Uruguay | Organizaciones desarrollan campañas de autorreconocimiento indígena de cara al censo 2023
Organizaciones desarrollan campañas de autorreconocimiento indígena de cara al censo 2023
El comienzo del censo nacional está previsto para abril, según el Instituto Nacional de Estadística. Queda poco tiempo, por lo que colectivos indígenas llevan adelante campañas de concientización sobre las preguntas que apelan a la ancestría de la población.
Esta vez se volverá a hacer la misma pregunta que se hizo en el censo de 2011: “¿Cree tener ascendencia…?”. La pregunta se completa con las siguientes categorías: afro o negra, asiática, indígena, blanca u otra. En el caso de que se elija más de una opción, el censista deberá hacerle otra pregunta: “¿Cuál considera la principal?”. Las opciones para responder son las mismas que las de la pregunta anterior.
Según integrantes del Consejo de la Nación Charrúa (Conacha) y del grupo indígena Inambí Sequer con los que conversó la diaria, la primera vez que se preguntó por la ancestría de la población en un censo nacional fue en 2011. Aquella vez, los datos indicaron que 5% de la población del país consideraba tener ascendencia indígena, y de ellos, 2,4% la consideraba su principal ascendencia.
Este 5% no coincide con los resultados de las investigaciones genéticas que ha aportado la Universidad de la República, que concluyen que 37% de la población uruguaya tiene al menos un ancestro indígena. “Como la diferencia es muy grande, decidimos a nivel colectivo realizar campañas en las redes sociales que generen reflexión en las familias y que estas se hagan preguntas e investiguen sobre sus antepasados”, explica Miguel Núñez, de Inambí Sequer.
Un tema de justicia histórica
Desde el Conacha, Marcelo Cabrera explica que el criterio que se toma en cuenta en el censo para conocer la ascendencia étnico-racial de la población es la “autoidentificación”. “La persona es quien lo decide y quien se identifica. No se trata de una percepción subjetiva del censista, sino que es su obligación preguntarles a las personas”. Para él, “los rasgos físicos no son determinantes para decir si uno tiene ascendencia indígena o no”.
Cabrera hace hincapié en que es una decisión de la persona y no una interpretación del censista, porque en el censo pasado hubo personas que reclamaron que no les hicieron la pregunta. Sofía Taranto, también del Conacha, lo explica: “En 2011 algunos compañeros les pedían a los censistas que les hicieran la pregunta. Los censistas no se la habían hecho y ellos la estaban esperando”.
Para Stella Vidal, de Inambí Sequer, la pregunta tal como está formulada es “importante para introducir el tema de la ancestría indígena en el censo nacional”. Sin embargo, considera que es “aproximativa” y “superficial”. Agrega: “En el censo experimental [2022] había una tercera pregunta [si se había contestado sí a las anteriores]: ‘¿Se reconoce como indígena?’. Esta es más completa, exige una definición y más compromiso. Pero para el censo definitivo no se va a contemplar”.
Los integrantes de Inambí Sequer creen que esta tercera pregunta es más actualizada, porque apunta a “validar el autorreconocimiento”. “Podés tener genéticamente todos los rasgos pero no sentir la cultura, por eso el autorreconocimiento es lo más importante”, explica Núñez. De todas formas, concluyen que “lo importante es que cada familia comience a considerar el tema como parte de la trayectoria histórica” de nuestra sociedad.
Los colectivos indígenas consideran que es clave que se consulte en el censo nacional por la ancestría indígena de las personas: “Estos números nos permiten saber cuántos somos, en qué condiciones vivimos y cuáles son las necesidades que tenemos”, apunta Taranto. Según Cabrera, la ausencia de esta información permite al “Estado asegurar que no hay población indígena en Uruguay ni reparar las violaciones a nuestros derechos”.
En este sentido, los activistas reconocen que si se llega a un porcentaje significativo de personas con ancestría indígena, eso se traduce en políticas públicas, como fue el caso de las personas afrodescendientes que, según el censo de 2011, representan 10% de la población. También creen que puede darle fuerza a la ratificación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales. Uruguay sigue siendo uno de los pocos países de América Latina que no lo ha ratificado, a pesar de que el tratado “da la posibilidad a los grupos originarios de que puedan desarrollar su cultura”, explica Núñez.
Para él, en Uruguay es importante el autorreconocimiento indígena “por una cuestión de justicia histórica con el pasado y con el presente. Nuestros hijos y nietos necesitan saber que una parte nuestra pertenece al pueblo originario de esta zona”. Desde Inambí Sequer trabajan para acercar la cultura de los pueblos originarios a las escuelas de contexto crítico, allí donde, según Núñez, “la mayoría de los niños son descendientes de indígenas. Empezás a ver que los desclasados del pasado siguen siendo los desclasados de hoy”. Esto coincide con los resultados de los estudios biológicos de la arqueóloga Mónica Sans, que concluyeron que en Montevideo existe mayor proporción de ancestría indígena en la población de menor nivel socioeconómico.
Núñez cree que para un pueblo oprimido “la autovalidación, ser reconocido, merecer lo que se debe, tener un lugar donde desarrollar tu cultura y tu vida” es más que importante.
Puede que tenga un ancestro indígena y no lo sepa
Las organizaciones indígenas que están desarrollando campañas de autorreconocimiento (autoidentificación) indígena de cara al censo nacional son varias. El Conacha está próximo a lanzar una serie de spots audiovisuales con “el objetivo de decirle a la gente que puede que tenga ancestría indígena y que no lo sepa. Por ser un pueblo oprimido se perdió la identidad; investigar sobre su ascendencia es su derecho”, explica Cabrera.
Por su parte, Inambí Sequer –junto con el Grupo Visibles– difunde información en redes sociales sobre la importancia de preguntar e investigar en las familias sobre la ancestría indígena. Además, aportan sus números de contacto para que quien lo necesite se informe sobre cómo empezar a investigar.
Según Núñez, “la mayoría de la gente que se sintió sensibilizada y llamó es porque en su seno familiar siempre hubo una duda”. Él insiste con que “siempre que hay un recuerdo o comentario sobre un integrante de la familia que decían que era indio, en general, es verdad”. Otro de los aspectos a tener en cuenta para empezar a preguntarse si se tiene ancestría indígena es “el sentimiento”. Al decir del integrante de Inambí Sequer, “todo lo que nos pasa cuando se tocan estos temas, lo que se nos mueve por dentro”. También el “arraigo que tenemos a los lugares naturales como arroyos o montes”.
Por otra parte, están los rasgos físicos. Pueden ser la “mancha mongólica”, “los dientes en forma de pala” y “las huellas dactilares características de la raza amerindio-asiática”. Igualmente, Vidal hace hincapié en que la vía del reconocimiento está presente en el relato oral de las familias: “Si a tu tía le decían la minuana”, por ejemplo. Pero también, en “la observación cultural de los comportamientos”, en “las costumbres” y en “las fotografías familiares”. “Para muchas personas la imagen es determinante; ven fotos de su abuela y por los rasgos y el color de piel se dan cuenta de que era una india”, agrega.
Las organizaciones indígenas entrevistadas concuerdan en que hay mucha curiosidad por descubrir su ancestría entre quienes se les acercan. Taranto y Cabrera no saben si más personas se van a reconocer con ancestría indígena en el próximo censo. Igualmente, dicen que “las personas se están abriendo mucho más que antes a la posibilidad de tener un ancestro indígena. Se acercan a las comunidades y preguntan. Eso lo vemos como positivo”.