Las Mujeres, protagonistas de la construcción de un nuevo Chile – Por Emilia Trabucco

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Emilia Trabucco*, especial para NODAL

Desde el comienzo de la revuelta popular chilena, en octubre de 2019, quiebre del consenso neoliberal que duró más de 30 años y apertura de un nuevo tiempo social, el movimiento feminista protagonizó la lucha de calle y el tejido de redes organizativas “glocales”, es decir, desde el territorio cercano, pero con una mirada que busca el impacto global.

 La situación de las mujeres chilenas: algunos datos

Las trabajadoras movemos el mundo, sin embargo, nuestra participación en la economía muestra una gran desigualdad. Chile no es la excepción.

En su Informe de Política Monetaria de junio del 2020, el Banco Central de Chile realizó una valoración del aporte a la economía que implican las tareas domésticas y de cuidado en el hogar que, en su inmensa mayoría, son realizadas por las mujeres. La medición alcanzó el 26% del PIB durante ese año.

En la última década, el aumento de la participación femenina en Chile -que mide la proporción de la población en edad de trabajar que está ocupada o desocupada- en el mercado laboral fue sostenido. Pasó de un 46,8% a un 52,5%, en una trayectoria que se rompió en 2019 y en 2020, traduciéndose en una brutal caída de más de diez puntos, ubicándose en torno al 41,2%. Según las cifras del INE, el instituto de estadísticas del país, en el 2020 unas 910 mil trabajadoras perdieron su fuente laboral, mientras que aquellas que no fueron a engrosar el ejército de desocupades vieron aumentar la brecha salarial hasta alcanzar un 27,2%.

En Chile, el femicidio era hasta hace muy poco, tipificado de manera parcial, en tanto sólo se consideró los asesinatos de mujeres cometidos por sus cónyuges, convivientes, ex cónyuges o ex convivientes. El marco lo brinda la Ley N° 20.480, sancionada en 2010, que no recoge el sentido real del femicidio, debido a que lo reduce a las relaciones de familia, desconociendo aquellos asesinatos de mujeres que se cometen en otros ámbitos y que obedecen a las mismas causas: misoginia, sometimiento, opresión, desprecio por la vida de las mujeres, búsqueda de control de su sexualidad y capacidad reproductiva.

Es así como quedaban fuera de la ley las mujeres y niñas violadas y asesinadas por conocidos, amigos, desconocidos, clientes y los crímenes de odio a lesbianas. Sin embargo, estas limitantes fueron acogidas en el año 2020 con la promulgación de la “Ley Gabriela” (N° 21.212), en que se amplía el marco legal para que se considere como femicidio el asesinato de una mujer a causa de su género, sin importar la relación que exista con el agresor. Según la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres, en 2020 se registraron 77 femicidios, 67 en 2021 y 8 en lo que va del 2022.

Si hablamos de condiciones dentro del ámbito doméstico, el hogar fue -como en el resto de los países latinoamericanos- durante la cuarentena, un espacio inseguro para miles de mujeres en Chile. Según cifras del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg), las llamadas al número de emergencia aumentaron en un 190% durante mayo y septiembre del 2020 y los mensajes al WhatsApp silencioso, medida implementada en abril, sumaron más de 18 mil. El aislamiento sanitario y los brutales aumentos de desocupación se encargaron de ser el caldo de cultivo de la violencia económica, física, psicológica recrudecida en tiempos de crisis.

Al momento del estallido, las organizaciones feministas y de mujeres ya llevaban mucho camino recorrido. Desde hace años venían creando organizaciones y activándose en los territorios, escuelas, universidades y barrios. Los movimientos feministas comenzaron con un reclamo político-gremial y fueron tejiéndose en las protestas de las demás organizaciones sociales, formando parte también del colectivo que reclamó la renuncia del presidente Piñera y sus políticas de gobierno.

El 8M de 2020: “Somos Históricas”

El proceso de lucha social iniciado en 2019 fue marcado a fuego por el movimiento feminista, y la Plaza de la Dignidad fue testigo de una movilización masiva de las viejas, jovenes y niñas, que protagonizaron rebelde y organizadamente el 8 de marzo, a cinco meses de iniciado el ciclo de protesta popular.

El Movimiento por el Aborto Libre, el “Me Too” en 2015, las movilizaciones de estudiantes contra el abuso y acoso en 2016, las históricas manifestaciones y tomas estudiantiles en el Mayo Feminista de 2018, fueron la antesala de la gran convocatoria a la Huelga del 8M del 2020. La masividad y la diversidad de consignas, dieron cuenta de la fuerza, heterogeneidad y niveles de lucha del movimiento feminista en acción.

En un burdo intento de invisibilizar la efervescencia feminista, Carabineros cifró, primero en 110 mil y, luego, en apenas 125 mil las asistentes a la movilización del 8M, pero las organizaciones feministas sostienen que casi dos millones de personas se movilizaron en la Plaza de la Dignidad y en todo Chile ese día. Mujeres de todas partes del país se adhirieron a la masiva convocatoria feminista.

En Valparaíso, más de 20 mil manifestantes –de acuerdo a las proyecciones de la Intendencia– se congregaron en el centro de la ciudad puerto, pero también en las cercanías del Congreso Nacional, que estuvo resguardado por un fuerte contingente policial. En Concepción se realizó una bicicletada en plena carretera. En Osorno, hubo una manifestación en el frente de la catedral de la ciudad. En Puerto Montt, se llevaron a cabo expresiones artísticas para conmemorar la icónica fecha. Es decir, el movimiento feminista protagonizó en todo Chile, la fuerza de calle.

La manifestación del 2020 llamó a expresarse “Contra el terrorismo de Estado”, que se hizo patente en el estallido, estuvo marcada por el emblemático canto contra la violencia de Las Tesis, performance que dio la vuelta al mundo con la frase “El violador eres tú”, indicando como responsables al Estado, a Sebastián Piñera y al patriarcado, en todas sus formas de opresión y desigualdad.

Al finalizar la histórica movilización, la Coordinadora “8M” dio lectura a su manifiesto de la Huelga General Feminista 2020: “Exigimos el fin de las violaciones a los Derechos Humanos, que nunca más pretendan acallarnos con las mutilaciones, las desapariciones, las torturas, los abusos, las violaciones, los secuestros, las golpizas y la persecución. Exigimos la salida de Sebastián Piñera y todo su Gobierno por haberle declarado la guerra al pueblo.  Exigimos la salida de la ministra Plá por su silencio cómplice frente a la violencia política sexual. Luchamos por una Comisión independiente de Verdad, Justicia y Reparación y exigimos la liberación inmediata de todos, los y las presas políticas de la revuelta”.

Además, en el marco de la crisis sanitaria desatada por el COVID – 19, surgieron “Brigadas de sanitización” como una respuesta del pueblo en situación de rebelión popular. Se destacó específicamente la experiencia del Comité de Emergencia Territorial Metro La Granja cuya consigna afirmaba que “Solo el pueblo ayuda al pueblo”.

La creatividad feminista y popular

El grupo feminista chileno “Las Tesis” logró globalizar su intervención “El violador eres tú” por medio de las redes sociales. Ese canto, hoy aparece como una especie de himno feminista en el mundo. En el mes de diciembre de 2020, las mujeres de Comunidades Mapuche se manifestaron en la ciudad de Temuco en rechazo a la prolongación del estado de emergencia en las regiones de Biobío, Arauco, Cautín y Malleco.

En las protestas sociales en América Latina se puede observar que el movimiento feminista constituye un sujeto social de permanente iniciativa y creatividad, de convocatoria y legitimidad, es decir, de vanguardia social y política. En el caso de Chile, eso también jugó en el triunfo de segunda vuelta de Gabriel Boric. Aún con muchas organizaciones feministas sosteniendo su autonomía política, Boric fue acompañado por el movimiento feminista y apoyado electoralmente por sus organizaciones y redes políticas.

Según una nota del diario “El País” de España, “la movilización de las mujeres, especialmente de las más jóvenes, fue clave para la contundente victoria del izquierdista en las presidenciales”. En tal sentido, un informe presentado por el periódico “La Tercera” de Chile el 21 de diciembre de 2021, sobre la segunda vuelta electoral entre Gabriel Boric y José Antonio Kast, el candidato de la derecha (ex militante del partido pinochetista “UDI”), indicó que “entre las menores de 30 años la diferencia casi llegó a 70-30 a favor del candidato de Apruebo Dignidad [partido de Boric]. Kast, en tanto, se impuso entre los mayores de 70 años”.

Todo estaba dicho. El movimiento feminista chileno mostró una enorme capacidad de dar direccionalidad al movimiento social, promoviendo la lucha de calles y, también, de urnas. No por nada, en la conformación de su primer gabinete, el presidente electo decidió que 14 de los 24 funcionarios serán mujeres, “remarcando que algunas de ellas ocuparán carteras trascendentales como la Cancillería, Interior y Seguridad, Medio Ambiente, Justicia, Trabajo, entre otras. Será el primer gabinete de la historia chilena con mayoría femenina” (France 24, 21/01/2022).

Las mujeres chilenas siguen en lucha

La Pandemia no eliminó la movilización social en Chile, sino que la ha transformado, reconfigurando el territorio de la lucha. El movimiento de mujeres y disidencias sigue mostrando todo su carácter político popular.

En todo este período, el movimiento feminista tuvo un rol importante en las protestas de muchos países, principalmente en América Latina, siendo la protagonista de muchos de los conflictos desatados. Chile es, en tal sentido, un gran ejemplo. Cabe destacar que la agenda de acciones realizadas por el movimiento feminista, cuya convocatoria y viralización de reivindicaciones se teje principalmente en las redes sociales, son poco documentadas por los medios masivos de comunicación. Cuando son registradas sus luchas, estas quedan “edulcoradas” en los lentes del feminismo “blanco”, ese que irradia de manera políticamente correcta desde las plataformas globales de entretenimiento, como Netflix.

Por todos los “medios”, se trata de que el movimiento de mujeres no irradie toda su potencia transformadora en otros sectores y territorios. El feminismo –al igual que el ambientalismo- configuran protestas de calle, con movilizaciones masivas, que contienen nuevas formas de lucha. Ejemplo de esto son las intervenciones artísticas y performances, que buscan tensionar e impactar desde otro lugar, que no encaja ya con las tradicionales estructuras político partidarias.

El feminismo chileno, con un sentido de “glocalidad”, su iniciativa de calle, su creatividad colectiva, su capacidad de articulación heterogénea, su claridad programática y su flexibilidad táctica, ha mostrado que las mujeres son y serán protagonistas de la construcción de una oportunidad histórica para las clases populares. Trabajadoras, estudiantes, artistas, activistas, militantes políticas y sociales, viejas, jóvenes y niñas de la ciudad y del campo, dispuestas a cuestionar no solo el orden patriarcal, sino también, dedicadas a la construcción diaria de relaciones sociales desmercantilizadas.

En este momento del capitalismo, en su fase global y digital, que impone nuevos desafíos a las fuerzas populares y particularmente en este nuevo tiempo chileno que sintetiza -con múltiples contradicciones- un proceso de acumulación histórica de lucha social, resultará clave para las clases subalternas chilenas, que sus feminismos no caigan en la institucionalización que burocratizaría su praxis, encuadrándola en los canales del Estado.

Muy por el contrario, la radicalidad de su programa contiene la potencia transformadora del poder que emana de una red que organiza y articula conscientemente, en medio de la crisis general, la necesidad del pueblo chileno de avanzar en la verdadera construcción de un país para todas, todos y todes, desbordando y revolucionando las estructuras que aún hoy, ordenan la vida política y social, partiendo de las victorias alcanzadas tras el estallido popular.

*Psicóloga. militante sindical y feminista. Colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

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