Colombia: Los riesgos de vivir sabroso – Por Carmen Durán y Juanjo Herranz
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Colombia: Los riesgos de vivir sabroso
Carmen Durán y Juanjo Herranz
En Colombia se asesina a un líder social cada dos días, según recoge un estudio del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz). La guerra, que dura más de medio siglo, desangra al país y, en especial, a un departamento, el Cauca. En el Cauca nacen tres de los ríos más importantes de Colombia, también nacen lideresas sociales afrocolombianas como Francia Márquez Mina, nueva vicepresidenta, o Clemencia Carabalí Rodallega, nueva consejera presidencial para la Equidad de la Mujer y compañera de lucha de Francia desde hace más de 20 años. El Cauca es el corazón hidrográfico del país, también el corazón de la lucha social y ambiental.
Tras la firma de los acuerdos de paz de 2016 y la retirada oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo (FARC-EP), el Estado ha sido incapaz de ocupar el vacío de poder dejado por la guerrilla. Esto ha favorecido el auge de nuevos actores armados que pugnan por el control de estos territorios, territorios que habitan comunidades campesinas, indígenas y afrocolombianas. “El postconflicto es, a veces, peor que el conflicto”, es habitual escuchar en el Cauca.
Clemencia es lideresa socioambiental y defensora de Derechos Humanos, cofundadora de la Asociación de Mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca (ASOM) y ganadora de varios premios internacionales. El último de ellos, con sus más de 30 años de trabajo comunitario como aval, ha sido el nombramiento como consejera presidencial para la Equidad de la Mujer. Clemencia hace el mismo recorrido que Francia: del territorio a la capital.
En el Cauca quieren vivir bien, sabroso. “Vivir sabroso es vivir sin miedo. Que no tengamos que pensar qué comer mañana (…). Que haya condiciones y garantías para ser, para estar y para hacer”, explica Clemencia. En el Cauca los ríos y los valles son fértiles; se baila, se celebra, se brinda. En el Cauca quieren vivir bien, sabroso, pero los desplazamientos, las masacres y los asesinatos no les dejan.
Clemencia camina despacio, como quien mide bien sus pasos, y piensa —y actúa— rápido, sabedora de que la oportunidad, la ventana, no va a estar siempre abierta. “Esperamos que esta vez tengamos voz, que esta vez se pueda recoger la mirada de los territorios, de la periferia, de los jóvenes, de las mujeres”, dice sobre el nuevo Gobierno, del que ahora forma parte
Desde que Francia Márquez Mina se lanzó a la carrera política, “vivir sabroso” está en boca de todo el país, pero todavía no está al alcance de todos. En 2021, Colombia fue el país donde más líderes y lideresas sociales fueron asesinados, 138, según la organización internacional Front Line Defenders, seguido de México con 42 personas. Hasta noviembre de 2022, han sido asesinados 156 líderes y lideresas. El Cauca es el departamento que más sufre este tipo de violencia, 31 homicidios en 2021 y 21 en lo que va de año, según denuncia Indepaz. Asimismo, según el último informe de Sisma Mujer, organización colombiana que trabaja para la erradicación de la violencia contra la mujer, el Cauca es el departamento que más víctimas lideresas tiene de todo el país.
“Me dijeron que era un estorbo para el desarrollo, que me tenían ubicada y que por el bien de mis hijos me callara la boca. Esa fue la primera amenaza y de allí, bueno, van 13… 15”, dice Clemencia desde La Balsa, la vereda del Norte del Cauca donde nació. En 2021 fueron reportados 1.108 casos de amenazas a mujeres lideresas y defensoras de Derechos Humanos a la Defensoría del Pueblo; una defensora amenazada cada ocho horas. De 2020 a 2021 los hechos violentos —amenazas, asesinatos, desplazamientos— contra mujeres lideresas afrocolombianas aumentaron en un 41,67%. Según alertó la Misión de Observación Electoral de Colombia, estas formas de violencia se incrementaron fuertemente durante el periodo electoral, entre el 1 de enero y el 22 mayo 2022. La violencia general contra líderes y lideresas aumentó en un 109% frente a las elecciones de 2018, convirtiéndose en el periodo electoral más violento de los últimos 12 años.
Del vehículo blindado sale primero un guardaespaldas; luego baja Clemencia, con sonrisa presta, siempre. Hace cuatro años sufrió un atentado en Lomitas, una vereda cercana, donde también se encontraban otros líderes y lideresas sociales, entre ellos Francia Márquez. “Fuimos atacados por hombres armados que nos tiraron primero una granada y después dispararon fuego con pistolas. Afortunadamente no nos pasó nada; nada físicamente, pero sí el impacto psicológico”, cuenta Clemencia, que desde 2018 tiene que moverse en coche blindado y con dos guardaespaldas.
La violencia contra las mujeres negras y contra líderes sociales tiene una fuerte dimensión simbólica, busca silenciar y desmovilizar tanto a las mujeres como a la resistencia comunitaria. Sin embargo, en el Cauca, asociaciones afrocolombianas como ASOM, Proceso de Comunidades Negras (PCN) o la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca (ACONC) responden a esta violencia organizándose y reafirmando la defensa del territorio y de sus líderes y lideresas.
Ante la pregunta de cómo sobreponerse a toda esta violencia para seguir en el ejercicio de liderazgo, Clemencia manifiesta cómo entre todas las organizaciones de la región han construido un entorno protector: “Fue importante saber que no estábamos solas. Gracias a ese entorno protector se pudo sobrellevar y tuve toda la acogida, todo el respaldo, y eso nos sirvió muchísimo”, explica refiriéndose a su primer atentado. “Poco a poco fuimos entendiendo muchas dinámicas y fuimos también haciendo nuestras estrategias de cuidado y protección, y eso es lo que nos permitió permanecer, seguir haciendo el trabajo en medio de las dificultades”.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha destacado la importancia de los liderazgos en la consolidación de los pilares democráticos y el Estado de derecho: “En Colombia, las personas defensoras, líderes y lideresas sociales, han desempeñado un rol fundamental en la búsqueda de la plena vigencia de los derechos humanos, de la paz y del fin del conflicto armado”. Ante esta situación, tanto la CIDH como las Naciones Unidas, han reiterado en numerosas ocasiones la necesidad de adoptar medidas urgentes e integrales para la disminución de la violencia y la protección de los liderazgos.
*Durán es socióloga, Herranz es periodista. Publicado en El Salto