Apuntes sobre la despatriarcalización: una mirada desde el feminismo comunitario en Bolivia – Por Paola Cabrera

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Apuntes sobre la despatriarcalización: una mirada desde el feminismo comunitario en Bolivia

Por Paola Cabrera*

Casi acaba el 2022, y como mujeres organizadas nos encontramos para hacer un análisis de la coyuntura. Creemos que es importante compartirles nuestra ideología y nuestra propuesta desde la corriente del feminismo comunitario, en Bolivia. Sólo en la medida en que nos leamos, hablemos, acuerpemos podremos llegar a conocer las luchas de nuestras compañeras de toda Latinoamérica y con ellas tejer una red de contención y lucha con la cual trabajar a nivel regional. Contrario a los valores modernos, que niegan la colectividad y los afectos, los apegos femeninos son revolucionarios y herramientas de resistencia. Largo y tendido se puede hablar sobre las redes colectivas de las mujeres y cómo estas han tenido la capacidad de cambiar las condiciones sociales, políticas y económicas, sin embargo, el discurso se ha centrado en las victorias y construcciones de los feminismos hegemónicos.

La construcción de los movimientos femeninos no es homogénea, las condiciones de clase y etnia se suelen ignorar mostrando así una narrativa romántica de las luchas femeninas, sin embargo, cuando tomamos en cuenta la experiencia de cada colectivo podemos ver que las demandas entre los colectivos femeninos de clases medias altas están distantes de las demandas de los sectores populares generando discusiones, encuentros y desencuentros que van a construir identidades femeninas variadas. Mientras las clases acomodadas pedían inserción femenina en los espacios de poder, las clases populares luchaban por desmantelar esos espacios de poder, las clases altas pedían divorcio total mientras que las populares negaban la institución del matrimonio, varios ejemplos podemos ver entre los debates dentro de las mujeres que son necesarios para comprender la escala de opresiones, pero terminan siendo ahogados por los discursos hegemónicos y en la actualidad, bajo el modelo neoliberal impulsando valores individuales y mercantiles, maquillando e instrumentalizando luchas colectivas de clase, etnia y género para los aparatos de poder.

Para subsanar y contrarrestar los discursos hegemónicos es importante la construcción de una historia común y proveniente desde las propias actoras de los sucesos, gremiales, obreras, artesanas, intelectuales etc. Esto con el fin de crear una identidad colectiva que empiece a responder a nuestras necesidades como mujeres.

Los logros y las cuentas pendientes del Estado Plurinacional

En los últimos años con la instauración del Estado Plurinacional se han tomado en cuenta la experiencias de los movimientos femeninos populares, se ha constituido en un una ley (348) que tipifica distintos tipos de violencia que son comunes en espacios populares dando conciencia de lo que es violencia y como la entendemos, se ha constituido un bono como lo es el Juana Azurduy que les ha dado el derecho a las mujeres de bajos recursos a tener una maternidad digna, atención médica y asegurar la vida de los niños de primeras infancias mediante la buena nutrición. Estas son algunas medidas que se han tomado, todavía falta un montón como el trabajo con las sexualidades, el trabajo desde las masculinidades para evitar eventos de violencia, el trabajo sobre la autonomía de los cuerpos, pero estas luchas van a seguir siendo retrasadas si seguimos teniendo una aproximación desde el feminismo hegemónico y neoliberal, si no entendemos las construcciones culturales y vivenciales de los movimientos femeninos. En construcción de un horizonte descolonizador y de despatriarcalización.

Si bien la despatriarcalización se ha constituido como política pública, principio del Estado y prioridad del mismo, no vemos que lo enunciado en los discursos y normas se traduzca en acción. Ahora que hemos recuperado la democracia, ahora que el gobierno ha sido electo por el pueblo, creemos que no sólo debemos exigirle que cumpla con nosotras, sino que también debemos ofrecer un análisis de porqué hasta el momento los esfuerzos no han bastado, y proponer cómo entre todos y todas podemos construir un mañana mejor sin opresiones. Hasta el momento nos hemos centrado, como país, en la ampliación de la participación de las mujeres en espacios públicos. Aunque es un buen inicio, esto no es garantía de que la mayoría tenga un enfoque de género y políticas en favor de las mujeres. Necesitamos crear mecanismos comunitarios que aseguren que organizarnos sea un derecho, no un privilegio y que además garanticen la participación de nosotras, la mitad del pueblo en todas y cada uno de los espacios de debate y toma de decisión, tanto en esferas tradicionales como populares. Vemos que muchas hermanas no cuentan con la formación técnica o teórica necesaria para lograr ser tomadas en cuenta en espacios de poder estatal o para ser escuchadas en espacios internacionales. Sin embargo, muchas de estas compañeras cuentan con la experiencia de vida, de dirigencia y de manejo de la política en sus espacios territoriales que sobrepasa la comprensión que cualquier profesional de clase media pueda tener. Sus compañeros varones han contado con la oportunidad de formarse en grados académicos más altos o de poder acudir a espacios en los cuales, mediante la práctica han logrado conseguir mayor notoriedad. Ante esto, consideramos que la descolonización y despatriarcalización del Estado y de nuestra sociedad se encuentra aún retrasada.

Vemos con mucha preocupación como muchas jóvenes del área urbana quieren unirse a la lucha feminista, y por la hegemonía de la revolución superficial de los feminismos occidentales y burgueses, comienzan a militar con consignas que se quedan en la superficie y no alcanzan a comprender la realidad de los pueblos. No se ha profundizado en el debate entre las distintas corrientes de feminismo (liberal, descolonial, hegemónico, de clase) y esto causa que perdamos el valioso aporte de compañeras que como nosotras, han tenido la oportunidad de estudiar y en lugar de apoyar las luchas de nuestros pueblos, dentro de las cuales también están la lucha por una vida libre de violencia, por procesos justos, por trabajo digno en el cual no se nos acose, en fin, por una vida digna para todas nosotras.

La mayoría de las mujeres de capas medias de las ciudades de Bolivia que deciden ser feministas, se unen y crean a organizaciones de corrientes de derecha. Frente a esto planteamos un feminismo comunitario, que entiende que la lucha es contra el sistema patriarcal, contra todas las formas de opresión y desigualdad que han sido construidas sobre nuestros cuerpos. Entendemos que la lucha es junto a nuestros compañeros, y que la propuesta vendrá de la comunidad, pero ante todo desde nosotras que como mujeres somos las principales afectadas. La verdadera decosntrucción se da en constante debate en comunidad, se hace con nuestros hermanos y hermanas al estudiar la realidad y ver cómo podemos transformarla. No existe una verdadera despatriarcalización sin esta no es descolonizadora, anticapitalista y antiimperialista, no creemos que la resolución de la lucha de clases o de las opresiones étnicas (aunque son fundamentales) vayan a resolver automáticamente las desigualdades de género, como tampoco creemos que la lucha feminista sea únicamente contra el machismo. Sólo mediante la visibilización de todas las opresiones y la organización en comunidad podremos destruir el sistema que nos oprime. La semilla la plantaron nuestras ancestras, nos toca cuidar su crecimiento, luchar por cada centímetro y asegurar que florezcan nuestras luchas.

*Secretaria Ejecutiva del Frente Revolucionario Comuna de Bolivia e integrante de la asamblea de warmis (mujeres) de Bolivia

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