La cuestión de la gobernabilidad para Lula y para Bolsonaro – Por Jeferson Miola

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La cuestión de la gobernabilidad para Lula y para Bolsonaro

Jeferson Miola*

Más importante que las ganancias electorales que el vicepresidente elegido puede otorgar a cada fórmula presidencial, es la cuestión de la gobernabilidad, sin embargo, que influye en las elecciones de los vicepresidentes tanto del ex presidente Lula como de la Aberración del Planalto (Jair Bolsonaro) La preocupación por la gobernabilidad aparece centralmente para ambos candidatos, pero por razones diametralmente opuestas.

Lula y la gobernabilidad democrática

La primera vez asumió públicamente la decisión de construir una alianza “más amplia que el PT; ya no a la izquierda, sino al centro y, en su caso, incluso con sectores de centro-derecha” [19/1], Lula hizo transparente su preocuypación por la gobernabilidad: “No me imaginaba que pudiéramos retroceder tanto”, dijo en el encuentro con medios independientes.

En las últimas semanas Lula viene repitiendo que para proteger la democracia necesita “ser candidato de un movimiento amplio, y no solo de un partido”. Y, por eso, decidió que el ex tucán Geraldo Alckmin, ahora en el PSB, sea su suplente.

La fuerza electoral de Alckmin se limita al estado de São Paulo. Y, sin embargo, registra una trayectoria descendente. En la elección presidencial de 2018 tuvo un tibio voto nacional del 4,76%, con 5.096 millones de votos. Con los 2.224 millones de votos obtenidos en SP, Alckmin ocupó el 4º lugar en su propia base electoral, detrás de Bolsonaro, Haddad y Ciro con apenas el 9,52%.

Además, al incorporarse al PSB, Alckmin no estuvo acompañado de parlamentarios. Su presencia en la boleta presidencial no garantiza, por tanto, que el eventual gobierno de Lula tenga una amplia bancada parlamentaria que lo apoye.

Si bien Lula reconoce que el Congreso actual “es quizás el peor que hemos tenido en la historia de Brasil”, esta horrible composición probablemente se repetirá en la legislatura que comienza el 1 de febrero de 2023, alimentada por el esquema presupuestario secreto corrupto multimillonario.

Como se puede ver, por lo tanto, Lula eligió a Alckmin como vicepresidente no por los atributos electorales que en realidad no tiene, sino por el simbolismo que representa este político conservador de São Paulo en este contexto de riesgo real para la democracia.

Alckmin sería para Lula, en ese sentido, una especie de póliza de seguro. Un antídoto para sectores de las clases dominantes ante la amenaza muy tangible de las milicias y los jefes militares bolsonaristas, que han partidista a las Fuerzas Armadas, y que señalan una voluntad de dar la vuelta, no aceptar la derrota y promover una ruptura institucional.

Al no postularse para gobernador de SP, Alckmin todavía allana el camino para la victoria sin precedentes de PT Haddad para el gobierno de la unidad principal y más poderosa de la federación. Y, en campaña, podría contribuir a mitigar el odio anti-PT que ayudó a propagar durante décadas entre el electorado mayoritariamente conservador del colegio electoral más grande del país.

Bolsonaro y el gobierno de las bayonetas

Mientras que para Lula la democracia es el componente vital de la gobernabilidad, para Bolsonaro el fin de la democracia es el presupuesto fundamental no solo por el tipo de gobernabilidad que defiende –“desde las bayonetas”– sino también la clave para la continuidad del proyecto de poder militar.

Bolsonaro señala la elección del actual Ministro General de Defensa, Braga Netto, como su adjunto en la boleta presidencial. Braga Netto, que aún hoy sostiene que no hubo dictadura en Brasil [sic], probablemente ni siquiera podría elegir al administrador de los edificios de la Esplanada dos Ministérios.

Por tanto, en términos electorales, no añade nada a la boleta de Bolsonaro. Es que, en realidad, su elección como diputado tiene otro propósito: sirve a fines antidemocráticos. Considerado por el senador Renan Calheiros como “un elemento peligroso para la democracia”, Braga Netto es uno de los más conocedores de muchos secretos del clan Bolsonaro, especialmente en lo que respecta a su involucramiento con las milicias de Río de Janeiro y el mundo del crimen.

En mayo de 2021, el petulante general envió un mensaje amenazante al Congreso: “si no hay voto impreso y ‘audible’, no habrá elecciones”. A pesar de esta agresión al Estado de derecho, conservó el grado de general, se mantuvo en el cargo de ministro y queda libre para seguir atacando la democracia.

Desde el Palacio del Planalto circulan rumores de que Bolsonaro consideraría nombrar al actual comandante del Ejército, el general Paulo Sérgio de Oliveira, para reemplazar a Braga Netto en el Ministerio de Defensa. De confirmarse, sería muy grave que un general que tiene tropas a su mando deje su cargo para asumir automáticamente el rol político de coordinador de las Fuerzas Armadas en el Poder Ejecutivo.

Ante la perspectiva realista de la victoria del expresidente Lula, Bolsonaro y la cúpula militar tendrán como principal opción la truculencia, el caos y la agitación. Y las Fuerzas Armadas serán garantes de una gobernanza basada en el totalitarismo y el terror de Estado, contando además con una base social de extrema derecha supermilitante, comprometida y fuertemente armada.

La necesidad de un gobierno popular

Si bien Lula está comprometido con construir un gobierno democrático y negociar con el Congreso, donde el gobierno se enfrentará a una mayoría corrupta y de derecha, Bolsonaro está comprometido con ampliar la erosión de la democracia, profundizar el militarismo y avivar la manada fascista y ultraderechista.

En este escenario de violencia política y amenazas reales a la democracia, la ecuación creada por Lula, centrada centralmente en la elección de Alckmin como vicepresidente, podría adolecer de la falta de una variable vital para la supervivencia de su futuro gobierno y de la democracia en el país: la movilización social de las masas a través de los dispositivos de una democracia participativa y plebiscitaria para construir la gobernabilidad popular.

* Analista brasileño, integrante del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial. Colaborador del Cenro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

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