Globalistas vs multipolaristas – Por Carlos Fazio

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Globalistas vs multipolaristas

Carlos Fazio*

La transformación del orden mundial que acontece ante nuestros ojos está signada por la transición del modelo unipolar globalista/atlantista hegemonizado por Estados Unidos, a otro multipolar que tiene como principales actores emergentes a China y Rusia, que intentan articular en la coyuntura a países de sus respectivas zonas de influencia, además de Brasil, India y Sudáfrica, las tres naciones que con ellas forman el BRICS, asociación económica-comercial que a comienzos del siglo XXI fue considerada paradigma de la cooperación sur-sur.

Bajo la batuta de la administración Biden y vía la imposición de sanciones económico-financieras al margen del derecho internacional, el eje imperialista occidental −conformado por EU y las principales potencias de Europa, con su brazo armado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte−, junto con sus aliados Japón, Australia y Canadá, intenta ralentizar esa transición que amenaza con poner fin al sistema económico mundial surgido en 1971, cuando el presidente Richard Nixon decidió de manera unilateral (y no oficial) poner fin a la paridad del dólar estadunidense con el oro para financiar la guerra en Vietnam.

Entonces, EU abandonó la tasa fija dólar-oro que había sido establecida en los acuerdos de Bretton Woods en 1944, que sirvió de marco al capitalismo posterior a la crisis de 1929 tras comprobar que el nacionalsocialismo no había sido la solución. (Cabe consignar que el ascenso de Adolfo Hitler y el partido nazi al poder fue financiado por el Banco de Inglaterra, el Sistema de la Reserva Federal de EU, la banca acreedora de Wall Street y las familias Rockefeller, Dupont y Ford.)

Las sanciones como arma política-económica del occidente colectivo fueron impuestas a Rusia dos días antes del inicio de la operación militar especial ordenada por Vladimir Putin en Ucrania el 24 de febrero de 2022. Sólo que Rusia –al igual que China, Cuba, Corea del Norte, Irak, Venezuela, Irán, Libia, Siria y otros países considerados enemigos por EU− ya había aprendido la lección.

Tras la crisis financiera desatada por el colapso de la burbuja inmobiliaria en 2007-08 en EU, Putin se dedicó a fortalecer las capacidades nacionales de la Federación Rusa y tejer alianzas estratégicas con China, India, Irán y otros actores de peso internacional que vislumbran el fin de las reglas de Bretton Woods y buscan diseñar un sistema monetario-financiero alternativo, que ya no se rija por el dólar y los préstamos (políticamente) condicionados del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que dependen del Departamento del Tesoro estadunidense.

Como parte de una guerra híbrida que buscaba hacer colapsar a Rusia mediante una doctrina de conmoción y pavor económico-financiera, y con apoyo de sus vasallos de la Unión Europea, EU logró desconectar a los bancos rusos de la red de mensajería Swift (Sociedad de Transacciones Financieras Interbancarias Mundiales), excluyéndolos del sistema financiero global.

Sin embargo, desde entonces, a través de la Unión Económica Euroasiática, integrada por Rusia, Kazajistán, Bielorrusia, Armenia y Kirguistán, Moscú ha venido impulsando el diseño de un sistema de pagos común. Y a través de su órgano regulador, la Comisión Económica Euroasiática, acaba de hacer una propuesta a las naciones del BRICS, que incluye una tarjeta única de pago –en competencia directa con VISA y Mastercard−, que fusionará la MIR rusa, UnionPay china, RuPay india y la Elo brasileña, entre otras. Lo que de concretarse supondrá un desafío directo al sistema monetario diseñado en Bretton Woods. Cabe recordar que EU asesinó al presidente iraquí Saddam Hussein y al líder libio Muammar el Kadhafi porque se atrevieron a cuestionar el predominio del dólar en las transacciones petroleras y saqueó los bancos centrales de sus países.

Por otra parte, y más allá de afectar circunstancialmente a Rusia −cuya moneda, el rublo, se apreció, y que si bien vio disminuidas sus entregas de hidrocarburos a través de gasoductos a Europa, alcanzó, según el Financial Times, cifras récord en las exportaciones de gas natural licuado (GNL) a países europeos por vía marítima (40 por ciento entre enero y octubre)−, la batería de sanciones (que se extendieron a Bielorrusia), junto con la censura a los medios públicos rusos Sputnik y Russia Today, se volvió un bumerán contra los países y pueblos europeos, sacrificados por la pugna entre las fracciones financieras unipolares y continentalistas, que, sometidas a los dictados de Washington, dirigen las políticas de la Comisión Europea desde Bruselas, Bélgica, sede de la OTAN, motor de la guerra por delegación contra Rusia en Ucrania. ¿Consecuencias? Inflación récord en la zona euro, precios más altos de las materias primas y los combustibles, ruptura de la cadena de suministro y explosión del costo de la vida ahora que el invierno empezó.

En ese contexto hay que ubicar, también, los sabotajes a los gasoductos Nord Stream 1 y 2 de la compañía estatal rusa Gazprom, en el mar Báltico, a finales de septiembre pasado, como parte de la guerra híbrida industrial/comercial/militar contra Rusia, Alemania y China por el eje conformado por los demócratas globalistas (Clinton/Obama/ Biden), el fondo de inversión BlackRock de Larry Fink (quien controla la Reserva Federal de EU), el Foro Económico Mundial de Davos de Klaus Schwab y la OTAN, empeñado en reiniciar el sistema capitalista para establecer un gobierno mundial como alternativa continuista al Consenso de Washington que dio origen a la fase neoliberal.

Con la fractura de la geopolítica se ha iniciado un proceso de desacoplamiento parcial cuyo curso derivará de la fuerza de los actores en pugna. Para controlar el mundo, la clase capitalista globalista necesita romper la masa terrestre euroasiática (Mackinder), por lo que se hacía necesario socavar la consolidación de las relaciones económico-comerciales de Alemania con Rusia (y China), saboteando el Nord Stream 1 y 2. Sin el gas barato ruso, Alemania y otros países europeos caminan hacia su desindustrialización y a un mayor vasallaje de EU. Pero más difícil será para el imperio y sus aliados erosionar la alianza estratégica económico-militar entre China y Rusia y el multipolarismo en ascenso. Esas parecen ser las tendencias de la hora en un mundo más complejo con diferentes centros de poder.

* Periodista, escritor y analista uruguayo-mexicano, columnista de La Jornada de México

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