¿Bukelismo o Buen Vivir? – Por Jorge Oseguera Gamba
¿Bukelismo o Buen Vivir?
Jorge Oseguera Gamba*
En un contexto de preocupante deterioro de la paz, Ecuador se acerca a la primera vuelta de las elecciones presidenciales. En el continente hay experiencias de dos aproximaciones diferentes a este problema. Por un lado, están las propuestas punitivistas y coercitivas puestas de moda gracias a Nayib Bukele en El Salvador. Por otro lado, están las aproximaciones más integrales que abordan el problema con soluciones económicas y sociales, como la que tomó Rafael Correa durante su gobierno. Un análisis de las mediciones internacionales de paz confirman que la segunda es la mejor opción.
Comencemos por cómo se mide la paz internacionalmente. La medición más ampliamente usada es el Índice de Paz Global (IPG), un instrumento elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz, un tanque de pensamiento con sede en Australia. Nos da un panorama muy completo de la paz, pues toma en cuenta 23 indicadores como nivel de criminalidad percibida por la sociedad, número de homicidios por cada 100 mil habitantes, facilidad de acceso a armas pequeñas, protestas violentas e inestabilidad política, por mencionar algunos. El resultado es una calificación del 1 al 5, donde 1 representa la situación de mayor paz posible y 5 la de menor paz.
Durante el periodo de gobierno de la Revolución Ciudadana, el IPG del Ecuador mejoró en un 15.20% (pasando de una calificación de 2.269 en 2008 a 1.924 en 2017). En el ranking mundial, Ecuador pasó del lugar número 120 (de 163 países) en 2008 al número 61 en el 2017. Sin embargo, a partir de las presidencias de Lenín Moreno (con el actual candidato presidencial Otto Sonnenholzner como vicepresidente) y de Guillermo Lasso, los índices han empeorado considerablemente. Según el último informe del IPG, de los países de Sudamérica, “Ecuador experimentó el deterioro más grande en la calificación total, debido al incremento en crímenes violentos y muertes por conflicto interno […] cayendo 24 lugares en el ranking” (p. 18) hasta el lugar 97. Del 2021 al 2022, en Guayaquil, Durán y Samborondón los crímenes violentos se triplicaron y, según el reporte, la tasa nacional de homicidios ha superado los 25 por cada 100 mil habitantes. El dato más alarmante lo confirman tanto el Ministerio del Interior, la Policía Nacional y el INEC: en el cantón de Esmeraldas, la tasa de homicidios pasó de 31.5 en el 2021 a 171.5 en el 2022, esto es, un aumento de más del 400% en tan solo un año.
¿A qué se debe esto? Se podría argumentar que este deterioro en la paz se debe a la llegada al país de los cárteles de droga transnacionales. Sin embargo, un documento elaborado por el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado reporta, por ejemplo, que “en Ecuador, el Cártel de Sinaloa registra su presencia desde el año 2003” (p.83), por lo que dichos cárteles estaban ya presentes mucho antes del periodo de gobierno de la Revolución Ciudadana. El último reporte de la IPG explica el deterioro de la paz en Ecuador por el aumento en crímenes violentos y muertes, resultado del “incremento de poder y prominencia de los grupos de crimen organizado” (p.18). El desmantelamiento del aparato estatal y la desatención de las problemáticas sociales por parte de Guillermo Lasso fueron sin duda factores que contribuyeron.
Ante esta situación se presentan propuestas en dos líneas distintas. La primera línea es la bukelista. Por ejemplo, el candidato Jan Topic ha alabado las políticas de Bukele y Xavier Hervas propuso catalogar de terroristas a las organizaciones criminales. A pesar de que estas políticas se han vuelto muy populares desde que Bukele aseguró haber reducido a cero el número de homicidios con su estrategia, hay que tener en cuenta varios puntos. Por un lado, no es claro que podamos confiar en las cifras de homicidios. Pero asumiendo que las cifras fueran confiables, hay otros puntos más importantes. Uno de ellos es que el IPG de El Salvador de hecho se ha deteriorado en el periodo de Bukele, pasando de una calificación de 2.22 en la posición 116 en el 2019, a una calificación de 2.28 en la posición 122 en el 2023. El último informe le atribuye este cambio al aumento en la inestabilidad política, producto de la manera poco democrática en la que ha implementado su estrategia, como entrar a la Asamblea Legislativa armado y con soldados para aprobar un préstamo destinado a equipamiento en seguridad.
Más aún, el principal punto a tomar en cuenta es que los grupos criminales a los que se le hizo frente en El Salvador son muy diferentes a los que están tomando fuerza en el Ecuador. Las primeras son principalmente pandillas como las Maras Salvatruchas. Las segundas son las organizaciones criminales más poderosas del planeta, como el Cártel de Sinaloa. Es muy distinto combatir con mano dura a pandilleros que a cárteles con enormes recursos financieros y una impresionante capacidad armamentística. En México se intentó la “mano dura” con desastrosas consecuencias. En el 2006, el entonces presidente Felipe Calderón, de la mano de EE. UU., inició una guerra frontal contra el narcotráfico, que continuó su sucesor Enrique Peña Nieto. Para librar la lucha, el narcotráfico incursionó en otras actividades criminales como la extorsión y el secuestro. Uno de los resultados fue pasar en 2006 de una tasa de 9.6 homicidios por cada 100 mil habitantes, a 29.58 en 2018, su punto más alto.
Las gráficas anteriores provienen del Índice de Paz México (IPM), un reporte especial y detallado que viene haciendo también el Instituto para la Economía y la Paz desde hace 10 años. En ellas se aprecia como el IPM se vino deteriorando hasta el 2019. En los últimos tres años, el IPM comenzó a mejorar. ¿Cómo se logró este cambio en la tendencia? Esta pregunta es importante para Ecuador, pues el objetivo ahora es revertir la tendencia negativa, lo que me lleva a la segunda alternativa en cuanto a estrategia de seguridad.
A partir del 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador implementó una estrategia distinta a sus antecesores. Se pasó de priorizar el ataque frontal contra el crimen organizado a atacar las causas profundas de la violencia con una serie de medidas como la construcción de obras importantes de infraestructura y aumentar los apoyos sociales y, gradualmente, el salario mínimo. Esta estrategia integral para combatir al crimen organizado tiene como componente central sacar a las personas de la pobreza, generando alternativas laborales y que así la gente no se vea obligada a incorporarse al crimen. Esta misma línea estratégica se puede encontrar en las políticas de Buen Vivir que se implementaron durante la Revolución Ciudadana y que llevaron al mejoramiento en el IPG de Ecuador.
Las y los ecuatorianos tienen una decisión importante que tomar. Por un lado, pueden optar por la “mano dura” que está de moda en el continente y que en teoría suena bien, pero que en la realidad ha mostrado ser contraproducente. Por otro lado, tienen la opción de la Revolución Ciudadana, cuyas políticas de Buen Vivir han mostrado resultados positivos y duraderos en materia de paz en el Ecuador.
*Jorge Oseguera Gamba es Doctor en Filosofía por la Florida State University. Ha sido profesor de esta universidad y de la Universidad de Colorado, Boulder. Actualmente es profesor investigador en el Centro de Investigación en Ciencias Cognitivas (CINCCO) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEMor). Su principal línea de investigación es el bienestar. Es miembro de la Well-being Economy Alliance (WEAll) y colaborador del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro (IDEAL).