Vamos juntos por Brasil – Por Aloizio Mercadante

Roberto Stuckert Filho
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Por Aloizio Mercadante*

La alianza entre Luiz Inácio Lula da Silva y Geraldo Alckmin, opositores políticos en las últimas décadas, significa mucho ante la gravedad del momento que vive Brasil. Fueron seis elecciones presidenciales marcadas por la polarización entre dos programas, de 1994 a 2014. Son más de 20 años de divergencias que ahora quedan en un segundo plano.

En el lanzamiento de la precandidatura, el sábado 7 de mayo, Lula explicó las razones que nos llevaron a proponer tal alianza: “El grave momento que atraviesa el país, uno de los más graves de nuestra historia, nos obliga a superar divergencias eventuales para construir juntos un camino alternativo a la incompetencia y al autoritarismo que nos gobiernan”.

Nuestra principal tarea es derrotar a Jair Bolsonaro y combatir el movimiento neofascista llamado bolsonarismo, responsable de la generación de odio y mentiras que han estado asolando y dividiendo al país. Nuestro deber es evitar aún más retrocesos y restaurar la democracia. El movimiento “Vamos Juntos Pelo Brasil” está encabezado por el PT, PSB, PCdoB, Solidariedade, PSOL, PV, Rede Sustentabilidade, centrales sindicales, movimientos sociales y actores políticos independientes. El peso de la formación de este movimiento político que tiene a Lula en el liderazgo absoluto en todas las encuestas electorales, incluso con posibilidad de victoria en primera vuelta, desespera a Jair Bolsonaro. La preocupación es evidente.

Diariamente, el actual presidente busca generar desconfianza sobre el sistema de votación, la Justicia Electoral y las urnas electrónicas. Por casualidad, es el mismo sistema que lo eligió, pero el bolsonarismo tiene esa tendencia a distorsionar la realidad, a usar la mentira para promover el caos y su proyecto de poder.

El resultado de este total desgobierno es el hambre, la carestía, el aumento de la miseria y la desigualdad. Jair Bolsonaro y su grupo político provocaron retrocesos en tantas áreas que incluso es difícil señalar cada uno de ellos en un solo texto. La educación, fundamental para el presente y el futuro de cualquier país, ha sido completamente abandonada. Entre todos los nombres que han pasado por el MEC (Ministerio de Educación), lo que hay en común es una completa falta de políticas públicas y de gestión. La idea de que la universidad no es para todos.

Otra área fundamental para el futuro de Brasil y del planeta, que viene sufriendo ataques sin precedentes, es la ambiental. La deforestación ha crecido un 300% en relación con el gobierno del PT, y ya alcanzó los 1.000 kilómetros cuadrados en el mes de abril. Nunca los bosques, los pueblos originarios y las familias campesinas han estado tan amenazados y sufrido tanto. Esta política irresponsable ha convertido a nuestro país en un paria internacional. Mientras el mundo piensa en formas de promover una transición ecológica, en la creación de una economía verde y sostenible, el gobierno de Bolsonaro conspira con la destrucción y niega la grave crisis climática que amenaza el futuro de la vida en el planeta.

Bolsonaro y sus aliados no son apenas negacionistas de la pandemia, sino también del clima. Mientras ningún jefe de Estado dialoga con el actual presidente, que acaba de ser “desinvitado” a la reunión del G7, Lula es oído en todo el mundo y demuestra credibilidad ante los jefes de Estado y los más importantes vehículos de la prensa internacional.

Desafortunadamente, no es pequeña la parte de la prensa corporativa brasileña que trata de negar el respeto que el resto del mundo tiene por Lula. La reciente decisión de la ONU sobre la persecución judicial contra el expresidente y el espacio que ha recibido de los más importantes vehículos de la prensa internacional, como la revista Time, reflejan el inmenso apoyo que el mundo civilizado y democrático mantiene con relación a su probable victoria electoral.

El lanzamiento oficial de la candidatura de Lula y Alckmin es el principio del fin del oscurantismo impuesto a Brasil por Bolsonaro. Junto al exgobernador y partidos aliados, Lula promoverá una gran unión nacional para reconstruir Brasil.

La intolerancia política será derrotada, así como la interdicción del debate sobre lo que realmente le importa al pueblo brasileño. Hombres y mujeres de la ciudad y del campo, negros y negras, indígenas, quilombolas, la juventud, la comunidad LGBTQIA+ y los movimientos sociales y populares se unen en el gigantesco liderazgo de Lula para traer de vuelta la verdad, la paz, la oportunidad y el fin de las mentiras.

Juntas, las fuerzas democráticas y progresistas construirán el plan del gobierno para reinsertar a Brasil en el camino de la garantía de derechos, del crecimiento con reindustrialización, de la transición digital, de la recomposición salarial y de la creación de empleos, de la justicia social y más calidad de vida, del desarrollo sostenible y de la democracia plena. Haremos con que Brasil vuelva a invertir en educación para todos, en investigación, ciencia, tecnología e innovación.

Como dice Lula, vamos a utilizar “el corazón junto con la razón” para construir bases sólidas para una Nación que se liberará del hambre y será líder en la preservación del medio ambiente, en desarrollo sostenible y en generación de tecnología de punta para una economía verde. La lucha se intensifica ahora.

*Exministro y presidente de la Fundação Perseu Abramo.

Traducción: Mila Frati

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