Constituciones en disputa y la agenda de cambios pendientes en Latinoamérica – Por Jorge Elbaum

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Constituciones en disputa y la agenda de cambios pendientes en Latinoamérica

Jorge Elbaum*

Las derechas latinoamericanas se han caracterizado por investirse de patriotismo con el solo objeto de apropiarse de los signos nacionales para legitimarse y acumular poder a fin de imponer políticas. Con esa motivación, han desparramado los graves trances que se ciernen sobre Chile para el caso de que se apruebe la nueva Constitución.

Como ejemplo han diseminado noticias funcionales al pánico moral que han buscado instalar en la sociedad. Una de ellas remite al cambio de los símbolos llevados a cabo por la República Bolivariana de Venezuela, donde se decidió la supresión del legado español en los escudos territoriales, como el de Caracas, y la superación del legado colonial observado en el cambio de nombre de plazas, la eliminación de estatuas, el cambio de nombres de parques y la instauración de efemérides ligadas a los pueblos originarios.

Como se ha visto en otros procesos de debate normativo, la derecha también apeló al potencial riesgo de privación de las posesiones inmobiliarias, ante la (supuesta) socialización planteada por los convencionales, apelando a frases como “si tu casa tiene una habitación libre, la ocupará un inmigrante” o “las viviendas no serán de propiedad privada y podrán expropiarse las segundas viviendas”.

También circuló la noticia falsa –lo que se denomina vulgarmente como fake news– que afirmaba la desaparición de la bandera y su sustitución por otra aprobada por los mapuches. No faltó el discurso reactivo respecto a las problemáticas de género: según usinas de redes sociales ligadas a medios concentrados, la nueva Constitución avalaría el aborto hasta los nueve meses.

Las derechas latinoamericanas relacionan con estupor ante los cambios constitucionales porque tienen claro que alientan posiciones democratizadoras de la sociedad sustentadas por la acción colectiva de los movimientos populares.

Las últimas reformas han sido las de Venezuela en 1999, la de Bolivia en 2007, la de Ecuador en 2008 y la de Nicaragua en 2014. En los cuatro casos se observaron fuertes reacciones de los grupos concentrados, todos ellos avalados –o impulsados– por las delegaciones diplomáticas de los Estados Unidos. En el primer caso se incentivó un golpe de Estado, en 2002, en el que se llegó a secuestrar al Presidente Chávez.

En Bolivia se produjo una intentona golpista promovida por los grupos cívicos de la llamada Media Luna, en el mismo año, 2007. En Ecuador, dos años después de las modificaciones constitucionales, se llevó a cabo una asonada policial que mantuvo secuestrado al Presidente Rafael Correa. En Nicaragua, por su parte, desde los cambios aprobados en 2014 se desató una campaña internacional, con sede en Miami y Washington, destinada a visibilizar las fallas del gobierno de Daniel Ortega e invisibilizar sus logros.

En el caso de que la propuesta sea rechazada, se prevé la realización de un nuevo plebiscito modificatorio o el debate parlamentario para modificar el articulado central de la Carta Magna pinochetista. Para el primer caso, se especula con la convocatoria a una nueva elección de Convención Constituyente. Para la segunda opción, un debate parlamentario que logre ser destrabado gracias a las modificaciones de las mayorías necesarias en el Senado para imponer cambios.

Frente a ambas posibilidades se hará presente el fantasma del lunes 18 de octubre de 2019, cuando una joven estudiante de enseñanza media decidió saltar por sobre los molinetes del metro de Santiago como forma de protesta ante el incremento del valor del transporte público. A esa adolescente la siguieron centenas. Pocos días después, más de un millón de personas se congregaba en los parques de Santiago y otros cientos de miles a lo largo del país.

El 20 de octubre, dos días después del inicio del estallido, el entonces Presidente Sebastián Piñera declaraba que “en medio de esta América Latina convulsionada vemos que Chile, nuestro país, es un verdadero oasis con una democracia estable”. Pocos días después, en otra declaración, esta vez acompañado por uniformados, amenazaba con una situación de guerra interna. Tres semanas después, el 13 de noviembre de 2019 –mientras se desarrollaba una huelga general– el primer mandatario convocaba a un acuerdo “por la paz y el cambio constitucional”.

Una gran parte de las democracias latinoamericanas exhibe una crisis sistémica producto de su rigidez respecto a la inclusión de las mayorías sociales. Sus Constituciones, lejos de garantizar las libertades liberales que promovían un siglo y medio atrás, se instituyeron en diques de contención para impedir la participación popular y el acceso equitativo a los servicios públicos y a los bienes básicos.

El entramado conservador es defendido por importantes sectores de los poderes judiciales latinoamericanos, cooptados además por capacitadores estadounidenses. Cuando se ven amenazados por la posibilidad de cambios, apelan a su sempiterno recurso de la violencia simbólica y/o material.

El último miércoles, el diputado derechista chileno Gonzalo de la Carrera agredió verbalmente a la parlamentaria Marcela Riquelme, en el marco de un debate por el referéndum. El vicepresidente de la Cámara, Alexis Sepúlveda, le hizo un llamado de atención a De la Carrera y este le propinó varios golpes en el rostro.

Los sectores reaccionarios siempre han tenido un patrón común: sembrar el odio, demonizar a quienes buscan los cambios e incluso hacer sutiles o abiertas convocatorias a la muerte. Hay un hilo negro que une la agresión del diputado trasandino con la mano que intentó asesinar a Cristina Fernández de Kirchner. En ambos vértices de ese filamento se articulan los discursos de odio, dispuestos para frustrar los cambios sociales.

Todos ellos son legitimados por las mismas usinas corporativas comunicacionales, encargadas de sembrar el miedo imprescindible para justificar la violencia.

*Sociólogo argentino, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la). Publicado en elcohetealaluna.com.

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