Tope de la deuda
1.- Tope de la deuda
León Bendesky*
El tope de la deuda se refiere a la capacidad que tiene el Departamento del Tesoro de Estados Unidos para financiar sus obligaciones legales de pago, como son: la seguridad social, los beneficios de salud, el salario de los militares, los intereses de la deuda del gobierno, la devolución de impuestos y otros más.
Hoy, dicho tope es de 31.4 trillones de dólares (o sea, billones o millones de millones). Cuando el reloj instalado en Manhattan en 1989 empezó a mostrar la cuenta de la deuda del gobierno, esta era de 3 trillones.
El Tesoro es el mayor tomador de deuda del mundo y el tope de endeudamiento es un procedimiento establecido en los asuntos fiscales de Estados Unidos desde 1917. El trasfondo del asunto consiste en que periódicamente hay que acomodar la capacidad para endeudarse. Esto provoca una negociación política que puede llevarse hasta el límite del tiempo establecido, lo que suele ocurrir durante cualquier gobierno, ya sea del partido demócrata o republicano.
El asunto del tope a la deuda surge del hecho de que el gobierno opera con déficit presupuestal (los ingresos no son suficientes para cubrir los gastos) y tiene que tomar prestado para cubrir la diferencia que, cómo puede verse se trata de montos muy elevados. El gobierno no ha operado con un superávit fiscal desde 2001 y cada año ha tenido que endeudarse adicionalmente para cubrir sus gastos.
Desde enero pasado se llegó al tope de la deuda y los pagos del gobierno se han hecho reasignando los fondos existentes. En este momento persiste un estancamiento de los acuerdos políticos y podría haber una situación de impago a partir de primero de junio.
El Congreso es quien autoriza el tope de la deuda y, también, su modificación. Desde 1960 siempre lo ha hecho, en 78 ocasiones (49 con gobiernos republicanos y 29 con demócratas), ya sea elevándolo de modo permanente, extendiéndolo de forma temporal o, incluso redefiniendo el límite del endeudamiento.
Es por eso que hoy prevalece la idea de que, ante la necesidad de elevar el tope, eventualmente, habrá un arreglo, pues las consecuencias de no hacerlo serían graves y no sólo internamente. Esa es la situación en que se encuentra ahora la negociación entre la administración del presidente Biden y el Congreso. Entretanto los inversionistas van adaptando sus decisiones de modo preventivo, pero sin provocar trastornos mayores en el mercado financiero.
La manera en que está planteado el asunto es que los congresistas republicanos presionan al presidente para ajustar el presupuesto, lo que puede llevar, o no, a una redefinición de las prioridades para reducir el gasto. A tal ajuste se niega Biden. En la negociación se establecen ciertos compromisos y no hay un antecedente alguno de ruptura. Pero siempre existe la eventualidad de que ocurra.
La deuda gubernamental (los 31.4 trillones) se consigue mediante la colocación de notas o bonos emitidos por el Tesoro. Esa deuda federal la compran distintos agentes: individuos, empresas, gobiernos locales y estatales, la Reserva Federal (el banco central) y gobiernos extranjeros. Dado su enorme valor y su dispersión global, la repercusión del impago de los compromisos indica claramente que no se trata solo de un problema a escala nacional en Estados Unidos.
Esta es una de las expresiones del poder económico de Estados Unidos y del dólar, su moneda, que se demanda globalmente. Una crisis de endeudamiento pondría, por lo tanto, en una situación sumamente riesgosa a ese país, la que se extendería en mayores o menores proporciones por todas partes. Es un riesgo compartido.
A principios de 2023 la deuda del Tesoro en posesión de gobiernos extranjeros era del orden de 7.4 trillones de dólares (23.8 por ciento del total). En las dos décadas anteriores los bancos centrales de diversos países y otras entidades gubernamentales han poseído entre 50 y 75 por ciento, el resto lo tienen inversionistas privados y empresas.
En enero de 2023, Japón tenía 1.1 trillones en valores del Tesoro; China 859 billones (miles de millones según se mide acá), Reino Unido 668; Bélgica 331 y Luxemburgo 318.
La razón principal para comprar cualquier tipo de deuda es la confianza, y en este caso se trata de la deuda emitida por el gobierno de Estados Unidos y que nunca ha dejado de pagar, está denominada en dólares que, hoy por hoy, sigue siendo la moneda predominante. El riesgo de impago es muy elevado para los involucrados.
El dólar estadunidense es la moneda más usada en el comercio mundial, de divisas, con alrededor de 60 de las reservas y 80 por ciento del comercio global entre monedas. Ciertamente, en los años recientes esa condición ha ido declinando de modo gradual en la medida en que crece el poderío económico de China y el yuan se usa más para saldar las cuentas del comercio y realizar inversiones.
El tema del tope de la deuda se enmarca, pues, en un entorno internacional cambiante, con un dólar que se ha tornado más inestable y que se añade a las alteraciones en el campo del poder en las relaciones internacionales.
*Analista económico mexicano. Es licenciado en Economía por la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México y realizó sus estudios de doctorado en Cornell University en Nueva York y por la Universidad de Cambridge en Gran Bretaña.
2.- Sanciones: debacle capitalista
John Saxe-Fernández
Ante la presencia de una asimetría profunda entre el poderío económico y militar de un Estados Unidos (EU) en plena campaña electoral echando mano a amenazas injerencistas contra México, Colombia, Bolivia y Brasil, la resistencia es a la diplomacia de fuerza de una potencia nuclear en pronunciado declive hegemónico.
La intensidad de tal declive así como la manera de frenarlo pueden tener consecuencias desastrosas para la región latinoamericana y el mundo por las atrocidades que genera Estados Unidos en su intento por infligir castigos e ilegales sanciones tanto en tiempos de guerra, los más, como en tiempos de una paz precaria.
No extraña que entre las reflexiones de mayor calado y preocupaciones sobre los efectos jurídicos y económicos del ilegal régimen de sanciones provengan precisamente del presidente Vladimir Putin y la Federación Rusa, ambos con los récords mundiales en la aplicación de dichas sanciones.
El caso de las sanciones ilegítimas y la ruptura de los tratados entre estados perjudican al sistema jurídico internacional, dijo Putin en el Foro Jurídico Internacional, de San Petersburgo (Sputnik, 5/05/23). También dijo que hoy en día la publicación de esas sanciones ilegítimas, el desprecio del principio de igualdad de los estados, la injerencia en sus asuntos internos, la ruptura de un tratado de la esfera de la estabilidad estratégica destruyen su esencia misma, y aludió también a graves efectos en el funcionamiento de la economía global: Rusia aboga de manera permanente en el ámbito público por la creación de asociaciones mutuamente beneficiosas, ya sea en el campo de la seguridad en la economía, la ciencia, así como en la cultura y el deporte”.
Estas convenciones del estado de derecho, el respecto a la soberanía de los países, representa una base sólida para un orden mundial multipolar más justo y democrático en formación.
La otra dimensión del fenómeno del unilateralismo agresivo (que no monopolaridad) proviene de las graves implicaciones que tiene la incautación del dinero de un empresario ruso, para entregarlos a Ucrania, calificado por el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov como un robo (y hay 300 mil millones de dólares más pertenecientes a Rusia en la mira).
Esas incautaciones reciben una atención especial en exhaustivo y preciso análisis del investigador cubano Hedelberto López Blanch ( Los robos financieros de Estados Unidos, Rebelión.org 13/05/23) donde se ilustran ad nauseam estos atracos que rompen con el orden jurídico requerido para el funcionamiento del sistema financiero y bancario en países que se autoproclaman defensores del libre mercado y de la sacrosanta inviolabilidad de la propiedad privada.
La última acción de piratería económica estadunidense (¿piratería de cuello blanco?) fue avalar el decreto del juez del distrito de Delaware, Leonard Stark, para subastar y entregar la petrolera venezolana Citgo Petroleum, filial de PDVSA a un grupo de opositores derechistas encabezados por el ex diputado Juan Guaidó… alejado de cualquier ley internacional… el colmo.
López Blanch cita al presidente Nicolás Maduro quien en una alocución pública, catalogó la acción como robo descarado de una empresa estimada en más de 8 mil millones de dólares y alrededor de 10 mil bombas de gasolina en Estados Unidos, de una empresa que genera al año más de mil millones de dólares. El gobierno de Estados Unidos toma esta decisión repudiable contra el pueblo y la soberanía de Venezuela.
Y es que a decir de Andrés Gaudín ( Otra cara del bloqueo. Tiempo Argentino, 14/08/22), hay que sumar a Citgo la Petroquímica Monómeros, empresa mixta colombo-venezolana intervenida por el gobierno de Duque y ahora en proceso de reincorporación al patrimonio nacional con el gobierno de Gustavo Petro, entre otros.
“La estrategia de Caracas apunta a la recuperación de sus activos usurpados –ante todo, 31 toneladas de oro depositadas en el Banco de Inglaterra, que la Corona y la Justicia del Reino Unido se rehúsan a devolver al Banco Central venezolano, su verdadero dueño–, y busca, además, poner de manifiesto la falta de seguridad jurídica que exhiben las más promocionadas democracias occidentales”.
Esta cadena de robos, como dice Gaudín, se amplió en enero de 2019, cuando Juan Guaidó se autoerigió jefe de Estado, en el marco de una campaña golpista contra Nicolás Maduro, sin voto ni la menor legitimidad fue apoyado por Trump, el verdadero elector y continuada por Biden.
Si se añade la amenaza contra activos rusos, el congelamiento de los fondos de Afganistán, por sólo citar lo más actual cabe considerar la advertencia de Hedelberto López que bien se aplica al mencionado banco inglés: El hurto contra Citgo vuelve a evidenciar que ningún país puede estar tranquilo si deposita capitales en bancos de Estados Unidos o realiza inversiones en ese decadente pero aun peligroso imperio.
*Doctor en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Primer premio nacional de periodismo 2008; Investigador nacional Nivel III; Coordinador del programa «El Mundo en el Siglo XXI» del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.