EEUU, Shell y Trinidad y Tobago ansían respirar gas venezolano

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EEUU, Shell y Trinidad y Tobago ansían respirar gas venezolano

Werther Sandoval

Lógica de mercado, interés geopolítico. Ante la latente escasez de gas y fertilizantes creada por el intento de la Otan de cercar militarmente a Rusia, EEUU le dio un pequeño relax a las sanciones aplicadas a Venezuela, que permite a Trinidad y Tobago negociar la posibilidad de explotar y operar el inmenso yacimiento gasífero Campo Dragón, ubicado a 17 km de esas islas venezolanas hasta 1797, cuando nos fueron arrebatadas por el Reino de Inglaterra. Eso sí: haciendo uso de la siempre arrogante retórica rabiosa de no pagarle a Venezuela ni un céntimo de dólar.

Aun cuando la crisis energética signada por el veto a las importaciones de crudo ruso por parte EEUU y países europeos hizo voltear las miradas hacia el petróleo venezolano, en las antesalas y sobremesas geopolíticas nunca dejaron fuera los 22.286 millones de pies cúbicos (MMMPCN) de gas acumulados en el subsuelo venezolano. Solo en Campo Dragón Pdvsa ha encontrado 4,2 billones de pies cúbicos de gas.

La Reserva cuantificada por Pdvsa Gas revela que Venezuela cuadruplica los depósitos de toda América Latina, un volumen acumulado que la convierte en el octavo del ranking mundial, según los datos de la Opep. Añádase que según los últimos datos disponibles, al cierre de 2020, la capacidad de producción sobre territorio venezolano superó los 27.000 millones de metros cúbicos.

Las sanciones contra Rusia, Venezuela e Irán han hecho que la sed gasífera de los países occidentales se torne insaciable. Los analistas citados por el portal OilPrice alertan que los productores de EEUU no pueden producir todo el Gas Natural Licuado, GNL, que Europa necesita, por lo que deberán redirigir sus demandas hacia otros compradores para satisfacer las necesidades energéticas de Europa.

El portal RT, con información de Bloomberg, reseña que el año pasado  los precios llegaron a situarse hasta en 300 euros el megavatio hora y la incertidumbre hizo que el bloque comunitario europeo llenara sus depósitos de cara a un incierto invierno energético, lo cual motivó el aumento de la compra de gas licuado y un veto a cualquier sanción que pudiese provocar más aumentos de precios.

De allí el embeleso de Trinidad y Tobago ante las cuantiosas reservas de gas venezolano sea enorme y digna de atención. Aprecia que pierde oportunidad de obtener cuantiosos ingresos. Según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos, Cores, tutelada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España, la nación caribeña satisfizo, en 2021, el 5,2 % de sus importaciones gasíferas, mientras que en 2022, cuando los ibéricos pedían más gas, las  exportaciones trinitarias cayeron al 4,3%.

Es tal la necesidad de gas que, con cascarrabias, Europa continúa aumentando sus importaciones de gas natural licuado (GNL) ruso, con España a la cabeza de este ‘ranking’ nada acorde agradable para Bruselas, que desde el comienzo del conflicto en Ucrania busca reducir su dependencia económica del gigante euroasiático.

España se configura entonces como el miembro de la Unión Europea que más GNL ha importado este 2023 desde Rusia, según los datos recogidos por Bloomberg. El gestor técnico del sistema gasístico español, Enagás, evidencia, a través de sus boletines estadísticos mensuales, un aumento del 172 % en las importaciones de este combustible con respecto al mismo periodo de 2022.

Tanto gas ruso están importando los europeos que los precios han caído. La  semana pasada los futuros del gas, que en apenas dos sesiones habían disparado su cotización un 60%, se daban la vuelta bruscamente y se cotizaban con caídas superiores al 7% en los contratos del mes de noviembre y llegar a 107 euros por megavatio, después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, defendió el papel de su país como proveedor “fiable” y la disposición de Rusia a colaborar en la estabilización de los mercados.

“La producción de gas natural de Trinidad y Tobago ha bajado en los últimos años. No olvidemos que los yacimientos son sistemas que se agotan, por lo cual la producción tiende normalmente a declinar en el tiempo”, afirma Simón Herrera, en su ensayo “Desarrollo del Proyecto de Gas Natural en el Campo Dragón entre Venezuela y Trinidad y Tobago”. “Trinidad y Tobago es el mayor exportador de gas natural licuado (LNG – por sus siglas en inglés) de las Américas tras Estados Unidos, con una importante capacidad instalada para convertir el gas natural en LNG, así como en productos petroquímicos y electricidad”.

Herrera explica que Campo Dragón es parte del proyecto gasífero costa afuera Mariscal Sucre en el Golfo de Paria, junto con los campos Mejillones, Patao y Río Caribe. En los cuatro mencionados campos, la Nación venezolana cuenta con reservas de gas natural equivalentes a 14.3 billones de pies cúbicos, sin mencionar a los condensados. El proyecto Mariscal Sucre comenzó con gran pie hace unas tres décadas cuando las multinacionales Shell, Exxon y Mitsubishi se asociaron con Pdvsa (a través de su filial Lagoven) en el llamado Proyecto Cristóbal Colón.

De allí el interés de Trinidad y Tobago, más cuando el gas de Campo Dragón serviría para reiniciar un tren de licuefacción inactivo en las instalaciones de Atlantic LNG en Trinidad y Tobago, para lo cual es necesaria la interconexión gasífera entre las aguas territoriales de ambas naciones a través de un sistema de gasoductos de unos diecisiete kilómetros.

Es aquí donde entra otro actor relevante detrás de los intereses de Trinidad y Tobago:  Royal Dutch Shell plc, constituida en Inglaterra y Gales. Shell es uno de los principales accionistas de Atlantic LNG, un importante productor mundial de GNL. Su participación en la planta de Atlantic va del 46% al 57,5% en cada uno de los cuatro trenes de la instalación. Es decir, Shell podría  ser la operadora del gas venezolano con destino a EEUU y Europa.

En 2005, Shell fue catalogada por “Public Eye” a la peor empresa del planeta a causa de los daños ambientales que ha ocasionado en el río Níger. Otra vez en el 2013 ganó este “premio” por sus plataformas en la Antártida que perjudican el ambiente donde habitan varios animales en vías de extinción. La empresa gasta una media de 49 millones de dólares anuales en lobbying para bloquear las medidas de lucha contra el calentamiento global.

La trama geopolítica es compleja. Herrera cuenta que las conversaciones para el desarrollo del campo Dragón entre Venezuela y Trinidad y Tobago no son nuevas. Pdvsa, The National Gas Company of Trinidad and Tobago (NGC) y Shell firmaron una hoja de términos en 2018, luego de unos dos años de negociaciones. Este acuerdo preveía la producción en el campo Dragón, la construcción de un gasoducto hasta la plataforma costa afuera de Hibiscus operada por Shell, y el aprovechamiento de la importante infraestructura de procesamiento de gas ubicada en Point Fortin en el vecino país.

“Ahora está por verse el resultado de las actuales negociaciones entre los gobiernos de Venezuela y Trinidad y Tobago para confirmar si los términos iniciales del año 2018 serán ratificados o modificados, incluyendo si la empresa Shell sigue interesada en participar u otra empresa privada. Mucho de ello estará sujeto al alcance de la licencia otorgada por la Oficina de Control de Activos (OFAC) a Trinidad y Tobago, cuyo contenido no es del conocimiento público. Entre los asuntos claves por determinar sería identificar a la empresa que tendría las responsabilidades de la operación del campo Dragón, el precio del gas natural, y el mecanismo de financiamiento para las inversiones en infraestructura que deberían realizarse”.

En cualquier caso, explica Herrera, la legislación venezolana permite el desarrollo de este tipo de proyectos, aunque la LOHG prevé que las actividades del gas natural deben estar dirigidas primordialmente al desarrollo nacional, mediante el aprovechamiento de tales sustancias, como combustibles para uso doméstico o industrial, como materia prima a los fines de su industrialización, y para su eventual exportación en cualquiera de sus fases.

Hace dos semanas el gobierno de Trinidad y Tobago anunció que firmó un acuerdo de confidencialidad con Pdvsa. Stuart Young, ministro de Energía e Industrias Energéticas de Trinidad, dijo que el acuerdo “mientras procesamos los aspectos técnicos y comerciales del plan en desarrollo” influye en las negociaciones entre las dos partes e intercambia información. “.

La plataforma Hibiscus, propiedad conjunta del Gobierno de Puerto España y la compañía petrolera Shell, está cerca del campo Dragón, que se encuentra en aguas territoriales venezolanas frente a la costa noroeste de Trinidad y Tobago.

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