El proceso de Salvador Allende, se alzó con la victoria el 4 de setiembre de 1970 – Por Aida García Naranjo Morales

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Aida García Naranjo Morales *

Fué uno de los hechos políticos que más marca a mi generación y la ha marcado 50 años. Como no celebrar este triunfo, como un triunfo de la Unidad Popular (UP), Allende como el símbolo visible de esa conducción política, un triunfo atractivo para los jóvenes universitarios. Ese proceso marcó la vida de muchos peruanos.

Muchos compañeros partieron a Chile a vivir el proceso de la Unidad Popular, el proceso del socialismo Allendista. A esas alturas de nuestras vidas ya militabamos y habíamos leído sobre la Revolución Rusa, la Revolución China, nos había impactado la Revolución Cubana, pero no éramos parte de un proceso, no éramos parte del año 1917 en la URSS, no éramos parte del 60 y la revolución china, no éramos parte del 59 de la revolución cubana.

Este proceso, el chileno, fué un proceso para vivirlo como jóvenes, hacer protagonismo como jóvenes para cruzar la frontera, era un proceso que concretaba las aspiraciones que como juventud ya nos habíamos planteado. También es impactante la presencia de Allende en México, en el mensaje de Allende a la juventud, donde decía que la revolución no se iba a producir en la Universidad, y que ser joven y no ser revolucionario era una contradicción, nuestra patria ya lo había demostrado. Salimos de la universidad y unos nos comprometimos con el trabajo en Villa El Salvador, en los Pueblos Jóvenes. Otros que militaban conmigo en el Frente Revolucionario de Estudiantes socialistas (FRES) se fueron a trabajar con los pescadores, se fueron al trabajo con los mineros, otros se fueron al Frente Campesino y otros nos mantuvimos en los barrios populares de Lima.

El proceso, de la vía chilena al socialismo concretó, lo que para nosotros eran utopías. Eran aspiraciones, eran futuro, eran lo que se venía produciendo en el pasado inmediato, en todo el Siglo XX, pero que no había sido nuestra realidad concreta. Nuestra realidad inmediata fue Chile, era un Allende ganando en las urnas, lo que no habíamos visto antes como proceso social, era un Allende planteando derrotar una vieja institucionalidad y construir un país alternativo con un programa de 40 medidas que sigue vigente. Ese programa no termina aún de concretarse, como el caso mexicano de las 100 medidas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El programa de la Unidad Popular de las 40 medidas del gobierno se convirtieron en una literatura concreta, no se evidenciaba sólo en la lectura ideológica que podrían significar otros libros de la izquierda de los que nos podíamos haber nutrido como El Capital, o un texto de ideología y Política de José Carlos Mariátegui que ya lo habíamos reflexionado y procesado; Las medidas políticas eran un hecho concreto de un gobierno que había conquistado el derecho a conducir los destinos de un pueblo, no solo eso en un pueblo con el qué tenemos el mismo origen, la misma tradición, la misma historia, el mismo devenir; estas actuales fronteras administrativas fueron establecidas como consecuencia de las guerras, no es nuestro pasado histórico originario. Los mapuches eran parte del territorio que habitábamos hace miles de años en todo el sur y por el norte hasta Colombia, lo eran otros pueblos.

El triunfo Allendista, no sólo es pasado.

Para mí, es un triunfo presente, es un triunfo futuro, es un triunfo que abrió las grandes alamedas para toda América Latina, no solo para Chile; Allende fué premonitorio y para nosotros sería la concreción de lo que José Carlos Mariátegui, quien es el primer marxista de américa, había anunciado ser un proceso “sin calco, ni copia”, es decir, nosotros no estamos acá ante el proceso soviético, ante el proceso chino, ante el proceso cubano; Estamos ante un nuevo proceso que nosotros lo sentíamos no sólo Allendista, lo sentíamos Mariateguista, un proceso propio de nuestras naciones con nuestra identidad, con nuestras raíces, un proceso cholo, de criollos, andinos, mestizos, negros, claro que Mariátegui auguró esta gran frase que nuestras revoluciones serían “sin calco, ni copia” y serían “una creación heroica”. Eso también para mí era Allende, esa encarnación, esa disputa por un nuevo modelo de socialismo que implicaba no el asalto al poder, porque las condiciones no podían permitirlo, sino la construcción de un poder popular y de un crear y forjar este poder. Entonces es creación heroica en la forja de ese proceso que no fue “el asalto del cielo”.

Nosotros los jóvenes cómo no íbamos a estar entusiasmados con el proceso del 68 en Europa, la “imaginación al poder” y de todos los jóvenes revolucionarios europeos, pero era también un poco más distante, era europeo, no era latino, no era propio, no era sudamericano, no era andino, no era amazónico, no era de raíces preinca, no era Tahuantinsuyano. Recordemos que Perú viene de las grandes revoluciones de Túpac Amaru y de Micaela Bastidas; Nosotros nos sentimos herederos de esos procesos.

Allende representaba muchas de nuestras aspiraciones y no es casualidad de peruanos casados con chilenas, de chilenos casados con peruanas. Hemos tenido abuelos y tatarabuelos chilenos. Para mí, 50 años después del triunfo Allendista significa celebrar ese proceso, esa gesta, seguir celebrando ese proceso para decir Allende vive, Mariátegui vive. Estos procesos abrieron presente, abrieron futuro, no son un recuerdo pasado, son un legado imprescindible de la historia latinoamericana, es decir, Allende es un hecho histórico, no sólo es un personaje, y el triunfo de la Unidad Popular es imprescindible en el proceso revolucionario latinoamericano de los últimos 50 años.

Fue una apuesta por “la imaginación al poder”, potenció la creatividad y esa creatividad fue la respuesta a cada situación que se presentó. Se entonaron los cantos latinoamericanos, se pone en la voz de los artistas europeos, la voz de Violeta Parra, la de Víctor Jara, la voz de Atahualpa Yupanqui, la voz de Intiillimani, la de Quilapayun, la de Tiempo Nuevo en el Perú, la voz los grandes autores de la cultura musical latinoamericana.

Hay procesos renovadores, hay procesos que pueden generar expectativas y eso fue el triunfo de la UP. Están también las salidas autoritarias que se pueden dar en nuestros países como por ejemplo el golpe en Bolivia en el 2019. Recordemos que con Bolivia somos como hermanos, que Bolivia y Perú han sido una sola nación, hemos sido el Alto Perú y hemos sido la Confederación Perú-Boliviana, tenemos una hermandad histórica, tenemos territorios y culturas comunes, tenemos el Lago más alto del mundo que es el Lago Titicaca, tenemos comercio fundamental y Bolivia sale al mar a través de Perú.

Son preocupantes las salidas autoritarias que expresan hoy: Bolsonaro, Añez, Duque, Piñera; son graves y peligrosas, porque como consecuencia de la pandemia vamos a vivir una recesión grave en América Latina. Vamos a vivir más pobreza, más desempleo, más muertes; se estima que en el caso del Perú vamos a pasar del 20% al 29% de pobreza. Una depresión del menos 14%, el más grave de los indicadores económicos después de la Guerra con Chile. También las Fuerzas militares se preparan para contener el ascenso y la protesta social, hay criminalización de la protesta, seguritización de las fronteras, hay satanización de los luchadores sociales, hay golpes, cárcel y asilo. Y “el optimismo estratégico” de JC Mariátegui no significa que no miremos con preocupación el fascismo de Bolsonaro, por supuesto que sí es retrógrado, y mucho más siendo yo mujer, por su desprecio por las mujeres, porque no solo es lesbofóbico, es patriarcal, es machista, también es fascista. Son formas perversas de países que tienen poder militar y hacen una alianza con Bolivia y con Colombia que pueden cercar nuestros propios países. Por eso el levantamiento de la bandera, o la causa de una América libre de guerras resulta fundamental, porque las salidas pueden ser democráticas, pero las salidas también pueden ser autoritarias.

Recordemos que el caso de Allende se llega a proponer la apuesta por el socialismo a través de las elecciones, a Allende no se le permite acabar su mandato y es una alianza entre las fuerzas militares que desde el día del triunfo inicial un viernes 04 de setiembre de 1970, viernes igual al día del triunfo de Salvador Allende, que tendríamos que marcar este día como el inicio de la conspiración, de la derecha mediática, el Mercurio, la alianza con la Embajada Americana, los poderes militares, que vieron en el triunfo de Allende una gran preocupación y se prepararon para un militar, unestino de golpe. Allende, antes del golpe del 11 de septiembre, ya había vivido un conato de golpe el 29 de junio de 1973.

Entonces no podemos olvidar que, si bien es cierto, nosotros aspiramos a una salida nacional, democrática, popular, descentralista, de ancha base, también se pueden imponer el continuismo asociado a una salida autoritaria, por supuesto que nuestro territorio se disputa, nuestro territorio está en peligro y esta conversación nos permite poner el acento sobre las íes, reflexionando sobre temas que consideramos que tenemos que pensar, que tenemos que reflexionar seriamente y que tenemos que estar articulados todos los latinoamericanos. Creo que el internacionalismo tiene que seguir siendo una bandera y el hermanamiento de los pueblos y las salidas globales también. Es decir, la salida no es local, no es uninacional, la salida tiene que ser global; El conflicto es de orden global, lo que está en crisis es el modelo global y la gobernanza global del modelo neoliberal y por lo tanto, la salida alternativa también es una salida global, concertada, no es un hecho de casualidad que se ponga el foco para atacar al Foro Sao Paulo. Yo he declarado que el Foro de Sao Paulo fue una “Revolución de Democracia”, fué un Huracán de democracia, se sacaron a millones de personas de la pobreza, se otorgaron viviendas a millones de pobres, se generó millones de empleos, se ascendió a la clase media a millones de personas. Todas esas personas han conquistado derechos y no están dispuestas a retroceder porque el conjunto de estos derechos conquistados implicarán su defensa. Los derechos son progresivos, nadie quiere ir hacia atrás, todos queremos ir hacia adelante, todos estos derechos son interdependientes, indivisibles e irrenunciables.

Siempre tenemos que alertar el peligro.

El caso de Salvador Allende nos permite no solamente celebrar el triunfo de la Unidad Popular, sino alertar de lo que significan los sectores conservadores, los sectores del statu quo, la alianza con los poderes fácticos, la alianza mediática que defiende el statu quo y el establishment, porque son los beneficiarios de esa situación. Y en esta situación de pandemia, yo no creo que el virus haya sido democrático. Si bien es cierto, estuvo afectado Boris Johnson, el Príncipe Carlos, el Príncipe de Mónaco, el Presidente Bolsofacho, pero nosotros tenemos millones de contagiados en el mundo y miles de muertos, entonces, hubo corona para los ricos y virus para los pobres que son los que están pagando con su vida y con su pobreza la pandemia global.

La victoria de Allende abrió la vía democrática, que canceló la derecha ¡y de qué manera!.

Al igual que le decíamos a Salvador Allende, compañero Presidente, le diremos al presidente de México compañero Presidente. Y quedémonos con la esperanza que otro mundo es posible y dependerá de lo que nosotros podamos hacer y de nuestros compromisos. Un abrazo peruano y latinoamerihermano. El Covid no produce revoluciones, nosotros sí.

*Entrevista a Aida García Naranjo Morales de Perú con el periodista mexicano Héctor Díaz, Programa Para Hablar en Libertad. México. Viernes 4 de septiembre del 2020. 50 años del triunfo de la Unidad Popular en Chile.

Werken Rojo

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