Ecuador: Tsunami político – Por Alex Ron, especial para NODAL
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Ecuador: Tsunami político
Por Alex Ron*
«El racismo normal de la modernidad capitalista es un racismo de la blanquitud.»
Bolívar Echeverría
Bolívar Echeverría uno de los filósofos posmarxistas más importantes del siglo XXI planteó que en Latinoamérica vivimos en sociedades donde existe una conflictividad permanente entre la imagen canonizada por la blanquitud y nuestra realidad étnica-racial mestiza. La negación de lo indígena y de lo mestizo, conduce a un autodesprecio permanente de los individuos que se sienten sometidos por un poder que es superior a ellos, el poder de lo blanco como paradigma de belleza, esplendor y productividad.
Hasta que la sociedad no derribe el estereotipo de la blanquitud seguiremos sobreviviendo en países racistas. Mientras la blanquitud sea uno de los elementos articuladores del tejido social será muy difícil tener sociedades democráticas e inclusivas que aceptan la otredad. A nivel político en Ecuador se da un fenómeno de clase media blanqueada, que vive la contradicción de que siendo mestiza e indígena quiere ser blanca a como de lugar. Esto incluye posicionarse ideológicamente consumiendo lo que para el establishment blanco está bien, hablamos de apoyar a los partidos de la derecha y rechazar cualquier movimiento político progresista e indígena. Afortunadamente, es un porcentaje que se debilita al toparse con el fracaso total de los experimentos neoliberales en nuestra región.
En Ecuador del 2023, un país con uno de los índices más altos de desnutrición infantil y de muertes violentas de Latinoamérica, el gobierno de Guillermo Lasso llamó a muerte cruzada. Este recurso constitucional consiste en la disolución de la asamblea y la convocatoria a elecciones presidenciales. Al mismo tiempo, le permitirá a Lasso gobernar sólo por decreto durante siete meses antes de la llegada del nuevo gobierno. Paraje político distópico, repleto de incertidumbre y orfandad social.
El 16 de mayo, Guillermo Lasso se presentó en la asamblea, y en menos de cuarenta minutos, expuso una deleznable defensa para desvirtuar las acusaciones en su contra por peculado. El presidente leyó con dificultad un texto mal redactado que no se acercaba ni lejanamente a una defensa jurídica frente a una acusación directa de fraude fiscal. Lasso confundió escenarios, creyó que no estaba en un juicio político, sino que impartía una charla motivacional a sus empleados del banco que dirigía. No presentó argumentos jurídicos ni pruebas sólidas contra las imputaciones de peculado en su contra. Intentó desviar la atención hablando de supuestas obras que está por inaugurar y utilizó la retórica de que vivíamos en un país donde se respiraba estabilidad.
Lasso, acusado por ser dueño de sociedades offshore en Pandora Papers, declaró en una entrevista a CNN, que al no contar con el respaldo de la asamblea prefirió como último recurso adelantar elecciones y disolver la misma para evitar el avance de un plan macabro del correísmo. La demonización del correísmo ha sido uno de los pilares ideológicos de la propuesta política del banquero que ofreció libertad, trabajo, seguridad y honestidad. Ninguna de sus promesas se ha cumplido, el país vive en medio de una aporía total porque el problema fundamental, la seguridad ciudadana, no ha sido enfrentado.
La encrucijada del presidente, y de la derecha es que el gobierno de Rafael Correa, con todas sus limitaciones, ha sido infinitamente superior al del banquero en cuanto a gestión de lo público, seguridad ciudadana, inversión en infraestructura vial, salud y educación. Además, el gobierno rentista al eliminar subsidios a la gasolina prácticamente duplicó precios de casi todos los productos de primera necesidad. Por ello tenemos la segunda oleada migratoria de ecuatorianos a Europa y Estados Unidos, sólo superada por la de 1999 (se calcula que más de 500000 ecuatorianos han emigrado del país en los dos últimos años).
Abraham Verduga, nuevo consejero del Consejo de Participación Ciudadana por el correísmo, ha manifestado acertadamente que la palabra de Lasso no vale nada porque el día del juicio el presidente de la república habló de un país estable y al día siguiente decretó la muerte cruzada por estado de conmoción interna. Las contradicciones del gobernante ecuatoriano sólo generan más caos en un país donde las bandas de narcotraficantes ganan terreno en las ciudades a través de secuestros y sicariato. Para Verduga, el factor principal de la violencia no es Correa sino los vínculos del banquero con la mafia albanesa.
En un escenario político incierto, con un promedio de 20 muertes violentas por día, lo que predomina es la indignación y el miedo. Ecuador ha sido secuestrado por la mafia de la banca que sigue aumentando ganancias y la mafia del narcotráfico, en este punto ambas parecerían seguir el mismo guion. Baste mencionar que hasta hoy (ayer se dio una masacre de seis personas en Montañita, un balneario de la costa ecuatoriana), no han sido controladas las cárceles ecuatorianas, espacios estratégicos para el funcionamiento de las bandas de narcotraficantes.
Ojalá esta experiencia traumática que vivimos en nuestro país, convertido en un experimento del FMI, deje claro a la gente que cualquier gobierno cuyo eje sea el capital especulativo sólo es capaz de destruirnos como sociedad. No más blanquitud, no más neoliberalismo, un poco de memoria histórica para entender que las élites siempre serán minorías apátridas cuyo único fin es el capital, no la vida.
(*) Escritor y catedrático universitario