Glaciares y Vida – Por Marta Maffei, especial para NODAL

Foto: Javier Vergara
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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Marta Maffei,* especial para NODAL

Hasta lo que sabemos, el único planeta rocoso del sistema solar que tiene agua líquida en superficie es la Tierra. Lo bastante cercana al sol como para que toda su agua no esté congelada y lo bastante lejana para que no sea solo vapor. Esa es una característica definitoria de nuestro planeta

Existen abundantes conjeturas científicas sobre cómo llegó el agua a la tierra, si fue originaria o la obtuvimos por el impacto con cometas y meteoritos o sobre cómo se ubicó mayoritariamente en la superficie. Hay avances sin conclusiones definitivas y los planteos no son excluyentes.

Lo sustantivo es saber que esa agua sostiene toda forma de vida sin excepciones y que dependemos de nuestra capacidad de cuidarla para continuar viviendo. Esa sí, es una certeza absoluta. Especialmente el agua dulce que es sólo el 2,5% del total de agua planetaria. Agua dulce para todas las vidas, salvo las criaturas marinas.

Un equilibrio complejo porque la mayor parte de esa agua no está exactamente disponible ni es de fácil acceso. Casi el 70% está congelada (témpanos, glaciares, periglaciares, casquetes polares) y el 30% está bajo tierra en los acuíferos.

Definitivamente el agua dulce disponibles de superficie es muy, muy poca: lagos, humedales, ríos, humedad del suelo y del ambiente, nubes, más toda el agua que contienen los cuerpos vivos vegetales o animales es apenas el 0,4% de ese 2,5% de agua dulce.

¿Podemos vivir con el agua que tenemos en nuestro país?

Argentina tiene las mejores posibilidades, pero eso es si la cuidamos, la saneamos, le permitimos cumplir su ciclo hidrológico, evitamos contaminarla, destruir los humedales, vaciar los acuíferos. Los indígenas “sembraban agua”: Guiaban con senderos de piedras, el agua de deshielo hacia las rocas porosas que la conducen hacia los acuíferos ¡Cuánto para aprender!!!

¿Y nosotros? ¿Seremos suficientemente astutos para seguir viviendo? ¿Podremos acordar con Nuestra América como haremos para cuidar el agua? ¿Entendemos que los límites políticos no son límites para los bienes ecosistémicos?

Siendo diputada, y en mi condición de habitante de la Pampa Húmeda, tomé conciencia real de esa escasez de agua dulce cuando en un viaje laboral a Cuyo me encontré con la ruta cortada por los regantes, disputándole el agua a los emprendimientos extractivos que vaciaban ríos y destruían glaciares secando acequias y recortando el agua de riego para la agricultura y la ganadería.

Ese día me prometí hacer algo para ayudar al cuidado y la justa distribución del agua para la vida, para todas las vidas. Así nació la idea de una Ley para proteger los glaciares y los derechos de los pueblos que viven en zonas secas, áridas, de bajísimas precipitaciones y crecientemente saqueados por el extractivismo, especialmente el minero.

Miguel Bonasso era el presidente de la Comisión de Recursos Naturales y fue un permanente aliado y colaborador para alcanzar el objetivo. El proyecto de ley fue trabajado con gran participación de los sectores perjudicados y apoyo firme de la ciencia desde las Universidades, institutos científicos como el IANIGLA, o el CONICET, investigadores prominentes, entre otros, y la votación en Diputados reunió consenso unánime (sólo se abstuvieron los diputados oficialistas de San Juan). También se aprobó con muchísimo margen en el Senado en 2007.

Pronto supimos que la lucha recién comenzaba: la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en lugar de promulgarla sucumbió a las presiones de Peter Munk, director ejecutivo de la minera Barrick Gold y la vetó.

Luego en 2010 finalmente se sancionó y promulgó la Ley 26.639 de “Presupuestos Mínimos de Protección de Glaciares y Ambiente Periglaciar” y vino a proporcionar una herramienta para cuidar nuestras reservas de agua y asistir a los pobladores perjudicados.

Y una vez más, la lucha del pueblo sostuvo la ley que volvió a sancionarse sin que el Ejecutivo se animara a vetarla por segunda vez, precisamente por ese protagonismo social. Años más tarde, recuerdo una bicicleteada de 1400 km entre San Juan y Buenos Aires, promovida por la Asamblea Jáchal No se Toca, apoyando la ley y exigiendo, una vez más, que no se modificara ni alterara su contenido.

Pocas leyes han tendido tanto protagonismo y compromiso social y, sin embargo, el poder de las corporaciones nunca desiste de sus embates contra la democracia que procura fragilizar para satisfacer su voracidad acumuladora.

Ahora apoyados por la mano siniestra de Milei y su Ley Ómnibus, han decidido sacar el ambiente periglaciar del texto legal, dejando amplias zonas esenciales de suelos helados, las “congeladoras de los glaciares”, libradas a la voracidad extractiva.

Se trata de zonas esenciales de acumulación de hielo que cada verano vuelven a alimentar los cursos de agua que sostienen la vida en el Oeste de nuestro territorio. Un espacio geográfico desde Jujuy a Tierra del Fuego recorrido por la diagonal seca o árida, una zona de tan bajas precipitaciones que no llega a desierto solo por esos aportes del derretimiento periódico de los hielos que la conservan en el mejor estado al que podríamos aspirar.

Pero una vez más y ahora por decisión del Poder Ejecutivo, se autorizaría el saqueo de la zona periglaciar intentando nuevamente modificar ley que los protege. Y reiterar la angustia de perder nuestra agua dulce fundiéndola en un océano cada vez más alterado por ese flujo creciente de agua dulce.

Una decisión que lleva implícito el deterioro y derretimiento acelerado también de los glaciares a los que les quitaríamos “su congeladora”. Como dicen Svampa y Viale ”es un golpe al corazón de la legislación de protección ambiental Argentina, una regresión ilegal, una clara violación a la progresividad explícitos en la Ley 25675 General del Ambiente y un terrible embate contra el agua dulce y la vida toda en las zonas involucradas crecientemente agredidas por la expansión de la megaminería reconocida como el sistema industrial más contaminante”.

Así, el proyecto enviado al Congreso considera que el agua de las zonas andinas, escasa y vital, puede disponerse para emprendimientos comerciales destructivos y abusivos. Sin considerar tampoco que esas capas congeladas son la tapa de millones de toneladas de gas metano y dióxido de carbono sepultados desde hace millones de años bajo el hielo (además de virus, microbios y bacterias) y que, al quedar expuestos al aire, acelerarían con sus gases contaminantes el Cambio Climático (que el Presidente Milei niega, precisamente para avanzar con el saqueo de los ecosistemas).

La modificación propuesta por Milei, viola también los principios de prevención, de equidad intergeneracional y de sustentabilidad. Una habilitación que contradice las recomendaciones de la ciencia mundial advirtiendo una y otra vez que en el siglo XXI “se caracterizará por los conflictos alrededor del agua, como recurso estratégico esencial para todas las vidas”, conflictos que se irán agravando como ya ocurre en múltiples regiones y que serán definitorios.

¿Imprevisión, negligencia, ignorancia, desaprensión, negocio? Cualquiera sea la causa, Milei no tiene derecho a violar la Constitución, a desproteger y malversar el agua, a burlarse de las luchas populares, a poner en riesgo la vida, las vidas, la producción, las economías de subsistencia, el futuro de nuestro país, solo para proteger los intereses de los grupos económicos y arrebatarle el agua escasa y vital en las zonas andinas, a nuestros pueblos.

Es posible que la creciente conciencia popular, vuelva a impedir el robo y la contaminación del agua. Apoyamos las luchas y los derechos de la comunidad. Pero estas líneas procuran, además de contar la historia de la defensa del hielo, hacer una advertencia: no será la última vez que la voracidad extractiva pretenda saquearnos y contaminarnos el agua. Todo dependerá de nuestra capacidad de defenderla y proteger con ello el derecho del pueblo al agua, a la vida.

(*) Maestra, Profesora, Dirigente Sindical y Política. Ambientalista. Participó de la fundación de CTERA en 1973 y de la refundación, post dictadura, en 1985, fue la Secretaria General entre 1993 y 2003. Participó también de la fundación de la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN) en1982 y la Secretaria General desde 1985 hasta 1992. Fue miembro fundador de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) en 1991 y Secretaria General Adjunta durante varios períodos. Desde 1995 y hasta el 2004 fue Miembro del Consejo Ejecutivo Mundial de la Internacional de la Educación y desde 1995 presidió, durante tres períodos, la Internacional de la Educación para América Latina. Diputada Nacional en el periodo 2003-2007 y redactora de la Ley Presupuestos Mínimos de Protección de Glaciares y Ambiente Periglaciar. 

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