Balance económico boliviano 2023

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Balance económico boliviano 2023

Efraín Huanca Quisbert

El comportamiento de la economía mundial es un determinante fundamental en el desenvolvimiento de nuestra economía en el siglo XXI bajo el esquema de la inserción subordinada en la división internacional del trabajo, donde nos asignan el papel de proveedores de materias primas. Ese escenario, actualmente, se encuentra dominado por fuerzas contradictorias que lo vuelven indeterminado, como un objeto gelatinoso que no llega a conformarse en una determinada forma.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) muestra incertidumbre a la hora de evaluar lo que viene sucediendo en la economía mundial el 2023, pues, de acuerdo a sus proyecciones del PIB del mundo, que realizó en enero de 2023 fue de 2,9%, y en abril fue de 2,8%, y a octubre de 3,0%; inicialmente bajó luego subió en las estimaciones del PIB. Al final de este año se espera una leve mejoría del PIB mundial apuntalado por un crecimiento mediocre de los Estados Unidos y el crecimiento laxo de la India que, sin embargo, es lastrado por la desaceleración de la economía China. Al final se prevé que el 2023 registre una menor tasa de crecimiento que el 202,2 que fue 2,5%.

Sin duda, la recuperación será muy lenta, porque aún no se recupera de las consecuencias del Covid-19, la guerra en Ucrania y la guerra entre Israel y Palestina lo que determina que el nivel de crecimiento de la economía mundial sea gradual y desigual. A este escenario debe añadirse la inflación de los países desarrollados y su contención a partir de las subidas de las tasas de interés que tienen fuerte impacto en la deuda externa –en los costos del servicio de la deuda externa– de los países que contrajeron estos pasivos.

Acorde a las expectativas negativas y a la lenta recuperación, llenas de incertidumbre, en el crecimiento del PIB mundial y de los países desarrollados, las estimaciones del PIB para la economía boliviana de los diferentes organismos internacionales también tuvieron cambios de orientación, tal como lo hizo el Fondo Monetario Internacional (FMI), que estimó para enero de 2023 una tasa de crecimiento del de PIB de 2,9% y a octubre un 1,8%. A su vez, el Banco Mundial (BM) estimó que el PIB sería de 3,1% en enero de 2023 y a junio un 2,5%. Sin embargo, la Cepal pronosticó una subida en el crecimiento, pues en abril estimó la tasa del PIB de 2,0% y en septiembre a 2,2%. Todos estos datos reflejan un escenario lleno de incertidumbre en el que se desenvuelve la economía boliviana.

Al primer semestre de 202, el PIB boliviano registró un crecimiento de 2,21%, que muestra un crecimiento positivo frente a decrecimientos en la mayor parte de América del Sur. Por el lado de la demanda, la principal cualidad del crecimiento fue la continuidad del proceso de fortalecer el mercado interno ya que se privilegió el consumo interno por lo que la inversión pública creció en 7,62% y el consumo de los hogares con 2,23%, lo que desembocó en una demanda interna con una incidencia de 7,27% frente al -5,06% del mercado externo. Por el lado de la oferta de la producción, el liderazgo está en Otros Servicios, con una tasa de crecimiento de 11,1% –donde Restaurantes y Hoteles tienen una presencia muy importante, pues registró un crecimiento de 10,5%–; luego tenemos a Electricidad, Gas y Agua con 5,3%; un poco más lejos los Establecimientos Financieros con 3,9% y la Construcción con 3,6%, entre los cuatro principales lugares.

Sin embargo, este crecimiento fue contrarrestado por el decrecimiento en la Industria Manufacturera con -0,8%, pero en su interior la industria de Alimentos y Carnes registró 2,6% y la industria de textiles registró 16,6%, que no pudieron revertir la cifra industria de refinados de hidrocarburos, por Petróleo crudo y Gas Natural con -5,7%. El efecto combinado de ambas fuerzas desembocó en un crecimiento de 2,21%, un logro dado el escenario de crisis internacional.

De acuerdo a proyecciones del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas el PIB para el año 2023 estaría alrededor del 4,86%, meta que surge luego de un análisis de consistencia de la política fiscal, monetaria y cambiaria, con el objeto de reconstruir la economía nacional y consolidar plenamente la estabilidad económica.

El aspecto más sobresaliente de 2023 es, sin duda, la estabilidad de precios, el control de la inflación a través de un conjunto de medidas de política económica que no permitieron la generación de inestabilidad en los mercados y, a su vez, neutralizaron la inflación importada. Esta estabilidad de precios se constituye en el punto inicial para la reactivación de la economía boliviana que, a pesar de desenvolverse en un contexto de crisis internacional y con mucha incertidumbre sobre el futuro, mantiene expectantes niveles de crecimiento.

Acorde al desenvolvimiento de la estabilidad y el crecimiento del producto también es muy importante resaltar la disminución del desempleo y la actitud de la población a ingresar al mercado de trabajo con la posibilidad de encontrar empleo, lo que condujo a que la tasa de ocupación aumente. Otro elemento central es la otorgación de subvención a los hidrocarburos, tanto a las empresas privadas como al conjunto de la población, que permitió mantener la estabilidad de precios. Eliminar la subvención es altamente temerario, por lo que no solo es un problema técnico sino es un tema de la estructura de la economía boliviana y se constituye en un tema de alta incidencia en la sociedad.

El ataque al tipo de cambio tuvo sus consecuencias desastrosas en la economía, pues contribuyó de manera febril, cercana al paroxismo, en la fijación de expectativas negativas que desembocaron en una demanda inusitada y fuera de la racionalidad económica en la demanda de dólares, que contribuyeron de manera decisiva, posteriormente, en la escases de dólares, con el resultado de que las empresas privadas y en los hogares ahora cuentan con un stock de dólares en sus manos que no cumplen ninguna función económica, es decir, salieron del circuito de la economía.

La situación externa tampoco contribuyó favorablemente en el comportamiento de la balanza comercial del país, pues registró a septiembre de 2023 un déficit comercial de -79,2 millones de dólares. Este es resultado combinado entre el mayor superávit comercial registrado, correspondiente a suministros industriales, entre los que se destacan las exportaciones de oro metálico y productos derivados de soya; y de los déficits, que se debió al incremento en la compra de bienes de capital y la compra de equipo de transporte y sus piezas y accesorios, categorías que contribuyen al fortalecimiento del aparato productivo del país y que están en correspondencia con la importación de bienes de capital con IVA igual a cero y, además, a la compra de combustibles y lubricantes elaborados.

Otro aspecto negativo fue el nivel de las reservas internacionales netas que hasta agosto fueron de dos mil 147 millones de dólares y que, de acuerdo al Banco Central de Bolivia (BCB), es ocasionado por el descenso de los ingresos que genera el sector de hidrocarburos, el pago oportuno del servicio de la deuda pública a pesar del incremento de las tasas de interés a nivel internacional y las demoras en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) para la aprobación de créditos externos.

LA EPOCA

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