Guerra de mentiras y fake news occidentales en el conflicto Ruso-Ucraniano – Por Jorge Molina, Patricio Mery Bell

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Guerra de mentiras y fake news occidentales en el conflicto Ruso-Ucraniano

Jorge Molina, Patricio Mery Bell*

 

La hegemonía cultural dominante de Occidente se manifiesta claramente en el control de los medios de comunicación; la campaña de desinformación, mentiras, bulos, la censura de medios de comunicación -principalmente rusos- y la satanización de la figura del presidente de la Federación Rusa Vladimir Putin; y en la exaltación mesiánica del presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, construyen una manipulación de hechos que queda en evidencia durante el conflicto armado entre Ucrania y Rusia.

A raíz de los hechos anteriormente señalados, se vulnera el derecho a informar y ser informado en forma imparcial y ecuánime buscando, según el código ontológico de la comunicación, la veracidad por sobre cualquier fanatismo o espíritu chauvinista.

Esto lo podemos concluir a partir de los énfasis, los titulares, la falta de rigurosidad, la carencia de contrastación de versiones y el interés de engañar al público, tomando abierto partido por una de las partes en conflicto.

Sin ir más lejos en Chile, país muy alejado del conflicto, los medios de comunicación censuran a cualquier persona que intente cambiar el relato hegemónico dictado por la OTAN; es el caso de lo sucedido con la modelo Lola Melnick, nacida en Ukrania quien fue cortada en el canal MEGA, en el programa Mucho Gusto (04/03/2022), al intentar explicar detalladamente los hitos que dieron origen al conflicto, incluyendo la matanza de Odesa y los bombardeos al Donbás por parte del ejército ucraniano.

Hemos recopilado alguna de las frases y titulares publicados por la prensa mundial que carecen de rigurosidad informativa o son directamente mentiras:

Un tanque ruso aplastó un vehículo civil en Ukrania”. Situación desmentida, además, por Elijah J. Magnier, corresponsal de guerra con más de 35 años cubriendo conflictos bélicos en países como Irán, Líbano, Siria e Irak.

La planta de Chernobil sufrió un ataque nuclear” (desmentido por el servicio público de televisión y radio del Reino Unido, BBC, quien habría alertado de una guerra inminente entre Rusia y la OTAN y del peligro de un ataque aéreo nuclear. El video no pertenece a la BBC sino que es una representación de ficción por parte de una empresa irlandesa).

400 asesinos y mercenarios de Wagner han ingresado a Ucrania para matar al presidente Zelensky”. (No existe información sería que confirme este hecho difundido profusamente por los medios de comunicación).

Los rusos están atacando edificios de vivienda y asesinando indiscriminadamente población civil”. (Desmentido en Tv Perú. Las viviendas y edificios fueron filmadas en Donetsk hace un par de años).

Esta es el peor conflicto bélico en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”. (No se ha desencadenado una nueva guerra mundial, ya que solo existen dos beligerantes en un conflicto quirúrgico tendiente a salvaguardar a la población prorrusa de las zonas de Donetsk y Lugansk, además se soslaya la situación en los Balcanes y la división de Yugoslavia por parte de la OTAN).

Rusia está actuando al igual que el ejército nazi-alemán el año 1939 durante la invasión a Polonia”. (Información sobre el batallón Azov de Ucrania de clara inspiración Nazi).

El año 1939 estaba vigente un acuerdo de no agresión entre la Alemania Nazi y la Unión Soviética -Pacto von Ribbentrop-Molotov-. El ingreso de la entonces URSS a la conflagración mundial fue clave para obtener el triunfo aliado y destruir al Nazismo-alemán y al Fascismo italiano en Europa).

El fantasma de Kiev es un héroe de guerra que ha derrotado por si solo, utilizando un antiguo Mig 29, a diez aviones rusos Sukhoi su-35 de última generación”. Incluso Poroshenko, quien fuese presidente de Ucrania entre 2014 y 2019, publicó en twitter una foto de un piloto con casco en una cabina identificando a la persona como como el fantasma de Kiev. (Desmentido por Digital Combat Simulator. Empresa que afirmó que se trata de un simulacro mediante la utilización de su software).

Con defensores tan fuertes Ucrania ganará definitivamente”. (Es una fotografía que fue publicada hace casi tres años por el Ministerio de Defensa ucraniano).

Todos los soldados de la isla de las serpientes han sido asesinados por un buque ruso”. (Desmentido por CNN en español, replicando a la Armada ucraniana. Los defensores de la isla de Zmiiniy —también conocida como Isla de las Serpientes— en el Mar Negro, a quienes inicialmente se temía muertos, están vivos y bien).

Rusia está utilizando armas de destrucción masivas prohibidas”. (Ningún medio de comunicación serio y con presencia en terreno ni corresponsal alguno ha reportado esta situación).

Todos estos titulares emitidos por medios de comunicación han sido mentiras y, en definitiva, fake news. La falta de rigurosidad investigativa, la carencia absoluta de contrastación de fuentes es evidentes y generan un manto de sospecha sobre la credibilidad de los mass media.

Hay muchos más ejemplos. Otro significativo es el de una imagen que muestra a dos niños despidiendo un convoy de las fuerzas ucranianas y que ha generado millones de reacciones y ha sido ampliamente compartida a través de las redes sociales. Fue tuiteada por el congresista estadounidense Adam Kinzinger y el exprimer ministro sueco, Carl Bildt, entre otros. Pero la imagen era antigua: se publicó por primera vez en 2016. Fue tomada por un fotógrafo voluntario del Ministerio de Defensa de Ucrania que luego fue despedido por acusaciones de que había realizado montajes con algunas de sus fotografías de guerra.

La propaganda antirrusa se ha convertido en una de las principales armas de Occidente. Esto es particularmente especial en Ucrania, ya que durante la última década se han destinado millones de dólares para crear centros de propaganda y apoyar medios y partidos políticos pro-occidentales que intentan distorsionar el papel y lugar de la nación rusa en la historia contemporánea.

La National Endowment for Democracy (NED, por sus siglas en inglés) es una de las principales fuentes de recursos para llevar a cabo las campañas de información dirigidas a crear una imagen hostil de Rusia. Aunque esto no sea motivo de asombro para quienes conocemos la oscura historia de participación de ese personaje en capítulos anteriores de injerencia extranjera, como en Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y, por supuesto, en Chile, siempre es bueno echar un repaso a las operaciones que ejecuta para crear inestabilidad en países no alineados a los intereses imperiales de Estados Unidos.

Estados Unidos está utilizando a Ucrania como un arma en su guerra de información contra Rusia. Lo que nadie ha pensado todavía es la cantidad de dinero que Kiev recibe de Washington a cambio de la propaganda antirrusa.

El periodista Alan Macleod del portal estadounidense MintPress News escribe que el gobierno de Estados Unidos ha gastado 22 millones de dólares en librar una guerra informativa contra Rusia en Ucrania y en el extranjero.

Según el periodista, la NED “está haciendo todo menos lo que dice hacer (dedicarse a la promoción de la democracia). A menos que la palabra democracia en su entendimiento sea sinónimo de la frase los intereses de la élite estadounidense”.

En concreto, el fondo ha gastado 22,4 millones de dólares en operaciones dentro de Ucrania desde 2014. Como dato curioso, habría que hacer hincapié en algo que señala el artículo: de las naciones europeas financiadas por la NED, solamente Rusia supera a Ucrania en recursos recibidos, con 37,7 millones de dólares.

El dinero se destinó a “crear y formar partidos políticos prooccidentales, financiar medios de comunicación controlados, subvencionar campañas de privatización a gran escala que benefician a empresas multinacionales extranjeras“.

Entre los medios de comunicación controlados, Macleod cita al Centro de Medios de Comunicación de Crisis de Ucrania, que publica constantemente investigaciones sobre “los esfuerzos de distorsión de Rusia“.

Este centro promueve una visión de Ucrania como “un puesto de avanzada de la libertad y el desarrollo democrático en Europa del Este” y “una parte integral de Occidente“. Otros dos focos de atención de los proyectos de la NED son el Donbás y la lucha contra la corrupción.

La palabra Donbass se menciona 52 veces en las subvenciones de la NED a Ucrania; “este de Ucrania” se menciona 108 veces y “Crimea” 22 veces. Se utilizan frases ambiguas para explicar el objetivo de los proyectos que reciben los recursos: nombran la ampliación del alcance de medios de comunicación en esas regiones fronterizas con Rusia, y la ayuda a grupos civiles que operan ahí.

La palabra “corrupción” aparece 83 veces en las subvenciones de la NED a Ucrania, y la fundación ha financiado a una amplia gama de ONG que trabajan en el tema.

El gobierno estadounidense está dispuesto a gastar una enorme cantidad de dinero para formar rusófobos, difundir información falsa y desacreditar a Rusia a los ojos del público internacional, utilizando Estados satélites para alcanzar sus propios intereses, es decir, aislar a Rusia económica y políticamente, al pagar a los ucranianos.

La guerra que hoy se dirime en Ucrania no empezó con la invasión rusa. Tampoco con las imágenes de los tanques camino a Kiev. Esa es apenas una parte, la que se ve por televisión. La mirada global que priva sobre los hechos que sacuden al mundo es unidireccional. Condena a Moscú, al presidente Vladimir Putin. Sobre esa visión sesgada donde la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) parece un actor de reparto, se montan operaciones virtuales que quedan en evidencia como las que difundió la agencia AFP, que fueron llamadas “Desinformación sobre el conflicto ruso-ucraniano”.

Pero hay datos que están a la vista y se soslayan. La operación especial sin anestesia sobre Ucrania es la consecuencia de múltiples causas. Una perogrullada que minimiza la dimensión del papel que juega Estados Unidos. La propia información aportada por la NED es la mejor evidencia de cómo se construye una subjetividad geopolítica para desestabilizar a una potencia enemiga. Con los dólares que siempre aporta el Departamento del Tesoro norteamericano.

La NED creada en 1983 durante el gobierno de Reagan se pronunció sobre la crisis, incluso antes de que Putin decidiera movilizar su maquinaria bélica: “Ucrania representa hoy el epicentro de la lucha por la libertad. Como tal, NED continúa brindando asistencia a grupos civiles independientes y medios de comunicación para ayudar a fortalecer la capacidad del pueblo ucraniano para determinar su propio futuro”.

Una clave es cómo se gana la opinión pública cuando se desata una operación de gran envergadura como la que desplegó Rusia en Ucrania. Recuérdese a la Guerra de Irak y “las armas de destrucción masiva” atribuidas a Saddam Hussein.

Esta organización de EE.UU. que depende del financiamiento del Congreso no es formalmente gubernamental, pero tiene la envergadura de un organismo del Estado. La preside Damon Wilson, desde junio de 2021, exfuncionario de la embajada en Irak durante la invasión de Estados Unidos y del Consejo de Seguridad Nacional. De su currículum se desprende que ayudó a “ampliar la OTAN, a asociarse con Alemania y a apoyar una Ucrania democrática”. No es un improvisado, como tampoco lo son la NED y la USAID –su alma gemela– que inyectan millones de dólares para apoyar gobiernos dóciles a Washington o socavar a los que no lo son.

En América Latina el último tiempo pueden dar fe, de lo anterior, Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. La NED rinde cuentas de sus actos ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense. Un hecho insólito para una ONG o fundación, como se autoproclama.

En Ucrania ha cumplido un papel influyente. Su propia información, solo si se toma el pretérito año 2021, reveló el 2 de febrero los fondos millonarios aportados a organizaciones de la sociedad civil. Sobre todo, a medios periodísticos afines al gobierno de Kiev, veteranos de guerra ucranianos que actuaron en la región de Donbás y otras instituciones que bregan por la “buena gobernanza” o “la democracia”, con base en las regiones de Donetsk y Lugansk.

Es la zona en disputa donde comenzó el conflicto armado en 2014 – invisibilizado hasta hoy- después de un golpe de Estado en la capital con apoyo de grupos neonazis. El 2 de mayo de ese año, militantes de extrema derecha atacaron la casa de los sindicatos en Odessa y quemaron vivos a 42 ucranianos prorrusos. La abrumadora mayoría de la población en las repúblicas separatistas no se sometió al gobierno que emergió después de derrocar al presidente Víktor Yanukóvich, condenado en ausencia a 13 años de prisión. Por eso Putin habló de desnazificar al país vecino.

La NED pagó fondos por 96 mil dólares para la promoción y protección de los derechos de veteranos que actuaron en Donbás. Lo hizo con el objeto de “ayudar en la reintegración social de la población considerable, pero cada vez más marginada, que luchó en el conflicto”. También aportó 91 mil dólares a un llamado Centro Internacional de Asuntos Políticos para “promover la investigación y el debate público sobre la influencia del gobierno chino en Ucrania y los países vecinos”. Ni Beijing quedó al margen, aunque no es parte del conflicto. A esa y otras contribuciones la NED suele justificarlas en que el beneficiario “creará conciencia pública sobre el programa a través de publicaciones en los medios, incluidos artículos, blogs, videos y programas de televisión”.

De sus páginas se desprende lo generosa que ha sido con los medios, sobre todo en la zona donde Rusia tiene más influencia. Al Instituto de Información de Donetsk le dio 100 mil dólares bajo el pretexto de “fomentar los medios independientes en el este de Ucrania”. Del receptor de los fondos dice que “continuará monitoreando los medios impresos y en línea en las áreas controladas por los separatistas para contrarrestar la desinformación”. También que “producirá y transmitirá episodios de su programa de televisión semanal Donbass Today, promocionándolo a través de videoclips en las redes sociales”.

La NED además financió a una radio comunitaria de Crimea con 16 mil dólares, que emite desde la península de mayoría rusa que Moscú se anexó en 2014. “El programa llegará a una audiencia de hasta 1,2 millones de personas”, sostiene la organización de EE.UU. en su relevamiento de aportes. La discrecionalidad en el reparto alcanzó a la Asociación Nacional de Medios con 51,5 mil dólares con el propósito de que “los gerentes, editores y directores de ventas de los medios de comunicación locales y regionales” puedan monetizar los contenidos.

La lluvia de dólares refrescó también al Centro de Investigación sobre las Perspectivas Sociales de Donbás. Los 50,5 mil dólares pagados, como declara la NED, le permitieron fijarse un objetivo mediático: “el popular sitio web de noticias de la organización ampliará sus informes analíticos sobre el conflicto, continuará monitoreando los medios y eventos dentro de los territorios controlados por los separatistas y desacreditará las narrativas propagandísticas”.

Toda la avalancha anterior de hechos y datos constituyen apenas algunos ejemplos de cómo una organización que responde por sus actos ante el Senado de EE.UU., se involucró en Ucrania mucho antes de que los tanques rusos cruzaran la frontera, para acicatear el espíritu antirruso y paulatinamente desencadenar un conflicto armado con el objetivo de aislar, enlodar y asesinar la imagen de la Federación Rusa, en general, y de su presidente Vladimir Putin, en particular.

*Molina  es docente de Ciencias Sociales. Profesor de Lenguaje y Comunicación. Mery Bell es periodista, analista internacional y consultor político.

pressenza.com

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