Cuba incentiva pagos digitales en incierto contexto económico
Cuba incentiva pagos digitales en incierto contexto económico
Cuba inició un proceso para aumentar los canales electrónicos en las operaciones bancarias y financieras, pero existen interrogantes sobre su inmediato impacto social debido a la deficiente infraestructura, escasez de divisas y riesgo de mayor desabastecimiento y mercado informal.
La denominada “bancarización” busca que todos los pagos de servicios, productos y demás operaciones comerciales y financieras se efectúen, preferiblemente, mediante instrumentos de pago y canales electrónicos, en lugar de utilizar dinero en efectivo.
Así pauta la resolución No. 111 del Banco Central de Cuba (BCC), publicada el 2 de agosto, a tono con tendencias globales donde la digitalización y uso de teléfonos inteligentes incentivan el comercio electrónico y las billeteras digitales, mientras más personas usan tarjetas de débito o de crédito para compras o pedidos en línea.
Autoridades bancarias insisten en que el pago electrónico aporta seguridad, eficiencia y ahorro, transparencia, inmediatez y capacidad de pago.
“Hay que reconocer que la bancarización anunciada es positiva en teoría. Pero sucede que en la economía las medidas deben estar alineadas para que cumplan su rol”, afirmó en diálogo con IPS el economista cubano Omar Everleny Pérez Villanueva.
En este país insular caribeño, pese a la expansión del acceso a internet en los últimos años, persiste una conectividad deficiente, cortes eléctricos y se verifican largas filas para acceder a entidades bancarias donde muchas veces la falta de personal dilata los tiempos de gestión.
“Las cadenas de tiendas en divisas tienen problemas con los TPV (Terminal de Punto de Venta), porque se cae el sistema o las redes, o hay falta de electricidad. No creo que se pueda garantizar que con el resto de los actores de la economía la cosa será distinta, es difícil de creer”, razonó Pérez Villanueva.
Contexto
Modernizar la banca, aumentar la fiscalización de las operaciones financieras y evitar la subdeclaración en el pago de impuestos, parecen ser algunos de los objetivos de la medida.
Ocurre en un momento de sostenido incremento del precio del dólar y el euro en el mercado informal, en paralelo a la depreciación del peso cubano (CUP) lo cual, a juicio de algunos expertos, debe contenerse para evitar que sea leído como un fracaso en materia de política macroeconómica.
En los últimos meses aumentaron las dificultades de la ciudadanía para extraer efectivo a través de cajeros automáticos, incluidos la intermitencia en la disponibilidad, límites para su extracción y presencia de billetes de baja denominación.
Además de una inflación que parece no encontrar un techo, persiste un abultado déficit fiscal.
Junto con la insuficiente producción de alimentos y de las industrias nacionales escalan los precios que contraen cada vez más el poder adquisitivo de asalariados y pensionados.
El salario medio mensual en Cuba equivale a unos 17,60 dólares, el salario mínimo nueve dólares y las pensiones mínimas 6,5 dólares, teniendo en cuenta la actual tasa del mercado informal.
Siguen mermadas las principales fuentes de ingresos en divisas; mientras el embargo estadounidense y su política de sanciones añaden obstáculos para la compra de alimentos, combustibles y otros insumos e impiden el acceso a préstamos de organismos financieros internacionales.
El BCC apuntó como causas de la medida, además del incremento del uso de efectivo en las transacciones económicas y financieras, “los elevados costos asociados a su emisión, transportación, procesamiento y almacenaje, así como la demanda creciente en el número de cajeros automáticos para la extracción”.
“Me pregunto si no era también factible introducir billetes de más alta denominación, para que a las mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas) les resultara más fácil tener el efectivo resultado de sus ventas”, analizó Pérez Villanueva.
Algunos economistas sugirieron imprimir billetes de 5000 y 10 000 CUP para facilitar las operaciones. Actualmente, el billete de más alta denominación es de 1000 CUP, unos 4,25 dólares.
La resolución del BCC pauta que las operaciones de cobros y pagos de los diferentes actores económicos que superen la cifra de 5000 CUP deben efectuarse sin utilizar el efectivo.
Autoridades del sector reconocen que, sin embargo, no están dadas todas las condiciones de infraestructura en las sucursales bancarias para implementar la norma.
En 100 de los 168 municipios cubanos –casi 60 %- no existen cajeros automáticos, al tiempo que un número significativo de los equipos permanecen fuera de servicio por falta de piezas de repuesto.
Puntualizan que el proceso avanzará acorde con las condiciones económicas y tecnológicas que se creen en cada localidad, mientras insisten en que el efectivo seguirá utilizándose.
También señalan como un pendiente la mayor educación financiera de la ciudadanía y de entes estatales, privados, cooperativos y de asociaciones, que dispondrán de hasta seis meses para la paulatina incorporación a esta modalidad.
Más pagos digitales
En Cuba ha crecido el acceso a los canales y medios electrónicos de pago, mediante aplicaciones digitales, código QR y tarjetas magnéticas.
“Desde hace par de años pago el agua, electricidad, gas manufacturado y teléfono a través de la aplicación informática Transfermóvil. No tengo que salir de casa y es relativamente rápido y sencillo”, refirió a IPS la profesora Zeyda Carbonell, residente en La Habana.
Estadísticas muestran que en este país caribeño de 11 millones de habitantes operan más de 15 millones de tarjetas y por medios electrónicos transitaron el pasado año 200 millones de operaciones bancarias.
Algunas alertas se refieren a personas sin la posibilidad de acceder a dispositivos adecuados para efectuar pagos u otros servicios electrónicos, debido a sus ínfimos ingresos. Los precios de los equipos terminales por lo general sobrepasan los 150 dólares.
A ello se suma el acelerado envejecimiento demográfico y 22,3 % de la población de la isla con 60 años y más, grupo en el cual no pocas personas encuentran barreras y se resisten al uso de las tecnologías informáticas.
No obstante, sobre la ampliación de los canales digitales de pago, las principales preocupaciones ciudadanas y de especialistas se centran en las consecuencias sobre las ofertas de bienes por parte de mipymes, unas 8300 en todo el país, en su mayoría privadas.
Un porcentaje significativo de estas empresas son señaladas por importar productos finales, sin valor agregado. Pese a numerosas críticas comercializan insumos deficitarios, en algunos casos con mejores precios que los establecimientos estatales, y han aliviado la escasez de productos como aceite, carne de ave, detergente, bebidas y confituras.
Aunque las mipymes venden en CUP, necesitan divisas para importar a través de empresas estatales y reabastecerse. Permanece irresuelta la posibilidad de que puedan adquirir en las entidades bancarias la cantidad de euros o dólares que necesitan, por lo cual deben acudir al mercado negro, uno de los factores que encarece las cotizaciones de las monedas extranjeras.
En el alza de dicha cotización influye además la elevada demanda de personas que quieren emigrar del país, y de quienes deben satisfacer necesidades de consumo en las tiendas estatales que ofertan productos a través de tarjetas respaldadas por divisas.
Riesgos
No pocas personas opinan que la medida contraerá la oferta de bienes, agudizará la escasez y disparará los precios. De hecho, han comenzado a aparecer en redes sociales anuncios de personas que “venden” efectivo por una comisión.
Otros analistas estiman que pudiera acelerar el cierre de mipymes, provocar desempleo e incentivar más la emigración.
Para Pérez Villanueva, la medida no necesariamente incentivará los depósitos bancarios y, por el contrario, pudiera abrir puertas a una “mayor informalidad de los mercados, más riesgos, y eso podría llevar a incrementar la cotización de las divisas en el mercado negro, porque sería más seguro hacer depósitos en el exterior y las mipymes que tienen que importar seguirán demandando esa moneda”.
En una de varias reflexiones sobre el tema, publicadas en su perfil de redes sociales, el economista cubano Pedro Monreal comentó sobre la importancia de considerar las dimensiones sociales, éticas y políticas en los análisis económicos relacionados con la “bancarización”.
Convino en que no se han hecho explícitas las eventuales desventajas que una marcha forzada hacia la digitalización financiera pudiera tener para los sectores pobres en Cuba, ni la capacidad de estos para la “inclusión digital”.
Monreal consideró clave una pregunta: “¿Mejoran su situación los ciudadanos cuando participan en la digitalización financiera o los ciudadanos la usan porque están en una mejor situación?”
Sobre una posible instauración a futuro de sistemas biométricos de acceso y la adopción de una moneda digital centralizada, como parte de la digitalización financiera, advirtió que pudiera entrañar riesgos para el derecho a la privacidad de los ciudadanos y facilitaría el control estatal sobre ellos.
“Es un tema ético y político”, subrayó el economista.