Estados para el genocidio – Por Raúl Zibechi
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Raúl Zibechi*
La realidad concreta del sistema-mundo se transforma a una velocidad impresionante, en momentos en los cuales nada parece sólido y los cambios son el aspecto dominante. Las alianzas que se mantuvieron intactas durante casi un siglo, tienden a desdibujarse para dejar lugar a vínculos de nuevo tipo.
El ingreso de Arabia Saudita y de Emiratos Árabes Unidos al BRICS, así como la reciente visita de Vladimir Putin a estos dos países, enseñan el tamaño de los cambios en curso en muy poco tiempo. Toda la arquitectura internacional surgida de la Segunda Guerra Mundial está siendo desmantelada por las nuevas relaciones de fuerza que van emergiendo y ahora se aceleran exponencialmente.
En 2022 publicamos con Decio Machado el libro Estados para el despojo, con la intención de comprender la transformación de los estados del bienestar en estados neoliberales extractivistas, promotores de la acumulación por despojo/cuarta guerra mundial contra los pueblos.
Apenas un año después de su publicación, debo decir que es muy probable que nos hayamos quedado cortos, porque la acumulación va derivando en guerra abierta que tiene en la mira pueblos enteros para desplazarlos o sencillamente aniquilarlos.
El análisis de William Robinson sobre el “estado policial global” y la “acumulación militarizada”, no invalida “estados para el despojo” pero le aportan un giro necesario. Sostiene que la mayoría de humanidad sencillamente no puede sobrevivir, lo que no significa crisis para el capital, sino una oportunidad de militarizar el planeta para contener a los pueblos hambrientos (https://goo.su/0uyji).
En la entrevista citada en el diario El Salto, a raíz de la presentación de su libro Mano dura. El Estado policial global, argumenta: estamos ante una revuelta popular global impulsada por la “humanidad excedente” (para el capital), sector en crecimiento y ya abarca a 3 mil millones de personas. Para contenerlas se generan guerras, sistemas de represión y control sofisticados, muros fronterizos, guerras contra las drogas y los migrantes, y contra los pueblos, al punto que “cualquier conflicto social se convierte en una oportunidad para acumular capital”.
El estado policial es muy rentable porque allí vuelca el capital sus excedentes, y se articula con la “acumulación militarizada” y/o “acumulación por represión” para contener a esos millones que el sistema ya no necesita. Tragedia abajo y regocijo arriba.
Robinson explica que el capital sustituye a los trabajadores formales por migrantes temporales o indocumentados que ya no son explotados, sino humanidad sobrante. Este es un punto crucial que explica tanto la guerra de Israel en Palestina así como la política europea y estadunidense sobre los migrantes.
Un reciente informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unocd) estima que anualmente se registran “3 millones de entradas ilegales en Estados Unidos”, que representan un tercio de todos los inmigrantes a ese país, siendo su procedencia en 80 por ciento de América del Sur, incluyendo a México (https://goo.su/zwpFx).
Por tanto, durante los tres años del gobierno de Biden ingresaron clandestinamente a Estados Unidos 9 millones de personas, en un total de casi 30 millones de migrantes. Este año han cruzado el Tapón de Darién (en el límite entre Panamá y Colombia), medio millón de personas (https://goo.su/h0ty). Antes era considerada una región intransitable por su combinación de selva y pantanos, de ahí el nombre de “tapón”.
Ante el colapso económico, social, climático y político que viven miles de comunidades en todo el mundo, la respuesta de arriba consiste en militarizar las fronteras para “crear fortalezas alrededor de las zonas donde viven las capas privilegiadas”, como sostiene Robinson.
El capital está fuera de control, papel que hasta la globalización jugaban los estados-nación. Ya no hay gobierno capaz de amarrar al capital, como bien lo muestra el fracaso de Trump y de Biden a la hora de reindustrializar Estados Unidos. La clase trabajadora y muchas profesiones en ese país tienden a ser sustituidas por los migrantes, lo que está provocando racismo y una profunda desestabilización política.
Debemos comprender que la lógica del genocidio no proviene de la maldad de tal o cual gobernante, o de un Estado en particular, sino de la existencia misma del capitalismo, que ha provocado que casi la mitad de la humanidad se haya convertido en “población excedente”, que pasa hambre, emigra, muere por las represiones estatales o paraestatales y también se rebela.
En el corto plazo, todo indica que el capitalismo tiene capacidad de sostenerse por la violencia y las guerras. Nadie puede frenarlo porque Rusia y China forman parte de la misma lógica capitalista /guerrera contra los pueblos.
¿Tendremos en los próximos años la capacidad de reflexionar en colectivo, como han hecho las bases zapatistas, sobre los caminos a tomar para seguir resistiendo mientras creamos lo nuevo?
* Periodista, escritor y pensador-activista uruguayo, dedicado al trabajo con movimientos sociales en América Latina.