Cómo afecta a América Latina el conflicto entre Rusia y Ucrania
Guerra entre Rusia y Ucrania: ¿qué rol tendrían los países latinoamericanos?
Por Walter Espinoza
Con el fin de respaldar a los separatistas de las regiones de Lugansk y Donetsk, Rusia inició su invasión a Ucrania en horas de la mañana del jueves 24 de febrero (noche del miércoles 23 en Perú). Diferentes países de la esfera global han reaccionado por medio de sus cancillerías. En tiempos de guerra, cada nación debe asumir una postura diplomática. ¿Cómo afecta a Latinoamérica y qué consecuencias puede tener en esta parte del mundo?
Naciones como Estados Unidos y organismos como la OTAN han tomado posición respecto a los ataques aéreos y explosiones registrados en distintos puntos de Ucrania. Cabe preguntarse qué harían Perú, México, Argentina y otros países de la región, algunos de los cuales tienen vínculos comerciales e incluso militares con Rusia, ante un recrudecimiento de las acciones bélicas.
Por ello, La República conversó con dos especialistas en política internacional para analizar las actitudes de los gobiernos latinoamericanos y el papel que cumplirían en el enfrentamiento.
¿Cómo afecta el conflicto Rusia-Ucrania a Latinoamérica?
Un posible impacto colateral del conflicto entre Rusia y Ucrania en América Latina sería el del precio del petróleo debido al bloqueo financiero y económico, sostiene Juan Carlos Ladines, profesor de la Universidad del Pacífico con un MSc en Política y Relaciones Internacionales en la Aberystwyth University.
“No importamos directamente el petróleo que exporta Rusia, pero sí se va a restringir la oferta de petróleo. No se puede transar en los mercados bursátiles precios futuros del petróleo asumiendo una oferta rusa, eso puede tener un impacto en los costos logísticos”, explica.
El impacto de la guerra será principalmente económico, explica también Anthony Medina, integrante del Foro Peruano de Relaciones Internacionales y director de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Católica de Santa María.
“Un conflicto entre Rusia y Ucrania a corto plazo generaría un aumento de los precios y una especulación respecto a precios de productos que nos pueden afectar, como el trigo, el maíz, y otros productos que influyen en la canasta básica familiar. Pero no hay nada más que los involucre más allá de lo que les corresponde en la ONU”, sostiene el experto.
Fuera de lo económico, las acciones de los países latinoamericanos se verían en los terrenos diplomático y político. “Van a estar de una u otra manera representados a través del Foro de las Naciones Unidas. Ellos tienen poca injerencia en lo que se refiere al conflicto con los actores principales (OTAN, Unión Europea, Ucrania, Rusia)”, afirma Ladines.
Este apoyo, agrega el experto, se vería reflejado en aspectos como la crisis humanitaria que se viene, en especial en países como Polonia u otros colindantes con Ucrania que van a recibir “un éxodo de refugiados. Pero no iría más allá de eso, porque nuestras relaciones comerciales con Rusia son pocas”, manifiesta.
Medina recuerda que los países de nuestra región tienen “una tradición de no intervención en conflictos internacionales. Quieren buscar una especie de equidistancia respecto a socios políticos y comerciales”.
¿Qué pasaría si el conflicto Rusia-Ucrania escala en magnitud?
Ladines precisa que las consecuencias descritas se dan a un corto plazo. Al largo plazo, explica que las exportaciones de países productores de oro, como Perú, podrían verse beneficiadas dado que muchas personas se refugiarán en dicho metal y no gastará en otro tipo de activos. Dicho esto, considera difícil que el conflicto se prolongue en el tiempo.
“Ucrania no tiene la capacidad para defenderse. Lo que va a hacer Rusia es entrar, decir que liberó a Ucrania de la amenaza occidental y se retira. Ello dará cierto espacio para reconfigurar los acuerdos de Minsk, que le permita una mayor muñeca política. Putin tiene el sueño de retornar a la URSS”, manifiesta.
En todo caso, ambos expertos descartan categóricamente que América Latina envíe tropas a la zona de guerra. “Va a utilizar los foros, va a ser de apoyo en gestiones diplomáticas, pero no veo que vamos a estar enviando soldados, eso no va a pasar”, indica Ladines. “Todos unidos no tenemos la capacidad militar para colocarnos de un lado u otro”, dice Medina.
¿Qué actitud tienen los principales países de Latinoamérica al respecto?
Medina detalla un poco cuál sería la postura de los principales países de América Latina:
- México: “Por un lado, AMLO tiene relaciones importantes con Estados Unidos por el TLCAN. Pero también tienen una tradición de no intervención en conflictos internacionales, que dicho presidente ha retomado”.
- Brasil: “Tienen el tema del BRICS (que incluye a Brasil y Rusia), donde coordinan posiciones en tema de inversiones y política exterior. Ellos están negociando un acuerdo para la transferencia de tecnología militar por parte de Rusia y no van a ejercer una posición contraria a ellos”.
- Argentina: “Su caso es similar al de Brasil. No olvidemos que fueron promotores de las vacunas Sputnik en la región y tienen interés de coordinar temas de defensa. Sin embargo, la posición oficial del gobierno ha sido la de criticar abiertamente a Rusia por la intervención realizada”.
- Venezuela: “Es el mayor aliado de Rusia en América Latina, aún más que Cuba. Chávez le ofreció a Putin colocar una base militar rusa en el Caribe, pero este se negó. Si el conflicto se recrudece y alarga, podrían reconsiderar esa posición”.
- Bolivia: “Ha sido crítica a los separatismos, como el de Abjasia o el de Ossetia del Sur. Podrían no ponerse demasiado del lado de los rusos, a pesar de que son aliados suyos en temas políticos y comerciales, porque han tenido sus propios problemas de separatismo”.
- Perú: “Rusia ha tenido una relación militar importante desde la época de Velasco, aunque con el tiempo hemos diversificado un poco nuestros socios. El comercio ruso no es importante para el Perú, porque estamos más orientados al Asia Pacífico, y desde los 90 hemos sido fuertes aliados de EE. UU. Yo no creo que quieran ponerse de un lado o de otro”.