Desafíos en el nuevo proceso constitucional: superar el mínimo democrático de la paridad – Por Rosa María Ojeda Menares
Desafíos en el nuevo proceso constitucional: superar el mínimo democrático de la paridad
Por Rosa María Ojeda Menares
El 7 de mayo del presente año se realizarán las votaciones en nuestro país para elegir a las consejeras y los consejeros constitucionales. Es importante señalar que son tres órganos los que tendrán como objetivo construir una nueva Constitución para Chile. El Consejo Constitucional, la Comisión Experta y el Comité Técnico de Admisibilidad.
Recordemos que, al término del año pasado, las fuerzas políticas, representadas en los partidos políticos, acordaron, para este nuevo proceso, doce bases constitucionales, con distintos contenidos que debiesen estar presentes en la redacción del nuevo texto. Estas bases tendrían como fin, según se desprendió de las negociaciones, y desde las miradas de las fuerzas políticas, no profundizar en debates políticos o ideológicos que, desde algunas posiciones, habrían perjudicado el proceso anterior. En consecuencia, se tomó la decisión de establecer estas bases que serán parte clave y fundamental del nuevo proceso constitucional.
En cuanto a los 12 acuerdos presentados, dentro de los aspectos a destacar están: Establecer que Chile es un Estado Unitario y Descentralizado, Consagrar a Chile como un Estado Social de Derecho, Consagrar el cuidado y la conservación de la naturaleza y su biodiversidad. Estas tres bases indicadas dan un margen para seguir profundizando en materia de derechos sociales, mayor poder en las regiones, y poder generar cimientos para la aproximación de un modelo sustentable.
Otro de los elementos a destacar es que el Consejo Constitucional será compuesto de manera paritaria. Sin duda, uno de los pocos elementos programáticos que se logró rescatar del proceso constitucional anterior. Ahora, ¿qué tan significativo es contar con un órgano paritario en este nuevo proceso?
Es importante comprender la paridad como mínimo democrático, es decir, es la base de cualquier sistema político, ya que esto le otorga equidad, representación, solidez y coherencia.
Ahora bien, es bueno preguntarse: ¿Podemos ir más allá de la paridad? Es algo que debemos apostar, bajo la base mínima de un Estado Social de derechos, debemos impulsar la importancia de los derechos para las mujeres y diversidades de género y sexuales. El poder garantizar una vida libre de violencias para mujeres y disidencias sexogenéricas, así como el reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidado, son demandas que deben consagrarse en una nueva Constitución. Importante es argumentar que esto no es un anhelo antojadizo, o una propuesta de un solo sector, como una discusión ideológica, como algunos suelen pensar.
En Chile tenemos uno de los más altos niveles de violencia de género. Se según la IV Encuesta Nacional de Violencia contra la Mujer en el Ámbito Intrafamiliar y Otros Espacios (2020), el 47,6% de las mujeres encuestadas en la región, entre 15 y 65 años, señalaron haber sufrido algún tipo de violencia en su vida. El 13,3% de mujeres señala haber sufrido algún tipo de violencia económica durante el último año, mientras que en 2017 ese número era un 12,3%.
Por otro lado, la violencia de género también se expresa en el ámbito privado como en el público, y un ejemplo de esto es que las mujeres dedican casi 3 veces más de tiempo que los hombres a las labores no remuneradas (aseo, cuidado de hijos e hijas, de ancianos) Esto también es violencia, el que en Chile no se reconozca el trabajo doméstico y de cuidado, sigue siendo una de las desigualdades más latentes en nuestro país, en consecuencia profundiza la precarización y no le otorga el valor social a una de las labores más importantes en cualquier sociedad, el cuidado.
Ahora bien, la violencia también se manifiesta en quienes hoy ejercen un trabajo remunerado y formal. En Chile, el 5% declara haber sido víctima de violencia en el ámbito laboral. Las mujeres de entre 25 a 30 años, afiliadas a isapres, pagan 75.800 pesos más que los hombres en el mismo grupo etario. Estos datos nos dan cuenta de que la inequidad de género aún es latente en espacios públicos, tanto así como en los privados.
Desde mi experiencia como mujer madre, cuidadora, trabajadora informal, y pobladora de Alto Hospicio, observamos día a día las brechas que existen entre mujeres y hombres, además de la violencia de género que se expresa e incluso en las características territoriales de nuestra comuna. La precarización de la vida sigue teniendo rostro de mujer.
Asumimos el desafío de ir más allá de la paridad, porque sabemos que estamos frente una oportunidad de poder garantizar mayor seguridad, dignidad y derechos a las mujeres de nuestro país, nuestra región y comuna. Propiciar una vida libre violencia, nos brinda la oportunidad de abordar temáticas en cuanto a la discriminación de género, la violencia económica, y la violencia estructural que recae en el cuerpo de las mujeres y en los cuerpos feminizados.