Cuba y su crisis económica: ¿contrapunto entre gobierno y economistas? – Por Manuel David Orrio

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

 Manuel David Orrio 

Mientras va de despedidas este 2023 y de inicios el 2024, Cuba sufre la peor crisis económica desde inicios de los 90 del siglo pasado, en que el Producto Interno Bruto (PIB) cayó 35 % y la alimentación no llegó a las 2000 calorías diarias. Se le llamó, eufemísticamente, Período Especial.

Años terribles, que hoy se presentan ante los ojos del cubano mediante las actuales privaciones y urgencias: crisis alimentaria; de salud; de modelo económico; de deuda externa; de caída del Índice de Desarrollo Humano de un lugar 51 en el 2007 a un 83 en el 2022, lo cual denota que se está ante un proceso de largo plazo, tanto como un incremento de la desigualdad social a niveles no vistos en muchos años; sólo en parte este estado se explica por causas externas como el impacto de las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra Cuba, vulgo bloqueo, más el muy severo impacto de la más reciente de esas sanciones: la inclusión de Cuba en la lista de “Estado patrocinador del terrorismo”; sin dudas medida arbitraria y represiva, que obstaculiza las transacciones financieras de la tierra de José Martí, así como su comercio exterior.

Según el Viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Embajador Carlos Fernández de Cossío, sobre la calificación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo, “El impacto más grave es el efecto que tiene sobre la economía cubana, puesto que a nivel global y fuera de la jurisdicción de los Estados Unidos, muchas instituciones bancarias y financieras rehúsan -o se cuidan- de tener relaciones con un país que esté calificado en esa lista por temor a represalias del gobierno de los Estados Unidos. Y esto implica un perjuicio inmenso para cualquier país en la conducción de su economía”.

También, por supuesto, el agravamiento de la situación económica internacional influye en lo concerniente a la economía cubana, causas todas mencionadas en las pasadas sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento), al igual que lo que se dio en llamar “errores y distorsiones”, al parecer la fuente de lo que este periodista ha dado en llamar contrapunto entre gobierno y economistas.

Sí: existe contrapunto y no es clandestino; se manifiesta en encuentros académicos, blogs especializados y redes sociales; participan varios de los economistas más reconocidos de Cuba, y no precisamente para coincidir con el gobierno, porque las críticas se centran no tanto en los apuntados factores externos como en los internos, en ésos que más que todos dependen de una voluntad política propia, como puede ser la reducción de un déficit fiscal que por su volumen es una muy importante causa de inflación; el mismo se ha comportado en varios años a un nivel superior al 10% del PIB, cuando lo recomendable es 3-5%, y para el 2024 se estima un 18,5%, según el economista Pedro Monreal. Este déficit, apunta Monreal, sería el segundo mayor del mundo, sólo superado por Ucrania.

Vaya un par de”botones de muestra” del contrapunto:

Humberto Blanco Rosales

En diciembre del 2022, el vicepremier y ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil Fernández pronosticó que “El año económico 2023 será mejor que el 2022, ‘pero nada nos va a caer del cielo”’. También vaticinó que el PIB crecería 3% en el 2023, así como otros “buenos pronósticos” para ese año, que no sólo no fueron confirmados por la realidad, sino que en sus resultados mostraron un empeoramiento de la situación. De inicio, se espera para el 2023 un decrecimiento del PIB en 1-2%, más otras tendencias negativas; Blanco Rosales comentó esos resultados en forma que hasta podría ser sarcástica:

“La meta planificada de crecimiento  para 2023 no será  alcanzada, una vez más. Esta regularidad (la del incumplimiento) amerita una evaluación de hasta qué punto las metas trazadas año tras año,  la forma y supuestos bajo los que  se fijan, son realistas… De hecho, en la  intervención del ministro de Economía, Alejandro Gil, ante la Comisión Económica del   Parlamento el 18 de diciembre, se planteaba un decrecimiento respecto al 2022. Muy lejos se está de ese deseado cinco a seis por ciento anual que debería crecer la economía cubana, según estimaciones de varios colegas… Dados los ritmos de crecimiento de los últimos años, incluyendo la disminución de casi un 11 % en 2020 por el impacto de la pandemia, surge la pregunta incómoda de cuantos años más serán necesarios para que la economía se recupere y se aprecie en los hechos una mejora sustancial del nivel y la calidad de vida de la población”.

Con estos resultados ya de varios años, parece cuesta arriba que en el 2024 se alcance un crecimiento del PIB en 2%, tal como Gil anunció en el parlamento, con lo cual las inquietudes de Blanco Rosales quedan más que justificadas.

Juan Triana Cordoví.

De sostenida ejecutoria en lo mediático, Triana es uno de los economistas cubanos más conocidos. Muy crítico respecto a la política de inversiones cubanas, en lo cual coincide con numerosos colegas; al parecer ninguno está de acuerdo con un programa inversionista que, en un país ya en crisis alimentaria, privilegia desde años atrás a la inversión en hoteles para el turismo, a un promedio anual entre 2018-22 de 31,8% del total invertido, mientras la agricultura sólo recibe un promedio anual de menos de 3%, y algo similar en presupuesto de gastos corrientes; lo peor: los resultados del turismo para nada justifican esa política; es harto conocida la ineficiencia del sector, su baja ocupación lineal y sus pobres resultados económicos.

Prueba al canto: apunta el economista Julio Carranza que “Cuba cuenta hoy con aproximadamente 91 mil habitaciones para un turismo anual de menos de dos millones de visitantes. República Dominicana, por ejemplo, tiene 98 mil habitaciones, pero para un turismo sostenido de aproximadamente 8 millones de visitantes al año”.

La crisis agrícola y alimentaria cubana –en alta medida provocada por la apuntada desinversión– es, además de un factor principal en la crisis del modelo económico, el rubro en que más se manifiesta la elevada inflación que Cuba sufre. Los cálculos oficiales la cifran en total en alrededor de 30% al final del 2023, pero es conocido que en la metodología oficial hay carencias –base de cálculo desactualizada y no considerar el ya extendido mercado privado e informal–; por tal motivo, otras fuentes informan estimados muy superiores y éste es otro motivo de contrapuntos entre gobierno y economistas.

Sin embargo, Triana es aquí digno de mencionar por una importante precisión respecto a la evolución de la tasa de cambio informal, que al presente se mueve alrededor de los 270 pesos por un dólar; en el mundo real, la aceptada, y además un ejemplo ilustrativo: el salario medio de Cuba equivaldría a poco más de 15 dólares mensuales.

Dicha tasa es seguida e informada por El Toque, un medio digital opuesto al proyecto socialista cubano y, aunque en la prensa cubana no se le nombra, todos saben que cuando se acusa de manipulaciones de la tasa informal, la referencia es a El Toque; a juzgar por lo más reciente, “el anatema” ha llegado lejos: desde las páginas de Granma, órgano del Partido Comunista, a las palabras de nada menos que el primer ministro Manuel Marrero en las sesiones parlamentarias,donde afirmó que “Tenemos que poner fin a esa práctica de que desde otro país, desde una PC, se ponga la tasa de cambio especulativa que rige en este país”.

Poco importa que varios economistas desautoricen semejante tesis desde las leyes de la Economía y desde meses atrás; no importa: habló Marrero y punto. No obstante, Triana aporta la información hasta ahora más importante: el estudio del problema desde la Ciencia, la Academia.

Según éste, “En cuanto a la tasa de cambio de El Toque lo que les puedo decir es que el CEEC (Centro de Estudios de la Economía Cubana) invitó al Centro de Estudio de la Complejidad a hacer un ejercicio sobre esa tasa de cambio utilizando instrumentos bien sofisticados y sus resultados fueron que la metodología utilizada por El Toque es perfectamente válida, responde a los datos disponibles y a sus supuestos (declaraciones de intención de compra y venta). Ellos incluso la aplicaron a otros mercados y dio resultados dentro de los parámetros”.

¿Hay, o no, contrapunto entre gobierno y economistas? ¿Son estos dos ejemplos los únicos? Hay otros: Julio Carranza, Humberto Herrera Carles, Ricardo González-Aguila y Ricardo Torres, Pavel Vidal, Pedro Monreal y otros, todos los cuales están criticando las políticas económicas gubernamentales desde distintos colores políticos, lo cual es un dato porque todos, en mayor o menor medida, reconocen el impacto de las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, así como el peso del empeoramiento de la situación económica internacional.

Así, la esencia del contrapunto entre gobierno y economistas se revela como reactividad y justificación gubernamental – más acento en lo externo que en lo interno – vs. la proactividad de los economistas, quienes por su acento en las causas internas de los males económicos cubanos apuntan a lo que tendría solución con los recursos nacionales, cuya asignación y administración es objeto de críticas reiteradas –política de inversiones es un buen ejemplo–, al tiempo que las voces de esos economistas no reciben la atención mediática merecida, por lo cual se ven obligados a recurrir a medios alternativos: blogs, redes sociales, eventos apenas cubiertos por la prensa dígase oficiosa y quizás un par de afortunados que colaboran con la prensa extranjera acreditada en Cuba; o con la prensa llamada independiente que, guste a quien guste y pese a quien pese, y desde su perspectiva opuesta al proyecto socialista cubano, tiene en El Toque un ejemplo de profesionalidad en Economía, tal y como se desprende de lo apuntado por Triana Cordoví en Segunda Cita, el blog del cantautor Silvio Rodríguez.

Por lo pronto, el gobierno cubano se apresta a emprender un programa de estabilización macroeconómica -así lo nombra – del cual se habla desde alrededor de un año atrás sin que haya noticias de su implementación; ahora, el premier Marrero Cruz esboza un conjunto de medidas que requieren un pausado análisis y así las nombra, aunque a “ojo de buen cubero” las medidas parecen encaminadas a incrementar los ingresos del presupuesto – no reducir los gastos-, como vía para reducir el déficit fiscal. Esos incrementos, en un análisis primario, pueden originar más aumento de los precios de los alimentos, en primer lugar, habida cuenta de las carencias criollas en la producción de éstos y en su indeseable importación. Porque sí: el 100% de la llamada canasta básica se está importando, según el ministro Gil.

Entretanto, el contrapunto entre gobierno y economistas no sólo continúa, sino que parece que se agudizará. Tiempo al tiempo…

Rebelión

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