Fugas de deportistas, la triste paradoja cubana – Por Gustavo González Rodríguez

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Gustavo González Rodríguez*

Cuba, una nación de poco más de 11 millones de habitantes, sometida al bloqueo económico de Estados Unidos desde 1960 y que además sufre una persistente crisis económica desde la disolución de la Unión Soviética en 1991, es paradójicamente el mayor “exportador” latinoamericano de deportistas de elite y también de profesionales calificados.

Las fugas o deserciones en Chile de diez miembros de la delegación cubana tras los Juegos Panamericanos 2023 es solo la continuidad de un fenómeno generalizado entre los deportistas, así como también lo es la menos publicitada, pero más constante, emigración desde la isla de personas de diversos oficios, incluyendo a médicos y otros especialistas universitarios.

En el curso de este año son 58 los deportistas cubanos que han abandonado delegaciones oficiales o renunciado a contratos supervisados por el Estado con el fin de obtener asilo o refugio en otros países. Pero no se trata exclusivamente de atletas. Solo en Chile, bajo el actual gobierno de Gabriel Boric, asciende a 345 el número de solicitudes de refugio de inmigrantes procedentes de Cuba.

Desde el año 2010 hubo 6.605 solicitudes de refugio de cubanas y cubanos y apenas cinco fueron acogidas, tres en los dos gobiernos de Sebastián Piñera y dos bajo la presidenta Michelle Bachelet. Acceder a la calificación de refugiado no es un trámite fácil, lo cual no significa que quienes no logren esta condición sean repatriados a la fuerza, ya que pueden radicarse en Chile por la vía de obtener contratos de trabajo mientras duran las visas provisorias de solicitantes de refugio.

Cuba, al igual que México, Haití, El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, es protagonista de masivas sangrías de población. Las vías de la emigración son variadas, ya sean legales o irregulares, aunque generalmente, también por distintos medios, los emigrantes logran afincarse en otro país.

Para el año 2020, las Naciones Unidas estimaban el número de emigrantes cubanos en 1.757.300 personas, lo que equivale al 15,5% de su población. Se trata en su inmensa mayoría de una migración por motivos económicos, aunque estimulada por algunos países receptores con fines políticos. Es el caso de los Estados Unidos que entre 1995 y 2017 aplicó la política “pies secos, pies mojados” para otorgar asilo a todo cubano que pisara su territorio.

La situación que ahora se vive en Chile no es nueva e incluso era previsible en el marco de un mega evento deportivo, y para no perder de vista sus implicaciones profundas hay que recalcar que se trata de un drama con varios actores: no solo los deportistas fugados, el gobierno chileno y la derecha opositora que busca sacar provecho político, sino también un entorno internacional que tiene en este caso como principal protagonista a Estados Unidos.

El presidente Boric inauguró el 20 de octubre los Juegos Panamericanos. Durante la competencia deportiva hizo su visita oficial a los Estados Unidos para entrevistarse el 2 de noviembre con su homónimo Joe Biden. Ese mismo día en Nueva York, la asamblea general de Naciones Unidas aprobaba la resolución número 31 en su historia de condena al bloqueo económico estadounidense contra Cuba, con 187 votos a favor y los únicos dos votos en contra de las delegaciones norteamericana e israelita y la solitaria abstención de Ucrania.

El tema de Cuba estuvo presente en el diálogo Boric-Biden. El mandatario chileno le pidió el fin del bloqueo. Además le solicitó que Estados Unidos sacara a La Habana de su lista de gobiernos patrocinadores del terrorismo, una calificación que permite a la Casa Blanca adoptar medidas contra otros países en ámbitos diplomáticos y estratégicos. En la actualidad ya no hay proyectos guerrilleros armados en América Latina, que Washington calificaba de terroristas bajo su particular visión y que justificaban las acusaciones a Cuba.

Cómo una réplica de la entrevista de los mandatarios chileno y estadounidense, al cierre de los Juegos Panamericanos, la delegación cubana, de 412 deportistas, registró la fuga de diez de ellos: seleccionadas de hockey y competidores de remo, más un corredor de vallas. En estos mismos juegos hubo 14 atletas nacidos en Cuba que compitieron por otros siete países. Cinco de ellos lo hicieron por Chile.

El próximo 17 de diciembre los chilenos estaremos concentrados en el plebiscito constitucional, aunque ese mismo día se cumplirá el noveno aniversario de un hecho que abrió grandes expectativas para una reconciliación de Cuba con los Estados Unidos y que desembocó más tarde en una gran frustración.

El 17 de diciembre de 2014 los presidentes Barak Obama y Raúl Castro anunciaron una serie de iniciativas encaminadas a normalizar las relaciones de ambos países. El 20 de julio de 2015 reanudaron los vínculos diplomáticos y en marzo de 2016 tuvo lugar la histórica visita del mandatario estadounidense a la isla.

Fue un periodo de esperanzas, en que los cubanos vislumbraron posibilidades de paliar la crisis económica con inversiones en el turismo y otras áreas, como las telecomunicaciones, afectadas por seis décadas de bloqueo económico, cuyo levantamiento depende del Congreso norteamericano. En los diálogos que acompañaron el intercambio de embajadores hubo canjes de prisioneros acusados de espionaje y pareció que las hostilidades entre el titán capitalista y la pequeña isla socialista podrían limarse.

La iniciativa de Obama fue el reconocimiento de que las sanciones económicas no conseguirían el objetivo de derrocar el régimen marxista cubano y que un cierto estatus de convivencia podría generar graduales aperturas políticas hacia una democratización, según los cánones estadounidenses.

Todas estas expectativas se vinieron abajo desde enero de 2017, cuando Donald Trump ocupó la Casa Blanca y retomó la política de hostilidad hacia Cuba, con el apoyo del ala más derechista de su Partido Republicano, que tiene una de sus mayores bases electorales en la comunidad cubano-norteamericana de La Florida.

El gobierno de Biden ha revertido algunas de las medidas de Trump en lo que respecta a la autorización de vuelos chárter a la isla y el envío de remesas, pero en general ha sido cauto. El actual panorama mundial, de renacimiento de la Guerra Fría, inclina a su vez a Cuba a privilegiar vínculos con China y Rusia, países considerados enemigos en la retórica de la actual administración estadounidense.

En este maremágnum geopolítico, Cuba no logra remontar la crisis económica desatada desde 1991, cuando dejó de contar con la ayuda de la Unión Soviética. Crisis profundizada por la caída irreversible de los precios del azúcar de caña. Agobiadas por una permanente escasez de divisas, las autoridades cubanas han establecido sistemas monetarios que favorecen a quienes pueden acceder a monedas extranjeras, ya sea a través de emprendimientos privados o mediante dólares que les envían parientes emigrados.

La dualidad monetaria ha creado distorsiones que perjudican a quienes trabajan para el sector estatal, mayoritario en la economía, que cobran sus salarios en pesos cubanos, de cara a quienes pueden cambiar divisas por los llamados pesos convertibles. Así, el país invierte por ejemplo en formar médicos altamente calificados, cuyo ingreso es muy inferior al de un taxista que preste servicios a turistas o de una familia que instale en su casa un restaurant o “paladar”.

Factores de este tipo son los que inciden en la emigración cubana. Un deportista de elite buscará la profesionalización que el Estado no le brinda en la isla. Cuba sufre así fugas de talentos deportivos y también fuga de cerebros, en el marco de un éxodo masivo sobre todo de jóvenes en edad productiva, que a la vez va generando un problema demográfico por el envejecimiento de su población.

* Periodista. Ex director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. 

EL DESCONCIERTO

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