Violencia y discriminación son las principales deudas de los estados de América Latina con la comunidad LGBT
El 17 de mayo se conmemora a nivel mundial el día de lucha contra la lesbofobia, homofobia, bifobia y transfobia. La fecha busca poner atención en las violencias, la discriminación y exclusiones que las personas LGBTI+ viven alrededor del mundo.
En América Latina hubo avances importantes para reconocer derechos de estas poblaciones. Sin embargo, aún los estados tienen deudas para que las personas LGBTI+ gocen una vida libre de violencias y exclusión.
A 18 años de la conmemoración de este día, en Presentes nos preguntamos: ¿qué implica esta fecha para los activismos de la región?; ¿cuáles son los pendientes? ¿qué estrategias se activan para hacer frente a las violencias?
Para dar respuesta a esas preguntas, Presentes conversó con Siobhan Guerrero, investigadora mexicana y filósofa de la ciencia; Nahil Zerón, defensor de derechos humanos e integrante de la organización hondureña Cattrachas; Maldita Vaina, artista y dj de República Dominicana; y Roland Álvarez, sociólogo y archivista de la memoria marica, machona, travesti y trans de Perú.
“Los crímenes de odio son solo la punta del iceberg”
En América Latina y el mundo la forma más visible de violencia contra las personas LGBT+ son los crímenes de odio. Pero es importante recordar que las situaciones de discriminación, marginalización y violencia se da en distintas intensidades y está presente en la vida cotidiana de las personas.
En ese sentido, la filósofa mexicana Siobhan Guerrero subraya que “los crímenes de odio son solo la punta del iceberg de una sociedad que tiene otros mecanismos de violencia, que incluyen la discriminación en el empleo, en la educación, en el acceso a la salud, en los procesos de migración y de acceso a la justicia”.
Además, comenta que, en México se vive una situación paradójica, donde por un lado hay gobiernos, gobernantes y medios de comunicación “más sensibles” a la lucha LGBTI. “A veces, desafortunadamente, solo se queda en una serie de gestos que no necesariamente se reflejan en políticas de acción afirmativa. O en tener una sociedad con mecanismos para luchar contra las violencias”, señala la investigadora.
Roland Álvarez advierte que en Perú la sensación de “gestos” por parte del Estado también prevalece. “En días como estos puede ser que para el Estado peruano existamos, pero después te bota, y las personas LGTBI de gestos no vivimos”.
Y agrega, “para nosotros es relevante este día para poner atención a la situación de discriminación grave que vivimos, por los crímenes de odio que aumentan y, sobre todo, por la inacción de un Estado peruano que no reconoce nuestras existencias. Perú es como una isla, en medio del avance en otros países. Aquí no hay reconocimiento de nuestros derechos, es complicado ser, marica, machona, travesti y trans; y aunque hay acciones que han surgido de los ministerios, no es suficiente porque son débiles ante un Congreso conservador que deroga nuestras propuestas de ley”.
17 de mayo, una marca para América latina
En los países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) el panorama no es tan distinto. De acuerdo al informe Vivo cada día con miedo de Human Rights Watch la desprotección de los estados, la presencia de grupos conservadores y antiderechos en los espacios de poder y la violencia ejercida por integrantes de pandillas hace que en estos países las personas LGBTI+ no tengan garantizados sus derechos humanos.
En conversación con Nahil Zerón, integrante de Cattrachas, destaca que este 17 de mayo “marca significativamente a toda América Latina” tras la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de declarar responsable al Estado hondureño por el asesinato de Vicky Hernández.
Y agrega que implica, “no solo visibilizar la violencia letal contra las personas LGBTI, sino la discriminación y el continuum de violencia que han vivido antes de ser asesinadas. En días como este nos preguntamos ¿cómo prevenir estas violencias? Y es algo muy fuerte de responder cuando la violencia es estructural y sistemática, y está dictada por instituciones del Estado, por el Estado mismo y que se replica socialmente”.
En República Dominicana la violencia, discriminación y desprotección a los derechos humanos de las personas LGBTI también prevalece. De hecho, en junio del año pasado, el Congreso retiró del Código Penal a la orientación sexual como agravante en delitos como homicidio; tortura; discriminación y violencia sexual.
Frente a ello, la artista y dj dominicana Maldita Vaina, explicó a Presentes que el día contra el LGBTodio es fundamental en ese país para “levantar la voz”.
“Fechas como esta, que son internacionales, abren la posibilidad de poder levantar la voz, de generar espacios y de sentirse acogides. Y en el contexto dominicano eso es muy importante porque nuestra historia es de censura. De no levantar la voz porque tenemos a la biblia en medio de la bandera y sobre nuestras cabezas, 500 años de un estado de derecho tremendamente racista que ha hecho que haya un discurso de odio contra las disidencias y personas LGBT”.
“Para mitigar las violencias tenemos que conectar regionalmente”
Durante las conversaciones con Siobhan Guerrero, Nahil Zerón, Roland Alvarez y Maldita Vaina, coincidieron en que “para mitigar las violencias tenemos que conectar regionalmente las problemáticas, las luchas y estrategias”.
Además, concuerdan en que hay violencias y situaciones poco visibles, no sólo por parte del Estado, sino también para los activismos y personas LGBTI+.
“Si hace 15 años la gente sentía que toda la agenda orbitaba alrededor del matrimonio igualitario hoy queda claro que no es así. Hay problemáticas que son urgentes de atender”, sostiene Siobhan Guerrero.
Los pendientes que observan son: la falta de una educación sexual integral en los espacios educativos de todos los niveles; el reconocimiento de las identidades no binarias; los procesos de migración; la falta de capacitación en los espacios de salud; el fin a las cirugías genitales no consentidas en personas intersexuales; la impunidad en los crímenes de odio; la revictimización en los espacios de procuración de justicia; las personas privadas de su libertad; la violencia a mujeres trans mayores de 35 años; la atención y financiamiento a refugios específicos para personas en situación de calle, personas adultas mayores y personas en movilidad.
“Estrategias para sanar y fortalecer nuestras vidas”
Frente a la lista de pendientes, Roland Álvarez enfatiza que existen formas de fortalecer las vidas de las personas LGBT fuera de los espacios legislativos.
“Las maricas, travestis y machonas somos creativas y creamos estrategias para sanar estas violencias y fortalecer nuestras vidas. Creo que eso es fundamental que podamos tener en cuenta para fortalecer el tejido comunitario LGTBI peruano. Tenemos un repositorio de conocimiento, de intersubjetividades para reconocer y reconocernos porque también tenemos hitos para celebrar, para recordar y hacer frente a esos procesos dolorosos que atravesamos cuando enfrentamos la violencia, la indiferencia, la discriminación del Estado y la sociedad”, comenta el sociólogo.
En ese mismo sentido, Siobhan Guerrero comparte que las personas LGBTI+ también han llevado a cabo prácticas de cuidado y conocimiento. Cuenta que eso fue “muy revelador” para ella tras leer Trans Care de Hil Malatino.
“Las personas LGBTI no solo han construido redes de cuidado sino también han construido conocimientos específicos de qué implica acompañar en general a personas que vienen de contextos de patologización. Y enfatizo en el conocimiento, porque de hecho Hil Malatino menciona que se corre el riesgo de que el Estado quiera expropiar ese conocimiento, sin reconocer que es generado en las propias comunidades”.
Además, sobre la creación de conocimiento, Nahil Zerón añade que es “fundamental” que se conozca el trabajo de los observatorios de registro de violencias contra personas LGBT+. No sólo para reconocer que los Estados mantienen una deuda al no recopilar esta información, sino porque también rescatan la memoria.
“Quienes realizamos este trabajo creamos memoria de las identidades LGBTI no solo al contar su muerte sino su vida. Eso nos ha permitido especializarnos en la creación de análisis de los contextos; de hacer un registro de quiénes matan a nuestres compañeres; de los mensajes que se mandan con esas violencias. También de hacer preguntas: ¿quiénes tienen acceso a armas de fuego? Porque la mayoría de las muertes de personas LGBT son con armas de fuego, ¿qué pasa en un contexto de crimen organizado y cómo está afectando eso a las personas LGBTI? Y con esos análisis pensar también en ¿cómo avanzar en la prevención de la violencia contra personas LGBTI?”, agrega Zerón.
La tarea colectiva de perder el miedo
Para la dj Maldita Vaina, una estrategia que comienza a ver en República Dominicana es “la pérdida del miedo”, el reconocimiento de la identidad cimarrona y la toma de espacios.
“Nos estamos aferrando a nuestras raíces cimarrón, a nuestra manera de existir en el país, y eso ayuda a imaginar y generar organización, espacios, puntos de apoyo. Eso es algo que me mueve porque empezamos a soltar el miedo, empiezo a sentir con mi gente una sensación de seguridad de que puedo ser lesbiana en la calle. Entonces cuando una empieza a no ocultarse, a hacer presencia, eso deviene en resistencia y creo que por ahora eso es importante en nuestro país, esa estrategia está ahí. La transformación existe también lejos del poder del Congreso porque la influencia de la iglesia católica es demasiado para tumbar ahora mismo”.
Finalmente, la filósofa Siobhan Guerrero sostiene que otra estrategia es la creación de opinión pública, sobre todo frente a un contexto global donde pareciera que se pueden perder los avances en derechos humanos.
“Nunca se nos debe olvidar que la creación de opinión pública implica transformar la perspectiva que tiene la sociedad sobre un tema. Es necesario dirigirnos a las grandes audiencias y hacer que se genere una cultura del respeto, la inclusión y la empatía. Hay quien dice que el derecho ayuda a eso. Pero si solo logras que se te respete porque está en la ley o desde una posición punitiva, entonces es mucho más fácil echar atrás los avances. Cuando el respeto viene desde el miedo al castigo en realidad nunca hay un proceso de humanización del otro”.
Y concluye diciendo: “Si solamente hablamos de prejuicios podemos pasar por alto que sí hay emociones políticas que juegan contra el colectivo LGBTI porque se le ha discriminado no solo a través del discurso, sino a través de los afectos. Se nos asocia con lo asqueroso ya sea a través de la serofobia, la putofobia, la idea que lo LGBTI es excrementicio y eso tiene un correlato afectivo. Y eso hace justamente que combatir la discriminación sea tan difícil porque no es una mera cuestión de creencias, es una cuestión también de afectos. Si llego con un montón de datos estadísticos, de leyes e información eso no necesariamente transforma, ni desmonta el asco, el desprecio, eso se desmonta de otras maneras, como la creación de opinión pública que creo que sí puede manejar otras lógicas más empáticas para humanizar a las personas LGBTI”.