Luisa o la debacle – Por Juan Pablo Aguilar Andrade
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Juan Pablo Aguilar Andrade
A estas alturas del partido, y debate de por medio, la candidatura correísta se sostiene solo por esa fe capaz de producir una ceguera que se resiste a cualquier evidencia. Bueno, no solo la fe, porque junto a los honestos creyentes están también, y quizá son mayoría, esos que añoran un pasado de prebendas, poder absoluto, negocios turbios e impunidad.
Para estos últimos, el debate dejó en claro que su candidata es un verdadero desastre. Incapaz de hilvanar una idea y con grandes dificultades para seguir el libreto que trató de aprenderse de memoria, Luisa González se parece a esos estudiantes que repiten como loros, sin entender, confunden las respuestas y hablan de cosas que nada tienen que ver con lo que se les preguntó.
Falta de inteligencia, la candidata solo pudo exhibir los méritos de la obediencia y la cantaleta del retorno al pasado. Todo acabó resumido en la idea de estar dispuesta a repetir lo que ya hicieron, eso que ha llevado a buena parte de la plana mayor del correísmo ante los tribunales de justicia.
Lo que hizo Luisa González es indefendible, incluso para sus partidarios. Por eso, todo indica que impulsar la candidatura de Topic se ha convertido en nuevo objetivo de campaña. Lo ven, sin duda, como el único candidato que les resulta amigable. Después de todo, es el que apoyan sus socios, los social cristianos; a fin de cuentas con él vienen haciendo negocios desde hace tiempo y es eso, a la larga, lo que importa, los negocios.
Lo cierto es que la desesperación que cunde en el correísmo expone a la vista de todos los niveles de degradación moral a que han llegado. Esos niveles que ilustra muy bien el rostro de Rafael Correa que, con un aire cada vez más cercano al de Jabba el Hutt, trata de esbozar sonrisas que, rápidamente, se desdibujan ahogadas por la bilis y el odio que le carcomen.