Álvaro García Linera: «El progresismo solo puede triunfar si es audaz»

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Álvaro García Linera: «El progresismo solo puede triunfar si es audaz»

Frente a una sala llena del Centro Cultural Kirchner, el exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, presentó su último libro, La comunidad ilusoria, en un encuentro que sirvió como excusa para analizar la coyuntura global y llamar a la audacia de los gobiernos progresistas. García Linera estuvo acompañado por el periodista Pedro Brieger en la apertura del Festival Democracia e Imaginación Política organizado por el ministerio de Cultura de la Nación.

Las reflexiones del intelectual de 60 años recorrieron los debates sobre el Estado y su disputa, la experiencia boliviana en los años de presidencia de Evo Morales, y las debilidades de los progresismos y el avance de las derechas, que están sabiendo sintonizar mejor con las necesidades del pueblo. «El progresismo y los procesos revolucionarios, para no ceder ante el sentido conservador, que siempre está latente, solo pueden triunfar si son audaces«, remarcó García Linera en ese sentido.

Transformación y sentido común

La comunidad ilusoria se propone estudiar cómo se construyen los imaginarios sociales y los procesos de transformación, y cuáles son sus límites. «Reúne tres conferencias dadas en Argentina a modo de tributo, porque a mí me tocó vivir en este país uno de los momentos más tristes de mi vida«, dijo García Linera en torno a su llegada al país en condición de asilado en diciembre de 2019, luego del golpe contra el expresidente Evo Morales.

Desde el arranque de la charla con Brieger, García Linera intentó problematizar el concepto de sentido común, al que definió como «un conjunto de criterios sobre los cuales no reflexionamos pero están presentes en nuestras elecciones, nuestras preferencias y nuestras actitudes». En ese sentido recordó la oleada transformadora en el continente en la primera década del 2000, que «pudo transformar ciertos aspectos de la vida, había cambiado el lenguaje del individualismo, del Estado mínimo que había prevalecido en los años 80 y 90».

El teórico de izquierda sostuvo que «todo proceso de transformación rompe cierto sentido común, rompe ciertos criterios de lo visible, rompe y jala ciertos criterios de lo tolerado, pero a la vez preserva a otros», por lo que «en las mismas personas que el día de ayer o cinco años atrás te hablaban de justicia y de igualdad, esas mismas personas son las que luego te vienen a decir: -Oye, no, no estoy de acuerdo, prefiero salvarme solo». No se trata en esos casos de una falsa conciencia, otro de los conceptos que recorre el último libro de García Linera, sino que es «el sentido común más conservador que siempre estuvo latente y que no desapareció, se fortaleció».

La experiencia boliviana

Ese doble juego entre sentido común transformador y conservador operó con fuerza en la historia reciente de Bolivia. «Desde los años 80, cuando llega el neoliberalismo en Bolivia y se privatizan todas las empresas, se había ido consolidando un sentido común de que el Estado es un obstáculo para el desarrollo de las personas. Y por eso se justificaba que el petróleo pase a manos de franceses, y el agua a manos de norteamericanos, y la electricidad a manos de canadienses, y las telecomunicaciones a manos de italianos. Porque el Estado que era dueño de eso era ineficiente, no era productivo», sostuvo García Linera.

Pero en esos tiempos había otro sentido común, más profundo y más enraizado en los bolivianos: «La creencia de que los indígenas eran seres inferiores. Que su destino era ser albañil, empleada del hogar, cocinera, limpiadora. Un sentido común colonial sedimentado con masacres y torturas». Ese sentido común se desmoronó porque se volvió posible en las conciencias el discurso a favor de nacionalizar el gas, o que el agua era para los bolivianos, lo que permitió que Evo Morales tomara las medidas que tomó.

«Esos hombres y mujeres de piel cobriza hasta entonces eran considerados no-seres que deberían limpiar y atender a las elites, ahora iban a gobernar para todos los bolivianos». Pero es un sentido común nunca consolidado. «El golpe del 2019 es el golpe para decirle a los indígenas: -Regresen a sus barrios pobres, para ustedes no es el Estado», sostuvo García Linera, recordando que lo primero que hicieron las nuevas autoridades fue buscar a Evo para matarlo, tomar la whipala para quemarla y orinarla, o maltratar a las mujeres de pollera. En ese sentido, el golpe de Estado fue «un intento de recuperar el ecosistema conservador».

El exvicepresidente boliviano es consciente de que va a haber límites para los gobiernos progresistas, que siempre van a enfrentar a otros poderes. «Ganar las elecciones es apenas el Ejecutivo que es una especie de poder de vasallaje, supeditado a otros grandes poderes mediáticos, económicos, de bolsas de valores. La cosa es qué haces con el poder primario electoral. ¿Le das base económica? Nacionaliza. ¿Quieres darle base discursiva? Crea medio de comunicación. ¿Quieres darle base legal? Pues transforma, bota a toda la Corte Suprema y pon a votación y elige a otros miembros», tal como ocurrió en Bolivia, remarcó García Linera.

El sociólogo nacido en Cochabamba reconoció entre las grandes deudas de su gobierno la transformación total de las Fuerzas Armadas. «Silenciosamente intentamos algo. Logramos cambiar la composición del origen social de los comandantes, pero no ha sido suficiente. Comenzaron a entrar muchos capitales, coroneles y generales de tez morena. No bastó el apellido ni el color de pie para impedir que se rindan ante 100 mil o 500 mil dólares con las cuales Luis Fernando Camacho (gobernador de Santa Cruz actualmente en la cárcel) sobornó al mando policial militar». Así, para el teórico boliviano es necesario también «transformar la ideología».

El avance de la derecha

Frente a un escenario frágil e inestable a nivel global, la derecha está ganando el debate económico en la salida de los problemas cotidianos. «Tú siempre tienes que estar en correspondencia con el sentir y las angustias de las personas. Y si tus medidas como gobierno no están resolviendo las angustias de las personas, que es donde va anidar a dar la propuesta de derechas, anímate a dar un paso más allá», disparó García Linera.

El dirigente boliviano recurrió a una metáfora muy gráfica para detallar el trato preferencial que reciben las derechas. «El progresismo solamente puede avanzar si corre. Cuando se detiene para tomar descanso, retrocede. Es terrible, no debería ser así. Debería ser equitativa la carrera, porque cuando la derecha corre y se detiene, todo el mundo le da agüita, le ventea con un abanico. Pero cuando el progresismo se detiene, le dan a la rodilla para romperle los huesos. No te detengas nunca. El detenerte es tu derrota inevitable. Sigue corriendo. Arrástrate. Pero que siempre haya correspondencia en el discurso que emito como gobernante y la sensibilidad y el sentimiento de la gente«, planteó García Linera.

Frente a un auditorio efusivo, el exvicepresidente boliviano dijo que siempre cualquier problema económico en la sociedad tiene dos salidas. «Ajustar al pobre o ajustar al rico. Y siempre tengo un adversario y un enemigo a quien achacarle todos los males. Nunca puedes contentar a todos. Elige a quien vas a contentar, a la mayoría o a la minoría. Y si optas por contentar a la mayoría, demoniza a la minoría. Y dilo públicamente. Para García Linera no son tiempos de grises: «No se requieren medidas administrativas, se requieren medidas audaces. La gente está buscando una salida. No le demos el monopolio de esa salida a la derecha».

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