Guatemala |  Pacto de corruptos, oscurantismo y anticomunismo – Por Carlos Figueroa Ibarra

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Carlos Figueroa Ibarra

Cuando escribo estas líneas, pareciera que la moneda en el aire de la cual hablaba en mi artículo de hace unos días, ha caído al suelo. Y ha caído del lado correcto. Todo parece indicar que el Pacto de Corruptos se está resignando a dejar que Bernardo Arévalo entre a la segunda vuelta. El propio Bernardo en un mensaje por Twitter ha expresado con optimismo que estará en la segunda vuelta.

No la tiene sencilla el bloque en el poder que ha gobernado a Guatemala en los últimos años. Pareciera que está viviendo el peor de los escenarios electorales, pues tiene que optar por apoyar a una candidata que durante años satanizó. Sandra Torres como candidata en la segunda vuelta, era concebida únicamente como formalidad: su participación en la segunda vuelta estaba diseñada para que cualquiera de los tres candidatos del Pacto de Corruptos la derrotara. Esto fue lo que sucedió en las elecciones presidenciales de 2015 y 2019. La propia Sandra Torres jugó a perder y a obtener ganancias con esas derrotas.

Como es sabido, la victoria de Bernardo Arévalo al pasar al ballotage puso al Pacto de Corruptos y a Sandra Torres en otra situación. Ahora es Sandra Torres la carta que le queda al Pacto de Corruptos. Y esto es una derrota para esta alianza delincuencial. ¿Cómo apoyar a una candidata a la que durante los últimos tres lustros le ha hecho guerra de lodo? ¿Cómo impulsar a una candidata de quien el oscurantismo y el anticomunismo ha dicho que hará de Guatemala otra Cuba u otra Venezuela? He leído un mensaje ultraderechista en Twitter que da una solución a dicha paradoja: “Hay que votar por Sandra porque al menos es socialista y no comunista como Bernardo Arévalo”.

La guerra oscurantista y anticomunista que se enderezó contra Sandra Torres por haber dirigido la implantación de programas sociales de carácter clientelar durante el gobierno de su entonces esposo Álvaro Colom (2008-2012), revela el oscurantismo reaccionario y el anticomunismo de la clase dominante y bloque en el poder en Guatemala. Oscurantismo porque se sustenta en las tinieblas de la ignorancia. ¿Recuerdan ustedes cómo los grandes terratenientes de buena parte del siglo XX consideraban peligrosa la alfabetización de los pueblos indígenas? Anticomunismo porque de manera paranoica califica de comunista a cualquier política o ideología que no sea el extremismo reaccionario.

Al difundir por Twitter mi artículo “La fase 2 del fraude en Guatemala” (publicado la semana pasada), recibí rápidamente una andanada de mensajes de odio. Pareciera que la derecha neofascista en Guatemala ya tiene organizadas las llamadas “granjas de bots” (cuentas fantasmas) para dar respuesta automática a cualquier expresión de apoyo a Bernardo Arévalo. Los mensajes de odio que recibí como respuesta a la publicación de mi artículo me han sido sumamente útiles para analizar el contenido del discurso de odio que caracteriza al oscurantismo y al anticomunismo en Guatemala. Como sociólogo que investiga el neofascismo, agradezco los referidos mensajes de odio recibidos. Me ayudan en la investigación.

El discurso reaccionario que hoy se dirige contra Bernardo Arévalo (como antaño se dirigía a Sandra Torres, pero más virulento) es de índole neofascista. Según esta narrativa reaccionaria, Bernardo representa una fuerza oscura de carácter comunista; tiene ánimo expropiatorio (no solamente de tierras sino también de casas);  está al servicio de una globalización intervencionista como lo revela su apoyo a la agenda 2030; es de carácter homosexual, lésbico o transexual; representa a una ideología que quiere imponerse de manera totalitaria en las escuelas; es contraria a la religión; también contraria a la vida porque es partidaria del aborto; adepta a la ideología de género y por tanto enemiga de la familia tradicional; propiciadora del consumo de drogas; permisiva con la pedofilia y la eutanasia; finalmente es de carácter diabólico, como lo revela el logo de semilla que repetido tres veces se vuelve un 666, el número de satanás.

El ataque a Semilla, también se ha personalizado con Bernardo Arévalo. Se difunden masivamente fotos de su presencia en la boda lésbica de su hija que vive en México; se propalan fotomontajes en los cuales aparece semidesnudo en un desfile LGBTIQ+. A diferencia de Pedro Castillo, Evo Morales y aun de Andrés Manuel López Obrador no he visto racismo y clasismo dirigido a Bernardo, acaso porque es un mestizo de color blanco.

Los ataques oscurantistas y anticomunistas que hoy están recibiendo Semilla y su candidato, revelan la profundidad de la cultura del terror en Guatemala. Esta cultura política de la dominación tiene raíces coloniales y decimonónicas profundizadas por la guerra fría del siglo XX. Sandra Torres ha asumido ese discurso reaccionario que antes la zahería y ahora repite la xenofobia, el anticomunismo, la misoginia y la homofobia. ¿Logrará penetrar en el electorado esta propaganda negra? No lo hará de manera significativa en el electorado urbano, veremos si en el rural prevalece. Mientras tanto, preparémonos para las semanas que distan del 20 de agosto. Lo bueno de todo esto, es que todavía falta lo peor.

* Sociólogo y profesor e investigador en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en México. Especialista en estudios de procesos políticos y violencia de Guatemala en conjunción con procesos políticos de México.

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