Perú: ¿Los presupuestos públicos tienen ideología? – Por Alejandro Narváez Liceras

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Perú: ¿Los presupuestos públicos tienen ideología?

Alejandro Narváez Liceras*

El ejecutivo acaba de presentar al congreso peruano el proyecto de Ley del Presupuesto, para el Año Fiscal 2023.  Según sus autores, su objetivo es el “retorno gradual” a las reglas macro fiscales para el sector público no financiero. Quiere decir, que a partir de 2023 la deuda pública no exceda el 38% del Producto Bruto Interno (PBI), y ésta debe ser menor o igual a 30% en un plazo no mayor a 10 años. Entre tanto, el déficit fiscal anual, para los años 2023, 2024, 2025 y 2026, no debe ser mayor a 2.4%, 2%, 1.5% y 1% del PBI, respectivamente.

Cifras del presupuesto proyectado

El techo de gasto del Presupuesto Institucional de Apertura (PIA) para el 2023 asciende a 214,800 millones de soles, que viene a ser el 21% del PBI de 1,029 mil millones de soles proyectado en el Marco Macroeconómico Multianual (MMM) (2023 -2026), lo que equivale a una expansión económica de 3.5%. Si comparamos con el presupuesto de 2022 que fue de 197,000 millones, el nuevo proyecto tiene un aumento real de apenas 4%, insuficiente para encarar los enormes desafíos que tiene el país.

En cuanto a la distribución de la “torta” del presupuesto, educación tiene una participación de 19.5% (2022: 18.15%), salud 11.5% (2022:11.27%), transportes, 9.5% y otros el 59.5%.  Mención especial merece el presupuesto de educación. Se observa un pequeño aumento, sin embargo, sigue siendo apenas el 4% del PBI (2022:3.7%) y está en la cola de países de nuestro entorno más cercano, y lejos de las promesas del gobierno de 10% del PBI. De acuerdo a las últimas cifras del Banco Mundial, el país que lidera es Bolivia con 8.9% del PBI, seguido de Brasil (6.1%), Chile (5.4%), Colombia (4.9%), Argentina (4.7%) y Ecuador (4.1%).

Por destino o empleo de los ingresos del presupuesto, se observa que los gastos corrientes se llevan el grueso de la “torta”, es decir, 131,492 mil millones de soles.  A gastos de capital (inversiones) se le asigna 59,342 millones y a servicios de la deuda pública 23,952 millones de soles. Si analizamos la evolución de estas cuentas de los últimos 10 años (2014 -2023), el servicio de la deuda (amortización del principal y pago de intereses) ha crecido en 136.50%, los gastos de capital en 95.59% y los gastos corrientes en 90.27%.

Sin entrar en más disquisiciones de las cifras del proyecto de presupuesto habría que decir, lo siguiente:

  1. Las proyecciones de crecimiento recogidas en el MMM son muy optimistas, cuando todos los organismos internacionales y nacionales han rebajado sus estimaciones.  Europa y Estados Unidos están técnicamente en recesión. China no logra revertir la caída de su economía a pesar de su política monetaria expansiva y reducción de tasas. Y, los beneficios empresariales a nivel global están en caída (véase el último Informe de Morgan Stanley). Por otra parte, el Perú, atraviesa una profunda crisis política, económica y social, como pocas veces hemos visto. Ésta es una realidad, se mire como se mire.
  2. En países con problemas estructurales como la pobreza, el desempleo, el hambre, etc. los presupuestos son herramientas clave para combatir dichos males o al menos aliviar, sin embargo, en el proyecto presentado al Congreso por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), no se advierte nada de eso, se limitan a señalar que su propósito es “cuidar los sólidos fundamentos macroeconómicos” de deuda pública y déficit público.

A los autores del proyecto habría que recordarles, que uno de los principales problemas del país es el desempleo, que genera a su vez más pobreza y más desigualdad. Las cifras de agosto 2022 del INEI revelan un 44% de peruanos en edad de trabajar (llamado PEA) como subempleada y 76% con empleo informal. Por otro lado, un reciente estudio del BCR sobre “Historia de dos pobrezas en el Perú” (mayo 2022), advierte que al cierre del 2020 había 36.2% de peruanos en situación de pobreza multidimensional.

Los presupuestos tienen ideología

La dimensión política de los presupuestos tiene un trasfondo ideológico de primera magnitud, además de una enorme trascendencia social y ética. Decidir el origen de los ingresos o fuentes y cuál será su destino o empleo es un claro indicador del ideario del partido en el gobierno. De ahí la existencia de partidos políticos de derecha, centro, izquierda o de los llamados progresistas, etc.

El presupuesto público plasma, en números, un programa político, unos compromisos políticos y unas prioridades políticas que se derivan de un modelo de sociedad que se defiende o al que se aspira. Si existen diferentes opciones políticas y diferentes modelos sociales, ¿Cómo no van a existir diferentes propuestas presupuestarias? ¿Cómo no van a reflejar el presupuesto las diferencias políticas que existen en una sociedad? Cuestión distinta es cómo se argumenten las diferencias y las opciones ideológicas.  Cuando los burócratas del MEF, dicen cada fin año, que «son los mejores presupuestos y los más positivos o es la única opción que tenemos”, nos mienten. Siempre hay otra opción.

En los últimos 30 años, los presupuestos en el Perú, incluyendo al actual, han sido la hechura de una ideología conservadora acorde al modelo económico neoliberal vigente. Si observamos la distribución de las cifras en la estructura de los ingresos y los empleos en los presupuestos de las últimas décadas, podemos advertir fácilmente, que es lo mismo de siempre. Nada nuevo. El resultado: un país cada vez más desmembrado socialmente y con problemas estructurales no resueltos y crónicos.

Lo más opuesto a la política, a la dialéctica, al contraste (respetuoso, por supuesto) de modelos y al debate democrático de prioridades, es creer y sostener que los presupuestos no tienen ideología.  Lo correcto, es argumentar, proponer, explicar y hacer didáctica con el debate presupuestario. Un presupuesto no es bueno ni malo por el hecho de que haya aumentado “puntitos” de un año a otro, o ciertas cuentas de un determinado ministerio, región o gobierno local haya tenido incrementos. Lo importante es el porqué y el para qué de las partidas que contiene. El prestigio de la buena política consiste en explicar y hacer entender que una inversión o gasto de un sol es o no positiva, en función de a qué vaya destinada y a qué finalidad contribuye.

Tres apuntes finales

  1. En el Perú la elaboración de los presupuestos públicos por el MEF, se ha convertido en las últimas décadas, en un mero ejercicio técnico de extrapolación de cifras de un año a otro. Por su parte, el Congreso se ha limitado a dar el visto bueno al proyecto de presupuesto presentado por el ejecutivo, sin apenas “debates”. Mejor dicho, el Congreso se ha convertido en una simple oficina de tramite presupuestario.
  2. Vivimos una de las peores crisis de nuestra historia y con muchas aristas. Obviamente, no existe una única manera de afrontar la crisis.  Tampoco existe un único modelo de formular presupuestos para hacer frente a dicha crisis. La desigualdad profundizada por la pandemia, es una grave injusticia social, pero es que además es ineficiente desde el punto de vista económico, porque lastra el crecimiento y limita el desarrollo del talento humano. Un presupuesto que no esté orientado a abordar estas cuestiones, resulta poco útil., y
  3. En periodos de crisis, los presupuestos públicos deben ser una palanca para la reactivación económica, la modernización del tejido productivo, promotora del crecimiento empresarial, de la productividad y competitividad para que con ello se generen puestos de trabajo, más estables y con mejores salarios. Desafortunadamente, todo ello, brilla por su ausencia en el presupuesto proyectado para el ejercicio fiscal 2023.  Es otra oportunidad perdida.

* Profesor Principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y director del Instituto Internacional de Economía y Empresa.

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