El «rey del TikTok» que quiere ser presidente de Colombia – Por Ana León

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Ana León*

El outsider Rodolfo Hernández pasó a la segunda vuelta de las elecciones colombianas con 28% de los votos y reconfiguró la batalla electoral. El eje izquierda/derecha y cambio/continuidad se transforma ahora en la lucha entre dos candidatos del «cambio». Las fuerzas de derecha ya han dado su apoyo al «ingeniero» para derrotar a Gustavo Petro.

La popularidad que amasó como alcalde dio para que el empresario de la construcción Rodolfo Hernández se olvidara de una de sus promesas cuando se lanzó al ruedo político en 2015 y llegó a administrar Bucaramanga: que su carrera pública iniciaba y terminaba ahí.

Tan solo tres años después de terminar su único mandato, el domingo 29 de mayo pasó a segunda vuelta con casi 6 millones de votos. Un millón más de los que obtuvo Gustavo Petro en primera vuelta en 2018. Y aunque en esta oportunidad Petro ganó con 8,5 millones de votos, el ex-alcalde de Bucaramanga tiene una ventaja evidente: los cinco millones de votos que cosechó el candidato de la derecha Federico Gutiérrez son de entrada más afines a él que a Petro.

Su proyecto es totalmente unipersonal y dado su carácter y su discurso antipolíticos es fácil anticipar que lo que viene en las próximas semanas será una campaña salida del molde y marcada por la incertidumbre. En lugar de un programa de gobierno, Hernández llega a la segunda vuelta presidencial ofreciendo una emoción básica con la que se identifican millones de colombianos: la indignación contra de la clase política.

Las redes sociales mandan

Sin eventos masivos en plaza pública. Sin avanzadas de estructuras políticas promoviéndolo. Sin grandes discursos. Y probablemente, sin aparecer en debates en televisión. Su campaña seguirá anclada en sus transmisiones en vivo por Facebook.

«Con la votación que obtuvo mi propuesta de gobierno, hoy ganó la nación del trabajo, la nación de la honestidad. Hoy perdieron las gavillas que creían que serían gobierno eternamente. Entramos al segundo tiempo», dijo en el En Vivo de apenas cinco minutos en Facebook con el que se dirigió a su electorado una vez el escrutinio llegaba al 95%. Sentado en la cocina de su casa de descanso en Piedecuesta, Santander, con la camisa amarilla que le pidió a sus simpatizantes portar para salir a votar, leyó dos páginas y al terminar, miró la cámara, alzó la mano y dijo «Viva Colombia». Con la vista dirigida a su equipo detrás de cámaras, dio la indicación de que había terminado. No hubo tarima ni fotos suyas celebrando. Primó la austeridad, una de sus obsesiones.

Pero en la calle de su única sede de campaña en Bucaramanga, sí hubo romería de gente vitoreando la pantalla gigante por la que transmitieron sus palabras. Y también hubo caravanas «rodolfistas» en varias ciudades del país. Su capacidad de volcar gente a las calles quedó demostrada en estas últimas tres semanas de campaña, cuando se abrió paso a punta de caravanas de seguidores en motos y coches. El medio para lograr despertar esas emociones, desde que renunció a la alcaldía de Bucaramanga en septiembre de 2019 e inició su campaña, fueron las redes sociales. Cada lunes a las siete de la noche hablaba durante hora y media sobre su visión de país y su discurso antipolíticos.

En agosto de 2021, ese trabajo semanal frente a una cámara empezó a dar frutos. Apareció como tercero en intención de voto presidencial en la encuesta de Invamer. Sin más carrera política que su paso por la alcaldía de Bucaramanga, marcó por encima de otros políticos visibles como el uribista Óscar Iván Zuluaga o el polémico Álex Char. En ese entonces solo el 17% de los encuestados lo conocía y 11% quería votarlo. Que la mayoría de quienes lo conocían para entonces quisiera votar por él, fue el primer indicio de lo que sería la emoción «rodolfista».

«El impulso de [la revista] Semana fue muy importante para que despegáramos», nos dijo hace unos meses Oscar Jahir Hernández, miembro del movimiento Liga de Gobernantes Anticorrupción, Liga. Su percepción y la de varios de sus compañeros, tal y como nos dijo, es que el efecto de la portada de esa revista en diciembre pasado, en la que se ve al exalcalde de Bucaramanga cabalgando un cohete y un «¡Despegó Rodolfo!», los puso a visualizar la posibilidad real de meterse a la segunda vuelta.

A la par, su equipo de comunicaciones logró poner a sonar una cara de Hernández distinta a la del santandereano pendenciero y polémico que ya tenía posicionada, pero igual de llamativa y viral: Rodolfo se volvió «el el rey del TikTok». A punta de videos que seguían la lógica de tendencias graciosas y aún más alejado del rótulo de político de lo que estaba desde su época de alcalde.

Entre febrero y marzo, en medio del furor de las elecciones legislativas y las consultas interpartidistas (primarias) en las que decidió no participar, Rodolfo dejó de ser protagonista en la contienda electoral y parecía que su campaña languidecía. Sin embargo, tras convocar a la red de voluntarios que construyó desde el año pasado vía Facebook y Whatsapp a las calles, volvió a marcar en encuestas como una tercería viable.

Una tercería por fuera de la izquierda de Gustavo Petro, la derecha de Federico Fico Gutiérrez y el centro de Sergio Fajardo, que era quien aspiraba a colarse entre el petrismo y el uribismo. Lo hizo con un solo mensaje: «acabar la robadera» de los políticos.

Hernández logró interpretar el hastío de los colombianos con la corrupción, un tema que según la última encuesta de Invamer es el principal problema para los encuestados.

Rodolfo versos los políticos

Apenas hace unas semanas, los políticos de base en Santander empezaron a frecuentar la «Casa Nariño» [residencia presidencial en Bogotá], como Hernández bautizó su única sede oficial de campaña en Bucaramanga. Se trata de esos líderes que no son cuadros dirigentes en los partidos a los que pertenecen, ni tampoco cuentan con una estructura política propia, pero que suelen tomar el micrófono en las reuniones barriales y de pueblos a las que los candidatos no llegan.

«Muchos nos conocemos y nos hemos encontrado acá. Cada uno ha llegado por su cuenta, por puro amor a esto», nos contó uno de esos políticos de oficio a los que les apasiona el furor de las elecciones y suele trabajar con dirigentes del Partido Conservador. Una tarde en «Casa Nariño», cuando estaba tomando café con otros políticos de oficio como él, lo saludó un copartidario suyo que venía de Los Santos, a hora y media en carro de Bucaramanga. Llegó buscando stickers y afiches de Rodolfo para llevar a su pueblo.

Él le preguntó quién estaba coordinando la campaña de Rodolfo allá en Los Santos. «No, nadie. Vine porque varios vecinos me pidieron el favor que les consiguiera publicidad del viejo», contó este político, aún asombrado con la respuesta que recibió. «Yo jamás había visto algo así. Aquí no hay nadie que pueda decir que está a cargo de nada. Todos estamos a cargo de todo».

Que su campaña sea tan opuesta a una convencional basada en maquinarias es la mayor ventaja de Hernández de cara a la segunda vuelta. Ante la oferta de cambio que él y Petro representan, la diferencia que puede vender Rodolfo es precisamente que no tiene estructuras políticas organizando eventos ni movilizando gente a su favor. Justo en su última transmisión de Facebook antes de las elecciones, dijo que Petro estaba rodeado de «indeseables». Y aunque Federico Gutiérrez, el candidato que más caciques políticos tenía detrás para la primer vuelta ya anunció que votará por Hernández, es difícil que esa u otra manifestación de apoyo de políticos tradicionales lo golpee porque a muchos –incluido Gutiérrez– Hernández los ha tildado de corruptos y politiqueros en el pasado.

De modo que puede sostenerse, como ha hecho hasta ahora, en que él no los quiere cerca y que su única alianza «es con el pueblo» (queda la incógnita de si después de que se frustró hace unas semanas la adhesión de Fajardo a Hernández, ahora sí tomará partido por él). Pero más allá de Fajardo y el centro, su rechazo público a los políticos contrastará con las adhesiones que seguramente recibirá Petro de más políticos tradicionales que comenzarán a llegar al Pacto Histórico y reforzará esa narrativa antipolítica del ingeniero.

Juan Manuel Corredor, el estratega de la red de voluntarios de Hernández, nos dijo el domingo electoral que, en parte, por eso fue que el candidato decidió no aparecer en público anoche tras su triunfo: para evitar que lo relacionen con algún político en una foto. También nos dijo que estas tres semanas de campaña seguirán siendo de caravanas y gente volcada a las calles. «Va a seguir pasando lo que hasta ahora: la misma gente se va a organizar en esos grupos de Whatsapp que nosotros facilitamos. Sigue la campaña de voluntarios».

Con esa estrategia seguramente seguirá sacándole el cuerpo a los debates presidenciales, en los que podría quedar en evidencia su desconocimiento de muchos temas del Estado. La semana previa a las elecciones, no asistió a ninguno porque según él eran espacios en los que no se podían explicar propuestas e invitó a su propio debate vía Facebook entre él y sus seguidores. «El debate del pueblo», lo llamó. Eso, en línea con una de las fórmulas gerenciales que Hernández tanto pregona: «lo que funciona no se cambia».

Lo que sí cambiará ahora es el nivel de escrutinio al que estará sometido, a diferencia de la primera vuelta, cuando muchos parecieron olvidarse de él. Ya Petro marcó las líneas de ataque en su contra, y la más fuerte de ellas es cuestionar su bandera anticorrupción por estar imputado precisamente en un casode corrupción: el caso Vitalogic. Rodolfo tiene en como defensa que Petro lo habría buscado insistentemente para hacer una alianza con él. Y tiene cómo demostrarlo. Petro lo negó.

Arranca así una campaña de tres semanas sin precedentes en Colombia, que estará marcada por la incertidumbre.

*Periodista colombiana. Codirectora del documental Espejos de Vida, y ganadora del premio de periodismo Silvia Galvis en investigación regional en 2019. Trabaja en la revista digital La Silla Vacía.

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