Unión Europea aspira a aumentar su influencia en México a través de inversiones verdes

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Unión Europea aspira a aumentar su influencia en México a través de inversiones verdes

Ante la pérdida de hegemonía e influencia económica y política en la región, la Unión Europea (UE) está ultimando su gran plan de inversión en América Latina, en el que está de manera destacada México. Con el objetivo de invertir en la llamada “economía verde”, la UE pretende, además de fomentar proyectos de desarrollo humano y social, catapultar en la región a las grandes corporaciones energéticas del viejo continente, que tienen la tecnología para desarrollar esos proyectos, además de un enorme interés en controlar y administrar los recursos naturales que la hacen posible, como el hidrógeno verde o el litio.

En México, los llamados proyectos de inversión de la UE (Global Gateway) incidirán en áreas como la transición energética en todo el país, los llamados “Bonos verdes” para producir energías limpias y fomentar la “captura” de gases de efecto invernadero, el manejo de las cuencas mineras, la gestión integrada de recursos hídricos y una inversión millonaria en el Plan Sonora.

La reciente reunión informal de los ministros de finanzas de la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en la que también estuvo presente México, culminó con una declaración final en la que se anunció que se invertirán a lo largo de los próximos cuatro años hasta 45 mil millones de euros (810 mil millones de pesos) en América Latina. Desde Europa se pretende así consolidar su presencia y contrarrestar su pérdida de influencia y hegemonía frente a los dos grandes referentes de la economía mundial, China y Estados Unidos. De hecho durante la reunión y a la largo de los encuentros que se han venido desarrollando en las últimas semanas se insiste en que la UE y los países de la CELAC son 60 países que representan un 14 por ciento de la población y un 21 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) del planeta.

El plan ya está en marcha y fue diseñado en colaboración con algunos de los organismos financieros internacionales más importantes, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), el Banco Europeo de Inversiones (BEI), el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) y la CFI del Banco Mundial, entre otros.

El objetivo es que entre todos estos organismos, en una especie de “multilateralismo financiero”, se inviertan en proyectos específicos en la región los 45 mil millones de euros hasta el año 2027, cuando supuestamente se renovará con un plan similar basado en los mismos tres ejes: la transformación verde, la transformación digital y la transformación social. Es lo que, tanto los funcionarios de la UE como los trabajadores de los organismos financieros, denominan las “tres tes”, con las que aspiran transformar las entrañas del sistema productivo, comercial y financiero en América Latina y el Caribe, que además es una región crucial para la lucha contra el cambio climático por sus reservas naturales y su todavía baja emisión de gases de efecto invernadero si se compara con las que expulsan los países ricos o más desarrollados, como Estados Unidos o la propia UE.

En cualquier caso, la UE pretende invertir en propuestas que contemplan llevar conectividad a Colombia; la producción de hidrógeno verde en Chile y Uruguay; la movilidad sostenible en San José, Quito, Bogotá, Montevideo y Sao Paulo; la masificación de la energía renovable en Jamaica, y proyectos de agua y saneamiento para combatir la malnutrición infantil crónica en todo Ecuador, entre otras. El interés de Europa en desarrollar el hidrógeno verde en América Latina, sobre todo en países con grandes reservas como Brasil, Argentina, Chile y Uruguay, se debe en gran medida a que las grandes corporaciones energéticas europeas aspiran a controlar este mercado y a importar hasta 10 millones de toneladas cada año a partir del 2030, cuando se consumará según lo previsto la gran “revolución verde”.

En el caso de México, la inversión se enfocará en temas de transición energética, bonos verdes y manejo de cuencas. Se pondrá especial énfasis en el Plan Sonora. Pero sobre todo se identificaron cuatro proyectos prioritarios, que además del Plan Sonora, hay un fuerte interés en desarrollar el sector salud, la red de distribución y acopio de recursos hídricos y su saneamiento; y la emisión de los bonos verdes.

Pero sin duda el gran eje de la inversión europea en México es el Plan Sonora, por su desarrollo en el norte del país de las llamadas “energías limpias” y que dará impulso a plantas fotovoltaicas y a la producción de litio. Uno de los grandes objetivos es culminar la generación de energías renovables con la construcción de una planta de energía solar en Puerto Peñasco, Sonora, que permitirá generar mil Megawatts de energía solar para la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Los países europeos más interesados y por lo tanto con inversión directa en estos proyectos en México son España, Italia, Dinamarca, Francia y Alemania, además, por supuesto, de los grandes fondos internacionales que aspiran a financiar estos proyectos con su respectiva acumulación de deuda pública, como son el FMI, el BID, el BEI, el BERD y CAF.

En la cumbre financiera de la UE y CELAC, que se clausuró el pasado 15 de septiembre en Santiago de Compostela, los representantes europeos no ocultaron que detrás de estas inversiones aspiran a fortalecer su influencia en la región por encima de China, pero sobre todo en controlar el “oro verde” de nuestra era: los recursos naturales que hacen posible que la economía “verde” sea posible.

LA JORNADA

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