Telecomunicaciones: la geopolítica al compás de las corporaciones – Por Alfredo Moreno

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Telecomunicaciones: la geopolítica al compás de las corporaciones

Alfredo Moreno*

 

Un ecosistema digital es un conjunto de tecnologías de la información y comunicación que se encuentran interconectadas entre sí. Se trata de todas las aplicaciones que utiliza un negocio para gestionar sus actividades.

Estados Unidos presiona a sus socios latinoamericanos como Argentina a no adoptar las redes de 5G de empresas chinas como Huawei, a la que acusa de suponer un peligro para la seguridad nacional. Repetidas veces, Washington se manifestó a favor de la tecnología de telefonía celular Open RAN para dejar fuera del mercado a Huawei, la empresa china prohibida por varias potencias pero que fue aceptada en Brasil y en Chile en la región.

El subsecretario de Estado de Estados Unidos, Brian Nicholson manifestó que los cinco ejes temáticos a los que su país quiere comprometer a las demás naciones invitadas a la Cumbre son democracia “inclusiva”, salud púbica, energía limpia, cambio climático y transformación digital.

Sobre la transformación digital puntualizó: “Los líderes identificarán prioridades compartidas y se comprometerán con acciones específicas para construir ecosistemas digitales. Esta primera agenda regional para la transformación digital crea un contexto para que los gobiernos y las partes interesadas desarrollen en colaboración los empleos y las industrias del futuro sobre la base de redes de telecomunicaciones interoperables, resilientes, seguras y confiables que impulsarán la innovación y ampliarán el acceso a bienes, servicios, e información de nuevas formas. Estos incluyen: promover políticas para expandir el acceso a Internet, particularmente en comunidades históricamente marginadas, e impulsar la innovación digital y la inclusión social a través de un mayor acceso a los servicios gubernamentales digitales; ampliar el papel de la tecnología digital en la promoción de la educación de calidad, la alfabetización digital y la ciudadanía digital; aumentar la armonización regulatoria en áreas como la gestión del espectro y el comercio digital”.

El debate sobre los estándares sobre tecnología de telefonía celular 5G esta conducido por EE.UU. para que la región y sobre todo Argentina se oriente a la tecnología Open RAN de matriz Norteamérica sobe la base de que los estándares para las redes móviles de acceso radioeléctrico conocidos como Open RAN podrían abaratar el despliegue de 5G y otras redes móviles y dar lugar a una innovación más rápida de funciones y servicios.

Al igual que el gobierno de Donald Trump, el de Joe Biden tiene fuertes críticos a la empresa que ha liderado el desarrollo del 5G en el mundo, la china Huawei, argumentando acusaciones de espionaje y falta de seguridad, no sólo en los datos sino en el aprovisionamiento de equipos. Se trata de un negocio donde la empresa norteamericana Cisco y la surcoreana Samsung proveen dispositivos, pero no integran el corazón de la tecnología 5G. A cambio otras empresas brindan soluciones integrales, como las que proveen Huawei, ZTE (China), la finlandesa Nokia o la sueca Ericsson.

Pese a la presión de Estados Unidos sobre Latinoamérica, en 2021 los gobiernos de Chile (entonces en manos Sebastián Piñera) y de Brasil (a cargo de Jair Bolsonaro) organizaron subastas de espectro radioeléctrico para 5G entre las telefónicas sin imponer condicionamientos que dejen al margen a Huawei. Es así que en ambos países los operadores de servicios en telecomunicaciones han contratado a varios proveedores, como Huawei, Nokia y Ericsson. En cambio, Canadá se acaba de sumar al club de países que han prohibido al gigante chino, como Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Taiwán. Las redes 5G ya funcionan en vastas ciudades de América del Norte, Europa y Asia.

El lobby del Gobierno de Biden continúa en países latinoamericanos que aún no han licitado el espectro del 5G, como la Argentina. Tras la visita en abril de la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, el gobierno de Alberto Fernández adhirió a una Declaración para el Futuro de Internet, que promovió la Casa Blanca y que rubricaron la Comisión Europea, las naciones ricas del G7, la gran mayoría de las de Europa, Costa Rica, Colombia, Perú y Uruguay en favor de una “conectividad inclusiva”.

La reciente conferencia organizada el 11 y 12 de mayo en Buenos Aires, el programa CLDP (Commercial Law Development Program) reunió a representantes de los gobiernos de EE.UU., Argentina y Australia, junto con empresas del sector privado, para compartir perspectivas sobre las redes 5G y las ventajas de la innovadora tecnología Open RAN. Los expositores estadounidenses fueron el embajador Marc Stanley, el representante del Departamento de Estado y la Administración Nacional de Telecomunicaciones e Información (NTIA) del Departamento de Comercio.

Los oradores del Gobierno de Argentina incluyeron al vicejefe de Gabinete, Jorge Neme, al presidente de ENACOM, Claudio Ambrosini, y al presidente de ARSAT, Matías Tombolini. Además, realizaron presentaciones expertas del sector privado de empresas estadounidenses e internacionales.

“En comparación con dónde estábamos hace tres años, el entorno Open RAN actual es extraordinario”, dijo el director interino de la Oficina de Ciberseguridad y Política Digital del Departamento de Estado, Paul Harrison. “A nivel mundial -incluso aquí en las Américas-, ya se están implementando las redes 4G y 5G basadas en los principios de Open RAN, que ofrecen un nuevo camino, libre del bloqueo del proveedor y resiliente frente a las fuerzas geopolíticas y del mercado”, agregó.

Estas reuniones fueron una continuación de los intercambios de alto nivel mantenidos en 2021 y en abril de 2022 entre el asesor de Seguridad Nacional de EE.UU., Jake Sullivan, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, durante los cuales las dos partes exploraron la cooperación en tecnología de la información y las comunicaciones, 5G, cuestiones relacionadas con la seguridad de redes y la diversificación de proveedores, así como oportunidades para las empresas argentinas en Open RAN.

Estos encuentros, que incluyen reuniones bilaterales los días 9 y 10 de mayo entre funcionarios argentinos y funcionarios estadounidenses del Consejo de Seguridad Nacional (NSC), el Departamento de Estado, el Departamento de Comercio y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), están orientados a fortalecer la coordinación entre los EE.UU. y Argentina sobre temas importantes como la innovación tecnológica, 5G y la seguridad de la infraestructura tecnológica crítica de Argentina.

La financiación de los encuentros fue posible gracias a Digital Connectivity and Cybersecurity Partnership (DCCP), una iniciativa del gobierno de EE.UU. que sostiene que “los países socios deben aprovechar el poder de una economía digital abierta, interoperable, confiable y segura, y promover mejoras de infraestructura que sean de alta calidad, seguras, diversas y resilientes; reformas legales y regulatorias favorables a la competencia y consistentes con los valores democráticos y de libre mercado; políticas que faciliten la innovación y la inversión de los Estados Unidos y países afines; y prácticas de ciberseguridad en línea con las mejores prácticas internacionales”.

Las Redes de Acceso de Radio Abiertas (conocidas como Open RAN) para redes de telecomunicaciones, incluida la 5G deja afuera del negocio a Huawei y se lo abre a empresas que no dan soluciones integrales como Cisco y otras norteamericanas.

Huawei muestra saludables iniciativas y organizó durante ese mes de mayo una multitudinaria cumbre en el hotel Hilton porteño con sus vendedores y clientes para mostrar sus diferentes unidades de negocios, incluido el almacenamiento en la nube y el equipamiento energético. Incluso presentó el regreso al mercado argentino de sus tablets y relojes y el regreso de los teléfonos celulares (que no pueden usar Android por un bloqueo que les impuso Trump). “Hacen falta tres cosas para que exista 5G”, explicó el vicepresidente de Huawei Argentina, Juan Bonora, en el encuentro del Hilton “Primero: que haya espectro. El Gobierno está analizando en qué espectro se lanzará el 5G, cómo lo concesiona, por cuánto tiempo, por zonas o no, si va a pedir dinero a cambio o contraprestaciones. Segundo: que los tres operadores (Telecom Personal, Telefónica Movistar y Claro) cierren sus planes de inversión. Tercero: que inviertan. Veo difícil que este año se concrete”.

Se estima que el salto de generación de celulares en Argentina implicaría una inversión conjunta de Telecom (propiedad de los dueños del Grupo Clarín), la española Telefónica y la mexicana Claro (de Carlos Slim) de unos US$ 3.000 millones. Por ahora, Telecom está haciendo pruebas con Huawei en zonas como la que rodea el teatro Colón. Claro, en cambio, viene trabajando el 5G con Nokia en el resto de Latinoamérica. Telefónica apostó por Nokia y por Ericsson en España y dejó afuera a Huawei de este contrato en particular.

La asociación civil llamada Gobernanza, que autodefine su propósito como “fortalecer la democracia a través del uso de las tecnologías”, organizó a fines de mayo un Encuentro Federal de Gobernanza 4.0 con las presencias del embajador Stanley y los gobiernos de Córdoba, Catamarca, Corrientes y Santiago del Estero. Su presidente, Gastón Massari Copes, opina que “Cualquier empresa que sea de bandera de la República Popular China, en este caso Huawei, son empresas que no tienen dentro de su marco filosófico y de su creación el resguardo de los datos de los ciudadanos. Por tanto, no creo que sea una empresa confiable dentro de lo que está alineado con la visión democrática que deberíamos tener en nuestro país”.

Por el contrario, el politólogo Patricio Giusto, director del Observatorio Sino-Argentino, advierte “No hay evidencias presentadas de que Huawei efectivamente sea una amenaza para las redes de seguridad. Y la otra acusación que viene de la mano es que Huawei espiaría para el Partido Comunista Chino. De eso no hay evidencia. Entonces, en el mientras tanto, los países de Latinoamérica lo que han hecho es avanzar con los proyectos que presenta Huawei, que ya está afianzada en prácticamente todos los países de la región”.

Politizar las TIC: una necesidad humana para habitar el territorio digital

Imponer el estándar tecnológico significa dominar la infraestructura de telecomunicaciones 5G que va a contener el tráfico de la digitalización de toda la vida cotidiana.

La derecha política y mediática regional repite eslóganes y prejuicios contra el Estado y su presencia en políticas públicas de inclusión social y cuidado en salud.

Desconoce el debate mundial que apunta a fortalecer la presencia del Estado, ya no sólo por el papel central ocupado en la pandemia, sino para enfrentar el avance despiadado de los gigantes del mundo digital que abusan de la posición dominante de mercado y del mega flujo de datos que alimentan sus algoritmos como “armas de destrucción matemática”.

Vivimos en un feudalismo propio a los tiempos tecno digitales, muy alejado de la libertad y la equidad prometida por las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Bajo el manto de una retórica de democratización y acceso a la información, progreso e innovación se esconde el más puro y antiguo sistema de dominación. La implementación social y cultural de las TIC, la “inocencia de los ingenieros informáticos”, las Tecno Corporaciones y sus modelos de negocios son todo lo contrario de lo que prometen. El ensayo publicado por el investigador Cédric Durand: “Tecno-Feudalismo, crítica de la economía digital” demuestra cómo el capitalismo se renovó hacia atrás. Se instaló en el contexto del medioevo con las herramientas y servicios de la modernidad. No dio ni nos hizo dar un salto hacia el futuro en términos de acceso y representación ciudadana, sino que se replegó hacia atrás y resucitó las formas más crueles de la dominación y el sometimiento.

El mito del Silicon Valley californiano se derrite ante nosotros; acumulación escandalosa de ganancias, tecno empresarios dictadores, desigualdades sociales indecorosas, desempleo crónico, millones de pobres suplementarios y un puñado de tecno oligarcas que han acumulado fortunas jamás igualadas. La tan cantada “nueva economía” dio lugar una economía de la dominación y la desigualdad.

Cédric Duran inicia un viaje al revés, una desconstrucción de los mitos tecnológicos: la digitalización del mundo no ha conducido al progreso humano sino a una gigantesca regresión en todos los ámbitos: restauración de los monopolios, dependencia, manipulación política, privilegios y una tarea de depredación global son la identidad verdadera de la nueva economía concentrada como nunca en la historia.
Ahora, en cambio, la extracción de valor se ha alejado cada vez más de los mercados y se ha trasladado a plataformas digitales, como Facebook, Google (Alphabet Inc.), Apple y Amazon que ya no operan sólo como empresas oligopólicas, sino como feudos donde los datos son el valor de sus territorios digitales.

Para Varoufakis “Las plataformas digitales han reemplazado a los mercados como el lugar de extracción de riqueza privada. Por primera vez en la historia, casi todo el mundo produce gratuitamente el capital social de las grandes corporaciones. Eso es lo que significa cargar cosas en Facebook o moverse mientras se está vinculado a Google Maps”. Aclara que no es que los sectores capitalistas tradicionales hayan desaparecido puesto que las relaciones capitalistas permanecen intactas, sino que las relaciones tecno-feudalistas han comenzado a superarlas.

Lo que está en juego dentro de la economía digital es una reconfiguración de las relaciones sociales. Esta reconfiguración se manifiesta a través del resurgimiento de la figura de la dependencia, que era una figura central en el mundo feudal. La idea de la dependencia remite al principio según la cual existe una forma de adhesión de los seres humanos a un recurso. En este tecno feudalismo, los individuos y también las empresas adhieren a las plataformas digitales que centralizan una serie de dispositivos y elementos que les son indispensables para existir económicamente en el territorio digital.

Se trata del Big Data, de mega volúmenes de datos y de algoritmos que posibilitan el tratamiento y la producción de conocimiento. Aquí nos encontramos ante un proceso que se potencia a si mismo: cuando más personas participamos en la vida de las plataformas digitales, cuando más servicios indispensables ofrecen, más se acentúa la dependencia. Esta situación es muy importante porque mata la idea de competencia, un valor central del capitalismo.

Esta dominación captura y fusiona a los individuos a este trasplante digital. Este tipo de relación de dependencia tiene una consecuencia: la estrategia de las plataformas que controlan esos territorios digitales es una estrategia de desarrollo económico por medio de la depredación, por medio de la conquista.

La conquista es por más datos y espacios digitales. Y adquirir más y más espacios digitales significa acceder a nuevas fuentes de datos. Entramos aquí en una suerte de competición donde, a diferencia de otra etapa, no se busca producir con más eficacia, sino que se trata de conquistar más espacios.

El que domine el estándar del 5G concentrará aún más la regulación de los dispositivos que se conectan, es decir controlará la infraestructura de las telecomunicaciones sus dispositivos y nuestras vidas.

El desafío para economías periféricas como las de nuestra región, en este mundo en transformación y de pos pandemia, es no caer en las trampas de recetas tradicionales de la ortodoxia. Potenciar la presencia del Estado y encontrar espacios para el desarrollo nacional que fortalezcan políticas estatales entre las fisuras de esta nueva y compleja etapa del tecno capitalismo.

Lo que no cierra es la idea de que existe una solución individual frente a este movimiento. No somos inocentes. Hay una preocupación que se torna cada vez más visible. El desafío consiste en encontrar soluciones que pasen por la intervención política que sometan el funcionamiento de esas plataformas tecnológicas a la lógica de los servicios públicos, los Estados y el buen vivir de los pueblos.

“La única solución para los países en desarrollo, es recuperar la tecnología como parte realmente integrante de su cultura. Convertirla de elemento exógeno condicionante, en modo legítimo de expresión de sus propios valores y aspiraciones (…) El problema principal es recuperar la capacidad de decisión social del uso y fines de la tecnología” 

Amílcar Herrera

*Alfredo Moreno es Computador Científico, Profesor de TIC en Universidad Nacional de Moreno

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