Según la ONU, el 22,5% de los latinoamericanos y caribeños no tiene acceso a dieta saludable

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Según la ONU, el 22,5% de los latinoamericanos y caribeños no tiene acceso a dieta saludable

Un informe publicado recientemente por las Naciones Unidas (ONU) concluyó que el 22,5% de la población de América Latina y el Caribe no cuenta con los recursos necesarios para acceder a una dieta saludable.

Los datos detallan que 131,3 millones de personas en el continente americano no pudieron costearse una dieta saludable en 2020, fecha de la que se hizo el último estudio. Esto es especialmente preocupante en tanto que esas cifras suponen un aumento de 8 millones respecto al año anterior.

“Ninguna política por sí sola puede proporcionar la solución a esta problemática”, enfatiza Mario Lubetkin, subdirector y representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para América Latina y el Caribe, convencido de que “es necesario reforzar los mecanismos de coordinación nacionales y regionales para responder al hambre y a la malnutrición”.

Según datos proporcionados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) este escenario obedece “al mayor costo diario promedio de este tipo de dieta en América Latina y el Caribe comparado con el resto de las regiones del mundo, llegando en el Caribe a un valor de 4,23 dólares, seguido de América del Sur y Mesoamérica con 3,61 y 3,47 dólares, respectivamente”.

Factores que contribuyen a la inseguridad alimentaria

Además, hay que tener en cuenta que la falta de acceso a este tipo de dieta saludable también está relacionada con otros “indicadores socioeconómicos y nutricionales”, como el nivel de ingresos de un país, la incidencia de la pobreza y el nivel de desigualdad.

A todo esto hay que sumar “el aumento de precios internacionales de alimentos experimentado desde 2020, especialmente después del inicio del conflicto en Ucrania”, señalan desde la OPS, lo que provocó “el alza en la inflación alimentaria” e “incrementó las dificultades para que las personas puedan acceder a una dieta saludable”.

Es la misma opinión que comparten desde el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), que alertan que la situación puede empeorar en un futuro cercano. “En los últimos dos años, incluso antes de la crisis de Ucrania, 150 millones de personas han vuelto otra vez a la pobreza o a la inseguridad alimentaria”, explica Álvaro Lario, presidente de Fida durante entrevista con la Voz de América.

El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola es una agencia dependiente de las Naciones Unidas cuyo objetivo es el de fomentar y asegurar recursos para el progreso económico de zonas rurales impulsando proyectos de mejora de la productividad agrícola.

En total, se estima que “3.000 millones de personas en el mundo no tienen una dieta sana en su alimentación y en muchos casos son nuestros propios pequeños agricultores que no se la pueden permitir”, unas cifras que, a su juicio, “son escandalosas”.

Las otras crisis

La ONU justifica “una confluencia de crisis causadas por las alteraciones climáticas, los conflictos y las presiones económicas” como las principales causas de esta escalada de hambruna, destacando regiones como la de América Latina y el Caribe.

“La realidad es muy dura ya que habíamos visto una tendencia a la baja, que tanto la pobreza como la inseguridad alimentaria iba reduciéndose. Pero creo que desde los cuatro o cinco años la tendencia ha revertido a una situación mucho peor”, comenta Lario.

El informe difundido por la ONU también proporciona una serie de guías para “mejorar la disponibilidad y asequibilidad de alimentos nutritivos”, de manera que “las personas más vulnerables y los hogares de bajos ingresos” podrían hacer frente a esta situación.

¿Qué hacer al respecto?

“Para contribuir a la asequibilidad de dietas saludables, se requiere crear incentivos para la diversificación de la producción de alimentos nutritivos dirigidos principalmente a la agricultura familiar y productores y productoras de pequeña escala, medidas para la transparencia de los precios de estos alimentos en los mercados y el comercio, transferencias en efectivo y otras acciones como la mejora de los menús escolares”, sostiene Lubtekin.

Varios organismos internacionales, como Fida o FAO, subrayan que “las políticas comerciales y de mercados pueden desempeñar un papel fundamental en la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición, ya que a través de una mayor transparencia y eficiencia se reduce la incertidumbre y se mejora la previsibilidad y estabilidad del comercio agroalimentario inter-regional”.

El presidente de Fida sostiene que es importante abordar la situación de forma generalizada y trazando planes globales que no solo se enfoquen en solo una parte de la crisis alimentaria ya que, de lo contrario, es muy difícil combatirla con éxito.

“Un ejemplo muy claro que siempre pongo es el de la crisis alimentaria de 2008. Entonces, vimos cómo se estaban dando muchos subsidios a la producción de semillas, pero vimos que un año después buena parte de esa producción se perdía porque no teníamos dónde almacenar ni cómo distribuirla”, recuerda.

Uno de los aspectos negativos que acentúan aún más este escenario es que América Latina y el Caribe se ha convertido en la región del mundo “con la dieta más costosa, lo que afecta particularmente a las poblaciones vulnerables —pequeños agricultores, mujeres rurales y poblaciones indígenas y afrodescendientes—, las cuales destinan un mayor porcentaje de ingresos a la compra de alimentos”, según dijo Rossana Polastri, directora regional de Fida en una declaración recogida por VOA.

“Para revertir esta situación, debemos promover soluciones innovadores que diversifiquen la producción y aumenten la oferta de alimentos saludables y que mejoren el acceso de los pequeños productores a los mercados y alimentos de calidad”, agregó.

“Debe aumentar la inversión en la región”

En esa línea, Lario está convencido de que los planes de inversión pueden ser una buena herramienta para paliar este escenario. “Lo que falta es inversión, inversión e inversión. Y no solo es inversión por parte del Fondo Internacional Agrícola, por parte del Banco Mundial o de la FAO, sino que es inversión también por los propios países”, defiende asegurando que “si la inversión no ocurre ni por la parte local de los gobiernos ni por la parte de los sistemas del banco de desarrollo, y ni siquiera se ponen las plataformas para atraer al sector privado” será muy difícil poner las bases para aplacar este escenario cada vez más preocupante.

Hasta el momento, se han puesto en marcha algunos programas de protección social enfocados en la mejora de la nutrición, sobre todo en épocas de crisis como la actual, a pesar de que los pronósticos apuntan a que los precios continuarán al alza. “Debemos actuar ya, pero ¿cómo podemos hacerlo? Apoyando a los gobiernos a expandir las redes de protección social porque la pandemia volvió a demostrar que la protección social es útil para mejorar la asequibilidad a una dieta saludable evitando que crisis como esta golpeen aún más a las poblaciones afectadas”.

Según datos facilitados por la OPS, el número de personas con hambre en la región sigue en aumento. “Entre 2019 y 2021, la cifra de hambre en la región aumentó en 13,2 millones, alcanzando un total 56,5 millones de personas con hambre en 2021, situación que también fue afectada por el impacto de la pandemia de covid-19”, dice el informe.

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