Exportar pobres, ¡un negociazo! – Por Libardo Sarmiento Anzola

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Exportar pobres, ¡un negociazo!

Libardo Sarmiento Anzola*

Los más pobres han construido nuestras ciudades, alimentado al país con la siembra de sus campos y sostenido parte de la economía, no solo con su enganche en miles de empresas locales, más el rebusque diario, sino, además, con el envío de miles de dólares producto de su trabajo en otros países, a los que emigran debido a la negación de sus derechos fundamentales en su lugar de nacimiento.

El envío de divisas por parte de los trabajadores colombianos desde el exterior en 2022 marcará un récord sin precedentes en la historia: 9.176 millones de dólares, equivalentes a 3,3 por ciento del PIB. Esta entrada se posiciona como una de las que más genera ingresos al país, después de las exportaciones de petróleo.

Estos ingresos, denominados remesas, favorecen el consumo de los hogares, reducen la pobreza, apoyan la reactivación de la economía, disminuyen el déficit de cuenta corriente de la Nación, el Estado aumenta sus ingresos por impuestos a las personas naturales y elevan significativamente las utilidades del sector financiero (los bancos y entidades de giros se quedan con el 6% del monto de las remesas).

En medio de la negación de sus derechos fundamentales, que conllevan obstáculos para acceder a trabajo y salario digno, vivienda, educación, pero también como víctimas de la violencia, un poco más de cinco millones de connacionales han tenido que emigrar al extranjero. Este fenómeno se inició en Colombia en la década de los 60 y 70 del siglo pasado con destino a Estados Unidos, Canadá, España, México, Costa Rica, Venezuela, Ecuador y países del cono sur.

La cascada de divisas en creciente año tras año demuestra dos realidades: i) la exportación de fuerza de trabajo, además de suavizar los niveles de desempleo, pobreza e inconformidad social y con ello dilatar las presiones sobre quienes gobiernan, es un buen negocio para el país, como que, ii) los pobres son quienes han hecho y siguen construyendo a Colombia.

Población y desarrollo

Las variables poblacionales interactúan recíprocamente con las variables del desarrollo socioeconómico. Las décadas de alto desarrollo después de la 2ª Guerra Mundial trajeron un crecimiento inesperado en la población mundial, y de Colombia en particular: durante el período 1950-2022 se multiplico 4,6 veces el número de sus habitantes, pasando de 11,3 a 51,6 millones de personas.

La variación de la población es producto de la cantidad acumulada históricamente a principio de cada de año, más la suma anual del número de nacimientos vivos y la resta de las defunciones; este resultado es afectado por el saldo de las migraciones netas: quienes se van a vivir al extranjero y quienes ingresan de otros países y fijan su residencia en el país (gráfico 1). El desarrollo y la modernización reducen la tasa de mortalidad mucho antes de reducir la tasa de natalidad; como resultado, el desarrollo puede acrecentar el PIB y al mismo tiempo reducir el PIB per cápita.

En esta constante, durante el período 2000-2022 nacieron en Colombia 15,6 millones de personas, esto es, un promedio de 678 mil por año; la tasa media anual de nacimientos fue de 1,52 por ciento (en el año 2000 la tasa fue de 1,9 y en 2022 descendió a 1,2). En estos 23 años del período analizado, fallecieron 5,4 millones de personas, el promedio anual fue de 232 mil muertes por año (por causas internas o enfermedades y causas externas, como homicidios, accidentes y suicidios); la tasa anual de defunciones fue de 0,51 por ciento en promedio (durante buena parte de las dos primeras décadas del siglo XXI se mantuvo oscilando entre 0,4-0,6 y aumentó a 0,8 por ciento durante el pico de la pandemia provocada por el covid-19, en 2022 bajó nuevamente a 0,6 fallecimientos por cada cien personas).

En el período 1950-2022 el país experimentó un aumento de su población de 4,6 veces y de 17,3 durante el mismo lapso del valor del conjunto de los bienes y servicios producidos (PIB); en consecuencia, el PIB per cápita se multiplicó por 3,8 veces.

Diáspora colombiana
y remesas

Como remesas se entienden las transferencias corrientes por parte de emigrantes a su país de origen, este ingreso se registra en la cuenta corriente de la balanza de pagos. En particular, son el principal componente de la subcuenta de ingreso secundario o transferencias corrientes.

Diáspora implica la dispersión de un pueblo o comunidad humana por diversos lugares del mundo. La migración en Colombia está ligada a la dinámica de una sociedad que se transforma en función del contexto, de las fluctuaciones de la economía y de las condiciones de variabilidad sociopolítica y conflictos que caracterizan al país. Hasta mediados de la segunda década del siglo XXI, el saldo migratorio era negativo, salían más connacionales a vivir y trabajar en el extranjero que quienes llegaban a fijar su residencia en el país.

El nuestro se ha caracterizado a lo largo de la historia por ser un país que exporta mano de obra: 3.378 345 registraban en el 2005 como residiendo de manera permanente en el exterior; más recientemente, de acuerdo con estimaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, esta cifra ronda los 5 millones de sus miembros. Colombia se considera como uno de los países de mayor migración dentro de la región.

Por su parte, la inmigración hacia Colombia ha estado más limitada y sólo hasta hace diez años se incrementa la presencia de extranjeros. En cuanto a las personas procedentes de otros países, estos tienen origen de la República Bolivariana de Venezuela, Ecuador, Estados Unidos de América y España; en conjunto suman cerca de 2,7 millones de personas, principalmente de origen venezolano (93%), Estados Unidos (2%), Ecuador (1,5%). En particular, Migración Colombia reportó que ya son casi 2,5 millones de venezolanos los que están radicados acá, de los cuales el 96 por ciento han regularizado su situación y están en trámite de ello y apenas 300.000 siguen irregulares.

El flujo migratorio de connacionales hacia el exterior se intensificó a finales de la década de 1990, lo que podría explicar el crecimiento de remesas que ayudan al sostenimiento de miles de sus familias. Durante el período 2000 y 2022, las remesas suman 103.758 millones de dólares estadounidenses (gráfico 2).

Los flujos de remesas hacia América, Latinoamérica y el Caribe aumentaron a USD 131 000 millones en 2021, lo cual representa un incremento del 25,3 por ciento con respecto a 2020, a causa de la fuerte recuperación del empleo de los trabajadores extranjeros en Norte América y Europa. Entre los países que registraron tasas de crecimiento de dos dígitos se encuentran Guatemala (35%), Ecuador (31%), Honduras (29%), México (25%), El Salvador (26%), República Dominicana (26%), Colombia (24%), Haití (21%) y Nicaragua (16%).

El estado colombiano no cuenta con una política expresa frente a este flujo de giros de dinero desde el exterior. No hay certeza sobre cuántos son los colombianos que viven en el exterior ni sobre el monto de transferencias que sería consistente con el número de emigrantes. Algunos sospechan que a través del mecanismo de las remesas se laven dineros provenientes de actividades ilegales, particularmente del narcotráfico. La posición oficial es pragmática: voltear la mirada para otro lado, evitar las preguntas incómodas y en silencio llenar alegremente los bolsillos de dólares: ¡la exportación de la pobreza es un negociazo para el país!

* Economista y filósofo. Integrante del comité editorial de los periódicos desdeabajo y Le Monde diplomatique, edición Colombia.

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