Ecuador | Fernando Villavicencio: crónica de un asesinato que pudo ser evitado – Por Hugo Marcelo Espín Tobar
Fernando Villavicencio: crónica de un asesinato que pudo ser evitado
Por Hugo Marcelo Espín Tobar
Mucho se ha dicho en los últimos años sobre esa nueva relación que se construye entre los gobiernos y la criminalidad; conceptos como “gobernanza criminal”, se acuñan día a día en función de las nuevas realidades sociales en países deprimidos como el Ecuador, cuya economía fue gravemente herida con la pérdida de la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros ante la inseguridad jurídica, y otros factores de riesgo que afectan al sector productivo.
La depresión económica impulsa el crecimiento de los factores de riesgo social, pero también la ausencia efectiva del Estado en territorio se suma para impulsar a los jóvenes hacia las garras de los populares grupos de delincuencia organizada (GDO) que encandilan las pupilas de los adolescentes con el dinero fácil y rápido; donde la violencia es el factor decisivo para crecer dentro de la “organización”, que ve a los más agresivos como los nuevos líderes. Generaciones que nacen con la premura de disfrutar ingentes cantidades de dinero para derrocharlo, como se promociona en el entorno comunicacional de videos de cantantes populares, narcocorridos y la propia cinematografía con apología al narcotráfico.
Ya no se requiere ser una persona preparada para generar riqueza, sino parte de las estructuras criminales que reclutan a sus nuevos miembros tanto en zonas deprimidas como en los círculos sociales más selectos bajo la misma oferta. Dinero rápido.
Se tiene cada día más información sobre el poder del crimen organizado y su penetración en las economías sociales, que exponen a las redes criminales como los grandes benefactores en los barrios y ciudades donde la ausencia de Estado se nota. Por tanto, los GDO no se dedican exclusivamente a actividades ilegales, sino además, están ejerciendo tareas correspondientes a los estados. El objetivo de las acciones de los GDO no tiene ninguna relación directa con ideologías, ni tendencias religiosas, no se persigue un orden político o económico alternativo. La motivación principal sigue siendo económica, pero la gobernanza criminal proporciona la posibilidad de aumentar exponencialmente el poder criminal y la proyección y alcance de los negocios en todas las esferas económicas del país.
Esto lo expuso Fernando Villavicencio en varias ocasiones, antes del mortal atentado que segó la vida de un luchador, de un hombre que siempre buscó en su mordaz exposición comunicacional lanzar verdades incómodas que aún resuenan en los oídos del pueblo en general. El asesinato de Fernando ha despertado la indignación nacional e internacional, pero deja en el ambiente cargado de inseguridad un sensación de condena o amenaza implícita a quienes exponemos ideas o hechos.
Fue el mismo Fernando Villavicencio quien en una entrevista en el programa Contacto Directo, “Recta Final Elecciones 2023”, de Ecuavisa, frente a Lenin Artieda dijo: “…la Policía sabe dónde están las guaridas de los delincuentes, de los narcotraficantes, de la minería ilegal, de los delincuentes de cuello blanco. Sabe donde están los sicarios, por eso mire en el evento dolorosísimo de este padre de familia, si, que es tiroteado frente a su hija, horas después la Policía aprehende a uno de los presuntos responsables, la Policía si sabe…” el periodista por su parte interroga inmediatamente, “..la Policía si sabe por qué no actúa, quién le dice que no lo haga?” y el candidato responde “porque hay un liderazgo blandengue, porque no hay liderazgo en la Policía y porque hay vínculos de la Policía, de la fuerza pública, con estas estructuras. Si queremos dar un golpe letal al crimen organizado, tenemos que depurar la fuerza pública, sacar las manzanas prohibidas y atacar…. en mi gobierno Lenin, primera acción a horas de posicionado, vamos a atacar a las bandas de criminales. Ahora que es lo que hace la Policía, la Policía reacciona luego de los ataques de los criminales….”; terribles declaraciones que se cumplirían en su propio asesinato. Su muerte se produjo en medio de sus protectores, que poco hicieron para impedirlo; todo un dispositivo de seguridad a cargo de la Policía Nacional fue ineficaz. El único autor detenido en el hecho, inexplicablemente fue conducido a las instalaciones de la Unidad de Flagrancias, como esperando su muerte; en vez de llevarlo a una casa de salud para preservar su vida, y conocer de primera mano la autoría intelectual del magnicidio.
Se lo condujo a la Unidad de Flagrancias sólo para verificar el deceso del testigo de más alto valor para el esclarecimiento del hecho, y pocas horas después se realizaron varios allanamientos con 6 detenidos que se presumen estarían vinculados con el hecho de sangre.
Entre los absurdos que se producen inmediatamente, está la circulación en redes de un grupo de personas con ropas negras y armas largas que se auto denominan el GDO “Los Lobos”, que en una especie de comunicado a la opinión pública acepta la responsabilidad del crimen de Fernando Villavicencio, le acusa de haber recibido dinero de esta estructura criminal y lanza una amenaza de que el candidato Topic, sería el siguiente en la lista de los asesinos encapuchados. Un macabro comunicado, sin respuesta oficial.
Pocas horas más tarde, otro grupo de personas, presumiblemente desde el interior de uno los centros de privación de la libertad, esta vez vestidos con ropas blancas, niega totalmente su participación y revela que este comunicado lo realizan mostrando sus rostros para que se los identifique como verdaderos miembros del “GDO Los Lobos”, quienes rechazan el crimen, y ratifican que están cumpliendo con la supuesta paz pactada por estas estructuras luego de las intervenciones en los centros de privación de la libertad de Guayaquil. Paz que se presentó en un comunicado similar luego de las requisas que causaron indignación en la opinión pública por la naturaleza de los hallazgos, que además son recurrentes y de vez en cuando, muestran los objetos más inesperados, como la presencia de ganado porcino, piscinas y criaderos de tilapias; todo ello no hace sino incrementar el cuestionamiento e interés de saber cómo llegaron al interior de los CRS. Pero a la vez, son la evidencia de la concupiscencia entre la autoridad y los privados de la libertad, que deja en claro que no existe posibilidad alguna de que no cuenten con esta anuencia para el ingreso de todo lo expuesto.
Al final del día, las dudas sobre las autoridades son crecientes, las economías criminales boyantes y la violencia exacerbada, lo que deja en claro que el país tiene graves falencias en los sistemas de seguridad en general; que el sistema de inteligencia del Estado, no es más que un reducto de la acumulación de eventos, que nunca fueron advertidos pese a su recurrencia; la incapacidad manifiesta de los titulares del ministerio del Interior, han sido la constante que han desencadenado la crisis actual cargada de sangre, violencia y eventos que ponen en riesgo al país de ser considerado un estado fallido por la comunidad internacional y uno de los peores lugares de Sudamérica para poder ejecutar inversiones o emprendimientos productivos, como consecuencia de la inseguridad jurídica y social.
La muerte de Fernando Villavicencio, deja eventos cargados de dudas, como por ejemplo, la calidad de la seguridad y confiabilidad de los servidores policiales que cumplen con esta misión, pues fueron evidentes las fallas en la respuesta, y el resultado habla por sí solo; de igual forma qué sucedió con el sicario detenido, al que no se le condujo a una casa de salud sino que se esperó su muerte en una innecesaria y absurda conducción a Flagrancias con evidentes heridas de arma de fuego.
El silencio de las autoridades policiales; y como lo dijo el propio candidato presidencial asesinado, unas horas después de su muerte la Policía capturó a 6 sospechosos del crimen con armas, granadas y hasta droga, quienes fueron detenidos conforme el informe de la Fiscalía; detenidos a quienes se les atribuye la autoría directa del hecho, lo que se verificará en el proceso judicial. Pero lo trascendental, como en caso anteriores, será dar con el paradero de la autoría intelectual y sus motivaciones.
Lo cierto, es que el Ecuador ha ido ampliado el escenario de violencia, con la silente presencia de un mando policial nervioso, poco comunicativo y de escuetas o débiles señales de vida operativa.
Mientras que al interno la severidad y exigencias son la tónica para poder cubrir las evidentes carencias logísticas y de infraestructura básica en las derruidas, vetustas y en algunos casos inmundas instalaciones policiales, cuya ausencia de mantenimiento se desborda en insalubridad e inaceptables condiciones de vida; todo ello, producto de la incapacidad para manejar un sistema de compras públicas con más cuestionamientos que ejecutorias.
Nuestro país pide a gritos un verdadero líder de acciones y no de ofrecimientos, en medio de los ríos de sangre que se han regado por el territorio nacional, con una pobre visión de alternativas valederas en la papeleta electoral. ¡Salve oh Patria, mil veces! ¡Oh Patria!