Murió Adolfo Gilly, uno de los grandes pensadores de México y un comprometido militante de la izquierda en América Latina

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Adolfo Gilly explicó los movimientos sociales con una visión de izquierda

Adolfo Gilly, uno de los grandes pensadores de México y un comprometido militante de la izquierda en América Latina, historiador y periodista, falleció ayer de muerte natural a la edad de 94 años. La familia informó que las exequias fueron privadas y su cuerpo fue incinerado.

El intelectual, quien nació en Buenos Aires, Argentina, en 1928, sostenía que uno se encamina a la rebelión por sentimientos, no por pensamientos, en entrevista con la británica New Left Review. Ahí refirió que su compromiso inicial con el movimiento revolucionario llegó primero; los libros, después. Lo que leía parecía de veras que confirmaba lo que mi experiencia y mi intuición ya me habían indicado.

Gilly puntualizó que quizá el sentimiento verdaderamente crucial es el de justicia: la constatación de que tú no estás de acuerdo con este mundo.

Claudia Sheinbaum, ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, publicó en su cuenta de Twitter: Querido Adolfo, siempre te recordaremos con cariño. Compañero de tantas luchas. Un referente ético y político. Pensador y estudioso de la historia nacional, de izquierda, de principios y congruencia.

El historiador Paco Ignacio Taibo II se refirió a la triste noticia de la partida de Gilly, a quien describió como una figura clave en la República que se está construyendo.

El director del Fondo de Cultura Económica mencionó que Gilly fue quizá el autor que hizo la mejor crónica de lo que fue el cardenismo original. Adolfo deja detrás su cariño, su rigidez afortunada, su talento, su buena voluntad, su buena letra y su buena pluma.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lamentó el fallecimiento del doctor Gilly, profesor emérito por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, quien por más de 30 años desarrolló su labor de docencia e investigación en la máxima casa de estudios.

En redes sociales, destacó que el historiador fue un defensor e impulsor de las mejores causas desde la izquierda universitaria.

El subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, también se sumó a los mensajes de condolencias. En Twitter expresó: Descanse en paz el historiador Adolfo Gilly, referente intelectual de la izquierda en México.

Por su parte, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez resaltó que Gilly siempre acompañó solidariamente las luchas por los derechos humanos.

Recordó especialmente su cercanía con víctimas y organizaciones en la represión de San Salvador Atenco, estado de México, en 2006, y en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, en septiembre de 2014.

Política de México y AL

Adolfo Atilio Malvagni Gilly obtuvo la ciudadanía mexicana en 1982 y fue colaborador de La Jornada sobre temas como la globalización y el movimiento zapatista. Además, escribió numerosos libros sobre la historia y la política de México y América Latina.

En 1943 se unió al Comité De Gaulle por simple simpatía hacia la Francia combatiente. La primera manifestación política a la que asistí fue para celebrar la liberación de París en agosto de 1944; tenía entonces 16 años, contó en esa conversación.

Recordó que 1946 fue un momento decisivo para su militancia, cuando se unió a la Juventud Socialista, el ala juvenil del Partido Socialista, al que luego se afilió. Más tarde se cambió al Movimiento Obrero Revolucionario.

En 1949, junto con Guillermo Almeyra se unió a la Cuarta Internacional. En 1956 fue a Bolivia como integrante de esa organización y permaneció cuatro años trabajando con diversas causas en ese país.

Luego estuvo en Guatemala, apoyando a la guerrilla contra la dictadura; atravesó Europa, donde se entrevistó con los líderes de la Cuarta Internacional y analizó las cuestiones políticas que preocupaban a las principales corrientes de ese continente; se asentó en Cuba por un par de años como escritor y periodista. En 1963, tras la crisis de los misiles, partió a Italia.

Lecumberri

Después de desarrollar una labor vertiginosa en varios países, fue arrestado en México en 1966, a poco de arribar desde Guatemala, y pasó seis años en la prisión de Lecumberri. En ese lugar siguió minuciosamente los sucesos del movimiento estudiantil de 1968. Desde ese confinamiento escribió uno de sus libros más conocidos: La revolución interrumpida, en la que plasmó una historia de esa gesta, pero escrita desde la izquierda y que ha tenido unas 35 ediciones.

Su interés en ese libro era encontrar el ímpetu intrínseco que se hallaba detrás de los movimientos de las masas: no quién ganó qué batalla, sino qué demonios quería esa gente.

Carlos Monsiváis subrayó entonces que Gilly nos ha confirmado que la inteligencia crítica requiere de la pasión, que la Revolución Mexicana es un proceso legible y entendible y no una cadena de aberraciones históricas, que el juego de los héroes y los villanos pertenece a una visión rudimentaria.

En su trayectoria obtuvo decenas de reconocimiento. En 1986 recibió el Premio Juchimán de Plata de la Universidad Autónoma de Tabasco, por 30 años de investigación en ciencias sociales.

Atento a las luchas estudiantiles, participó en la huelga universitaria de la UNAM de 1986-1988, apoyando las protestas contra la introducción de las tasas de matriculación. El punto principal era si la educación pública seguía siendo gratuita, si seguía siendo un derecho en vez de un servicio. Se trataba de defender una cierta forma de República, sostuvo. Cuando ocurrió la siguiente huelga, en 1999-2000, escribió numerosos artículos en apoyo de los estudiantes.

La Jornada

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