Dólar blue: ¿por qué la suba de la moneda paralela importa tanto en Argentina?
Especulación, incertidumbre y expectativas en torno a la moneda que ordena la vida económica y repercute en los bolsillos argentinos.
Por Nicolás Retamar
Paralelo, informal o blue son eufemismos para hablar de un mercado ilegal en Argentina. Sin embargo, su cotización rige directa o indirectamente en muchos de los precios cotidianos. A pocos días de las elecciones y con tantos intereses en juego, las especulaciones, expectativas e incertidumbres económicas y políticas de un grupo de personas hacen que baje o suba su valor. Tras los dichos de Javier Milei, que pidió a los ahorristas que no renueven los plazos fijos en pesos y sostuvo que la moneda argentina “no puede valer ni excremento”, el verde pasó la barrera de los 1000 pesos. Aunque las transacciones ilegales de dólares en el país representan un mercado chico, entre tres y cuatro millones de dólares diarios, determinan el humor y el bolsillo de buena parte de la población.
“El dólar blue se convirtió en un precio de referencia para toda la economía. El mercado cree que el valor del dólar oficial, con el cual se realizan muchas operaciones de importación y exportación en el país, está atrasado. Entonces toman el informal como valor real”, afirma Gonzalo Semilla, economista y docente de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
Muchas veces suele hablarse del mercado como un ente abstracto, conformado por gente que compra y vende dólares. Desde aquí, si bien abarca a todas las personas que lo hacen, las responsabilidades no son equivalentes. Si quienes tienen la capacidad de mover grandes volúmenes de divisas piensan o tienen expectativas negativas, van a comprar dólares para que suba el precio y se devalúe el peso argentino.
Alejandro Naclerio, docente e investigador de la UNQ, quien también charló con esta Agencia, sostiene al respecto: “La expectativa no es neutral porque la economía no es neutral. Si todo el mundo piensa que va a pasar una cosa, esa cosa pasa. La acción de la persona respecto de lo que sucederá influye directamente sobre la suba o caída del tipo de cambio. El hecho de que se incentive una devaluación está producida por actores interesados en que eso ocurra para ganar más plata”.
Una moneda singular
El dólar en Argentina se convirtió en un elemento familiar de la economía local. A nivel de las transacciones, se compran y venden casas, terrenos y departamentos; las personas con capacidad de ahorro, por lo general, suelen adquirir esta divisa y las empresas dolarizan parte de sus ahorros. Sin embargo, también tiene otro aspecto: su vida pública. En el país, esta moneda tiene un valor simbólico que no tiene en otros lugares del mundo. Alimentado por los medios de comunicación y las redes sociales, es un tema de conversación cotidiano.
“El dólar circula como un número que está presente. Muchos seguimos esa noticia porque sabemos que es un indicador relevante. Si hay un contexto de incertidumbre, hay que mirar qué pasa con su precio. Si la moneda se calma, las cosas van a estar bien. Por el contrario, si sigue subiendo, quiere decir que la cosa está mal”, destaca con esta Agencia Mariana Luzzi, doctora en Sociología y coautora del libro El dólar, historia de una moneda argentina (1930-2019).
Incluso, desde sectores liberales-conservadores se insiste con la dolarización de la economía argentina. Si bien la idea no es nueva, en tiempos de crisis representa un as bajo la manga para una parte del espectro político. Al respecto, Luzzi subraya que la idea no tiene un consenso importante: “La dolarización es una decisión que no han seguido tantos países. En todos los casos se ve que es relativamente fácil dolarizar y muy difícil revertir la medida. Argentina no tiene la espalda ni política ni económica suficiente para hacerlo”, resalta.
También hay que recordar que el país tiene una experiencia traumática que, en términos reales, fue muy parecida a la dolarización: la convertibilidad. Impulsada por Domingo Cavallo y Carlos Menem en 1991 con el auge de las relaciones carnales con Estados Unidos, la legalización de la moneda norteamericana en transacciones legales y el famoso “un peso, un dólar” terminó con la peor crisis social y económica de la historia argentina.