Lula ya se reunió con representantes de 15 países en su primer mes de gobierno

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Lula plasma la «vuelta de Brasil al mundo» en su primera gira al exterior

En su primera gira al exterior, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva plasmó esta semana la «vuelta de Brasil al mundo» e impulsó a su país como una potencia constructiva y mediadora tanto a nivel regional como global, una estrategia que rompe con los años de aislamiento de su predecesor, Jair Bolsonaro.

El cambio de voluntad política quedó reflejado en las visitas a Argentina y Uruguay -dos socios estratégicos pero enfrentados por sus miradas divergentes sobre el Mercosur- y en la participación en Buenos Aires de la VII Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), un foro que Bolsonaro había abandonado hace tres años.

«Regresé a la presidencia no solo para solucionar los problemas del pueblo brasileño. Regresé porque creo en el multilateralismo y quiero fortalecer el Mercosur, la Unasur, la Celac, y quiero luchar por una nueva gobernanza mundial», dijo Lula el miércoles al concluir su viaje en Montevideo.

«La vuelta de Brasil al mundo» fue una de las frases más repetidas por el mandatario a lo largo de su gira de cuatro días, un claro contraste con el Gobierno de Bolsonaro, quien despreció a los organismos internacionales y priorizó las alianzas ideológicas.

«La vuelta de Brasil al mundo» fue una de las frases más repetidas por el mandatario a lo largo de su gira de cuatro días, un claro contraste con el Gobierno de Bolsonaro, quien despreció a los organismos internacionales y priorizó las alianzas ideológicas, en especial con el Estados Unidos de Donald Trump.

«Lula claramente quiere mostrar y encarnar la vuelta de Brasil a la región y jugar un rol clave en la arquitectura latinoamericana», dijo a Télam Juan Negri, director de Ciencia Política y de Estudios Internacionales en la Universidad Torcuato Di Tella.

Para el analista, este primer viaje del presidente brasileño, que asumió el 1 de enero, demostró su intención de perfilarse como una «potencia regional constructiva», una «locomotora» que integre a la región hacia un lugar más productivo.

«En Argentina, Lula y su par Alberto Fernández anunciaron una ambiciosa agenda de integración financiera, energética y tecnológica, que incluye un proyecto de moneda común para las transacciones bilaterales.

Sin embargo, la visita a Buenos Aires no solo le permitió relanzar las relaciones con uno de sus principales socios comerciales, sino también con el resto de la región, agrupada en la Celac, y con otros líderes internacionales invitados al evento.

Además de participar en el foro, el gobernante aprovechó la cumbre para reunirse con el director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu; el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; la primera ministra de Barbados, Mia Mottley; y su homólogo cubano, Miguel Díaz-Canel.

También su canciller, Mauro Vieira, mantuvo encuentros con sus pares de México, Paraguay, Chile, Perú y Venezuela; con el secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) y con el premier de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, quien asumió la presidencia pro témpore de la Celac al concluir la cumbre.

«La vuelta de Brasil fue festejada por todos, no desde lo personal, sino como Brasil»(FW)Celso Amorim(A)

Estas citas tuvieron como objetivo la «normalización» de los vínculos bilaterales -principalmente con La Habana y Caracas, marginadas por Bolsonaro-, además de abordar la lucha contra el hambre, la crisis climática y la gobernanza global, explicó a la prensa el asesor jefe de la Presidencia, Celso Amorim.

«La vuelta de Brasil fue festejada por todos, no desde lo personal, sino como Brasil», dijo el principal consejero internacional de Lula, quien señaló que su país es «un factor de equilibrio».
En Uruguay, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) se alzó como un mediador pragmático en la crisis del Mercosur , que atraviesa fuertes divisiones internas por la voluntad del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou de impulsar acuerdos bilaterales con China.

Lula, cuyo país asumirá la presidencia del bloque comercial a mediados de año, calificó «más que justos» los reclamos de su par uruguayo y juntos anunciaron la creación de una comisión técnica bilateral para analizar el tema.

Acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur

No obstante, el mandatario advirtió que antes que eso «es urgente y necesario» que el bloque firme el acuerdo con la Unión Europea (UE), que fue aprobado en 2019 tras 20 años de negociaciones, pero se vio torpedeado por las críticas de los países europeos a la gestión ambiental de Bolsonaro.

«Vamos a intensificar las conversaciones y firmar ese acuerdo para que podamos discutir enseguida un acuerdo entre China y Mercosur, y yo creo que es posible», defendió.

Estos esfuerzos se vieron plasmados durante la reunión bilateral que tuvo en la capital argentina con Michel y también en la mantenida esta semana por su vicepresidente, Geraldo Alckmin, y el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Frans Timmermans, en Brasilia.

«Estamos muy cerca de la firma», admitió Michel a un grupo de periodistas, entre ellos Télam, y
destacó la «claridad» que brinda la presencia de Lula en el Gobierno brasileño frente a los dilemas que había planteado la gestión de Bolsonaro.

La concreción del acuerdo será abordada el lunes durante la visita a Brasil del canciller alemán, Olaf Scholz, y probablemente se profundice en abril próximo, cuando Lula viaje a Portugal y, quizás, otros países europeos.

Coordinar voluntades

Según Negri, este nuevo liderazgo brasileño podría jugar en el largo plazo un rol clave en la coordinación de voluntades de una región «muy fragmentada», que a su juicio tiene multiplicidad de organismos y actores erosionados, con poca capacidad de acción y deteriorados en su credibilidad interna y externa.

«Si tuviese éxito, Brasil podría ayudar a que la región pueda coordinar respuestas a algunos problemas puntuales y darle importancia a las organizaciones latinoamericanas que son un poco cáscaras vacías», sostuvo el especialista, que destacó la voluntad del gigante sudamericano en alzarse como actor emergente en el escenario global.

Una ambición que Lula perseguirá el próximo 10 febrero en Estados Unidos, donde será recibido por su par estadounidense Joe Biden, y en marzo durante una visita a la China de Xi Jinping.

Beijing es el mayor socio comercial brasileño, mientras que Washington es el segundo.

«Vamos a hacer que Brasil vuelva a ser protagonista internacional otra vez y sea respetado»Lula da Silva

«Vamos a hacer que Brasil vuelva a ser protagonista internacional otra vez y sea respetado», dijo el líder del PT tras anunciar estos viajes.

Al buscar relaciones productivas y pragmáticas con ambas naciones, que actualmente luchan por la influencia política, económica y militar en varias regiones del planeta, Brasil intenta recuperar su rol de mediador entre las potencias globales, atraídas tanto por su interés geopolítico como por su mercado.

«Con Lula se vuelve al Brasil de fines de los 90, la potencia regional que tiene un rol medio entre las potencias globales. No está alineada directamente con ninguna, sino que trata de ser un actor que tercie entre ellas», afirmó Negri, que contrastó esta «mirada más equilibrada» con el «proestadounidismo exagerado» de Bolsonaro.

Esta apuesta se presenta determinante en un año en que Brasil asumirá la presidencia temporal del G20, el foro que reúne a las mayores economías del mundo, así la como del grupo de emergentes Brics, que integra junto a Rusia, India, China y Sudáfrica.

Télam


Lula se reúne, em um mês, com metade do total de países de todo o mandato de Bolsonaro

Em menos de um mês, os números dão a medida da mudança promovida pelo presidente Luiz Inácio Lula da Silva na política externa brasileira em comparação com a gestão do ex-presidente Jair Bolsonaro. O petista já se reuniu com representantes de 15 países neste período, enquanto seu antecessor teve encontros bilaterais com lideranças de 31 nações ao longo de quatro anos. A agenda também passou por uma guinada representativa e passou a mirar temas que estavam de lado, como clima e direitos humanos.

Lula já participou de tantas reuniões do gênero em 2023 quanto Bolsonaro nos seus três primeiros meses de mandato. O contraste tende a aumentar. O atual ocupante do Palácio do Planalto pretende fazer uma incursão internacional por mês até dezembro.

Na segunda-feira, o petista deverá receber o chanceler alemão, Olaf Scholz, e tem viagem marcada para os Estados Unidos no dia 10, quando se encontrará com o presidente Joe Biden. Em março, ele deverá ir à China e, no mês seguinte, a Portugal e a pelo menos três nações africanas — entre elas, provavelmente, Angola.

Reuniões dos presidentes Jair Bolsonaro e Luiz Inácio Lula da Silva — Foto: Editoria de Arte

Um aspecto, porém, impactou nas milhas de Bolsonaro. Os dois anos de auge da pandemia de Covid-19, uma crise sanitária de escala global, praticamente impediram as viagens. Ainda assim, em seu primeiro ano de governo, sem a pandemia, o ex-presidente esteve com líderes de nove países. Lula, em 2003, quando assumiu o Planalto pela primeira vez, sentou-se com representantes de 28 nações.

Alinhamento ideológico

A disparidade vai além dos números, contudo. Bolsonaro sempre deixou clara a resistência em dialogar com chefes de Estado e governo que não fossem afinados ideologicamente a ele. Nesse cenário, poucos líderes internacionais estiveram com o então presidente duas vezes. Nessa lista estão Viktor Orbán, da Hungria; Andrzej Duda, da Polônia; e Donald Trump, na época presidente dos EUA, todos vinculados à direita mais radical.

Bolsonaro não teve uma bilateral sequer com os centristas Emmanuel Macron, da França, ou Angela Merkel, chanceler alemã durante boa parte do mandato do ex-presidente. Lula visitou na semana passada Luis Lacalle Pou, presidente do Uruguai e conservador.

— O Brasil vai voltar a negociar com a América do Sul, com a América Latina, com a África, com a Europa, com os países asiáticos, porque esse é o papel de um país que tem 215 milhões de habitantes, que em 2006 chegou a ser a 6ª economia do mundo, hoje é a 13ª — afirmou Lula em visita à Argentina na semana passada

O isolamento de Bolsonaro ficou claro em episódios simbólicos, como durante a reunião do G20 em Roma, em 2021. Na ocasião, ele só foi recebido pelo premier Mario Draghi, da Itália, o país-sede. As imagens mostravam o brasileiro sozinho enquanto outros líderes conversavam entre si.

Além do calendário de viagens mais movimentado, a agenda mudou: a política externa agora está centrada em temas como aquecimento global e direitos humanos, ampliando o escopo anterior, muito concentrado em comércio. Entre os desafios de Lula, neste momento, está atrair novos atores para o financiamento de medidas para mitigar os efeitos do aquecimento global sobre a Amazônia.

Os EUA já acenaram que planejam investir cerca de US$ 150 bilhões em medidas desse tipo. No encontro que terá com Biden, em fevereiro, os principais temas de interesse comum serão o crescimento da extrema direita no mundo e a participação dos EUA no Fundo Amazônia, hoje patrocinado por Alemanha e Noruega.

Em outra frente de articulação internacional, Lula trabalha para botar de pé o acordo comercial entre Mercosul e União Europeia (UE). Ao deixar Montevidéu, na última quarta-feira, ele prometeu se empenhar para fechar esse tratado o quanto antes, para que o Uruguai desista de negociar um acordo de livre comércio com a China, o que enfraqueceria sensivelmente o bloco sul-americano.

Lula teve uma reunião bilateral com o presidente do Conselho Europeu, Charles Michel, durante sua visita a Buenos Aires, na semana passada. O principal tema discutido foi a expectativa da realização de uma cúpula entre Mercosul e UE em julho, em Bruxelas.

As medidas concretas tomadas pelo governo até agora são representativas, como a saída do Consenso de Genebra —espécie de aliança mundial antiaborto, formada por nações com regimes autoritários, como Arábia Saudita e Uganda, ou com governos ultraconservadores, como Polônia. Paralelamente, o Brasil voltou para o Pacto Global para Migração Segura, Ordenada e Regular e para Comunidade dos Estados Latino-Americanos e Caribenhos (Celac). O próximo passo é o retorno à União de Nações da América do Sul (Unasul).

Aspectos negativos

Apesar de inicial e intensa, a caminhada da nova política externa brasileira já atraiu críticas. Lula anunciou a volta do financiamento pelo BNDES de obras executadas por empresas brasileiras em países vizinhos. Ele também acertou com o presidente argentino, Alberto Fernández, que sejam realizados estudos para o uso de uma moeda comum entre os dois países no futuro.

O conselheiro emérito do Centro Brasileiro de Relações Internacionais (Cebri) e ex-embaixador do Brasil na França e na Argentina, Marcos Azambuja, acredita que o presidente brasileiro poderia ser mais contido em diferentes aspectos.

— O estilo de Lula é mais compatível com o espírito do brasileiro. Lula nos aproxima do mundo, dos vizinhos, faz amigos. O que não é bom é que a linguagem diplomática deve ser mais cuidadosa. A linguagem diplomática se expressa com o rigor da palavra, a disciplina do gesto e a economia nos fatos — disse.

Para Azambuja, a reaproximação com a Argentina é essencial e oportuna, mas tratar de moeda comum é precoce.

— O demônio mora no detalhe. O gesto é maravilhoso, o Brasil volta a ser amado e querido, mas não posso estar de acordo com os impulsos — resumiu.

Roberto Goulart de Menezes, professor de Relações Internacionais da Universidade de Brasília, considera que a gestão anterior levou a política externa nacional a um projeto de ruptura.

—Lula gosta de política externa e de fazer diplomacia presidencial, ao contrário do seu antecessor —resume o acadêmico.

Globo

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