El rostro del Rechazo – Por Patricio Navia
Por Patricio Navia*
Hay buenas razones para creer que el Rechazo avanza con viento de cola, pero hay mejores razones para dudar de la capacidad de la derecha política de aprovechar la inmejorable oportunidad que le da a esa opción la alta desaprobación del presidente Gabriel Boric, la inflación y la mala situación económica. Precisamente porque una mayoría de las personas duda de las bondades de la nueva Constitución, la izquierda querrá convertir el plebiscito de salida en un referéndum sobre la Constitución de 1980 y no uno sobre el texto maximalista e indigenista redactado por la Convención Constitucional. Por eso, el gobierno, la Convención y la izquierda en general buscarán convertir a Pinochet —o a alguno de esos líderes de derecha que recuerdan a la dictadura militar— en el rostro visible del Rechazo. Más aún, la derecha debe entender que ahora hay demasiadas cosas en juego como para darse el lujo de perder. Ya que la inclinación de la derecha es revivir a los mismos rostros que han perdido elección tras elección, es esencial que la campaña del Rechazo se materialice también como una campaña de rechazo a todo lo que ha simbolizado la derecha en Chile en estos últimos años.
Cuando la economía anda mal y el gobierno es impopular, resulta muy difícil que el oficialismo gane una elección. La alta inflación corroe cotidianamente el apoyo al oficialismo. Cada vez que a la gente le toca pagar cuentas, comprar alimentos o cargar gasolina, el aumento de precios se alimenta las ganas de castigar al gobierno. Por eso, aunque no haya leído la propuesta de constitución —ni la vaya a leer—, la gente anda con ganas de expresar su molestia contra el gobierno por la dirección en la que avanza el país. Si el plebiscito de salida fuera hoy, una mayoría de los chilenos votaría en contra del nuevo texto simplemente porque quiere castigar al gobierno.
Afortunadamente para este último, el plebiscito se realizará recién el 4 de septiembre. Restan 100 días para que la campaña por el Apruebo intente cambiar la cancha del juego electoral. Precisamente porque la situación económica es mala y porque el trabajo de la Convención Constitucional ha sido tan polémico y deficiente, la gente —que no se molestará en leer los 500 artículos y las 50 mil palabras que tendrá la nueva constitución— está inclinada a votar Rechazo. Por eso mismo, los partidarios del Apruebo necesitan que la decisión que tomen los chilenos el 4 de septiembre se centre en otras prioridades. Convertir el plebiscito de salida en un referéndum entre dictadura y democracia es una opción. Otra opción es enfatizar la condición de arbolito de Pascua de la nueva constitución —con regalos y derechos sociales para todos. Pero la estrategia que más rendirá para el Apruebo es la de resucitar la figura de Pinochet y su legado. Después de todo, la nueva constitución reemplazará a la Constitución de 1980, redactada y promulgada en dictadura. Aunque fue modificada muchas veces, el origen de la constitución actual sigue firmemente anclado en la dictadura militar.
Como la dictadura terminó hace 32 años y Pinochet murió hace casi 16, no resulta fácil resucitar a Pinochet. Pero afortunadamente para la izquierda, la derecha parece dispuesta a ayudar con eso. Ese sector entregará todas las municiones —en la forma de rostros emblemáticos y repetidas promesas incumplidas desde 1990— para que la izquierda convierta el plebiscito de salida en un referéndum entre Pinochet y la democracia.
Desde las vocerías de la UDI —el partido creado para defender el legado de la dictadura— hasta las de Republicanos —el partido creado para denunciar que la UDI no cumplió su tarea de defender lo suficiente ese legado—, la derecha se está arrinconando en su tradicional discurso elitista, excluyente y contrario al cambio. En vez de asumir la defensa de las banderas de la libertad, las iguales oportunidades y la inclusión social que predominan en las sociedades capitalistas del mundo, la derecha chilena se ha refugiado en la caricatura de la exclusión, el elitismo, el miedo y el dogmatismo que frenaron en su momento los necesarios cambios y que contribuyeron a que se produjera el estallido social.
Si Pinochet ya no está, cualquier día aparece Sebastián Piñera llamando a votar por el Rechazo. Eso bastará para recordarle a la gente que el proceso constituyente nació como un rechazo a esa derecha que prometió el acceso a la tierra prometida pero que nunca tuvo el coraje suficiente para abrir las puertas al Chile meritocrático y trabajador que quería entrar. En cambio, al defender el abuso y la colusión, minimizar el descontento popular con la falta de oportunidades y al gobernar en dos periodos con los mismos rostros de la elite de siempre, la derecha confirmó las sospechas populares de que ese sector no practica lo que predica.
Hay mucho en juego en el plebiscito del 4 de septiembre. Porque la campaña del Rechazo tiene viento de cola, es esencial que la derecha entienda que debe tomar palco y no obstruir a la mano invisible del mercado de las preferencias electorales. Si la derecha tradicional se convierte en el rostro de la campaña del Rechazo, la izquierda tendrá una inmejorable oportunidad de dar vuelta el adverso escenario que ahora enfrenta el Apruebo.
*Sociólogo, analista político y académico de la UDP.