Paraguay | Nueva hegemonía de un viejo partido – Por Adolfo Giménez, especial para NODAL

01/05/2023 El presidente electo de Paraguay, Santiago Peña POLITICA INTERNACIONAL GOBIERNO DE PARAGUAY
1.432

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Nueva hegemonía de un viejo partido

Por Adolfo Giménez (*), especial para Nodal

Economía concentrada en pocas manos, enclave extravista, de agronegocios,  crecimiento del crimen organizado y del narcotráfico con renovación de la hegemonía del Partido Colorado en el poder, son los elementos del nuevo periodo político que comenzará el presidente electo Santiago Peña el próximo 15 de agosto

Un poco antes,  el 1 de julio se instalará el nuevo Congreso electo en las elecciones de abril pasado.  Es la primera parte de un nuevo periodo político que se abre con el dominio de un amplio bloque conservador de derecha y centroderecha que incluye a sectores neoliberales y antiderechos, en las dos Cámaras.

Concluyó el ciclo progresista encabezado por el expresidente Fernando Lugo, cuyo movimiento apareció como una nueva fuerza política en el 2008,

La centroizquierda y la izquierda han desaparecido de la disputa y su recuperación es incierta a corto plazo. Su lugar lo ocupa hoy el movimiento Cruzada Nacional  liderada por el exsenador Paraguayo Cubas (1) , un líder carismático de derecha, antisistema, que se muestra a favor de un Estado fuerte y de un gobierno autoritario.  Pero Cruzada Nacional todavía tiene que demostrar si es una organización política con vida propia  -y no una simple articulación oportunista- y que su representación parlamentaria cumplirá una intervención más o menos entendible para posicionarse como un nuevo espacio político.

Como la nueva tercera fuerza política tampoco se conoce si tiene una propuesta para la lucha democrática contra la hegemonía colorada o si todo se concentrará en la figura de su polémico líder, la gran sorpresa de las últimas elecciones: obtuvo el 23 por ciento de los votos.

Una parte importante de este apoyo estuvo dado por gente joven que no necesariamente hizo una opción ideológica por la ultraderecha o el neofascismo, sino que con el voto hizo una manifestación de protesta y de rechazo al actual sistema político copado por la corrupción, los privilegios del poder y la exclusión social.

El nuevo gobierno encabezado por Santiago Peña tendrá mayoría absoluta en las dos Cámaras del Congreso y con 15 de las 17 gobernaciones del país. Y al concluir el periodo de cinco años de gobierno, el Partido Colorado rondará los 80 años en el poder, un dominio que marca profundamente la política -y la forma de hacer política- en Paraguay

Un sistema que logró consolidar con el corporativismo de su dirigencia, de amplia clientela, que aseguró el voto seguro mediante la organización de miles de empleados del Estado, de los jubilados, miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía junto a sus familiares. Un sistema político que sigue funcionando por décadas y que nunca pudo quebrar la oposición.

Otro elemento que favorece a la hegemonía colorada, que se ha renovado de manera sorprendente e imprevista,  es la ausencia de un movimiento popular organizado e independiente que no esté ligado al Estado o al Partido Colorado.

El viejo partido gobernante en Paraguay (se fundó en 1887) es un partido oligárquico, con rasgos populistas, que concentra y negocia el poder con la oligarquía tradicional. Progresivamente van ganando espacio en su interior representantes del crimen organizado que hoy controlan el sector mayoritario, es la principal fuerza interna y, además, el dinero proveniente del narcotráfico es propietario de una porción importante de la  economía nacional. Una fuerza económica y política que logró consolidarse en las últimas décadas.

Poco antes de las últimas elecciones nacionales, el Departamento de Estado de Estados Unidos declaró significativamente corrupto al principal dirigente actual del Partido Colorado, el empresario y expresidente Horacio Cartes, y la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) sancionó a varias de sus empresas.

Aún con estos antecedentes, Cartes (el poder real detrás del trono) es hoy el  interlocutor indirecto (y negociador) de la política de intervención local de Estados Unidos que redobló vigilancia sobre el lavado de dinero y la Hidrovía Paraná-Paraguay (2), entre varios otros puntos.

Es evidente que el nuevo gobierno enfrentará una coyuntura en la que se agudizarán los problemas sociales y económicos que empeorarán las condiciones de vida de la mayoría de la población. La informalidad actual alcanza al 62 por ciento de la población activa. El crecimiento económico de los últimos tres años no alcanzó el 3 por ciento. El sector industrial no supera el 14 por ciento del PIB y la pobreza y pobreza extrema alcanzan el 25 por ciento, según datos oficiales, pero analistas del sector privado lo ubican mucho más arriba.

Gramsci escribió: “cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer aparecen los monstruos”. En el caso paraguayo no ocurre exactamente así, aunque hay algunos signos para concluir de esta manera. Aquí lo viejo no está moribundo y lo nuevo no termina de aparecer, nace y desaparece repetidamente.

Tampoco podría hablarse de un Estado fallido, es un Estado completamente ajustado a los intereses de los que detentan el poder.

En un sistema democrático representativo desprestigiado, las elecciones forman parte de un juego de legitimación en donde el dinero, la presión, la extorsión tienen cada vez más peso ante el crecimiento de la pobreza y de la informalidad, por la incertidumbre sobre el futuro, que al mismo tiempo propician la aparición de figuras mesiánicas antisistema que ofrecen una solución  mágica de mano dura a todo.

Sin embargo, no todo puede justificarse por  la coyuntura local o internacional. Hay una falencia histórica y unas limitaciones enormes de la oposición en su conjunto, de las fuerzas democráticas y de la izquierda, y la responsabilidad principal es de su dirigencia.

La correlación de fuerzas indican que hoy las expresiones democráticas, el campo popular y la izquierda están en una posición muy desfavorable. La recuperación requerirá siempre evaluación, reorganización y renovación, recomenzar de otra manera, con un nuevo método. La actual renovación de la hegemonía colorada, liderada por un sector mafioso ligado al crimen organizado, no parece tener un corto plazo, aunque transcurrieran 80 años.

Notas:

(1) Cubas está bajo reclusión con prisión preventiva e imputado por amenazas a la Justicia Electoral que lo había denunciado ante la fiscalía.

(2) El gobierno negocia la firma de un acuerdo de cooperación y asistencia técnica para canalizar el río Paraguay y permitir la navegación de buques de mayor calado, un proyecto que es rechazado por varios sectores políticos y ambientalistas.

*Periodista paraguayo

 

Más notas sobre el tema