Colombia | Primer mes de Petro: cambio profundo, con prioridades distintas a las prometidas – Por Daniel Pacheco

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

En treinta días desde la posesión, el nuevo Gobierno sigue aterrizando y no se ha acomodado del todo. Aún así, el presidente, Gustavo Petro, ha hecho anuncios de cambios profundos en diversas áreas y completó esta semana un gabinete de ministros que ya empieza a plasmar el carácter del Gobierno. Estas son algunas conclusiones iniciales:

La propuesta de cambio es profunda y vertiginosa

En economía, política de drogas, relaciones internacionales, paz, y seguridad el Gobierno del presidente Petro ha hecho anuncios de hondo calado en el primer mes. Desde replantear la lucha contra las drogas desde el Catatumbo, hasta presentar una propuesta de reforma tributaria que recauda una cifra récord y cambia la manera de cobrar impuestos a las personas de mayores ingresos.

De parte de Petro no ha habido timidez. En ocasiones parece que los anuncios van más rápido que las estrategias de política pública para respaldarlos, como en el tema de paz. Sin embargo, en todos los temas, el presidente plantea los cambios sin rodeos y en su naturaleza más política: La paz es para preservar la vida; la prohibición de la cocaína es un fracaso; la reforma tributaria, más allá de conseguir recursos y disminuir el déficit fiscal, es para generar igualdad; el petróleo y el carbón se deben desincentivar.

Ese ímpetu del presidente se ha visto en algunos miembros de un gabinete, que ya venía armado con varios nombramientos llenos de simbolismo. La ministra de Trabajo, Gloria Ramírez, una militante del partido Comunista, dice de frente que su mandato es lograr “justicia laboral” y anuncia mayor vigilancia a las empresas. El ministro de Defensa, Iván Velázquez, un ex fiscal anticorrupción, descabezó en la segunda semana 21 generales de la Policía, los oficiales de mayor experiencia en la institución, que venían de liderar la cúpula que enfrentó con abusos el Paro Nacional. La ministra de Minas, Irene Vélez, una filósofa sin experiencia en el sector, propuso en el congreso minero que el país debía exigir a otras naciones decrecer y hacer lo mismo.

Por ahora, estos cambios reflejan la mezcla particular que logró Petro en el gabinete. Desde figuras de peso de la centro izquierda, como José Antonio Ocampo, que arrastran con su credibilidad una reforma concreta, hasta personas con visiones más radicales, como Vélez, que generan desconcierto y debate en sus sectores.

Se trata de propuestas en las que abunda el tono académico y la ambición ideológica. Pero, como empezó a suceder con el debate del decrecimiento entre Ocampo y Vélez, hay ya choques internos entre las escuelas de pensamiento diversas que componen el Gobierno.

La Paz Total desplaza a las promesas de campaña de Petro

La diferencia más notable del Petro presidente y el Petro candidato tiene que ver con sus prioridades. Mientras hizo campaña sobre una plataforma de superación de la desigualdad y la lucha contra la corrupción, en su discurso de posesión mencionó la palabra paz 23 veces y pobreza solo una vez. En campaña, la Paz Total no existió como término y el tema apenas quedó sugerido en la polémica del perdón social a narcotraficantes. Ahora, en el Gobierno, el propósito de la paz ha dominado la agenda y el discurso de Petro.

El viraje ha venido a costa de otras prioridades. La celeridad con la que el canciller Álvaro Leyva, y el Comisionado de Paz, Danilo Rueda, han buscado abrir una negociación con el ELN contrasta con la lentitud en nombrar a los encargados de la implementación del Acuerdo con las Farc. Y la atención del presidente a la agenda de paz contrasta con la lentitud para poner en marcha la agenda social contra la pobreza o avanzar en la lucha contra la corrupción, con la propuesta hoy relegada de convertir la Procuraduría en una unidad anticorrupción.

Este viraje a la Paz Total se ha dado bajo la teoría explícita de la improvisación, como lo ha planteado el canciller Leyva. Además de consumir una parte grande de la energía del presidente, según la ley que enmarca por ahora la búsqueda de la paz que ha presentado el Gobierno, podría copar también la atención del gabinete entero concebido como “el gabinete de paz”. Hechos como el asesinato de 7 policías en el Huila anuncian ya la dificultad que tendría una negociación a varios bandos en medio de un conflicto que tiene una alta intensidad.

El cambio por ahora emociona a la mayoría del país

Más allá de los riesgos del cambio de agenda, y de algunas salidas en falso, como dejar esperando a la cúpula militar en la transmisión de mando, la propuesta del presidente Petro arranca generando un apoyo en la opinión pública importante. El Gobierno diverso, que ha involucrado a negros e indígenas, sindicalistas y activistas, arranca con una alta aprobación.

Desde Buenaventura hasta Providencia, Petro ha caminado las calles en lugares donde es recibido como una celebridad. Tras un inicio de su mandato en el que se puso en cuestión la salud del presidente por su ausencia de citas claves, ha gobernado frenéticamente desde todos los rincones del país.

Incluso ha sido asiduo participante de foros gremiales, algo que ha generado sorpresa, pues se anticipaba una distancia mayor frente al empresariado. Sin embargo, a diferencia de cuando visita un pueblo o un barrio, el presidente ha sido más frío y ha utilizado el podio presidencial para enviar anuncios duros a los sectores económicos que, por ahora, aplauden cortesmente y han optado por no hacerle oposición abierta.

El Gobierno Petro, además, ha irradiado de legitimidad a otras entidades del Estado y a su propio gabinete. En la encuesta que hizo Semana, del Centro Nacional de Consultoría, todos los ministros arrancan con un saldo de favorabilidad positivo, incluso los que son prácticamente desconocidos para la opinión pública.

En política hay un pragmatismo sin estómago

La llegada de Cielo Rusinque al Departamento de Prosperidad Social (DPS), que han anticipado por algunos medios, es la muestra más reciente de que en política Petro es pragmático y calculador.

Rusinque es una abogada sin ninguna experiencia en la lucha contra la pobreza pero del primer círculo político de la Colombia Humana de Petro. Llega a una dependencia que se le había prometido a Francia Márquez, como parte de su Ministerio de la Igualdad. El DPS mueve 23 billones de pesos en subsidios al año y en el pasado ha sido utilizado, como en el Gobierno de Iván Duque, para influenciar las elecciones. Con Rusinque ahora queda en manos del petrismo, incumpliendo una promesa a Márquez.

Hay otros ejemplos de pocos escrúpulos para operar políticamente en el Gobierno de un presidente que se hizo políticamente denunciando a las mafias de la política. Por ejemplo, le entregó el Ministerio de Transporte como cuota al partido Conservador, y nombró ahí a Guillermo Reyes, un ministro sin experiencia en el sector, que es un plagiador en serie, con el que Petro y su esposa tienen una amistad de años.

El Gobierno está ad portas de lograr formar una coalición mayoritaria con casi todos los partidos tradicionales que ha criticado, dándoles cuotas en su gabinete. Y ya mostró su capacidad de pasar la aplanadora en el Congreso, en la elección al contralor, cuando el Gobierno se jugó a fondo, pasando por encima de la independencia de los poderes públicos que había promovido en el pasado.

En política internacional hay una ruptura de la tradición pro democracia

Uno de los primeros actos de política exterior del Gobierno Petro fue no asistir a una sesión de la OEA donde se denunciaron los abusos de derechos humanos de la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua. La apuesta buscaba lograr una negociación humanitaria y estratégica con un país con el que Colombia tiene un diferendo limítrofe.

Ayer se supo que fracasó, y el régimen de Ortega no liberará a ningún preso político, ni cederá en sus pretensiones en el diferendo de San Andrés y Providencia. Se trató de un ejemplo de cómo el Gobierno Petro está dispuesto a negociar con dictaduras, rompiendo una tradición de defensa de la democracia en América Latina y abriendo interrogantes acerca de la dirección en la que el Gobierno quiere llevar la política exterior.

En solo un mes, ha habido otros casos que generan dudas.

Tras la votación en Chile en la que una mayoría amplia de los electores rechazó una nueva constitución, Petro criticó la decisión democrática y la describió como un triunfo de la dictadura.

Y en su primer viaje internacional, a la conferencia de la CAN en Perú, el presidente invitó sin ninguna condición a Venezuela para que se reintegrara al bloque comercial, una movida criticada por Amnistía Internacional. Solo ayer, el nuevo embajador de Petro en Venezuela, Armando Benedetti, dijo que Colombia debería empezar a comprarle gas natural a la dictadura que, según la ONU, cometió más de 6 mil ejecuciones extrajudiciales en poco más de un año.

La Silla Vacía

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