Argentina: lo viejo se resiste a morir, mientras reaparecen los monstruos – Por Aram Aharonian
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Aram Aharonian*
Decía Antonio Gramsci que «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».Y agregaba que es demasiado fácil ser original limitándose simplemente a hacer lo contrario de lo que hacen los demás; ésto es sólo mecánica.
«Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda nuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda nuestra fuerza», añadía
Hoy la crisis de representación y la fragmentación que atraviesan las coaliciones mayoritarias en la Argentina tienen relación directa con cuota parte de su responsabilidad en la dramática situación que soportan 46 millones de argentinos.
Y fue precisamente de esa crisis de la que se nutrió la rabia que halló canal electoral en el ultraderechista Javier Milei, quien se proclamaba como “lo nuevo” mientras declamaba lo más oxidado de “lo viejo”: el dogma neoliberal puro; el negacionismo de la dictadura genocida; el desprecio misógino hacia las mujeres y sus luchas; el negacionismo científico al borde del terraplanismo, recuerda Eduardo Castilla.
Lamentablemente, hubo (hay) pocos mensajes novedosos, porque lo “nuevo” no puede nacer de la misma clase social que condenó un país -otrora el granero del mundo-, a la declinación permanente, al hambre y la miseria. Obviamente, lo “nuevo” no puede salir de quienes representan los intereses del gran capital concentrado o trata de moverse sometidos a las órdenes del Fondo Monetario Internacional.
Lo “nuevo” debe y tiene que nacer desde abajo. Lo único que se construye desde arriba es un pozo, y la conquista del poder cultural debe ser previa a la del poder político, en un mundo donde se impone el capitalismo de plataformas y vigilancia, en estas nuevas guerras de cuarta y quinta generación.
El objetivo no es solo la aniquilación física del oponente, sino que persigue el sometimiento moral e intelectual, la construcción de percepción, de engaño,de imaginarios colectivos, afectando no solo las creencias y las costumbres sino imponiendo una realidad virtual, difundida por las usinas trasnacionales de terrorismo mediático y sus repetidoras nacionales.
Tras las elecciones del 22 de octubre en las que se impuso el candidato del oficialismo, Sergio Massa, y el ultraderechista Javier Milei cayó al segundo lugar con opción a pelear en el balotaje del 19 de noviembre, la economía argentina tuvo una semana de relativa calma. El dólar blue -paralelo- tuvo una suba hasta 1.100 pesos para luego bajar a 877, y “continuará bajando, porque este gobierno no puede tener una brecha tan alta entre el dólar oficial y el resto”, señaló el economista Horacio Rovelli.
En ese sentido, indicó que prepararon un golpe de mercado. “Este desequilibrado de Milei decía que el dólar tenía que tener el valor de mercado, y ese valor de mercado lo ponen los grandes empresarios, con el objetivo de vender todos los activos (la petrolera estatal YPF, los yacimientos de Vaca Muerta) y crear un fondo fiduciario que se administre en Nueva York con las leyes de Estados Unidos», añadió.
Rovelli señaló que el candidato del oficialismo «no es estatista” y recordó que Massa le dio el control del Río Paraná a empresas privadas y «no va a hacer que eso vuelva al Estado, o que el puerto de Rosario vuelva al Estado nacional», sino que «va explotar el oro y los minerales del lado de la Cordillera de los Andes, va a dinamitar el mar argentino para sacar el petróleo.
“Es el capitalismo, pero más racional que Milei», sentenció. «Con Massa podemos tener un tiro en el pie, pero con Milei es un tiro en la cabeza. Vamos al estallido social», añadió.
Hoy los argentinos asisten a una operación destinada a “bajar” a Milei, que hizo su carrera hacia el poder convirtiendo como aliados de hecho tanto a la gran corporación mediática de derecha como al peronismo oficialista. Las razones de fondo del temor generalizado las brinda el poder capitalista: un país administrado por Milei es profundamente inestable,
En este resultado electoral convergió el temor a un mayor caos económico, algo que representa el mismo Milei con su programa económico y su celebración de la dramática devaluación preelectoral del peso como camino a una eventual dolarización.
Montado en una campaña del miedo, el peronismo supo sacar del escenario al actual presidente Alberto Fernández (lo mandaron a China) y se presentó como freno electoral a la derecha enloquecida, como forma posible de evitar el caos. Ese voto expresó el rechazo masivo a ser víctimas de la motosierra neoliberal que agitó Milei a lo largo de muchos meses.
El frente oficialista no podía recuperar terreno si continuaba el ajuste permanente siguiendo las órdenes del FMI. El enorme gasto estatal de último momento contribuyó a darle un segundo aire a Massa, quien de todas formas -ahora, como ministro de Economía, o luego en el caso de ser presidente- deberá condicionar propuestas e ilusiones a las restricciones que impone la agenda fondomonetarista.
El panorama presagia un futuro cercano de conflictos sociales para un eventual gobierno peronista, tras garantizar la gobernabilidad del ajuste actual. Acompañando la candidatura de Sergio Massa, caminan a su lado los casi eternos gobernadores peronistas -de dudosa vocación progresista- y la anquilosada burocracia sindical, que poco representan en un país que suma desocupados y trabajadores informales.
“Para quienes consideramos que la democracia solo podrá consolidarse con transformaciones profundas de la actual estructura de poder, no conviene ilusionarse con una eventual presidencia de Sergio Massa, quien representa al sector más conservador del peronismo”, señaló la revista Crisis.
“La categórica victoria del kirchnerista Axel Kicillof en la estratégica provincia de Buenos Aires constituye un promisorio contrapeso que le otorga dinamismo a la situación y reabre el horizonte para nuevas composiciones de una justicia social que ya no puede seguir siendo sacrificada en los altares del posibilismo y la mediocridad”, añadió.
Otro país es posible, cuidando las divisas y los efectos de la inflación, zafando de las exigencias del FMI, generando fuente de trabajo, defendiendo el mercado interno, preocupándose por devolver el poder de consumo a la población y controlando realmente el sector externo. Poniendo a los pobres como sujetos de políticas y no como meros objetos de ellas. Eso alejaría a los monstruos y podría -quizá- ayudar al nacimiento de lo nuevo.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)