Caracas y Washington, la pelota está en la cancha – Por Luis Hernández Navarro

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Por Luis Hernández Navarro*

Cuando el precio de la variedad Brent rebasa 110 dólares el barril, Venezuela nada en petróleo. Tiene el primer lugar de reservas en el mundo: 304 mil millones de barriles, 18 por ciento del recurso global. Posee el oro negro que otros necesitan.

El embargo contra el petróleo y el gas ruso decretado por Washington, lo obliga a buscar inevitablemente fuentes de suministro. Tras siete años de sanciones económicas contra Venezuela, la Casa Blanca se ha visto obligada a replantear su relación con ese país. Según Alfredo Castillo, las refinerías del sur de Estados Unidos están adaptadas al petróleo venezolano.

Con el objetivo de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro y descarrilar la revolución bolivariana, en 2015 el presidente Barack Obama promovió la Orden Ejecutiva 13692 (Decreto Obama), que declaró a Venezuela amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos. En 2019, Washington interrumpió la agenda energética bilateral e impuso más restricciones. La Casa Blanca decretó el bloqueo de las propiedades estatales venezolanas, incluida la petrolera Citgo, filial de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), la joya de la corona de Caracas en el exterior.

No fue el único caso. Más de 600 sanciones le fueron impuestas. La economía de la nación sudamericana se asfixió. Desde entonces, Venezuela enfrenta grandes ad­versidades para importar medicinas, alimentos, repuestos para maquinaria y para refinar petróleo.

En un giro a la dinámica binacional, el 5 de marzo Maduro recibió en Caracas a una delegación enviada por Joe Biden. Conversaron durante dos horas. Entre otros, asistieron Juan González, el poderoso asesor de Washington para Latinoamérica, y el embajador James Story. Según el mandatario venezolano, fue una reunión respetuosa, cordial, diplomática. Eso no impidió que, el l2 de marzo de 2021, antes de venir a dialogar con Maduro, Biden renovara el Decreto Obama.

No son las primeras charlas bilaterales entre ambos países, pero sí las de más alto nivel en mucho tiempo. En diciembre de 2021, Maduro vio a Roger Carstens, enviado presidencial especial para asuntos de rehenes. El encuentro fue filtrado por el embajador de EU en Colombia, James Story. El bolivariano se indignó. Era una reunión secreta, pero ellos sacaron el avión y luego sacaron la noticia y luego declararon, no tienen palabra, dijo.

En entrevista con Actualidad Radio, González informó: La razón de la visita, que fue la primera de un funcionario de la Casa Blanca a Venezuela desde la inauguración de Hugo Chávez a fines de 90, fue para instar y abogar para un regreso a la mesa de diálogo, porque el futuro de Venezuela sólo lo pueden determinar con base en unas negociaciones.

Señaló que las pláticas fueron planificadas durante meses y buscaban la li­be­ración de los estadunidenses presos en Venezuela. Se trata de seis ex ejecutivos de Citgo Petroleum Corp, detenidos en 2017 por cargos de peculado: Gustavo Cárdenas, José Ángel Pereira, Jorge Toledo, José Luis Zambrano, Tomeu Vadell y Alirio José Zambrano, así como un acusado de terrorismo, Jorge Alberto Fernández, ciudadano cubano-estadunidense, arrestado en febrero de 2021 con un dron. En un gesto que Biden saludó, Cárdenas y Fernández fueron liberados tras el encuentro.

Según Maduro, el acercamiento podría servir para levantar las sanciones unilaterales de Washington. Insistió en que la Casa Blanca debe devolver a Venezuela sus recursos económicos y los bienes estatales saqueados. Se han robado mucho dinero por órdenes de Estados Unidos, señaló.

Según Reuters, la Casa Blanca demandó condenar la invasión a Ucrania, elecciones presidenciales libres, aplicar reformas en el sector petrolero y dar facilidades a firmas extranjeras para invertir. Ofreció a cambio usar el sistema Swift, para facilitar transacciones financieras entre bancos en todo el mundo. Maduro, por su parte, planteó el alivio de sanciones y devolver a Caracas el control de Citgo.

Venezuela exige la liberación de su diplomático Álex Saab, ilegalmente capturado en Cabo Verde, encarcelado en la oscuridad en un hueco lleno de excrementos, torturado con toques eléctricos y rotura de muelas, y extraditado a Miami, acusado de lavado de dinero. Saab era representante permanente del gobierno venezolano en la mesa de diálogos con la oposición en la Ciudad de México, y responsable de llevar alimentos y medicinas para los comités locales de abastecimiento y producción (CLAP) en su país.

El diálogo con Washington no significa que Venezuela vaya a romper sus lazos con Moscú. El pasado 10 de marzo, en Turquía, la videpresidenta Delcy Rodríguez, en reunión con el canciller de Rusia, Serguei Lavrov, reafirmó el apoyo de Caracas a Moscú y manifestó su voluntad de ampliar los lazos estratégicos con ese país.

Rusia es de los más importantes aliados de Venezuela. Ante el bloqueo, Caracas trasladó operaciones de Pdvsa a Moscú y utilizó bancos rusos para sus transacciones financieras. La empresa rusa Roszarubezhneft tiene participación de 40 por ciento en asociación con la petrolera estatal venezolana. Juntos producen 120 mil barriles de crudo diarios, 15 por ciento.

Las conversaciones fueron un dramático golpe, tanto para el títere de Washington en Venezuela, Juan Guaidó, al que se hizo a un lado en la reunión, como para el presidente colombiano, Ivan Duque.

Si son flexibilizadas las sanciones, Venezuela podría comenzar a suministrar petróleo a Estados Unidos y Europa a mediados del año. La pelota está en la cancha.

*Periodista y escritor mexicano, editor de la página de Opinión de La Jornada de México

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