El Esequibo, una joya inundada de petróleo que se disputan Venezuela y Guyana

2.012

Denominada Guayana Esequiba para los venezolanos y divida en varias regiones en la República de Guyana, se trata de un territorio de casi 160.000 km cuadrados con “oro negro” para varias décadas. Y la Corte Internacional debe fallar a quién pertenece.

«El sol de Venezuela nace en el Esequibo». Casi como un mantra, los militares venezolanos repiten ese saludo que les recuerda la urgencia de reclamar una región en manos de Guyana y cuya disputa llega este martes a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), cuando se cumple la promesa de ser el nuevo gran nicho petrolero.

Denominada Guayana Esequiba en Venezuela y divida en varias regiones en la República de Guyana, se trata de un territorio de casi 160.000 km cuadrados al oeste del río Esequibo, lo que supone casi dos terceras partes de la antigua colonia británica.

En todos los mapas venezolanos, la región aparece como una parte más del país bolivariano, aunque en ocasiones se muestra rayado como territorio en reclamación. Lo mismo sucede en los planos geográficos que se estudian en las escuelas guyanesas, pero a la inversa: en Guyana, no dudan. El Esequibo es suyo, sin distinción de ningún tipo.

Estas son algunas claves del litigio.

1. Una mina petrolífera

El año 2020 iba a ser el año de Guyana. Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) la economía de la pequeña y selvática república iba a crecer un 86% gracias al hallazgo de reservas petrolíferas en el mar que depende de la región esequiba.

Distintas fuentes tenían claro que el país, de unos 800.000 habitantes, debía comenzar a producir en 2020, gracias esencialmente a ExxonMobil con varias empresas coaligadas, cerca de 120.000 barriles de petróleo diarios.

Eso sí, las previsiones consideran que esa producción crecería hasta a un arco de entre 700.000 y un millón de barriles diarios a mediados de la década.

El impacto de la pandemia de COVID-19 sobre la economía global ha limitado esas posibilidades de crecimiento. En abril, el FMI revisó sus pronósticos y estimó que la expansión de la economía guyanesa en 2020 será del 52,8 % en medio de la gran recesión planetaria.

La paradoja reside en que su vecino venezolano, inmerso en una larga crisis socioeconómica, producía a comienzos de año unos 700.000 barriles diarios, un dato que no ha sido revisado durante la crisis de precios causada por la pandemia de COVID-19 y del que no existen hoy datos oficiales actualizados.

Venezuela, el país con mayores reservas petrolíferas probadas del mundo, mira ahora con recelo y envidia a su pequeño vecino del sur.

2. Un conflicto de origen colonial

La colonia británica de Guyana es relativamente tardía. Formalmente, Reino Unido tomó posesión de diferentes asentamientos en 1814 y fue consolidada como una sola en 1831, es decir cuando Venezuela ya era una república independiente.

Sin embargo, el territorio que se corresponde con la Guayana Esequiba era, de iure, una provincia española dependiente de la Capitanía General de Venezuela pero muy escasamente colonizada por lo que, en buena medida, era «terra ignota».

Frente a una recién nacida república inmersa en guerras civiles y eternas crisis económicas, el Reino Unido aprovechó su condición de mayor imperio colonial del siglo XIX para empujar las fronteras de su territorio americano más allá de las trazadas inicialmente.

En 1835, el Gobierno británico encargó al naturalista Robert Hermann Schomburgk que demarcara el límite occidental de la Guayana Británica. Con la ambición británica de llegar hasta las bocas del río Orinoco, el explorador puso en los mapas del Reino Unido territorios más allá del río Esequibo.

Las dos partes acordaron en 1850 no adentrarse en un territorio que consideraban en disputa pero no reflejaron con claridad en los mapas qué extensión abarcaba ese territorio.

3. El laudo de París

Con el descubrimiento de minas auríferas en la zona, el Imperio Británico continúa empujando sus fronteras por lo que Venezuela pidió el arbitraje a EE.UU con base en la Doctrina Monroe de la que abomina el actual Gobierno venezolano.

Tras varias discusiones, las partes acordaron en Washington conformar un tribunal de arbitraje imparcial que determinara las fronteras con un marco legal acordado.

El tribunal se reunió en París y quedó compuesto por cinco personas: dos británicos, dos estadounidenses como representantes de Venezuela y un ruso que debía actuar a modo de voto de desempate por lo que el país caribeño estaba, en la práctica, ausente.

Como era previsible, los cinco miembros del tribunal votaron en 1899 a favor de la mayor potencia colonial del momento y despojaron a Venezuela de los casi 160.000 kilómetros cuadrados que siguen apareciendo en sus mapas.

4. Venezuela apela a la colonia

Curiosamente, el alegato de Venezuela se basa en el principio jurídico del «Uti possidetis iuris», usado en el derecho internacional público bajo la premisa de que «como poseéis de acuerdo al derecho, así poseeréis». Tal y como ya lo propuso Simón Bolívar, exige que las fronteras de las nuevas repúblicas sean herederas de las antiguas colonias.

Es decir, que Venezuela sustentaba su reclamación en el hecho de que la provincia española de Guayana formaba parte de la Capitanía General de Venezuela.

Tal es la importancia que le da Venezuela a este territorio que, bajo el mandato de Hugo Chávez, se introdujo una octava estrella en la bandera del país que representa el papel de la Guayana Esequiba, junto a otras siete, como una de las regiones que lucharon por la independencia del país.

5. De la ONU a la Corte Internacional

Venezuela rechazó el laudo pero no pudo desconocer la sentencia ante el poderoso ejército británico. En la década de 1960, Caracas revivió la reclamación cuando Guyana estaba próxima a su independencia.

Como resultado, en 1966 el Reino Unido y Venezuela firmaron el Acuerdo de Ginebra para resolver la controversia fronteriza. La República de Guyana se independizó meses después y heredó ese acuerdo.

Ahí nace la principal disputa, para Venezuela ese acuerdo anula el laudo de París, para Guyana es apenas un marco en el que llegar a un acuerdo, «un acuerdo para llegar a un acuerdo». En todo caso, se mantiene el «statu quo» previo.

Tras prolongar el Acuerdo de Ginebra sin llegar a ningún pacto definitivo, en 1987 las dos partes deciden acudir a la ONU que en 1989 acepta intermediar.

El 30 de enero de 2018, la ONU consideró agotada su gestión y su secretario general, Antonio Guterres, propuso llevar el caso a la CIJ, donde se encuentra ahora.

6.Guyana sí, Venezuela no

Tras esa decisión, la República de Guyana acude a la CIJ, un tribunal al que Venezuela no reconoce jurisdicción para dirimir el caso y apela al Acuerdo de Ginebra, que, para Caracas anula el laudo de París.

Bajo esa premisa, este martes la CIJ ha convocado por videoconferencia a las partes a la que, presumiblemente, no responderá el gobierno venezolano.

En caso de que no lo haga, Guyana podrá apelar, como ha hecho antes, al artículo 53 de la CIJ que afirma que «cuando una de las partes no comparezca ante la corte, o se abstenga de defender su caso, la otra parte podrá pedir a la corte que decida a su favor».

Queda entonces por ver qué decisión adopta Venezuela y si, con ella, allana el camino guyanés.

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