Colombia | Unasur, ¿un retorno viable? – Por Mauricio Jaramillo Jassir
Colombia | Unasur, ¿un retorno viable?
Por Mauricio Jaramillo Jassir*
En una sorpresiva declaración por Twitter, como nos tiene acostumbrados Gustavo Petro, se anunció el retorno formal de Colombia a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), así como el deseo de modificar su nombre por Asociación. Según el mandatario, esto le daría más trascendencia evitando un nuevo desmonte como ocurrió en el pasado reciente. ¿Qué implica este retorno? ¿Es inmediato o debe cursar algún trámite? ¿Es positivo para el país, en esta coyuntura?
El retorno de Colombia ocurre luego de que, durante varios años, los gobiernos conservadores suramericanos que arribaron al poder a partir de 2015 se fuesen retirando de la Unión a la que consideraban como una extensión de la proyección ideológica chavista. Cuando sorpresivamente ese mismo año, Mauricio Macri le ganó el pulso al kirchnerismo en la segunda vuelta, comenzó la debacle de Unasur. El argentino no solo evocó la cláusula democrática de Mercosur (Protocolo de Ushuaia) que autoriza a la suspensión de los derechos políticos de un miembro ante rompimiento democrático, sino que se desligó de Unasur en un claro intento por hacer presión sobre Caracas y aislar a Nicolás Maduro. La noche en que se conoció su victoria, lo acompañaba Liliana Tintori esposa del entonces arrestado Leopoldo López, cara más visible por la época de los presos políticos venezolanos. Luego con la destitución de Dilma Rousseff al año siguiente y las victorias en las urnas de Pedro Pablo Kuczynski, Sebastián Piñera, Mario Abdo Benítez e Iván Duque, Unasur quedó parcialmente desmontada y sus actividades congeladas. Algo similar ocurrió con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), creada como heredera del Grupo de Río y donde tiene asiento toda la región, a diferencia de la OEA, sin la presencia de EEUU ni Canadá. Ante el giro autoritario venezolano en abril de 2017 cuando Maduro procedió a cuasi disolver la Asamblea Nacional (congreso), los gobiernos tomaron la decisión de establecer el Grupo de Lima que, en la práctica, dejó sin piso a Unasur.
Cuando se creó aún estaba Santos en el poder y aunque se convocó al embajador en Caracas, Ricardo Lozano indefinidamente, se tomó la decisión de mantener la presencia consular. Una vez Duque en el poder, se cortó todo vínculo y denunció el Tratado Constitutivo del bloque sudamericano que Duque consideraba como “el más grande cómplice de la dictadura de Venezuela”. No obstante, la presencia colombiana en Unasur no parece cosecha de los partidos de izquierda, sino una decisión de la derecha. Álvaro Uribe en mayo de 2008 en presencia del Lula, Hugo Chávez, Alan García y Michelle Bachelet entre otros, firmó el ingreso y en 2011 durante la primera administración Santos el Congreso lo ratificó (Ley 1440 de 2011). Parte de diplomáticos colombianos y venezolanos recuerdan la fluidez de la relación Chávez Uribe en estos encuentros, la cual no estaba exenta de episodios bochornosos por el desparpajo de ambos.
Ante el desmonte reciente del Grupo de Lima, cuya supervivencia siempre estuvo atada la presencia de gobiernos conservadores, como producto del fracaso de la estrategia del Cerco Diplomático contra Venezuela, Brasil ha decidido relanzar la Unasur. Argentina había sido la líder del proceso, pero sin la fuerza necesaria, en buena medida porque Alberto Fernández está con el agua al cuello por problemas internos (la relección del peronismo parece imposible y la inflación inatajable) por lo que carece de capacidad de convocatoria. Solo Lula tiene la capacidad de citar a los doce sudamericanos.
¿Sirve de algo volver?
A Colombia le sirve volver a Unasur, pues mientras existió, fue escenario para la discusión de controversias con sus vecinos como fue el caso de Ecuador y Venezuela. Un mecanismo de diálogo político parece urgente a medida que crece la tensión Bogotá Lima y se hacen necesarios puentes de diálogo en y hacia Venezuela. Ahora bien, esta Unasur no podrá ser la misma del pasado y deberá tomar nota de los errores históricos por ambiciones desmedidas en 12 consejos sectoriales (defensa, cultura, educación, salud, drogas, etc.), seguramente los objetivos y mecanismos serán más acotados y aterrizados a temas puntuales. Para Colombia urgen dos: Venezuela y continuar con la promoción del medioambiente como derrotero de la política exterior.
La presencia de Venezuela en estos espacios, sea Unasur o Celac no puede interpretarse como señal de aquiescencia con la violación a los derechos humanos y la deriva autoritaria. La exigencia del levantamiento de sanciones tampoco implica sintonía ideológica con Maduro. Ambas presunciones forzadas fueron la base discursiva con la que la derecha mantuvo a flote forzadamente la estrategia del cerco, costosísima en términos humanitarios para los venezolanos más vulnerables. Los casos de Birmania, Cuba, Irak y Siria muestran la esterilidad de empujar cambios a través de los castigos, pues solo radicalizan los discursos oficialistas, mientras golpean a inocentes.
¿Será inmediato este retorno? Es prematuro para saberlo. Desde conocido el anuncio, Duque siguiendo los pasos de Uribe, recién dejó el poder ha emprendido una maratón para advertir a la Corte Constitucional -extrañamente pues era su contradictora en términos del uribismo- que deberá hacer control sobre ese retorno y que debería pasar por el Congreso, algo no del todo cierto pues la Ley 1440 guarda vigencia, jamás fue derogada. Aún así y antes de que se concrete el retorno colombiano, Unasur deberá garantizar el retorno de los doce, siendo los casos de Chile, Uruguay y Paraguay los más complejos. Ecuador a pesar de tener un gobierno conservador y que podría caer en el discurso maniqueo de la derecha, necesita legitimarse regionalmente tras la declaratoria inconstitucional de la “muerte cruzada”. Tampoco existe cereza de cómo avanzar en el tránsito de Unión a Asociación tal como propuso Petro. Cuando en 2008, se pasó de la Comunidad Suramericana de Naciones (CASA) creada en 2004 por gobiernos conservadores y de izquierda -con lo cual se comprueba la tesis de que su origen no está solamente en la izquierda- existía un consenso sobre esa modificación, algo hoy improbable.
Colombia reingresa a Unasur no por apoyar a Nicolás Maduro, sino porque se suma al consenso regional sobre el respeto del multilateralismo. También por la obligación constitucional de privilegiar a América Latina y el Caribe (artículo 227), principio que se abandonó peligrosamente con Duque. Desde los 90, todos los gobiernos sin excepción respetaron tal ideal (incluido Uribe), por tanto, el regreso al bloque suramericano debe leerse en conjunto con el de CELAC y el nuevo activismo en la Comunidad Andina. Se trata de volver a la zona a la que pertenece Colombia.
*Profesor de la Universidad del Rosario.