Colombia | Petro niega financiamiento ilegal tras declaración de su hijo: “Si eso fuese cierto, me tendría que ir hoy”

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Petro sobre proceso de su hijo: Si eso fuese cierto este presidente se tendría que ir hoy

En un contundente discurso el presidente Gustavo Petro se refirió a las revelaciones hechas por su hijo, Nicolás Petro, en medio de sus audiencias en la Fiscalía, donde reveló la entrada de dineros de forma irregular a la campaña presidencial.

El presidente fue contundente en rechazar este tipo de actos, manteniéndose en que no tenia conocimiento de la entrada de estos dineros a su campaña.

“Si eso fuese cierto este presidente se tenía que ir el día de hoy porque yo no soy Uribe, no soy santos, no soy Duque, no soy ninguno de los que ha pasado. Yo vengo de otra manera de entender las cosas, pero nosotros venimos de algo diferente, de otra historia, de otra realidad y de otra sensibilidad”, dijo el primer mandatario.

Petro aseguró que “han intentado utilizar todas las debilidades y errores” para abrir camino y, según él, derrotar “el primer gobierno popular de Colombia”, asi mismo, respondió a quienes pidieron su renuncia desde el Congreso de la República.

Es al pueblo al que debo responder, tengan la certeza de que este gobierno se acaba por el mandato popular. No hay nadie que puede terminar con este gobierno sino el pueblo mismo, y el pueblo mismo dio una orden por mayoría en las urnas electorales, nos vamos hasta el año 2026″, señaló.

Refiriéndose a las ‘cicatrices familiares’ el presidente aseveró que “jamás ha solicitado a ninguno de sus hijos o hijas el delito, ni para ganar ni para financiar campañas ni para tener el poder. Mis hijos y mis hijas han sido libres”. Y cuestionó varios sectores que no comprenden el sacrificio que implica el ser presidente: “Mi hijo ya verá, lo único que le puedo recomendar es, desde la dignidad, la verdad. No arrodillarse al verdugo, jamás”.

Por último, el presidente habló sobre la terna que fue presentada para reemplazar a Francisco Barbosa en la Fiscalía Genera: “La terna que he presentado no es para esconder el delito, soy el primer presidente que le dice a la justicia que juzgue a su hijo, no por que otros hijos no hayan delinquido sino porque todos los presidentes protegían al hijo antes que a la justicia”.

Caracol


Esto fue lo que Nicolás Petro dijo sobre la campaña presidencial de Gustavo Petro

Nicolás Petro Burgos, hijo del presidente Gustavo Petro Urrego, sorprendió nuevamente al país. Lo hizo con la información que le reveló a la Fiscalía en medio de la investigación que avanza en su contra por enriquecimiento ilícito y lavado de activos. Dentro de los secretos que destapó Nicolás Petro en su confesión al ente investigador, está el supuesto ingreso de dineros irregulares a la campaña que llevó a su padre a la Presidencia de la República.

Nicolás Petro confesó que sí se enriqueció ilegalmente

Según expuso el fiscal del caso, Mario Burgos, durante el interrogatorio que se le hizo al hijo del presidente, Nicolás Petro corroboró y ratificó “la teoría del caso de la Fiscalía, ya que él mismo indicó que fueron respaldados con suficientes elementos materiales probatorios, evidencia física e información legalmente obtenida, con los cuales el ente persecutor procedió a formularle cargos por enriquecimiento ilícito y lavado de activos”.

Nicolás Petro recibió dinero de exnarcos y cuestionados empresarios

Por otra parte, la Fiscalía manifestó en la audiencia de medida de aseguramiento que Nicolás Petro “aportó información relevante que hasta el momento la Fiscalía desconocía acerca de la pasada campaña presidencial del actual presidente Gustavo Petro Urrego”. Los datos que habría dado el hijo del presidente Gustavo Petro, según el ente investigador, dan cuenta de dineros “que ingresaron a dicha campaña, los cuales, al parecer, habrían superado los topes mínimos permitidos por la ley, y una parte de estos dineros no habrían sido reportados ante las autoridades electorales”.

El fiscal Burgos manifestó que dentro de la colaboración que acordaron con Nicolás Petro, el hijo del presidente les aseguró que “sí recibió altas sumas de dinero por parte del señor Samuel Santander Lopesierra, conocido como el Hombre Marlboro. Del señor Gabriel Hilsalca Acosta, hijo del reconocido Alfonso El Turco Hilsalca. Del señor Óscar Camacho, en calidad de empresario poderoso de la ciudad de Cúcuta, Norte de Santander”. Una parte de los dineros, según Nicolás Petro, se los habría quedado para incrementar su patrimonio y el de su esposa Day Vásquez, quien le ayudó, según dijo el fiscal, a blanquear los bienes producto de ese incremento patrimonial.

El ingreso de los dineros a la campaña presidencial de Gustavo Petro

“Otra parte de estos dineros fueron invertidos en la campaña presidencial de 2022″, manifestó el fiscal Burgos durante la audiencia. Nicolás Petro se comprometió a precisar “sobre el posible aporte de altas sumas de dinero de grandes empresarios a la mencionada campaña presidencial, sin que una parte de estos, al parecer, se hubiesen reportado”. Con esta información, el ente investigador dijo que podrá abrir más pesquisas, así como otras “autoridades competentes abrir otras líneas investigativas a que hubiese lugar. Si estuviesen inmersas personas con fuero, se compulsarán las copias respectivas”.

El Espectador


Juicio político inmediato contra Gustavo Petro, la petición del Centro Democrático

Un verdadero revuelo político han causado las revelaciones hechas por Nicolás Petro, hijo del presidente Gustavo Petro, quien confesó ante la Fiscalía que sí ingresaron dineros ilegales a la campaña de su padre y además que se violaron los topes de financiación.

Desde la oposición, el senador Miguel Uribe pidió que se aceleren las investigaciones contra el mandatario en la Comisión de Acusación de la Cámara y en el Consejo Nacional Electoral, además de que solicita la renuncia del presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, quien fue el gerente de la campaña.

“Ricardo Roa debe renunciar a Ecopetrol, fue el gerente de la campaña presidencial y el responsable de esta situación. El Consejo Nacional Electoral debe tomar cartas en este asunto y adelantar las investigaciones para sancionar a los responsables y demostrar que hubo violación de topes y financiación ilegal. La Comisión de Acusación debe adelantar las investigaciones y el presidente debe asumir la responsabilidad sobre este asunto”, señaló.

¿Qué pasará con el proceso contra Gustavo Petro en la Comisión de Acusaciones de la Cámara?

El pasado 8 de junio, Garcés radicó una denuncia contra Petro ante la Comisión de Acusaciones, en respuesta tanto a las declaraciones de Day Vásquez contra Nicolás Petro, en las que hablaba de la presunta entrada irregular de 1.000 millones de pesos provenientes de Santander Lopesierra y Alfonso el ‘Turco’ Hilsaca, así como los audios de Armando Benedetti en los que se refería a la financiación de la campaña en la Costa Caribe.

Usualmente, las investigaciones en la Comisión de Acusaciones no avanzan mucho, salvo en el caso del exmagistrado Jorge Pretelt, que sí fue procesado en esa instancia y cuya condena fue ratificada por la Corte Suprema de Justicia en mayo pasado.

Respecto a los presidentes, el caso que más avanzó fue el de Ernesto Samper Pizano por la entrada de dineros del narcotráfico a su campaña, cuya investigación al final fue archivada.

En ese sentido, el presidente Gustavo Petro podría salir bien librado en la Comisión de Acusaciones, pero hay un lío que jugaría en su contra: la elección de Wadith Manzur, representante a la Cámara, como presidente de la Comisión. En otras palabras: la elección de un opositor a su gobierno, de modo que representa una derrota para Petro.

RCNRadio


Palabras del Presidente Gustavo Petro en la Asamblea Popular Campesina para la Reactivación del Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural

Sincelejo, 3 de agosto de 2023.

Saludo a los representantes de la Asamblea Popular Campesina; a toda la comunidad aquí presente. Como esta mañana dijimos, comunidad es común unidad.

A los delegados que esta comunidad campesina tiene para la reactivación del Sistema Nacional de Reforma Agraria: Nelcy Ruiz Rúa y Manuel Díaz Sierra. Manuel Díaz debe ser primo mío porque mi papá es Petro Sierra.

Al cuerpo diplomático que nos acompaña; ministras, ministros y funcionarios del Gobierno Nacional; congresistas de la República; señoras y señores viceministros; integrantes de los gabinetes departamental y municipal; mandos regionales de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional; al grupo musical ‘Los Gaiteros de Pueblo Santo’ y su director Marlon Perosa; medios de comunicación regionales y nacionales; en general, a toda la comunidad sincelejana que nos acompaña hoy; y, a mi hija Antonella, aquí presente… a mi suegra y otros y otras.

Mis paisanos de Córdoba: un saludo muy especial.

Bien, pues hoy fue un día interesante. Esta mañana dimos un paso muy adelante -ojalá irreversible, espero yo y espera el país también-.

En el proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional estamos ya en un cese del fuego y avanza un proceso de participación popular para definir que la paz se pueda constituir en Colombia como una nueva era, y abandonar definitivamente los caminos de la violencia y de la guerra.

Más de 4 mil personas de pueblos indígenas, afrodescendientes, de ciudades, de campos llegaron allí, al corazón de Colombia, en Bogotá, en todo el centro. Y allí estuvo –por primera vez en la historia– una delegación -desarmada, obviamente-, del Ejército de Liberación Nacional Eln que desde 1964 pelea en estas tierras.

Y hoy tratamos de abrir un camino para que cese ese tipo de lucha, que en mi opinión ya es anacrónica, que no transforma las realidades –algo así, hablamos allí–, sino que el camino de ahora es el de los pueblos, el de la paz, el de la vida.

Por eso pusimos ese concepto ‘vida’ en el centro de nuestra campaña electoral. Entre muchísimas discusiones que siempre hay en esos eventos, discutir cuáles deben ser los colores, las formas, las consignas, decidimos que esa palabra Vida tenía que ser el eje de la campaña. Vida y un sinónimo hoy de la vida, es el cambio.

No podemos abrir los ríos de la vida en Colombia si no hay un cambio. Por la tarde, antes de llegar aquí, de subir al avión para llegar acá, pues tuvimos otras noticias de las cuales no me puedo expresar a profundidad porque sólo son periodísticas –entre otras me gustaría– y un Presidente debe tener información un poco más precisa.

Pero algunas cosas sí podemos decir: Hay una serie de periodistas que quieren mi entrevista, pero yo prefiero hablar aquí con mi pueblo. Si fue mi pueblo el que me eligió. A nadie más le debo la elección.

Entonces, es al pueblo al que debo responder. Tengan ustedes la absoluta certeza de que este Gobierno se acaba de acuerdo al mandato popular ¡De nadie más! Y eso es bueno que quede claro en Colombia.

No hay nadie que pueda terminar con este Gobierno que no sea el pueblo mismo. Y el pueblo mismo dio una orden, por mayoría, en las urnas electorales. Nos vamos hasta el año 2026.

Cualquier idea, en contrario, ojalá se esfume rápidamente. Ojalá. Les invito –a aquellas personas que tienen otras ideas en la cabeza– a que no perseveren en eso. El mandato popular se respeta, punto. El pueblo se respeta.

Alguien escribió… No. No tengo aquí el dato concreto. Voy a buscar pero no voy a mencionar a la persona porque no voy a entrar en eso. Vamos a ver, me esperan un momentico. Bueno, no lo voy a encontrar, pero… alguien escribió hoy que mi hijo (Nicolás) había dicho que yo sabía que habían entrado dineros ilegales en mi campaña.

Tiene esa afirmación varias formas de analizarse; indudablemente piensa, no es un juez. Yo he prometido no interferir en el proceso judicial y lo voy a hacer, y lo repito. Pero, como no es un juez, puedo analizar lo que dijo.

Tiene una especie de instinto, de deseo subliminal. Y es que, obviamente, si eso fuese cierto, este Presidente se tendría que ir el día de hoy. Porque yo no soy (Álvaro) Uribe, no soy (Juan Manuel) Santos, no soy (Iván) Duque, no soy ninguno de los que han pasado atrás, por obvias razones.

Yo vengo de otro tipo de manera de entender las cosas. No critico a los otros, pero nosotros venimos de algo diferente, de otra historia, de otra realidad y de otra sensibilidad. De otra realidad y de otra sensibilidad.

Y entonces, tengo que decirle a esa persona: ‘no siga diciendo mentiras’. Mi hijo no dijo eso. Y no dijo eso por una razón básica: a ninguno de mis hijos y de mis hijas, aquí una presente, les he dicho jamás que delincan. Eso no ha existido.

Ayer se hacían así (se frota las manos), o es que, cómo van a enfrentar al hijo contra el padre. Entonces ¡uy, se acabó el padre! Si es cierto, y no es la primera vez, claro que han intentado usar las cicatrices familiares, las heridas, algunas cicatrizarán, otras quizás nunca.

Claro que han intentado utilizar todas las debilidades aquí y (aprovecharse) de los errores para intentar abrir el camino del derrumbe del primer gobierno popular en Colombia.

¿No les gusta una serie de circunstancias, de las que después hablaré? Y claro que no es la primera vez, tampoco será la última. Ha pasado miles de veces el que se intente enfrentar a un padre con su hijo, o un hijo con su padre.

Pero lo que nunca va a pasar, si la verdad florece, es que se afirme que el actual Presidente de la República haya permitido siquiera, sugerido o vuelto cómplice, el que uno de sus hijos o hijas delinca, porque eso no ha sucedido.

Así que para quienes apoyan débilmente o se confunden, para los más fuertes, para los que nos atacan –porque son también colombianos y colombianas–, pierdan cuidado: el Presidente de la República jamás ha solicitado a ninguno de sus hijos e hijas caer en el delito. Ni para ganar, ni para financiar campañas, ni para nada que tenga que ver con el poder.

Mis hijos y mis hijas han sido libres. Se equivocarán, seguro, como todo ser humano. Andarán por caminos diferentes, quizás, a los míos. Pero el padre eso nunca lo esperará, ni ha sucedido, ni sucederá.

Yo entiendo lo que ha pasado; sé lo que está pasando; sé lo que está ocurriendo: mi papel institucional no me permite quizás hacer lo que hace unos años podría hacer, hablar con más libertad, decir lo que está pasando.

¿Por qué está sucediendo lo que está sucediendo? ¿Por qué esa presión para que el hijo hable contra el padre? ¿Cómo se puede poner una persona entre escoger a su propio hijo y su padre?

Pero tengo que decir que lo entiendo, que lo comprendo, que yo lo he vivido. A mí me tocó, siendo joven -de 24 años, 25 años-, estar preso. No existía la Fiscalía ni nada de eso; eran otras normas. Me juzgó un general de la República. Y me arrestó. Y fui a parar a la cárcel; no a la de los ricos, no a la casa cárcel; fui a parar al patio (no me acuerdo cuál número era), el Patio Noveno, Séptimo de la cárcel La Modelo, y me llevaron de cárcel en cárcel durante año y medio y terminé en La Picota, y allí salí en libertad.

Eran otras circunstancias, otra vida. El general que me arrestó hoy está condenado. Y el arrestado hoy es Presidente. Así se mueve la vida. Alguna vez me encontré con alguno de esos generales retirados y le dije: ‘Mire, la paz consiste en que sus hijos o sus nietos -más viejos que yo era-, y mis hijos jueguen un partido de fútbol, en una esquina de cualquier pueblo, tranquilamente, sin esperar que nadie les dispare, que nadie les persiga. Esa es la paz’.

Así ha sido mi historia. Claro. A mí también me pusieron en unas circunstancias. Me torturaron, me torturaron tres días seguidos para ver si denunciaba a quién o a quién, a ver si personas que ni conocía, personas que no tenían ningún lazo familiar conmigo, personas a las que simplemente había conocido porque tenían la misma idea de luchar por un país diferente igual que yo… Y no hable.

Siempre me pareció que uno no puede arrodillarse ante el verdugo y que la defensa siempre se hace desde la verdad y la dignidad. Y le sale bien, a la postre sale bien. Si no tienes nada que temer, la verdad y la dignidad es el mejor instrumento de la defensa, incluso, judicial.

Años después me sacaron de la Alcaldía. Un señor poderoso dijo: ‘Petro se va’ y el Presidente (de la época) le hizo caso y me sacó… y salió el pueblo, y el pueblo y el pueblo una y otra vez a defender la Democracia.

Y miren. Aquí estoy. Volvimos. Petro no se fue. La gente decía ‘Petro no se va’ no porque sea una dechado de no sé qué, sino porque simplemente había una confluencia en ese momento entre el interés popular y un Gobierno y porque lo que se había puesto sobre la mesa eran simplemente la sinceridad, la verdad. Ese señor no podía destituir al voto popular y el pueblo se hizo respetar.

No era raro que fuese a ocurrir lo mismo. Parecido y otras cosas ahora, si es que lo que se está poniendo en cuestión es si cambiamos a Colombia. Mi hijo ya verá. Lo único que le puedo recomendar es, desde la dignidad, la verdad. No arrodillarse al verdugo jamás. ¡Jamás!

Pero aquí nos toca gobernar. Eso a veces no es tan entendible. Existe una especie de soledad del poder. Es que no es lo mismo vivir en familia que vivir en el Gobierno de un país. A veces no se entiende, a veces no se comprende que una persona tiene que sacrificar la vida familiar por lograr transformar la vida de un país. A veces es incomprensible, pero es el camino que escogimos.

El de depender, básicamente, de ustedes, el de hacer depender un programa de Gobierno o una propuesta, de la misma población, si la población quiere más, hay que ir más. Más y más. Si la población quiere detenerse, hay que detenerse. Si la población quiere retroceder, hacer un paso al costado y dejar que las cosas retrocedan.

Lo he visto en mi propia existencia. Hoy debemos avanzar. Y avanzar aquí significa -para eso hemos venido-, una Reforma Agraria: ¡la tierra para el que la trabaja!

Esta misma consigna funcionó hace años. Era yo un niño, tenía 10 años, en estas mismas tierras. Aquí comenzó una de las luchas más profundas, sólidas, masivas, por una democracia de la tierra, por una posibilidad de que los parias del mundo tengan un espacio para producir, para vivir, para tener calidad, para cumplir una función social, la de otorgar alimentos al conjunto de la sociedad.

Aquí surgieron los 100.000 campesinos que en marcha fueron hasta la Plaza de Bolívar de Bogotá a pedir justicia, en 1971. Aún sus dirigentes batallan; muchos fueron asesinados.

Después de 1971, después de que un Gobierno indolente se negó a acceder -como se hacía en Estados Unidos o en Europa la Francia, la Alemania o en China o en Japón o en Corea-, a que pudiese haber una ‘democracia de la tierra’, a que pudiera haber un acceso de la población campesina a la tenencia de la tierra fértil. Pero no lo escucharon aquí en Colombia. En Colombia se aliaron al gran poseedor, hicieron el pacto de Chicoral y lo que siguió fue la Violencia.

No les gustó ver los 100 mil campesinos y entonces llenaron el espacio de motosierras, de sierras eléctricas y de fusiles, y convirtieron estas tierras en un camposanto de campesinos y de campesinas.

No quisieron hacer una actividad que tuviera que ver con que la tierra llegara al campesino y prefirieron desatar los galgos de la guerra, las oscuridades de la matanza, el genocidio sobre el pueblo campesino del Caribe colombiano.

A mí me tocó hacer esos debates y mostrar la verdad en el Congreso de la República. Cómo el senador, desde la mañana, firmaba la Ley y por la noche hacía la lista de los asesinados; cómo el senador de la República –después de hacer la Ley– se abrazaba, tomando whisky, en las noches, con el asesino, con ‘el carnicero’, le llamaban; cómo iban llenando los pueblos de fosas comunes; cómo iban produciendo un desalojo hasta llenar a Sincelejo de víctimas de la violencia, y hacer crecer la ciudad casi en el doble de su población con los que, aterrados, llegaban huyendo de esas noches en las montañas, en el plan, en los Montes de María, en La Mojana, porque se había desatado el genocidio, con firmas de senadores de la República, de gobernadores del departamento.

Así callaron la posibilidad de la Reforma Agraria.

No les gustó ver los 100.000 campesinos pero sí les gustó ver las 20.000 fosas comunes.

Un país que no pudo llegar a una solución que era posible, prefirió el camino de la muerte.

Lo decíamos esta mañana: el País de la Belleza terminó siendo el país de la Sangre Derramada, sangre de humildes, sangre de jóvenes, sangre de campesinos y campesinas.

Este Gobierno está aquí para tratar de cambiar esa historia; en eso consiste el cambio. En que -de nuevo- pueda haber 100 mil campesinos en la Plaza de Bolívar y, ojalá un millón y ojalá, 10 millones gritando que ‘son ciudadanos y ciudadanas’.

El Congreso de la República actual decidió elevar a norma constitucional el que el campesino y la campesina sean sujetos de derecho. Bien por ese Congreso.

Ni en el 91 se había podido lograr. Pero ser sujeto de derecho significa ‘tener la tierra’, ‘poder vivir en dignidad’.

Y tener la tierra no es un asunto de violencias, aunque por la tierra nos hemos matado desde hace, por lo menos, 80 años –ya va para un siglo– porque no se hace la Reforma Agraria en Colombia.

Es que se puede negociar –lo dijimos esta mañana–, es que podemos llegar a un Acuerdo Nacional.

Que no crean que somos débiles porque hablamos de lograr un Acuerdo; que no crean que es que el Acuerdo, como ellos lo proponen, sea para que nosotros nos arrodillemos ¡No! ¿El que nos dejemos cooptar por los cócteles sociales, por las lisonjas del poder y de la riqueza. No.

Nosotros somos el Gobierno del Pueblo. El Presidente no dejará de ser hijo de una familia popular, nunca dejará –hasta que me alcance el aliento– lucharé por defender el interés de la persona humilde, de la persona más débil, de la persona más excluida, porque para eso estudié, me crié y luché.

Para eso hemos hecho sacrificios y hemos tenido unas victorias y días hermosos que ni se imaginan. Porque a veces en esas luchas intensas es cuan do que aparecen las palabras intensidad, vida, alegría, felicidad. Quién lo dijera.

No es en esas riquezas que se codician y en esos palacios, y en esas sillas doradas y en esos carros de último modelo en donde se consigue la palabra felicidad.

La palabra felicidad se consigue en los caminos, en las trochas. La palabra felicidad se consigue cuando una mujer del pueblo lo abraza a uno, cuando un niño corre libre porque cree que ahí hay una solución distintiva de su vida; cuando un pueblo se junta, ahí aparece la palabra felicidad e intensidad. La felicidad no es de solitarios, la felicidad se construye en comunidad.

Pues bien, entonces a este Gobierno le corresponde lograr un Acuerdo Nacional pero para construir la Paz, para construir los cambios, las transformaciones. Lo dijimos esta mañana. Les estamos diciendo a los 4 mil, 5 mil grandes hacendados de tierras fértiles de Colombia «véndanos la mitad de la finca». Está la plata en el Ministerio de Agricultura, 5 billones cada año, 5 millones de millones cada año.

No se les meta en la cabeza especular. No, lo que valga la tierra en el mercado, o un poco menos, si quieren.

Véndanos la mitad de la hacienda, que no está produciendo nada. Tiene una vaca flaca a veces, una vaca gorda de vez en cuando. No cultiva ni un mata de yuca. Si nos entrega la mitad de la hacienda y se la compramos, adicionalmente, le entregamos los recursos del ICR para que tenga más vacas aún en la otra mitad de la hacienda. Vacas de raza, como dicen por ahí, pastos mejores, árboles, porque el Caribe es la región de Colombia más deforestada y lo que viene es la crisis climática. Y ya lo hemos visto una y otra vez. Si en diciembre andábamos con bota pantera para arriba y para abajo y con el agua en cuello, ¿o no?

Y ahora viene una sequía, nos toca prepararnos, calores que nunca antes el ser humano había sentido ni en 100 mil años. Allá en el Golfo Pérsico, en Europa. 8 millones de hectáreas de pinos quemados en Canadá, es decir, casi tres veces lo que en toda la historia hemos destruido la Selva Amazónica nosotros, solo por el calor.

Claro que tenemos que adaptarnos, cuidar el agua, hay que hacer una Reforma Agraria en Colombia. Hay que lograr producir más alimentos en Colombia, porque la tierra se volverá cada vez más infértil.

No podemos desaprovechar la tierra fértil. La tierra fértil tiene una función social, alimentar el pueblo de Colombia. Y más allá otros pueblos, si podemos, nunca antes el presupuesto de agricultura, por lo menos desde la Constituyente, había sido tan alto como el que hemos puesto hoy.

Que esos hacendados no necesitan de paramilitares ni de fusiles, ni de traqueteos, ni de mafiosos. Necesitamos es honestidad.

Aquí están las funcionarias, compremos la mitad de la tierra y les damos más plata para que sean más ricos, pero en la otra mitad le entregamos esa otra mitad de la hacienda al campesinado para que siembre maíz, para que siembre yuca.

Gana el hacendado porque se vuelve más rico, la riqueza no está en tener la tierra esa es una mentalidad anacrónica, pobre, miserable, feudal. La riqueza está en hacer producir la tierra.

Por tanto, lo ayudamos, va a ser más rico y van a ser más ricos los campesinos, porque pueden producir en tierra fértil. Y va a ser más rica Colombia, porque se puede alimentar y esa es la base fundamental de la paz. Ese un acuerdo. A eso le hemos llamado un Acuerdo Nacional.

Claro que así es que podemos construir la paz en Colombia. Aquí desde Sincelejo lo puedo decir con libertad. A este mundo hacendario que nos rodea en Córdoba, en Bolívar, en el Magdalena, en el Cesar, en el Magdalena Medio hacia el sur, tenemos un negocio que hacer en donde ganamos todos, y el gobierno está dispuesto, con su presupuesto, a garantizarlo.

Y ese negocio enriquece y construye paz, y construye nación. Lo proponemos, hagámoslo, lo estamos esperando. Espero el listado de hacendados que diga oiga yo voy por esa. Denme mi crédito para meter más vacas en la mitad de mi hacienda y vendo mi otra mitad.

Espero ese listado, hay que publicitarlo, porque a veces la comunicación no llega desde Bogotá, no se escucha al pueblo.

Que se sepa en todos los rincones de Sucre, no hay que ir más a la violencia, no necesitamos más de las armas, no necesitamos más de la muerte y de la masacre. Simplemente necesitamos ponernos de acuerdo, el gran Acuerdo Nacional.

Y tengo que decir que esto, mirado, y no lo mencioné esta mañana, tiene otra propuesta detrás y voy a volver al punto inicial de mi intervención, la Justicia.

He presentado una terna para escoger nuevo Fiscal cuando el periodo nuevo comienza, está en discusión, obviamente pública, es la sociedad la que debe opinar, pero al final es la Corte Suprema de Justicia la que debe decidir; a partir de este momento todo depende del Poder Judicial.

Pero sí quiero que se sepa porque hice esa terna.

No solamente porque es una terna de mujeres. Si, estoy diciendo que a la mujer hay que darle poder. Que quizás una mujer Fiscal General de la Nación hace que los delitos contra la mujer y la niñez sean mejor atendidos, no haya impunidad. Que el feminicidio –qué pena, iba a hacer aquí una burrada en el discurso que me iba a costar carísima– , que el feminicidio desaparezca en Colombia.

Que la violencia intrafamiliar, que es una forma, es la transferencia de la violencia que hay en la sociedad hacia el interior de la familia, provocada en general por el hombre, el macho; de las violencias que vivimos nos vamos enfermando mentalmente. Y esas enfermedades mentales llegan al interior de la familia. La violación de los niños, el golpe a la mujer y hasta el asesinato, como hemos visto.

Solo la paz familiar tiene también que ver con la paz de Colombia, pero qué bien sería que ese tipo de delitos pudiesen ser investigados por una mujer.

Tiene que ver con la paz y con la mujer, claro.

He entregado a esa terna además porque son abogadas que han vivido décadas dentro de la Fiscalía, que se la conocen, que son de ese tipo de profesionales que desde abajo van luchando hasta hacerse. No nació ninguna en cuna de oro, no tienen apellidos de lujo, no han sido senadores, ni han sido ministros. Han sido de la tierra, de abajo, luchando por hacer justicia en medio de muchas injusticias, arriesgando la vida.

Porque ahí se arriesga la vida muchas veces, descubriendo la masacre, descubriendo la ignominia, quizás con el asco que da enterarse de esa realidad nacional, como a mí me dio siendo congresista de la República, enterrarse en esos procesos en medio de las hojas que destilan sangre y descubrir que el asesino está es en el poder.

Esas abogadas fueron capaces, todas, en diferentes momentos de su existencia, de arriesgar su vida por la verdad. Y este es un elemento fundamental.

Pero quiero, y eso es lo que me gustaría transmitir hoy –no lo he podido decir públicamente–, que hay otro elemento que me llevó a presentar esa tema.

Lo dije en campaña muchas veces. Nuestro gobierno, de ser elegido, no va a perseguir. No vamos a hacer lo que nos hicieron. No nos vamos a vengar.

La verdad y la justicia no es para la venganza, la venganza es para la reconciliación.

Pero tiene que haber verdad. Más o menos mirando el panorama de las últimas dos décadas, con muchos de mis debates incluso en el Congreso incluidos, se ha logrado, de una u otra manera, una serie de procesos de paz.

La sociedad y el mundo han dicho, inscríbanlos dentro de la idea de la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas.

Y mal que bien se han metido allí dentro de esos criterios.

El proceso de paz con los paramilitares en el gobierno de (Álvaro) Uribe y en la justicia llamada Justicia y Paz. Les disminuimos sus penas, pero digan toda la verdad y reparen sus víctimas. Fue lo que dijo la Corte Constitucional sobre esa ley.

Bueno, se los llevaron extraditados a todos, pero ahora los queremos aquí para decir la verdad.

Yo mismo he dicho que firmo la carta, el decreto que nombra gestor de paz a Salvatore Mancuso, que provocó aquí muchas víctimas.

Y después vino el proceso de Santos con las Farc, criticado aquí, unos que sí, otros que no. Lo cierto es que se firmó. Y allí apareció otra justicia, la Justicia Especial para la Paz, hecha de acuerdo a una sentencia de la Corte Constitucional para los militares y para los ex guerrilleros.

Y esa misma sentencia dijo: los terceros, es decir, los civiles, que ni eran militares ni eran guerrilleros, pero habían puesto el billete y habían incentivado por codicia e interés particular a que el país incendiara la guerra para financiar el paramilitarismo, para que en la guerra pudieran quedarse con la tierra y con la riqueza, y en el desorden pudieran cooptar el Estado en manos de la mafia narcotraficante, entonces esa sentencia dijo que no eran competente ni los jueces de Justicia y Paz ni la Justicia Especial para la Paz.

Es decir, que el competente para juzgar a los que promovieron el genocidio era la justicia ordinaria, la Fiscalía.

Le pregunté al Presidente de la JEP, bueno y entonces ¿cuántos procesos en donde hay este tipo de personas se han trasladado de los archivos y procesos de Justicia y Paz y de la Justicia Especial para la Paz, a la Fiscalía?

Y me dijeron 17 mil procesos. Y no han avanzado.

Y entonces tenemos un problema estructural para construir la paz.

La terna que he presentado, cualquiera que sea la elección que se haga sobre esas personas, tiene la característica de que puede iniciar los procesos y hacerlos avanzar, de quienes hicieron el genocidio en Colombia desde el escritorio.

En realidad ni los paras ni los militares ni los guerrilleros realmente al final no eran sino instrumentos de uno y otro. El poder de ese genocidio no está siendo juzgado.

Pero quiero advertirlo, no lo hago para generar una nueva oleada de violencia. Ya mi hijo es víctima de ello. No, no lo hago para ver si entonces nos vengamos. No. Es para ver si nos reconciliamos.

En esto ya no tendrá que ver la justicia sino el Congreso de Colombia. Es que si se reconoce la verdad, la verdad, y en esto la Fiscalía tiene un papel que cumplir. Y le pediría a la que la Corte Suprema de Justicia escoja que cumpla esa misión, dada esa sentencia que ya no la puede cumplir ni Justicia y Paz, ni la JEP, que entonces la Fiscalía adopte la posición de que, al adelantar esos 17 mil procesos, aparezca una verdad. Y que quienes sean sujetos de esos delitos puedan decirlo entonces, puedan reparar las víctimas y pueda a través de un proceso de justicia transicional, que significa rebajar penas, sí, podamos llegar a algo –por lo cual en campaña me levantaron de verdad a través de casi todos los medios de comunicación–, a un perdón social, que es lo mismo que decir a la reconciliación, a la paz definitiva.

La terna que he presentado en mi opinión, la Corte ya decidirá, no es para esconder el delito. Soy el primer Presidente que le dice a la Justicia que juzgue a su hijo.

No porque otros hijos no hayan delinquido, que sabemos que sí, sino porque todos los presidentes protegían al hijo antes que a la Justicia.

A mí me costará muchísimo, pero quiero proteger primero a la justicia, porque sé que protegiendo a la Justicia protegeré a millones de hijos y de hijas del pueblo colombiano, que no irán asesinados por ahí, que no serán carne de cañón de la violencia y de la guerra colombiana.

Porque si protegemos la verdad y la Justicia, alcanzaremos la reconciliación y la paz.

La terna que he presentado es para construir la gran reconciliación nacional del pueblo colombiano, de la sociedad colombiana toda, para que podamos mirar al frente, en los días que están por venir, mirar con esperanza la construcción de una sociedad y de una nación grande. De una Colombia potencia mundial de la vida, en donde el pueblo campesino pueda cultivar, nos pueda alimentar, pueda criar a sus hijos y pueda vivir en paz.

Gracias, muy amables.

Presidencia Colombia

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