Un Diego Rivera y la Revolución de 1952 – Por R. Matthew Gildner

1.951

Por R. Matthew Gildner*La investigación histórica se caracteriza por largos días en archivos, examinando documentos antiguos para encontrar algo que corresponda a las preguntas históricas que se plantea el investigador. De vez en cuando —con mucha paciencia y suerte— se encuentra una joya, es decir, un documento inestimable. Esta semana se encontró tal joya en el Archivo Histórico de La Paz: un dibujo original hecho por el destacado pintor y revolucionario mexicano, Diego Rivera. Es poco conocido el hecho de que Rivera visitó la ciudad de La Paz en mayo de 1953 para atestiguar con sus propios ojos la llamada Revolución Nacional que el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) había estado dirigiendo desde las jornadas de abril de 1952. El dibujo —un autorretrato de perfil, hecho a lápiz en un hoja membretada de la Sociedad Boliviana de Sociología (SBS)— y el discurso producido no sólo por Rivera, sino por los bolivianos que lo atendieron durante su breve estancia en la época más radical de la Revolución, nos da un vislumbre de la percepción extranjera tanto de la Revolución como de la poco conocida política cultural de 1952 que incluía el indigenismo y un papel relevante para el arte en las políticas reformistas de la década de 1950.Fue invitado por el gobierno del Víctor Paz Estensoro, por iniciativa del José Antonio Arze, respetado intelectual, sociólogo y fundador del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR). Rivera viajó a Bolivia después del Congreso Continental de la Cultura que se reunió con mucho éxito en Santiago de Chile en abril y mayo de 1953. Durante su viaje, realizó una visita a las ruinas preincaicas de Tiwanaku y dio una conferencia en la Universidad Mayor de San Andrés adonde recibió el diploma de Miembro de Honor de la Sociedad Boliviana de Sociología: “por su eminentes servicios desde el campo de la pintura y la literatura, a la interpretación sociológica del Alma Indoamericana.” Rivera también participó en una reunión de pintores bolivianos en la casa de María Luisa Pacheco. Tenía mucho interés en las nuevas expresiones artísticas que surgieron con la Revolución. El Diario informó que Rivera tuvo “palabras especiales” para el mural del “pintor revolucionario” Miguel Alandia Pantoja que existiera en el Palacio del Gobierno (hasta que el General René Barrientos lo destruyó después del golpe de Estado del 4 de noviembre de 1964).  Según Javier Galindo Cueto (secretario de la SBS y luego Prefecto de La Paz), que estuvo presente en las reuniones de Rivera, el pintor mexicano estaba particularmente impresionado con las obras de la celebrada artista María Ester Ballivián. De ella dijo: “esta es la más grande pintora que he visto ahora.” Aunque hoy las reformas y la herencia de la Revolución hayan sido puestas en entredicho, las transformaciones introducidas por el MNR (con mucha presión “desde abajo”, de los sindicatos campesinos y mineros) fueron realmente revolucionarias para su época. Si bien a Rivera le impresionó la reforma agraria (que todavía estaba en proyecto) y el voto universal, lo que más llamó su atención fue la nacionalización de las minas. A los periodistas que le pidieron su opinión sobre la Revolución Boliviana, Rivera respondió: “Sinceramente que los envidio. Ustedes han nacionalizados cien por ciento de su riqueza mineral. Nosotros [el gobierno revolucionario del México] apenas hemos nacionalizado el cinco por ciento. Un gran ejemplo. Estoy orgulloso como americano”. Y esto añadió el pintor indigenista: “si me hubiese sido posible escoger un lugar de mi nacimiento, hubiese sido Bolivia. Lo más indio del continente”. Sin embargo, el indigenismo de Rivera sutilmente iba en contra del proyecto de integración nacional que estaba llevando a cabo el MNR. Quizá la posición de Rivera nos da muestras de su percepción del arte no sólo como la última expresión del ser humano, sino como una forma de ocupar un papel subversivo en la realidad. “Es falsa aquella teoría de que se debe reincorporar al indio a la vida civilizada”, dijo el pintor durante el auge del proceso de mestizaje boliviano, “es al mestizo y al blanco al que hay que incorporar al indio. Sólo se puede hacer nacionalidad cuando se actúa con la raíz propia de los pueblos que, en América, es el indio”. *Candidato a Doctor en Historia en la Universidad de Texas en Austin

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