legislación y los reglamentos sobre SST, según el estudio. Las políticas de SST son más detalladas a la hora de esbozar estrategias preventivas y definir las responsabilidades de empresarios y trabajadores en comparación con otros enfoques normativos.

En las Américas, Europa y Asia Central, las disposiciones sobre violencia y acoso están integradas principalmente en las leyes que regulan la SST, mientras que en Asia Pacífico y los Estados Árabes la atención se ha centrado en abordar el acoso sexual a través de marcos jurídicos específicos.

En Dinamarca, existen leyes específicas para prevenir la violencia y el acoso, mientras que El Salvador lo reconoce como un riesgo psicosocial. España y Túnez cuentan con una amplia legislación en materia de SST que podría abarcar la violencia y el acoso, pero sólo España reconoce explícitamente y proporciona orientación sobre su gestión. Las políticas de Barbados y Bangladesh abordan principalmente el acoso sexual.

Según el informe, las herramientas prácticas, los programas de formación y las directrices adaptadas a las empresas y los lugares de trabajo pueden ayudar a poner en práctica las políticas sobre violencia y acoso. Estas herramientas explican los pasos necesarios para llevar a cabo intervenciones destinadas a atajar la violencia y el acoso, y ayudan a realizar tareas complejas como las evaluaciones de riesgos en el lugar de trabajo, subraya el informe.

No obstante destacamos que Incluso en los países que disponen de un sólido marco jurídico sobre la violencia y el acoso en el ámbito de trabajo y han implementado completas orientaciones y herramientas al respecto, las organizaciones a veces tropiezan con dificultades que les impiden utilizar eficazmente esos instrumentos y concebir soluciones adecuadas a sus retos específicos en materia de violencia y acoso.  Los escollos se deben a diversos factores, desde la falta de recursos hasta procesos de trabajo paralelos que exigen recursos excesivos. Por consiguiente, cada vez es más vital proporcionar información minuciosa y adaptada, junto con servicios individualizados de apoyo y consulta para empleadores y trabajadores. Además, ante la continua evolución de las condiciones de trabajo y la aparición de nuevos riesgos psicosociales, las respuestas jurídicas y de políticas exigen un seguimiento y una evaluación continuos, así como mejoras y adaptaciones que den cabida a los elementos novedosos.
En esta concepción se puede considerar que las formas de maltrato y violencia laboral, en una actualidad circundante transita por dispositivos tecnológicos, que por ende adquieren nuevas mecánicas que tienden, como ya lo hicieron en el pasado, a invisibilizar sus lógicas operantes, no debemos olvidar que el miedo y la incertidumbre de encontrar un nuevo empleo limitan la posibilidad de denuncia.

Pero desde una perspectiva histórico-filosófica, -aunque el Informe no lo diga- debemos elevar las miras del análisis en la cual el capitalismo ha gestado una y otra vez nuevas morfologías de maltrato, acoso, violencia y control en su lógica por perpetuarse, infinitamente.  Por lo tanto, los convenios vinculantes avalados por los Estados y toda la parafernalia jurídica, pueden servir a condición de que se apliquen con todo su rigor, lo demás es el eterno status quo, del mundo de la promesas.

*Periodista uruguayo residente en Ginebra, exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas (ACANU) en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


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