Kissinger y el apartheid – Por Rosa Miriam Elizalde
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Rosa Miriam Elizalde *
Henry Kissinger, que no descansará en paz, propuso en 1976 bombardear a La Habana, someter la ciudad a un bloqueo naval y minar los puertos de Cuba. Fantaseó con ello seriamente, según documentos desclasificados hace casi una década y publicados por Peter Kornbluh, investigador del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington.
“Si decidimos utilizar el poder militar, debemos tener éxito. No debe haber medidas intermedias”, instruyó el entonces secretario de Estado al general George Brown, del Estado Mayor Conjunto, durante una reunión de alto nivel con funcionarios de seguridad nacional, el 24 de marzo de 1976. “Creo que vamos a tener que aplastar a Castro”, dijo Kissinger al presidente Ford.
¿El pretexto? La participación cubana en la contienda internacionalista en Angola. Pero el motivo real era su sórdida diplomacia en África y el apoyo al régimen del apartheid. Fue el primer secretario de Estado estadunidense en visitar Sudáfrica en tres décadas, lo que legitimó y envalentonó al régimen del apartheid tras la masacre de Soweto en 1976, cuando decenas de estudiantes y pobladores de ese barrio en Johannesburgo fueron asesinados a tiros por la policía. (Cualquier parecido con el papel de Estados Unidos en el genocidio que hoy practica Israel en Gaza no es pura coincidencia.)
“Tenía fama de ser un genio estratégico”, ha dicho Nancy Mitchell, historiadora y autora de Jimmy Carter en África: la raza y la guerra fría. “Pero si se estudia lo que Kissinger hizo en Angola y Rodesia, arroja luz sobre la debilidad de toda su política en África, en Medio Oriente y en Vietnam. Interpretó mal la situación en Angola desde el principio. Nunca esperó que los cubanos ayudaran a los angoleños.”
Cuba desplegó en 1975 miles de soldados en Angola para ayudar al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) contra los ataques de grupos insurgentes que contaban con el apoyo encubierto de Estados Unidos y directo del régimen sudafricano. Mientras fantaseaba con el bombardeo a Cuba, Kissinger impulsaba a la par reuniones furtivas en Nueva York para normalizar las relaciones con la isla y planificaba su gira por Sudáfrica, que en la práctica prolongó la vida del régimen racista.
No es casualidad que, además de ponerse en duda su sobrestimada inteligencia, se identifique al diplomático fallecido hace unos días con la inmoralidad, el cinismo y la impunidad derivados de su papel criminal en las guerras coloniales y el sostenimiento de las dictaduras militares en América Latina, con actuación principalísima en Chile.
¿Por qué Kissinger planearía una operación encubierta en Angola, contra el consejo de sus asistentes? El historiador italoestadunidense Piero Gleijeses, que ha investigado como nadie el conflicto entre Cuba, Estados Unidos, la Unión Soviética y Sudáfrica en el sur de África entre 1976 y 1991, responde de manera rotunda: no fue para contrarrestar al Kremlin. Los soviéticos se estaban comportando con gran moderación, porque no querían poner en peligro las negociaciones SALT II con Estados Unidos. Kissinger tampoco argumentó que los intereses económicos estadunidenses en Angola estuvieran amenazados.
“Lo que impulsó a Kissinger fue Vietnam”, escribió Piero. En abril de 1975, Vietnam del Sur se había derrumbado y para el secretario de Estado fue una humillación tanto nacional como personal. Él calculó que “mostrar determinación en Angola exorcizaría el fantasma de Vietnam, y la instalación de un régimen clientelista en Luanda proporcionaría un impulso barato al prestigio estadunidense y a su propia reputación”.
En febrero de 1976, poco antes de que Kissinger propusiera bombardear La Habana, las tropas cubanas expulsaron al ejército de Pretoria de Angola. Un analista de la inteligencia militar sudafricana escribió entonces a sus jefes: “En Angola, las tropas negras –cubanas y angoleñas– han derrotado a las tropas blancas en intercambios militares… y esa ventaja sicológica, esa ventaja que el hombre blanco ha disfrutado y explotado durante 300 años de colonialismo e imperio, se está desvaneciendo. El elitismo blanco ha sufrido un golpe irreversible en Angola, y los blancos que han estado allí lo saben”.
Lo que ocurrió después es conocido: fin del apartheid; Angola, Namibia y Nelson Mandela, libres. Del otro lado, Kissinger coronado con el Premio Nobel de la Paz y como el criminal de guerra suelto más peligroso del mundo, según el escritor Gore Vidal.
(*) Periodista y escritora cubana. Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros “Antes de que se me olvide”, “Jineteros en La Habana” y “Chávez Nuestro”, entre otros